febrero 25, 2006

RESEÑA HISTORICA DE VIRGILIO GOMEZ EN LA CIUDAD DE LIMA/ J.M. CANCINO

Jaime Marìa Cancino leyendo poemas de Cèsar Vallejo en uno de los homenajes de despedida al pintor Virgilio Gòmez en El Averno-Lima.


Reseña Histórica de Virgilio Gómez Ramírez en la ciudad de Lima, Perú

Por Jaime María Cancino

Virgilio Gómez llega a nuestro país el año de 1994, siendo recibido y atendido en ese momento por el maestro y pintor Carlos Ostolaza, quien lo presenta al ambiente artístico e intelectual del centro de Lima y que será a la vez el sitio de su actividad y vida bohemia, demostrando su capacidad y oficio de pintor plástico y conocedor de variadas técnicas propias de este arte, así como de un vasto conocimiento cultural.
Ese mismo año de su llegada realiza una exposición en la Casa de la Beneficencia de Chaclacayo (Distrito de Lima), titulada "Diciembre"; siguiéndole otra en la misma localidad, el año 95, en el Café y Galería Vincent, con el título "Acá Oaxaca, México", así como emprender un mural en el ingreso principal de la Universidad Nacional de Educación, La Cantuta (Distrito de Chosica, Lima), cubierto hasta hoy en día sin poder terminarse; sin embargo, sorteando las vicisitudes que se presentan, transcurriendo en aparente calma el año 96, proyecta una propuesta con 16 obras plásticas para relanzar "La Sala de Arte Lima" para el mes de Marzo del 97; quedando truncada la misma por un siniestro desatado en dicho local.
En el transcurso de su dilatada existencia en nuestra ciudad capital (11 años aproximadamente), conoció muchos lugares y personajes que motivaron su interés para plasmarlo a través del arte; es así como participa, junto a su gran amigo y poeta-arquitecto Armando Arteaga, en el año 2002, en un Plan de Desarrollo del Distrito Juan de Espinosa Medrano (“El Lunarejo”) en Antabamba (departamento andino de Apurìmac), del cual hay un libro; el Proyecto para la Restauración de la Iglesia Virgen Natividad de Ayrihuanca (Grau- Apurímac) de donde se registran apuntes, notas y dibujos del aludido artista; y el Proyecto para la Restauración San Felipe de Mutca (Aymaraes), haciendo fotos.
Con el mismo ímpetu de siempre, en el año 2004, junto al poeta-arquitecto, se pone a trabajar en un proyecto de Taller de Pintura Para Niños en el Barrio Trébol Bajo (Distrito de San Martín de Porres, Lima), bautizándole con el nombre de Miguel Cabrera (recordando al pintor indio de Oaxaca). Este trabajo realizado motivó que fueran invitados ese mismo año al interior del país, en Capaya (departamento de Apurimac), para desarrollar un Taller de Literatura y Pintura (actividad que ha sido registrada en un vídeo). Cabe señalar, también, que han quedado ilustraciones suyas en algunos libros de poetas y escritores que le pidieron su colaboración; pudiendo citarse la portada del poemario "Vuelo Guerrero de los Andes", de Julio Chiroque Paico, y una ilustración a una edición de la revista literaria "Hipocampo", del escritor y editor Teófilo Gutiérrez, y a otras más que se me escapan de la memoria; pudiendo, además, atestiguar el retoque que le diera a la imagen de Cristo, del pintor huancaino Benito Jaime Sánchez.
De esta manera transcurre la vida de nuestro querido Virgilio en nuestra patria, entre la actividad propia del quehacer artístico, tertulias y con su amena intervención en los "Viernes Literarios", realizado en el Jr. Quilca, así como en AME (Asociación Metropolitana de Escritores), llevada a cabo en el salón dorado del Teatro Municipal de Lima; siendo importante destacar, del mismo modo, haciendo un punto aparte, la amistad que tuvo con el Ing. Luís Córdoba, con quien viajó a distintas partes de nuestro país, auxiliándolo en la promoción y venta de sus obras académicas; como también, en igual forma, del pintor Jorge Galagarza, y de su amigo el artista-joyero Augusto Vallerriestra.
Sin lugar a dudas, algunas casas y locales donde vivió quedará con su entrañable recuerdo; siendo una de ellas la casa del Pintor Ostolaza; "La Sala de Arte Lima", del restaurador Carlos Espinoza; "El Centro Cultural el Averno", dirigido por el músico Jorge Acosta; y la casa del poeta Santivañez, donde pasó los últimos años de su vida y en donde descansó en paz para siempre un domingo 29 de enero del 2006.
Virgilio Gómez Ramírez, pintor mexicano, venido y afincado en nuestra ciudad por esos designios y misterios de la vida, es desde ya un personaje de nuestra cultura artística e intelectual de nuestro medio. Quilca, la calle que tantas veces transitó, lo recordará y extrañará para siempre.
Nos unimos a este saludo fraternal en su memoria, sus camaradas y amigos: Luis Córdoba, Armando Arteaga, Roger Santivañez, Carlos Ostolaza, Jorge Galagarza, Carlos Bayona, Jorge Altamirano, Teófilo Gutiérrez, Jorge Acosta, Nelson Castañeda, Luis Obando, Juan Ramírez Ruiz, Tobías López, Wilmer Villarreal Zavaleta, Juan Benavente, Josè "Pepe" Rejas, el Gitano Matos, Augusto Vallerriestra, Karen Espano, Willy Gómez, Domingo de Ramos, Jorge Rabanal, Roberto Valle, Ulises Valencia, ...Teresa (su musa de todos los domingos); y quien suscribe este texto: Jaime María Cancino.


Lima. Febrero 15 del 2006

estepario305@latinmail.com

EL PINTOR VIRGILIO GÒMEZ RÀMIREZ/ NELSON CASTAÑEDA

Pintura de Virgilio Gòmez.



EL PINTOR VIRGILIO GÓMEZ RAMIREZ


Por Nelson Castañeda (1947-____)











En el cuarto de la vivienda compartida que Virgilio ocupaba, lo en­contraron muerto. Como él, a su vez, cuando recién había llegado al Pe­rú, encontró a su amigo Tamashiro muerto. No se demoró el país en mos­trarle cómo puede acabar un solitario. Que además practica el arte y el ensarte, y mezcla esto con alcohol y pobreza.
Nació el 16 de Mayo, el 36 del siglo pasado, en Oaxaca-México. Hace trece dìas murió, a un pelo de tener 70 años. Por ahí le contó a una poeta que su estadía en el Perú, la ocasionó el amor de una mujer. Como pasa con cualquiera Virgilio dejó una determinada imagen de su estampa a cada uno de los que trató. Hasta mi gata ha de tener una, porque de chiquita se quedaba dormida sobre sus pequeñas piernas fla­cas.
Por mi parte lo recuerdo respetuoso, inteligente, gracioso y conver­sador. Me traía libros, intercambiamos retratos y algunos cuadros. Al comienzo cuando, como se dice, la economía no era tan mala como ahora, comíamos de a tres, opíparamente en mi mesa, sendos platos de tallarines con variadas carnes. Lonches de pan con jamón del país y café con leche. Últimamente, nada. Apenas unos soles por los libros que me traía o nada. Me dejaba los libros y se los devolvía cuando los había leído.
Al final me divertía presentándolo como el hombre que tomaba metílico. Cuando muerto, tristemente me atormentaba la idea de que por mis na­rices había pasado un hombre notable a quien no había dado importancia.
Pero luego pensando en que, si se daba el trabajo de venirme a ver, de conversar e intercambiar cosas conmigo es porque sintió que lo es­timaba. Me tranquilizo con eso.
La semana anterior a su muerte estuvo a verme. No quise registrar su aspecto porque estaba indescriptible. No quise asimilar su abandono. Traía dos revistas SeleArte, me dejó una y la otra el destino se la hizo guardar. Le mostré el libro de Botero que Maricarmen me había re­galado. E insistí en que viera el dibujo donde el colombiano se ha­bía retratado junto a Piero della Fransesca e Ingres. Le sugerí que acaso eso podríamos hacer nosotros con nuestros pintores preferidos, ..ya desaparecidos. Sin hacerme caso, y con el tono de quien no va a decirlo otra vez, a la vez que se ponía de pie, levantando el libro abierto, comentó embobado y feliz: "Con sus cuates"!.
En la escena vacía de su habitación, a la que acudimos tras su desceso, adelantado yo, vi la Sele-Arte que no me dejó, pero la vi con papeles dentro. Me apoderé de ella y el vecino que cuidaba las cosas no puso objeción.
En uno de esos papeles había empezado un cuento con esta fra­se encomillada: "Quiero verle las piernas a la muerte". Y Virgilio se las vio y Dios sabrá qué más hizo con ella.

Febrero, 13, 2006.

Lima-13.

nelson castañeda: neptuno_1313@yahoo.com

febrero 24, 2006

ADIOS A VIRGILIO GOMEZ EN OAXACA

Santa Rosa de Lima, cuadro de Virgilio Gòmez.
OAXACA POLITICO

Oakafka
Lunes 20 de Febrero, 2006


O falta memoria o sobra indiferencia, e ingratitud. El domingo 19 de febrero fue enterrado en el panteón de Xoxocotlán el artista plástico Virgilio Gómez Ramírez, fallecido en Lima, Perú el pasado 31 de enero. Le acompañaron a su última morada su madre, hijos, hermanos y algunos discípulos. Las autoridades culturales -¿cuándo no?- brillaron por su ausencia. Sólo una anciana, promotora cultural de carrera, conmovida en verdad, pidió a Lilia, sobrina del artista, le alcanzara un puño de tierra que esparció sobre el ataúd de Virgilio. Esa mujer es Arcelia Yañiz. Pionero del movimiento pictórico que dio a Oaxaca en las últimas décadas un rostro distinto dentro y fuera de México, al mostrarlo como un estado pobre pero sensible y creativo en sus manifestaciones artísticas, Virgilio Gómez (La Paz, Loxicha, 1936 –Lima, Perú, 2006) fue para muchos artistas hoy “consolidados”, un maestro, un guía, un ejemplo.Entre sus amigos y discípulos se le recuerda como un hombre rebelde, de izquierda, muy cultivado, comprometido con el arte, generoso y solidario con los jóvenes. Fue un artista que jamás pretendió el elogio ni la fama, menos aún el reconocimiento oficial, por eso prefirió emigrar hace 12 años para instalarse en Perú, donde a decir de su sobrino Ulises Torrentera, casi logró el autoexilio perfecto.Ahí, en su departamento, falleció en la soledad. La noticia llegó pronto a Oaxaca pero salvo su familia y amigos cercanos, la indiferencia por el hecho fue generalizada. El Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM) solicitó la repatriación de sus restos. Estos trámites, lentos por naturaleza, atrasaron los funerales. Fue hasta el viernes 17 que retornó Virgilio a la tierra que lo vio nacer y su cuerpo fue velado la noche del sábado en conocida funeraria de la ciudad. ¿Habrá algún homenaje por parte de la Secretaría de Cultura? Preguntaban a sus familiares. Hasta el momento no nos han dicho nada, respondían. Y, ciertamente, la autoridad cultural le negó un póstumo reconocimiento a un artista al que también negaron su lugar junto a Rodolfo Nieto, Rodolfo Morales, Francisco Toledo y otros maestros de la plástica en nuestro país. Reconocimiento que por lo demás, Virgilio jamás pretendió.El domingo, poco a poco llegaron al panteón de Xoxocotlán familiares, amigos y discípulos que convivieron y quisieron al artista plástico. El gordo, le decían. O Yopilio, por que comentan que una de sus frases más recurrentes era: “ándenle, prepárense para que ya no sean como era yo antes”. “¿Cómo?”, le preguntaban. “Yope”, respondía. Y se carcajeaba.Entre quienes fueron a despedir a Virgilio estuvieron los artistas plásticos Arnulfo Aquino, Mario Ramírez (Marito), Sabino López, Ariel Mendoza, Adriana Audiffred, Cándido Santiago, la actriz Marta Unda, el subdirector del Museo de Arte Popular Enrique Audiffred, el poeta César Rito Salinas y el matemático Francisco Espinosa, director de la Biblioteca Pública Central.Con paso lento, riguroso negro y el rostro cansado, se vio a doña Arcelia Yañiz. La directora de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas, no obstante su avanzada edad, fue la única persona relacionada con la burocracia cultural que asistió a las exequias.La plástica oaxaqueña no apareció por generación espontánea. Tampoco empezó a germinar con los satélites que rodean la figura de Francisco Toledo, locales o avecindados. La pintura oaxaqueña se fundó sobre varias columnas y una de ellas es Virgilio Gómez quien se atrevió a romper con el marasmo intelectual de Oaxaca de los años setenta, ochenta, cuando los artistas eran vistos como holgazanes y depravados.Francisco Toledo, contemporáneo de Virgilio en la escuela de Bellas Artes, reconoce con humildad que fue un artista que influyó en su trabajo. “Me contagió su admiración por la belleza de Oaxaca y me convenció de la necesidad de protegerla”, declaró en alguna ocasión.Toledo acudió a la capilla en que se velaba Virgilio a dar el pésame a los dolientes. Pero jamás vimos a los demás representantes de la “Escuela de Pintura Oaxaqueña” por ningún lado. Ni a los notables, ni a los menos notables. ¿Ignorancia?, ¿Olvido?, ¿Indiferencia?, ¿Ingratitud? Allá ellos.A manera de despedida y mínimo homenaje, transcribimos las sentidas palabras que le escribió a Virgilio Gómez el poeta peruano Bernardo Rafael Álvarez en su blog Bitácora Extraviada. Ha muerto Virgilio Gómez y esta es realmente una noticia que duele. Virgilio, pintor mexicano (de Oaxaca) que hizo de Lima su última morada (no sé si por propia voluntad o porque lo difícil del retorno se convirtió en un imposible), era un hombre que buscaba el cariño de todos, pero creo que casi todos se lo negaban. Debo decir que en las oportunidades que nos saludábamos Virgilio y yo, la efusividad era verdaderamente patética, porque él era así: cariñoso en grado sumo. Lo fue conmigo y si esto no lo dibuja de cuerpo entero, pues diré que es suficiente para que el recuerdo que de él he de guardar sea siempre grato y saludable.Me regaló, hace mucho tiempo (hace unos ocho años quizás), un texto que escribió, hermoso y desconcertante (monólogo lo llamó); me lo dedicó con unas palabras que destilaban su amor por el Perú, y Lima especialmente, además de la memoria inacabable de su patria ("tu amigo Virgilio Gómez, pintor mexicano").También me entregó un cuadro pintado sobre madera, con colores de fuego, casi infernales, bellamente infernales, que quiso (y espero cumplir su deseo) que apareciese en la carátula de mi próximo libro. Ya no lo veremos deambular como un huérfano, derramando a borbotones esa sonrisa a veces aderezada con alguna de esas medio violentas palabras mexicanas. Ya no compartiremos una copita de caña junto a El Averno. No, pues. Pero quedará en nosotros como un nutritivo escupitajo de colores. Roger Santibáñez es, quizás, quien más le quiso: le dio cobijo en el Rímac, mientras más de uno de sus otros, dizque, amigos se interesaba en mirar sus lados débiles y en marginarlo y soslayar su calidad humana y de pintor. Deben estar sufriendo ahora. Gloria a ti, Virgilio. Y espéranos un tantito, “pinche” de miércoles!

VIRGILIO GÒMEZ: EL PINTOR DE LA SENCILLEZ

Virgilio Gòmez, la bandera mexicana, una muchacha...

OAXACA POLITICO
Notas, Notas, Notas ...
Lunes 13 de Febrero, 2006 18:37

TRASLADARÁN CUERPO DE ARTISTA OAXAQUEÑO FALLECIDO EN PERÚ: IOAM
13 de Febrero de 2006 (Ciudad)

Catalogado por el maestro René Santiago como el pintor de la sencillez.

Oaxaca, Oax.- El Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM), gestiona la repatriación de los restos mortales del pintor oaxaqueño, Virgilio Gómez Ramírez (La Paz, Loxicha 1936), fallecido el pasado 31 de enero en Lima, Perú, informó ayer el director general de la dependencia, René Ruiz Quiroz.Ruiz Quiroz, detalló que hasta el momento el IOAM ha realizado las gestiones correspondientes con los familiares en coordinación con el consulado mexicano en Lima, ya que los trámites que generalmente se tienen que hacer en estos casos tardan algunos días.No obstante, el servidor público señaló que es probable que los restos del desaparecido artista oaxaqueño sean retornados a esta ciudad en el transcurso de la presente semana.“Es sin duda una lamentable pérdida para Oaxaca, para México y para toda la comunidad artística, por lo cual su familia desea traer sus restos a esta entidad que lo vio nacer y es probable que a media semana esté arribando el cuerpo a esta ciudad”, apuntó.El artista, fue catalogado por el maestro René Santiago como el pintor de la sencillez, de la línea y el sentido del color. Francisco Toledo, por su parte, reconoció siempre la influencia que Virgilio tuvo en él.

NOTICIAS DEL PINTOR VIRGILIO GOMEZ EN OAXACA

OAXACA POLITICO
NOTICIAS DEL PINTOR VIRGILIO GÒMEZ
..........................

VIRGILIO GOMEZ Y LA PINTURA DE OAXACA

Oaxaca es Cultura Lunes 22 de Agosto, 2005

--------------------------------------------------------------------------------


Filiberto Heredia Martínez, integró uno de los movimientos más significativos de la plástica en Oaxaca, el llamado “Grupo de los cinco”, cuyo nombre se debe a los integrantes fundadores, aunque después se sumaron otros destacados artistas, entre ellos el maestro Francisco Toledo. La historia de este grupo cultural, es poco conocida en Oaxaca, cuya iniciativa dio pie a la creación de la Casa del Estudiante en un periodo de producción creativa que apenas se recuerda; aunque más tarde derivó en la creación de la primera galería de arte y con el apoyo del pintor Rufino Tamayo, se dibujó lo que hoy es la Escuela de Bellas Artes y el Taller de Artes Plásticas “Rufino Tamayo”.

En su más reciente visita a esta capital, Heredia Martínez recuerda aquel movimiento y comparte su panorama sobre las artes plásticas en Oaxaca.

 Virgilio Gomèz, Fernando de Szyszlo, y el maestro Carlos Espìnoza/Lima.

Fortino Torrentera: ¿Qué recuerdos le evoca el “Grupo de los cinco” en su visita a Oaxaca?

Filiberto Heredia: Me acuerdo mucho del grupo porque estuve al frente de ellos. Me acuerdo de Virgilio Gómez, Sergio Rodríguez “El negro mate”, Jaime Hernández y Liborio Navarrete, a quien quiero llevar a exponer a Celaya, pero todos los integrantes tuvieron una buena producción, lo cual debo agradecérselos.

Ahora que estoy en Oaxaca, recuerdo aquellos días en que era escaso el trabajo pictórico, por lo que me nació la inquietud de hacer algo que pudiera motivar la producción, por eso me aventuré a poner la primera galería en Oaxaca.

Esa galería estaba ubicada en la esquina de Morelos y Tinoco y Palacios, la cual contó con su biblioteca y sus salas de exposiciones, lo cual fue algo muy innovador por allá de 1954.

Fue ahí donde jugaron un papel muy importante los que integraban el grupo, porque motivaban el gusto por las artes plásticas, por lo que se dieron muchos trabajos que experimentaban y también nuevas generaciones se sensibilizaron con la presencia de la galería. Ahora que camino en la ciudad y veo tanta galería, me acuerdo de esa época.

FT: ¿Cómo nota a Oaxaca en el campo de las artes plásticas?


FH: Creo que tiene una amplia presencia y una gran producción, desde antes de que empezáramos a promoverlas, ya había cierto gusto con antecedentes en Miguel Cabrera y otros pintores anteriores.

Actualmente se nota el movimiento artístico que hay en Oaxaca, especialmente por el reconocimiento que tienen artistas renombrados, así como muchos jóvenes que empiezan a hacer una carrera. Hay mucha atención hacia el estado en ese campo.


FT: Acaba de ser objeto de un reconocimiento por su aportación al mundo de las artes plásticas oaxaqueñas, ¿qué sentimiento le provoca?

FH: La verdad me da un poco de pena porque he trabajado poco, ojalá que me alcance el tiempo para hacer más trabajo, pero le agradezco a los organizadores que me hayan considerado.

He hecho todo lo que he podido, especialmente en Celaya donde radico, ahí he trabajado con ahínco, además imparto clases en la Casa de la Cultura, así como en otras organizaciones culturales, pero hasta hoy no he parado de producir y de continuar con la promoción del arte.

FT: Maestro, a las nuevas generaciones de pintores ¿qué futuro les advierte?


FH: Pues sinceramente las nuevas generaciones tienen más acceso al conocimiento de las cosas por la tecnología y porque ahora es más fácil estudiar, prepararse y viajar al extranjero donde se adquiere mucha experiencia aprendiendo de los demás.

Creo que hay jóvenes que bien podrían hacer un buen papel en las artes plásticas, pero es importante que se preparen que aprovechen las oportunidades que hoy en día se tienen para aprender en unos minutos lo que a nosotros nos llevó años.
Talento, hay; sólo falta la disposición de los nuevos creadores para hacer propuestas que puedan mejorar la condición actual de la gráfica en México y donde Oaxaca tiene un peso determinante.

 Virgilio Gòmez, Carlos Espinoza y el maestro Gerardo Chàvez/ Lima.

FT: ¿Considera justo un reconocimiento en su tierra al “Grupo de los cinco”?

FH:.- No lo sé, sí el medio cultural o la sociedad no lo ha pedido es porque no nos conocieron, no les interesa la propuesta que se hizo o simplemente porque no nos lo merecemos, pero creo que el “Grupo de los cinco” contribuyó a sentar muchas bases del desarrollo que en el campo de las artes plásticas se están alcanzando en Oaxaca.

Sería justo, lo digo por los demás integrantes que también dieron sus ideas para la creación del grupo, entre ellos el pintor Virgilio Gómez, considerado de lo mejor de la plástica pero que lamentablemente se halla fuera de México, confinado a una especie de autoexilio, por lo que sería hermoso un reencuentro de los integrantes que aún estamos vivos.

 El maestro Virgilio Gòmez y la nueva generaciòn de pintores de la Sala Arte Lima.

 *

febrero 20, 2006

UNAS PALABRAS POR VIRGILIO GOMEZ/RAFAEL BERNARDO ALVAREZ

Dibujo: Jorge Galagarza.

UNAS PALABRAS
POR VIRGILIO GOMEZ

Por Ràfael Bernardo Alvarez

Ha muerto Virgilio Gómez y esta es realmente una noticia que duele. Virgilio, pintor mexicano (de Oaxaca) que hizo de Lima su última morada (no sé si por propia voluntad o porque lo difícil del retorno se convirtió en un imposible), era un hombre que buscaba el cariño de todos, pero creo que casi todos se lo negaban. Últimamente no lo vi, porque he dejado de frecuentar Quilca y, en realidad -salvo estos encuentros virtuales, vía Internet- no veo a nadie. Pero debo decir que en las oportunidades que nos saludábamos Virgilio y yo, la efusividad era verdaderamente patética, porque él era así: cariñoso en grado sumo. Lo fue conmigo y si esto no lo dibuja de cuerpo entero, pues diré que es suficiente para que el recuerdo que de él he de guardar sea siempre grato y saludable. Me regaló, hace mucho tiempo (hace unos ocho años quizás), un texto que escribió, hermoso y desconcertante (monólogo lo llamó); me lo dedicó con unas palabras que destilaban su amor por el Perú, y Lima especialmente, además de la memoria inacabable de su patria ("tu amigo Virgilio Gómez, pintor mexicano").También me entregó un cuadro pintado sobre madera, con colores de fuego, casi infernales, bellamente infernales, que quiso (y espero cumplir su deseo) que apareciese en la carátula de mi próximo libro. Ya no lo veremos deambular como un huérfano, derramando a borbotones esa sonrisa a veces aderezada con alguna de esas medio violentas palabras mexicanas. Ya no compartiremos una copita de caña junto a El Averno. No, pues. Pero quedará en nosotros como un nutritivo escupitajo de colores. Roger Santibáñez es, quizás, quien más le quiso: le dio cobijo en el Rímac, mientras más de uno de sus otros, dizque, amigos se interesaba en mirar sus lados débiles y en marginarlo y soslayar su calidad humana y de pintor. Deben estar sufriendo ahora. Gloria a ti, Virgilio. Y espéranos un tantito, “pinche” de miércoles!

EL GENIO DE OAXACA/ LEO ZELADA

Dibujo: Carlos Ostolaza.



Virgilio Gómez
o el genio de Oaxaca
Por Leo Zelada

Conocí al pintor mèxicano Virgilio Gómez en las aceras de Quillca y las calles del jirón de la amargura fue nuestro común infierno. Me dijo que era pintor y que amaba el centro histórico de Lima. Aquel día bebimos de una botella de licor de origen dudoso pero de contenido letal, de esas que abunda a precios baratos en las bodegas para marginales por los alrededores de la plaza Francia. Me acuerdo que hablamos de poesía y de México y su entrañable Oaxaca. Nunca había visto un pintor tan ligado a la vida bohemia con la autenticidad de Virgilio.Me acuerdo que siempre que nos encontrábamos me sorprendía con algunas hallazgos mágicos que hacia por las librerías de la avenida Camana, algunas primeras ediciones, catálogos de desconocidos artistas plásticos u obras de autores mexicanos que yo desconocía. Me decía que le gustaba contemplar los balcones coloniales, las grietas en el asfalto y el aroma de las páginas de los libros antiguos.El era un viejo cascarrabias, le encantaba dar la contra siempre en nuestras eternas conversaciones que teníamos en El Averno (Bastión de la contracultural limeña).Tal vez ese carácter polémico era solo una impostura que tenia para provocar en nosotros una actitud critica permanente y no dejarnos impregnar con la opinión conformista que abundaba en el circuito cultural, no lo se, o quien sabe, solo era la expresión de su atormentado laberinto interior que fluía en sus lucidas e irreverentes palabras. Es un maestro decía para mis adentros, un genio de la oscuridad. Alguna vez tuve una discusión con él y nos dejamos de hablar varios meses, mas luego un día derrepente volvimos a conversar como si nada hubiera pasado y nuestra amistad continuo incólume a pesar de nuestras fuertes y conflictivas personalidades.Yo siempre le animaba a hacer una exposición individual de sus ultimos trabajos, pero el me decía que no le interesaba mostrar su arte en las galerías, que si alguna vez volvia a exponer sus cuadros lo haría en un lugar donde se sintiera augusto y la gente común y corriente a la que el amaba pudiera apreciarla sin mayor ceremonia. Era un autentico maldito. Empero era de una sencillez y desprendimiento que no es común ver entre los artistas,ya que participò en muchas colectivas y proyectos artisticos con jovenes pintores.
Ahora me encuentro en Madrid y me he enterado de su deceso y no puedo dejar de sentir tristeza y rabia de ver como otro gran artista latinoamericano es solo reconocido a su muerte. Ironía de la vida, la muerte “Aquella implacable mujer que lo acompaño fiel por las esquinas y bares tratando en vano de alcanzarle”, lo ha tomado para si. No obstante la parca paradójicamente lo ha acercado a nosotros, a la grandeza de su pintura, a la inmortalidad de sus palabras y al corazón de sus discípulos que hoy esparciremos sus cenizas por todos los rincones del mundo donde se merece estar su genial obra.Un abrazo Virgilio,viejo cascarrabias entrañable.

IN MEMORIAM VIRGILIO GOMEZ/ RICARDO QUEZADA

Dibujo: Carlos Espinoza Jr.

In memoriam
Virgilio Gómez

Por Ricardo Quesada

 


Mi querido hermano el otro día nuestro buen amigo Armando me envió una pequeña nota informándome escuetamente de tu muerte… a decir verdad no le creí y pensé que simplemente se trataba de otra de esas bromas macabras que recorren con impunidad la red.

Pero hoy 15 de Febrero de este año del Señor sé que esto no es así y el desconcierto y la rabia se han instalado implacables en mi corazón… siempre han habido muertes absurdas: lo sé--- pero la tuya congeló mis manos y abandoné la máquina violentamente y no paré hasta instalarme en mi refugio serrano: el miedo y la duda/ el asombro y lo inasible y -como ya te dije- la rabia y el desconcierto nublaron mi entendimiento: el momento oscuro reinó en mi alma como a veces gobierna todo lo humano.

Hoy a salido un sol esplendoroso acá en Huancayo luego de varios días de lluvia y viento… salí ya de mi madriguera y siento que lo mejor que puedo hacer es caminar por el centro de la ciudad buscando acaso un lugarcito tranquilo y acogedor que tenga música y escuchar esos huayños que nunca entendiste y tomarme también lentamente un buen trago de pura caña en tu nombre para recordarte -con una sonrisa triste en mi rostro: entusiasta como pocos/ locuaz hasta los codos/ buena gente/ buen bebedor/ a veces malhumorado pero siempre un caballero (sí señor!).

Para terminar espero que aquel cuadro gauguiano que alguna vez me vendiste y luego me pediste prestado para volver a entregármelo y volvérmelo otra vez a pedir (media kafkiana la cosa) te lo hayas llevado contigo (es lo menos que podías hacer) para así recordar a tu querida calle Quilca cada vez que lo contemples y recuerdes también que dejaste a muchos de tus amigos sin despedirte… y luego del momento del recuerdo espero que te sirvas con delectación un trago de buena caña y nos alegres la vida desde tu distancia con esa escandalosa risa que cubría impunemente las viejas calles del centro de Lima con esa extraña bondad y satisfacción que da el poder ser felices con lo poco y simple que nos da esta vida (si hermano: esta vida que creo te empieza ya a extrañar).

Un abrazo y cuídate mucho en donde sea que te encuentres (que pronto y antes de lo que te imaginas –tenlo por seguro- nos veremos). chau

ricardo quesada
*

-Escrito en la Incontrastable ciudad de Huancayo, siendo invierno en Los Andes-

febrero 16, 2006

DOS APUNTES DE ARQUITECTURA PERUANA / VIRGILO GÒMEZ

VIRGILIO GÓMEZ: UNA VIDA DE PINTOR/ ARMANDO ARTEAGA

Foto: Virgilio Gòmez pintando en Sala deArte Lima.
Pintura de abajo: Tinta.


VIRGILIO GÓMEZ:
UNA VIDA DE PINTOR


Por Armando Arteaga


Siempre pensé que Virgilio Gómez fue un pintor que solo quería vivir para pintar, nada más que pintar en la vida, y al pintar la vida con todos sus problemas: ponerle líneas y colores.
La pintura era su pasión, y él tenía una manera muy particular de observar la vida a través de su propia pintura.

Virgilio Gómez Rámirez, pintor mexicano, nacido en Miahuatlan, Oaxaca (16-04-1936), perteneció a la Generación del 50 y se le consideró maestro representativo entre los sucesivos pintores del 60 y del 70, en el contexto latinoamericano. Acaba de fallecer acá en Lima (29-01-2006). Y logró construir entre nosotros un sentimiento de admiración, y hacer el trazo de aquel bello puente de la permanente amistad entre la cultura mexicana y la peruana. Se ha convertido en un pioner, y también en un símbolo representativo de esta unidad cultural.

A Virgilio le gustaba pintar lo que se le ocurriera sin ningún otro compromiso que esa fuerza por lograr las “pinturas totales”, buscando la libertad expresiva del sentimiento vital, que expresaban la rapidez del pincel, dejando la huella de la permanencia o de la armonía encontrada en el cuadro, papel o lienzo, y la presencia de las líneas y los colores, rompiendo con los tradicionales conceptos del espacio y el vacío, las texturas y las superficies, las figuras y las sombras, y la impecable composición. Conocía a la perfección las reglas de la pintura clásica y los impulsos de la vanguardia.
Hombre de una cultura integral, reservado muchas veces para no emitir conceptos desacertados cuando se trataba de hablar de pintura. Siempre buscando los libros precisos, las fotografías olvidadas, las imágenes congeladas por el sabio tiempo humano, o algún detalle excepcional de la arquitectura local limeña y andina que lo embriagara, y lo remitiera a su indispensable cuaderno de dibujo (que siempre llevaba consigo), a trazar o a pintar, expontáneamente.
No sé còmo hacia para pintar, pero tomaba su retazo de tiempo para hacerlo con elegancia y discreción. Le gustaba pintar lo que a él se le ocurriera, sin ningún compromiso formal que tener para vender el cuadro, cosa que evitaba siempre, pintaba por el solo acontecimiento de pintar, de extraerle belleza al lienzo, al cuadro, o al pedazo de papel sobre lo que el artista le imponía su visión y demostraba la destreza de su oficio. Hacer esto es ya una proeza que muy pocos pueden justificar. Virgilio logró realizar todo esto en su pintura, a un costo muy caro, llevando una vida dura, difícil y solitaria.

Virgilio estudió en la Escuela Oaxaqueña de Bellas Artes y más tarde fue Profesor en la Escuela Nacional de Artes Plásticas San Carlos (UNAM), y Catedrático de Dibujo al Natural y Presentación en la Escuela de Arquitectura UAEJO-Oaxaca. Ilustró con sus dibujos la revista “Plural” y también fue colaborador cultural en los diarios “El Sur”, “La Hora”, y “El Imparcial” de Oaxaca. Tuvo un enorme itinerario de exposiciones colectivas e individuales, y fue miembro del Salón de la Plástica Mexicana por presentación de los maestros: Ignacio Aguirre y Rufino Tamayo (en México D.F.).
Perteneció al “Grupo de los Cinco” al lado de los maestros Liborio López Navarrete, Mario Ramírez, Jaime Hernández, Teodoro Velasco y Feliberto Heredia, enriqueciendo el panorama de la pintura contemporánea de Oaxaca, que a mi modesto entender es la más importante de México.
Se ha comparado el proceso histórico de la pintura de Oaxaca con la imagen del Arbol de Tule, cuyas raíces se pierden en la tierra de las tradiciones pre-hispánicas, viene el tronco majestuoso que le pertenece solamente al fundador de la pintura moderna mexicana: Rufino Tamayo, y tiene varias ramas arriba al viento: Francisco Toledo y Morales de Rodolfo..., hay que incluir allí también a Virgilio Gómez, y a un sin número de pintores actuales como Luis Zarate, Sergio Hernandez; Maximinio Javier e Irma Guerrero, entre otros que destacan y aportan con su prestancia desde perspectivas diversas: modernas e indígenas oaxaqueñas. (*)



 Pasteles.

 Hay que destacar, solo para los que no conocen (porque no andaba metido en galerías) sobre el aporte de Virgilio en la pintura y la cultura de Oaxaca, en una entrevista de Consuelo Gutiérrez a Francisco Toledo (i) en el otoño de 1996 donde el famoso maestro de Juchitán con mucho cariño y respeto por Virgilio recuerda sus primero instantes de la siguiente manera:

“Los estudios en Oaxaca incluían como materia obligatoria arte y los alumnos podíamos escoger entre pintura, escultura, música, cerámica o danza. Fue aquí, en el Instituto de Bellas Artes, donde inicie mis estudios de pintura en compañía de otros destacados alumnos, entre otros Virgilio Gómez, quien influyó mucho en mí, ya que me contagió su gran admiración por la belleza de la ciudad de Oaxaca y me convenció de que había que luchar por conservarla. Desde entonces y hasta hoy, apoyado por un grupo de ciudadanos oaxaqueños reunidos en la fundación-Oax, he luchado por salvaguardar el patrimonio histórico, cultural y ecológico del Estado”.

Todos estos aportes -culturales y profesionales- de pintor muy creativo los trajo Virgilio para el Perú y no fue ni siquiera egoísta con nadie para enseñarlos y compartirlos. Por eso no dudó -varias veces- en acompañarme hacia Apurímac donde viajamos realizando tareas para la recuperación del patrimonio arqueológico, arquitectónico y cultural de esta región olvidada del país.

Fue así que, Virgilio participó en diversos proyectos artísticos y culturales en Lima y en el interior del país, entre otros, como estos:

-Exposiciones “Diciembre” (Casa de la Beneficencia ) y “Aca Oaxaca” (Café y Galería Vicent) en Chaclacayo; “16 Obras Plásticas Para Conjurar el Abandono” (Sala de Arte Lima); e Imágenes (Café-Bar Yacana).
-Mural en el ingreso principal de la Universidad Nacional de Educación La Cantura, Chosica (cubierto temporalmente).
-Recuperación del Patrimonio Arquitectónico formando parte del equipo de trabajo en los Proyectos “Puesta en Valor y Restauración de la Iglesia Virgen Natividad de Ayrihuanca” (Grau) y “Puesta en Valor y Restauración de la Iglesia “San Felipe de Mutca” (Aymaraes) en la región Apurímac.
-Taller de Pintura Para Niños “Miguel Cabrera” (en homenaje al pintor indio zapoteca del cual Virgilio había descubierto varios cuadros de Santa Rosa de Lima de este artista en la Iglesia de San Francìsco-Lima): en el Barrio Trébol Bajo SMP (existe vídeo); Taller de Pintura y Literatura Para Hijos de Residentes de Capaya en Barrio Conde de la Vega-Lima, y en la Comunidad Campesina de Capaya (se ha realizado una publicación sobre este aporte de Virgilio. Libro: Relatos de mi Pueblo-INADICMA,2002).
-Plan de Desarrollo Integral para el Distrito Juan de Espinosa Medrano “El Lunarejo” (Antabamba-Apurímac). Existe libro publicado del Plan.
-Ilustración de carátulas de varios libros de escritores jóvenes, entre otros: “Vuelo Guerrero de los Andes” de Julio Chiroque Paico, Ediciones Aedosmil.

Aunque la obra de Virgilio es libre y cubre una diversidad de estilos, parte de su pintura “de acción” está asociada al expresionismo abstracto que abrazó y profesó.
Para Virgilio la abstracción era algo tan natural, más real que la naturaleza de las cosas que surgen del escenario mismo de sus pinturas.

Virgilio admiraba el esplendor de la tendencia abstraccionista de Fernando de Szyszlo, donde me decía destaca este “indigenismo abstracto” que le da una particular visión dentro de la pintura latinoamericana, por eso lo visitaba a Szyszlo cada vez que podía en su Taller de Barranco, y existía un reciproca amistad que me consta porque -una vez- fui testigo de este intercambio entre ambos pintores.

Virgilio frecuentó mucho en sus doce años de estadia en Lima -entre otros pintores y amigos- a Carlos Ostolaza, a Carlos Espinoza (Sala de Arte Lima), a Víctor “Manito” Chávez, a Ricardo Zapata, y a Nelson Castañeda.

Que me permita Virgilio esta exageración mía de recordar aquella frase que Carlos Pellicer poetizó: “El pueblo mexicano tiene dos obsesiones: el gusto por la muerte y el amor a las flores”. Asunto del cual Virgilo no estaba al margen, por eso tal vez escribió como algo premonitorio a su desenlace final en Lima, ciudad que lo vio siempre pasear, su caminar solitario: “Quiero verle las piernas a la muerte”.

(i) Francisco Toledo acaba de terminar una Exposición de sus Grabados en Enero 2006 en la Galería de Arte del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica en Lima.

(*)
(**)

febrero 14, 2006

VIRGILIO GOMEZ: UN TESTIMONIO/ ROGER SANTIVÀÑEZ



Foto: Virgilio Gómez, gran pintor mexicano.



Foto:Virgilio en Apurímac.

EN MEMORIA DE VIRGILIO GOMEZ: 
 UN TESTIMONIO
por Róger Santiváñez

1

Conocí a Virgilio Gómez alguna tarde del año 1993 o 94 en el Restaurant Queirolo del jirón Quilca en el centro de Lima. Inmediatamente nos hicimos amigos. El pintor mexicano llevaba una colita hippie y sus materiales de trabajo bajo el brazo. Nuestra conversación giró en torno a pintura y poesía. El dominaba ambos temas, con gracia y erudición incomparables. A partir de entonces lo veía con frecuencia en esa arteria y si no era en el Queirolo nos tomábamos una chata de ron conversando por el circuito Amargura-Plaza Francia y encontrándonos con otros bohemios de la época como Lucho Córdova, llamado el Químico por ser profesor de esta especialidad. En el Departamento de Apoyo Intelectual que la Editorial Logos –propiedad de Córdova- tenía en el conglomerado comercial Centro-Lima me encontraba a menudo con Virgilio para discutir sobre la estadía de Trotzky en México, o Rosario Castellanos o Frida Khalo, cuando no de Suave Patria de Ramón López Velarde, siempre con una mesa que era un bosque de botellas, en los más insospechados y recónditos bares del Cercado ubicados en medio de la jungla de cemento por el talento del Químico.

Otro de nuestros lugares de casual (y buscado) encuentro era el taller del maestro Carlos Espinoza en el jirón Amargura. En este agradabilísimo ambiente y al caer de la noche con Carlos Jr. tambien pintor y Don Valle, el orfebre, nos entregábamos a una cadena de ininterrumpidos temas que iban desde la política del día en el Perú hasta los más alucinantes tópicos de la especulación intelectual y artística. Esos eran los días de mi bohemia cotidiana en el Centro de la ciudad y Virgilio siempre era un fiel acompañante, trejo para el trago, humanísimo hasta la emoción más pura. Una de sus pasiones eran los libros y se dedicaba a búsquedas intensas entre los intrincados laberintos de las librerías de Viejo; recuerdo una tarde en que se apareció iluminado: traía en sus manos la edición prínceps de El Periquillo Sarniento (la primera novela hispanoamericana de la historia escrita por el mexicano Fernández de Lizardi). O podían ser raras ediciones de algunos poetas, como el inencontrabale Efrén Hernández, con cuyo libro los ojos le brillaban a Virgilio pidiéndome que leyera en voz alta con un !salúd! al unísono en la primera mesa del Queirolo. Allí le gustaba congregar también a sus amigas las jóvenes actrices del Teatro de la Universidad Católica (TUC) –sito a la sazón en Amargura- deleitándolas con su refinada sensibilidad y vastísmo conocimiento de las artes y la cultura o les rendía homenaje con un rápido y certero apunte a lápiz de su belleza: la de Karen Spano, Ximena Ameri, Eliana Vigil o Mariella Coronel, entre las más recordadas de aquellas horas gloriosas.

2

Súbitamente hacia los últimos días de 1997 lo encontré una tarde por la Colmena y me contó que tenía problemas para seguir viviendo en el cuarto que habitaba en el jirón Tayacaja. No dudé un instante en decirle que se fuera a vivir a mi casa en el Rímac. Desde ese día mi amistad con el pintor creció y se fortaleció en los avatares de la lucha por la supervivencia en medio de agudísimas dificultades económicas. Pero los milagros existen y entonces debido a la magia del poeta Jorge López Zegarra, el quenista Lolo Reyes y el genio de Virgilio (los tres habitábamos mi casa rimense) nunca nos faltó un bocado para llevarnos al alma desolada y sin embargo invicta que ostentábamos en esos durísmos días de creación y canciones; porque siempre nos las arreglábamos para escuchar música. Y recuerdo que Virgilio me decía: “Yo hasta cuando duermo oigo música”. Y nos salíamos desde Villacampa caminando hasta Tacna pasando por el Puente Santa Rosa, donde él tenía sus buenas amigas curanderas quienes le ofrecían dulce caña que él compartía conmigo mostrándome sus recientes cartulinas o papeles con dibujos a lapiz, o en múltiple colorido y en distintas técnicas ya que Virgilio dominaba a fondo el arte pictórico y además todos los estilos y maneras, desde el abstracto hasta el figurativo más exigente. Era impresionante comprobar la versatilidad que poseía y el toque oaxaqueño que –usualmente- le imprimía a sus creaciones. Luego podríamos perdernos –cada uno por su lado- pero ya sabíamos que a la vuelta del infierno nos encontraríamos (aunque parezca contradictorio) en el augusto refugio del Averno en cuya puerta hallaríamos siempre la palabra cordial de Jorge, el Negro Acosta.
De un momento a otro –el 2000- yo decidí abandonar Lima y viajar a mi Piura natal. Consideré que mi vida bohemia y marginal había llegado a un tope. Después de unos meses en la ciudad de los algarrobos, volví a Lima por unos días. Visité a Virgilio en el Rímac y él lo primero que hizo fue entregarme mis certificados de estudios en San Marcos, que había encontrado entre los revueltos papeles de mi cuarto. “Esto te va a servir para postular a una beca en Estados Unidos” –me dijo sabiendo que yo cierta vez le comenté el tema en algunas de nuestras caminatas deambulando por Lima, la esponja. Y efectívamente esos fueron los certificados –eran originales- que yo presenté a Temple University el 2001. Virgilio los había guardado esperando el mejor momento para dármelos. Sólo con este gesto queda diseñada en un trazo la extraordinaria calidad humana de este gran hombre, cultísimo como pocos, magnífico y genial pintor que hoy definitívamente está en el cielo y para quien he escrito estas íntimas palabras de homenaje.

Epílogo

Desde que vivo en Estados Unidos, en dos oportunidades he visitado el Perú. En ambas la primera persona que se acercó a saludarme fue Virgilio. E invariablemente con su sonrisa inteligente y el corazón abierto para confundirnos en ese abrazo que hoy me duele muy dentro, porque sé que ya no habrá una próxima vez con él. Ya nunca más las caminatas confiándonos nuestros más secretos ideales como artistas, esas horas querido maestro en que compartir un combo o un pisco, nos reunía en el solitario azul de la belleza bajo la gran noche peruana, porque no quiero que las lágrimas que alguna vez te vi brotar de emoción nos alcancen en su pena, sino que esas estrellas que amabas subiendo por el Puente Santa Rosa ya están en ti, o mejor dicho: tú ya eres una de ellas en el inacabado lienzo de tus sueños. Hasta siempre compare.
[Collingswood, New Jersey, 13 de frebrero de 2006]

febrero 13, 2006

SE NOS FUE VIRGILIO GOMEZ

VIRGILIO GÓMEZ





La sencillez de la línea y el sentido del color.Virgilio Gómez, maestro para toda todas las generaciones de los cincuenta, sesenta y setenta.

Redacción
09/02/2006, 21:02:03 PM


De la generación del 50, catalogado por el maestro René Santiago como el pintor de la sencillez, de la línea y el sentido del color, Virgilio Gómez Ramírez falleció el pasado 31 de enero en la Ciudad de Lima, Perú, en donde vivió los últimos doce años.

Originario de La Paz, Loxicha, Oaxaca, Virgilio Gómez nació el 16 de mayo de 1936, tenía 69 años. Realizó sus estudios de pintura en la Escuela de San Carlos y en La Esmeralda en la ciudad de México.

En los años cincuenta se integró a la primera generación de pintores de la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca y junto con los maestros Liborio López Navarrete, Mario Ramírez, Jaime Hernández, Teodoro Velasco y Filiberto Heredia formó el “Grupo de los Cinco”, que a la postre fue un grupo de vanguardia en todas las disciplinas de las Bellas Artes, pues se integraron personajes dedicados a la danza, el teatro, escritores, directores de cine; los cuales conformaron un amplio grupo de más de treinta elementos, en el que encontramos a Enrique Audiffred, Raymundo Villalobos, Luz María Lagunas, Francisco Toledo y otros.

Virgilio Gómez fue un creador y un incesante buscador de nuevas formas para plasmarlas en su trabajo plástico, escultor, ceramista; un maestro para toda todas las generaciones de los cincuenta, sesenta y setenta.

No podemos olvidar su militancia dentro de la izquierda y su amor por Oaxaca, fue el guía para muchos de los visitantes de nuestro estado, él fue quién les abrió los ojos para ver nuestra esencia a través de nuestras riquezas tangibles e intangibles, amigo de los buenos mezcales y de la buena mesa.

Nuestro amigo ya fallecido el maestro René Santiago, alguna vez escribió:
La recia y definida personalidad de Virgilio Gómez significa un contrapunto en el desarrollo de la historia de la pintura mexicana. Amplio conocedor de la magia del color y de las caprichosas formas que conforman su obra; académico primero y como Picasso, después rompe la tradición para unificar su obra ante sugerencias a veces abstractas y de un colorido un tanto uniforme y concreto, lo cual define su estilo y enmarca, su amplia trayectoria.

Las formas que maneja nos recuerdan improntamente – claro, sin que haya influencia de Jackson Pollock- sugiere una retórica de forma y condensación de color. La aventura de Virgilio es un comprimido de experiencias por el amplio recorrido de la memoria; esa riqueza de experiencias propias y ajenas se adhieren en su obra con su propia libertad de pintor.

Hace más de treinta años conocí a Virgilio Gómez, vivía entonces en una agradable casa en San Luis Beltrán, aquí en Oaxaca. Recuerdo de aquella época que su obra, ya hecha, pulida ya, sugería lo que se ha dado por llamar “arte orgánico”; fantasías de generosas pesadillas que hicieron posible aquellos muros de adobe, paredes maestras de las casas abandonadas o sin el menor mantenimiento y presas de la humedad cansada por las intensas lluvias que reciben la cifela; muros espectaculares de extraño colorido, pero al mismo tiempo plenos de un cromatismo conciso que en lo mínimo rompe las reglas de la teoría del color.

Desde entonces, estaba allí la Marcha de Virgilio, el número implicaba ya seria responsabilidad del espectador. Es atrevido pero lo digo: Los valores táctiles habían huido, para incursionar al artista no precisamente en lo abstracto como pintura, sino abstracto como imagen, esto es, el contexto del pensamiento de quien percibe el sentimiento de las formas y de los colores.

El trabajo constante de su época académica –sin comprometer al pintor- repito, me recuerda la vida plástica de Picasso. He visto infinitas veces los trabajos del pintor de los Saltimbanquis en su primera fase y luego, años adelante sus composiciones que, junto con Braque hicieron el cubismo.

Virgilio Gómez pasó por esas etapas que todos los pintores serios, concientes, asumen con su tiempo que les tocó vivir. Virgilio logró cuando menos lo esperaba, la sencillez de la línea y el sentido del color: aparte, claro está, de su viaje por Sudamérica desde hace ya varios años; el conocimiento de esas antiguas historias del arte de nuestro continente, lo reafirmaron y lo condujeron al estado actual.

Ahora en plena madurez sigue luchando por encontrar otros mundos fantásticos dentro de su singular eje. Tal es el pintor.

Por otra parte, Francisco Toledo reconoció siempre la influencia que Virgilio ejerció en él, al declarar en una entrevista: “fue en el Instituto de Bellas Artes, donde inicié mis estudios de pintura en compañía de otros destacados alumnos, entre otros Virgilio Gómez, quien influyó mucho en mí, ya que me contagió su gran admiración por la belleza de la ciudad de Oaxaca y me convenció de que había que luchar por conservarla. Desde entonces y hasta hoy, apoyado por un grupo de ciudadanos oaxaqueños he luchado por salvaguardar el patrimonio histórico, cultural y ecológico del estado”.

Hoy el maestro Virgilio Gómez Ramírez ya no podrá más trazar líneas ni jugar con el color, pero regresará, regresará con nosotros en unos días, para quedarse para siempre en esta ciudad que nunca vio y reconoció la grandeza de su espíritu de artista.


--------------------------------------------------------------------------------
Noticia extraída de: www.imparcialenlinea.com el dia 13/02/2006, 01:13:53 PM
© 2006 El Imparcial, Oaxaca, México.

febrero 02, 2006

MARIA EMILIA CORNEJO: EL SINÓPTICO DE LA POESIA DEL 70.


Foto: Archivo personal.


MARIA EMILIA CORNEJO:
EL SINÓPTICO DE LA POESIA DEL 70
Por Armando Arteaga.

Si hay una manera de reconocerme ante los ojos y los anteojos de María Emilia Cornejo, fue aquella tarde del invierno de l971, me parece, cuando Isaac Rupay nos presentó ante una mesa del café Versalles. Es posible que yo sea ese irreconocible amigo que el poema transforma en un personaje, en un mito, en una metáfora, en un nadie, en una imagen borrosa, en un instante olvidado , o en solo eso para ella: un poema. Tres amigos tomando café una tarde en una mesa del Versalles.

Cito a María Emilia Cornejo:
debí seguir tus consejos,
no leer más a Kafka
ni frecuentar esos cafés
que tú sí frecuentas;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.

¿Quién es ese otro solitario?. ¿Soy yo?. ¿Es Isaac Rupay?. ¿Otro poeta amigo de aquel entonces?. ¿Qué importa todo esto ahora?. Nadie puede saberlo. La poesía se vuelve un suceso misterioso en ella. Ha pasado tanto tiempo de esa larga conversación frente a tres simples tazas de café, un libro de Kafka (El Castillo, no La metamorfosis como pueden pensar algunos), una tarde de coincidencias evidentes y tardías. ¿Mucho o poco fue ese encuentro?. Tan callados como eran Maria Emilia e Isaac (1). No lo sé. Siempre me pareció María Emilia Cornejo: misteriosa y silenciosa, amable y agradable en su conversación, su presencia frondosa y su ternura ideal. Convertida ahora en un prototipo de “poeta excepcional” por las feministas, allá ellas.
Hubieron dos encuentros más en el mismo Versalles entre María Emilia, Isaac, y este profano amigo. No tan singulares como el primer encuentro. Nuestra generación tenía sus “paltas” y los poetas no eran la excepción de la regla. Pero esa, es otra historia, no tan formal. El aburrimiento, la depresión, enfermedades setenteras de moda, muchas veces envolvieron y abrumaron a sus protagonistas. No supe más de ella hasta su triste final. Se fue sin despedirse. Los teléfonos de nuestas estaciones estaban eternamente estropeados o incomunicados (a lo Moravia: los hombres nunca comprenden nada , o a lo Pavese: vendrá la muerte y tendrá tus ojos.).
Otro día, en la primera semana del mes de julio del año 73, Isaac Rupay me enseñó los “originales” -listos para entrar a la imprenta- de la revista Eros N- 1 , y allí estaban los tres famosos poemas de María Emilia Cornejo: Soy la muchacha mala de la historia, Como tu lo estableciste, y Tímida y avergonzada.
Alberto Escobar advirtió sobre la poesía de María Emilia Cornejo: “En la revista Eros se han difundido algunos poemas de M.E. Cornejo de indudable valía. Su temprana muerte segó una personalidad con talento que, a tenor de los textos transcritos, representa una voz individual, tersa, capaz de transformar la angustia y el desencanto en una especie de parábola sobre el amor y el tedio, la soledad y la autodestrucción”. (2).
No hay mejor descripción de aquel itinerario poético de María Emilia Cornejo, que se quedó: “en la mitad del camino recorrido” (titulo que le da nombre al libro que reúne los poemas que conforman su breve obra) (3), esa conjunción de sus poemas dispersos le da un sentido serio al sinóptico de su propia poesía y al proceso de aquella poesía de los años setenta, como dice Mariella Sala: con la dureza y adversidad de nuestros años juveniles, pero también con la fuerza, la magia, la vida.
Estos poemas confirman la visión personal de María Emilia Cornejo para enfrentar el trajinar de su vivencia. Mariela Sala en la Presentación de “en la mitad del camino recorrido” ha dicho algo muy valioso sobre la poesía de esta “muchacha mala de la historia”:
“En ella, vida y obra fueron una, y su muerte, por lo mismo, fue un acto poético mediante el cual permanecerá siempre entre nosotras como la adolescente, la contestataria, la que se atrevió a develar una verdad y lo hizo, para decirlo con sus propias palabras, “como una piedra que cae” y que deja para siempre sus ondas en el agua”.
El erotismo de sus poemas por ser inéditos en el momento que los escribió nunca han dejado de ser sorprendentes, ella fue la precursora de cierta liberación sexual y literaria de los turbulentos años setenta, poemas que fueron alabados por primera vez por Nelson Castañeda –cuando apareció Eros- desde el periódico La Raza, Chicago (11-05-1974.), desde una particular visión masculina que vale la pena recordar. (4)
Con estos tres poemas publicados en Eros, María Emilia Cornejo pasó a la historia de la poesía peruana como una de las más grandes voces femeninas de la Generación del 70, le bastó esta diferenciación en su estilo para ser incluida en la verdadera antología de la ruptura y la protesta: su propia vida de mujer solitaria y pesarosa (*).
Tal vez sea ella misma quién definió su propio perfil cuando fue invitada por el Centro de Estudiantes de Literatura en la UNMSM., en octubre de 1970, en el único recital que dio en la Ciudad Universitaria, en ese entonces escribió sus datos biográficos en Gesta N- 2, la plaqueta que se repartió en aquel recital. Ella se definió así: “Nací en Lima hace 21 años. Vivo en Lima y cuando salgo siempre vuelvo a ella. Escribo desde temprana edad, con breves y largas interrupciones. A mi estancia en tierras mexicanas debo el haber empezado a escribir más o menos disciplinadamente. Actualmente trabajo y trato de estudiar un poco en la universidad, aunque sé que terminaré siendo siempre autodidacta”.
Prestigio bien ganado con el tiempo el de María Emilia Cornejo, por su sinceridad y su actitud rebelde, por el deseo ardiente de su palabra, siempre contestataria y confrontacional con el machismo, a veces -rigorista y rimbombante- hasta el fastidio. Pero siempre salvado, su mensaje, por esa visión sinuosa de la realidad amorosa que ella siempre supo sirgar, directamente en la inteligencia y en el sentimiento (del lector).
El aporte sísmico de su poesía en el marasmo de aquella época de grandes brumas sociales y consternaciones políticas , fue bueno, y ella lo sabía. Por lo que hay siempre que leerla con admiración , recordarla con afecto , y agradecerle su aporte de mujer , por lo que escribió.
------------

(1) Enriqueta Belevan en su libro “Poemas de la Bella Pájara Hornera” refiere también este detalle en su poema acerca de “Isaac Rupay”, Lima, 1984.
(2) Antología de la Poesía Peruana, Tomo II (1960-1973), Prólogo, Selección y Notas de Alberto Escobar. Ediciones Peisa, 1973.
(3) María Emilia Cornejo, En la mitad del camino recorrido (poesía reunida), Ediciones Flora Tristán, 1989.
(4) Nelson Castañeda, El poema de una mujer: María Emilia Cornejo. Diario La Raza, Chicago, mayo 11, 1974. Ilustración: Luis Macharé.

(*) SOY LA MUCHACHA MALA DE LA HISTORIA

soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.

soy la mujer
que lo engaño cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.

soy
la muchacha mala de la historia.


COMO TU LO ESTABLECISTE

sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.

ahora
cuando ña sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones.
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.


TIMIDA Y AVERGONZADA


tímida y avergonzada
dejé que me quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo puede llorar.
oí que me decía que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome:
“nunca confíes de los hombres”.

Comprendiste mi dolor
y con infinita ternura
cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.


Lima, enero del 2001.

EL POEMA DE UNA MUJER


El poema
de
una mujer:
María Emilia
Cornejo (*)


Por Nelson Castañeda.
Ilustración: Luis Macharé.


Apenas poseo este pequeño dato biográfico de María Emilia Cornejo escrito por ella misma: “Nací en Lima hace 21 años. Vivo en Lima y cuando salgo siempre vuelvo a ella. Escribo desde temprana edad, con breves y largas interrupciones. A mi estancia en tierras mexicanas debo el haber empezado a escribir más o menos disciplinadamente. Actualmente trabajo y trato de estudiar un poco en la universidad, aunque sé que terminaré siendo siempre autodidacta”. Este apunte lo hace en 1971: al año siguiente María Emilia se suicida.
Se me escapa de las manos la adecuada valoración de esta mujer: la nota que propuse escribir se me hace difícil: vano el intento de contener en dos columnas toda su magnitud. Sin embargo su sinceridad me impele a ser suyo por unos momentos, como testigo de su testimonio he de contar a otros su actitud. Esta muchacha apartó con violencia el quehacer poético a que el hombre tiene acostumbrado a la mujer, o sea: Borró la mentira de esa poesía feminista bastante ocupada en propagar el encanto de su jardín, el color de su vestido, el amor a Dios o el azul del cielo. Sus palabras enfrentaron el estado de cosas de un sistema que hace mucho tiempo desvaloriza a la mujer, envileciéndola para el servicio y el placer del hombre.
De paso hizo añicos la tantas veces enarbolada bandera del pretendido pudor de la mujer. La corta vida de la poeta le sirvió para hacer el “streap-tease” de la vergüenza; he aquí su poema: es la voz y el cuerpo de una mujer:

TIMIDA Y AVERGONZADA
tímida y avergonzada
dejé que me quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo puede llorar.
oí que me decía que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome:
“nunca confíes de los hombres”.

Comprendiste mi dolor
y con infinita ternura
cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.

Leeré cien veces este poema y cien veces volveré a sentir que me hace daño. Me es imposible releer los dos últimos versos, sin sentir que se me han erizado los pelos. Sencilla es la voz que me ha culpado y más sencillo es su decir. Esa voz , presurosamente pequeña de mujer, ha obrado en mí como gritos y rasguños. Mi agresividad, como hombre, se ha desvelado hasta quedar irresistiblemente monstruosa. Desde su postura he sentido rebatida la superioridad del hombre y he pensado con dolor en la mujer latina, rezagada en esta tierra de oprobio y malquerer. María Emilia Cornejo me ha hecho sentir tímido y avergonzado.

(*) Publicado en Diario LA RAZA, Chicago, III, mayo 11, 1974.

febrero 01, 2006

EL POETA VALDELOMAR



EL POETA VALDELOMAR (*)




Por Armando Arteaga.

Sin exagerar, Valdelomar es el poeta más contradictorio de la poesía peruana post-modernista. Tiene un periodo moder­nista, en cuyos primeros poemas aparecen los temas exóticos, sensuales, decadentistas; es su etapa del aprendizaje litera­rio, de la retórica.
Desde su Torre de Marfil, Valdelomar es pesimista, llena sus versos de evocaciones embriagadoras, xenófilas: La Ofrenda de Odhar, Los Violines Húngaros, Las Ultimas Tardes, Intima; son poemas elegantes, desesperanzados, melancólicos.
Valdelomar en tránsito, que era demasiado sentimental, se vuelve
expresionista como se advierte en La Aldea Encantada , Ofertorio, Tristitia, su recuerdo doloroso del pasado le da una nueva significación a su poesía, vuelve al paisaje de la infancia, a la provincia, al hogar; sus poemas se parecen aho­ra a los de Verhaeren y Maeterlinck. Hubo pues una ruptura con el modernismo anterior, una visión diferente, otro senti­do, una influencia –dice- Mariátegui: creía con D’Annunzio que la vida es bella y digna de ser magníficamente vivida. Valdelomar se busca, este deslinde le permite ascender a una reflexión más íntima en Crepúsculo, El Arbol del Cementerio, Desolatrix, de una manera exigente y lúcida, más de acuerdo con la personalidad versátil de Valdelomar.
Dentro del Impresionismo, su poesía tuvo una sensibilidad cosmopolita, nómada, inquieta. Fue el esplendor de un espacio diverso, lleno de un humor escéptico, “pour epater les bourgeois”, en el que aflora un sentimiento desencantado de la vida, sus obsesiones se repiten también, van hacia la vanguar­dia. Era la “belle époque” y el eclipse del “art noveau”, Valdelomar descubre un nuevo itinerario: en Luna Park, entre las luces de un triste carnaval, muestra su horror por la deshumanzación del mundo contemporáneo, es casi una denuncia como el poe­ma Conversando con la Torre Eiffel , de Maiakovski.
En Nocturno, retorna la ciudad como hábitat, pero esta vez irracional y clásico, entre farautes y alusión a la muerte, apa­rece lo siniestro, es una exclamación de amor por lo absoluto. La imagen de su ciudad es imagen metrópoli, spengleriana.
Dentro de una continuidad, en Epistolae Ad Electum Poetam Juvenem, Valdelomar nos muestra los elementos diversos de su ars poética, para llegar a un texto de interpretación estética: Belmonte, El Trágico; donde encontramos su teoría, una vida encerrada en un arte que será la afirmación de una individualidad, la verdad de una época, y de Valdelomar su confiteor.

(*) Publicado en la revista Auki N— 2, 1975; y en el diario Última Hora, (16—07—1975).


Sepelio Abraham Valdelomar en Huamanga. Foto: Baldomero Alejos Bautista.