POESÍA AREQUIPEÑA:
CHABES/ CHAVES
Por Armando Arteaga
No es la distorsión del
espejo. No son imágenes que se bifurcan y cambian en el juego absurdo de la tipografía porque algún
movimiento inesperado ha sobresaltado
una letra, una sola letra. Ninguna “letra
de cambio” se firmaba sola. No es tampoco gamberrismo grafico modernista,
ni un gesto vanguardista (que de eso si
tenían conciencia telúrica los poetas vanguardistas arequipeños); desde los
tiempos sureños del grupo Aquelarre: poetas bohemios, brujos y búhos –pakpacos-
que tomaban whisky; los FIAT (s) del
Frente de Intelectuales, Artistas i Trabajadores: poetas politizados,
estudiantes i obreros, donde militaron –que casualidad- este poeta
Mario Chabes (del que nos vamos a ocupar
en esta aproximación a la poesía arequipeña del siglo XX), y Manuel Benigno Ballón Farfán, comprenderán entonces que las noches de los poetas “fiats” eran rociadas
en este orden: chicha, cerveza, anís, con jaranas: muy parecidas a las “trancas”
de Horacio Zevallos y sus “koritos pukas”
de los 70; hubieron otros grupos vanguardistas de poetas que animaron la
bohemia arequipeña: los poetas ateneos, el grupo “Arekepay”, el grupo Sur, e
Hidalgo (que “solo” era ya un grupo). De allí quedan para la poesía: Percy Gibson,
Renato Morales, César Atahualpa Rodríguez, Belisario Calle, Alberto Guillen (por
“Deucalion” y “La Linterna de Diógenes”)
y Alberto Hidalgo (gran poeta, hasta en el panfleto hacía buena poesía, ver su libro
“Oda a Stalin”).
"Ccoca" de Mario Chabes.
Volviendo a los espejos. Nunca he creído en narcisismos, pero si en los espejos. El caso “Chabes/Chaves”:
no me parece tampoco una disturbación de la “mise in page” de la que habló
e.e.cummings, haciendo brillar “la velleza de la bentana”, o “la ventana de la
belleza” es el zenit de una época, el crepúsculo de los poetas no es el néctar de
la contemplación, o el “twilight” que impulsa siempre el elán vital de sus obras no
es necesariamente el ego de los poetas.
El poeta Mario Chabes con b labial era un tímido vanguardista, pero hablaba en su poema “Fiesta en el campo” de alcohol, tal vez por eso gustaba; y el poeta Mario Chaves con v dentilabial era indigenista, no hay “pero” que valga, hablada en su poema “Yaraví” nada menos que de ángelus. Leguas y leguas, pensé que eran dos poetas distintos. Inducido al error por la “tipografía” rupestre del libro “Antología de la poesía” del Primer Festival del Libro Arequipeño (1958), selección de Vladimiro Bermejo. Lector despistado. Importa esto. Sí, por supuesto, importa. Algo de misterio hay que dejarle a los críticos decía el poeta José Juan Tablada (que era un poeta visual).
Yo suponía. La “poesía visual” en Arequipa se volvía “concreta”
cuando los poetas Mario Chabes y Mario
Chaves se sentaban en una misma mesa para tomarse un café o un “conejo” del
famoso anís mistiano. Craso error cometido, leer así, errático lector, sin
experiencia. Oiga usted, mire usted.
Otro sí digo. En la “Antología de
la poesía” del Primer Festival del Libro Arequipeño (1958), selección de
Vladimiro Bermejo, la tipografía le juega una mala pasada a cualquier atento
lector de estas exquisiteces volcánicas.
No hay problema, qué poeta no ha vivido “Bajo el volcán”. El resto de la
equivocación lo hace la tipografía.
Los poetas Mario Chabes y Mario
Chaves aparecen consiguientemente juntos, uno tras otro. Se puede leer Mario Chabes (1903) y luego va
el poema “Fiesta en el campo”; en seguida, se lee, Mario Chaves (no existe), pareciera
que el antologador omite, o no conocía el año del natalicio del poeta, uno
supone el antologador no tuvo el dato a la mano, y viene nada menos que el
poema “Yaraví”. El poeta en ficción
(Chaves) desapareció por un buen tiempo para este disléxico lector que lo buscaba en los manuales de literatura desde los
tiempos del colegio. Hay poetas de un
solo poema supuse. Había que dejarlo
cantar por un rato: “Cholo soy… y no me compadezcas” (1).
Esta confusión "metafísica" me
llevó varios años a suponer desde mis tiempos de colegio en que tuve acceso a
esta famosa “Antología de la Poesía” de Bermejo que el poeta Chaves pudo haberse
desaparecido por Argentina, o ser pariente del personaje “Chaves”
(novela, 1953, Buenos Aires, Emecé)
de Eduardo Mallea. Ingenuamente creí que se trataba de dos poetas. Pudo estallar la crisis de los misiles, pudo
desatarse otro desastre nuclear en mis ingenuas creencias poéticas, en mis
veleidades “bajopontinas” donde todo lo que está escrito es cierto. Siempre he pensado, vale: lo escrito, escrito está; sino entonces ¿para qué escribanos?, ¿para qué notarios?, ¿para qué
abogados?, ¿para qué críticos literarios?.
Aquí, en Arequipa, como en Piura, pudo haberse dado la intempestiva guerra entre poetas que por cambiarle una letra a un verso (rabia por rubia) de un poeta, por parte de otro poeta amigo cuando lo recitaba en la amplia sala del Teatro Municipal de Piura con publico lleno ("a rabiar"), estalló un conflicto armado de leguleyos y papel sellado entre estos seres extraños, extravagantes, vanidosos, y sensibles, como son estos ciudadanos -muchas veces- visitados por las musas. Se da fiel testimonio de esta escaramuza literaria en Piura donde por “quítame esta paja” entre poetas asoman los conflictos sociales y los manifiestos poéticos. Se da razón esta confrontación, y se recomienda la lectura de “Poesía y papel sellado” (1960) de Luis Carnero Checa.
Nadie pudo sacarme de estas dudas
por un buen tiempo. Nadie conocía en Lima a estos poetas. Los poetas urbanos no se ocupan de los poetas
rurales. Chabes y Chaves no son Vladimir Maiakovsky y Serguéi Esenin
para entusiasmar al pueblo. No estábamos en el contexto bolchevique para darnos
esos lujos. Aunque Chabes y Chaves (la tipografía hacia su misterios) publicaron
sus poemas y artículos alternativamente en la revista arequipeña La Semana. Pierde usted su tiempo, mi querido amigo,
me respondió un reputado académico sanmarquino cuando le pregunté por aquella
duda celeste que llevaba dentro de mi bacground acerca de la poesía arequipeña
y del poeta Mario Chabes, desde mi
roncanroll poético.
Mario Chabes supo también explicar
su posición política acerca de la problemática boliviana en un ensayo “La
revolución francesa de Bolivia” (1946), donde uno tiene acceso al manejo cultural e intelectual
que ostentaba este poeta arequipeño, en cuya poesía descubrimos siempre parte de su terca y perseverante afirmación sureña por
hacernos entender el meollo de la singularidad de Arequipa.
"La Revolución Francesa de Bolivia" de Mario Chabes.
(1)Mario Chabes (1903-1981)
aparece en la antología “La poesía en Arequipa en el Siglo Veinte” (1990),
estudio y selección de Jorge Cornejo Polar.
En sus paginas me recuerda, clarísimamente, un bello libro que leí (ya
universitario) en la Biblioteca Nacional, me refiero a “Coca” (Buenos Aires,
1926).
Más tarde, mi búsqueda no fue infructuosa. En el “Diccionario Manual de Literatura Peruana y Materias Afines” de Emilia Romero de Valle, se puede leer algo ya más confirmado. El poeta Chabes, siempre dando tumbos, aparece -asunto del la tipografía- asociado a Jota Mario, el nadaísta. La tipografía sigue haciendo bromas. Se lee:
Más tarde, mi búsqueda no fue infructuosa. En el “Diccionario Manual de Literatura Peruana y Materias Afines” de Emilia Romero de Valle, se puede leer algo ya más confirmado. El poeta Chabes, siempre dando tumbos, aparece -asunto del la tipografía- asociado a Jota Mario, el nadaísta. La tipografía sigue haciendo bromas. Se lee:
Chabes, J. Mario (n. 1910). Poeta vanguardista y periodista. n. en Arequipa. Obras: “Alma” (1922); “El silbar del payaso” (1923); “Coca” (poemas en verso y prosa, 1926).
Fui entendiendo, entonces, que
Mario Chabes existía, es citado por Antero Peralta Vásquez en “La Faz Oculta de
Arequipa” (1977). Las cosas me quedaron
claras entonces. Al poeta Mario Chavez,
inexistente vanguardista, lo dejamos con su famoso poema “Yaraví” que es como
así decidió existir en la famosa “Antología de la poesía” de Bermejo, por obra
y gracia de la tipografía.
Pensé que lo habían choleado a Mario Chaves, busqué en “Poesía Regional: “El cholismo”, de Luis Alberto Sánchez: “Desde luego, los poetas “cholos” cultivaron también una poesía felizmente al margen de definiciones étnicas y pretensiones insurreccionales”. No está, ninguno de los dos Chabes/Chaves, en el estudio de tres tomos “Literatura peruana” de Augusto Tamayo Vargas.
El libro “Ccoca” de Mario Chabes lo asocian -torpemente- a la hoja sagrada de los incas, tiene algo y mucho que ver con ella, pero es poesía reivindicativa. De aquí el aprecio ganado por su poesía al resumir el acto del chacchado en su poema:
Ccoca
“CHACCHANDO,
el indio salva distancias grandiosas,
escala millaradas de metros, sin fatiga alguna, do-
minador del Ande, héroe de la Naturaleza.
escala millaradas de metros, sin fatiga alguna, do-
minador del Ande, héroe de la Naturaleza.
Chacchando,
descansa en el umbral de la noche o de la
muerte.
muerte.
Tristeza o
alegría, ahí está la “chuspa”.
Con ella
ofrece al sol, a la amarga memoria de los
idos y al porvenir, como cuando llega a la pasccana, meta
o reposo.
idos y al porvenir, como cuando llega a la pasccana, meta
o reposo.
Yo, indio,
del Perú, qué para ofrecerte, padre, sino estas
hojas de ccoca?”
hojas de ccoca?”
Asocio este libro "Ccoca" con otros
libros como “Ande” de Alejandro Peralta, o “Falo” de Emilio Armaza, o “Ayllu de
poemas” de Fidel A. Zarate Plasencia.
Fe de erratas. Luis Alberto
Sánchez le dedicó al poeta Mario Chabes atención a su obra literaria. Memoria de elefante. Sánchez
en “La Literatura Peruana” (Tomo V).
En el Capítulo cuarto. La
Generación vetada. Los poetas. La insurrección indigenista, descifra el
enigma de la pseudo equivocación tipográfica, describe así su empeño literario:
Mario
Chabes (pseudónimo que corresponde a Mario
J. Chávez) (Arequipa, 1903) trató de repetir casi con las mismas dimensiones físicas
la hazaña de Guillen. Surgió en Arequipa,
e incursionó brevemente en Lima, empinado de gesto y corto de estatura, pero más
empinado aún de soberbia literaria. Para
destacarse se valió del formato y presentación de sus libros. Después del romántico “Alma” (Arequipa,
1922), cuya portada rimando el contenido, era una invitación al sueño azul,
inicia su persecución de originalidad, imitando tardíamente a los “colonidos”,
sobre todo a Hidalgo. Aparece “El silbar
del payaso” (Arequipa, 1923) al cual precede un prólogo de Miguel Ángel
Urquieta, enfant terrible aún. La poesía de Chávez, evidencia una atenta
lectura de Marinetti e Hidalgo, éstas son más visibles que las de Guillen y
hasta que las del propio autor. El
tercer libro de Chávez, “Ccoca” (Buenos Aires, 1926) reúne prosas y versos de
tendencia chola. El cholismo andaba en
plena boga, Chávez trató de conquistar
Buenos Aires con aquel producto genuino; si no lo consiguió, al menos dio vida
a un libro interesante, en el que las figuras
se animan por sí mismas, dentro del armazón ultraísta del poema, fluía una
poesía flexible, circense, ágil, deseosa de romper con los cartabones, anhelosa
de producir una indianismo en lenguaje nuevo”.