octubre 17, 2010

LA POESÍA DE RAQUEL JODOROWSKY



Jodorowsky en su último recital en el Gremio de Escritores.
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ESA HIJA PERDIDA EN EL MUNDO LLAMADA RAQUEL JODOROWSKY


Por Armando Arteaga


Raquel Jodorowsky y el autor de esta nota.

Mi palabra cambió el mundo –dice Raquel Jodorowsky- en su mayestático poema “Padre”, en su libro “Poemas escogidos” (Arteidea, 2010), que es una suerte de inventario de su “alter ego” poético. En la poesía de Raquel Jodorowky hay momentos en que en “la representación del mundo” post-kantiano es realidad exacta: el “ser” se adjunta al “pensar”. La realidad se vuelve creación pura. La dialéctica de su poesía termina integrándose a la lógica de su razón pura.

America en la tierra: uno de sus mejores libros iniciales.


Grupo Editorial Arteidea a tenido el acierto de publicar dos libros últimos de Raquel Jodorowsky: “Territorio que explorar” (Julio, 2010) y “Poemas escogidos” (Julio, 2010): ambas entregas poéticas nuevas no hacen sino que ratificar, una vez más, el gran nivel de su extrañamiento poético. Su poesía tiene el reconocimiento continental e internacional que a merecido los elogios literarios de poetas como Rosamel del Valle (Chile), de Gonzalo Arango (Colombia), de Rubén Bonifaz Nuno (México), lo mismo que el entusiasmo de nuestro critico Augusto Tamayo Vargas: “No necesito mas señalar el papel cumplido por Raquel Jodorowsky en la poesía peruana desde que arribó a nuestro país. Se tiene presente su mensaje donde lo fantástico se hace realidad y fuerte realidad de una magnifica expresión”.

Poemas escogidos: obra inédita.


En el fervor y en la benevolencia de los años 60 se consagró la poesía de Raquel Jodorowky: dueña de una nueva enunciación critica, su acción literaria inusita una nueva ruptura, tiene la inquietud intelectual contestataria del momento –del rechazo existencial contra la década del estallido de la guerra de Vietnam- , coincide con la irrupción de la beat generatión norteamericana, y convive con aquel muestrario de grandes convulsiones sociales: época de liberaciones nacionales y de guerrilleros irresolubles, tiempos difíciles de tallar donde surgen nuevos distanciamientos estéticos y culturales en los que la poesía de Raquel Jodorowsky está siempre presente. Los sucesos notables -de estas exactitudes de su poética- que están siempre coincidentemente encontrados con todos estos nuevos movimientos poéticos latinoamericanos: el impulso de El Nadaísmo, grupo de poetas colombianos “nadaístas” que predestinaron su viaje “De la nada al ser”, en donde destacaron poetas como Gonzalo Arango, Jaime Espinel, Eduardo Escobar, Jota Mario Arbeláez, Pablus Gallinazo, Elmo Valencia, y el pintor Fernando Botero, entre otros. Bajo el indiscutible paraguas poético del existencialismo sartreano, la nueva poesía latinoamericana tenía también amigos muy cercanos a Raquel Jodorowky: el grupo venezolano “El Techo de la Ballena” donde destacó la insurgencia de nuevas voces llenas de humor, sarcasmo e irreverencia verbal; o cerca de la revista mexicana “El corno emplumado” de gran integración literaria que apuntalaba una fuerza joven con un destino nuevo para la literatura y la poesía latinoamericana. Lo mismo que otras revistas de ese momento como “Imagen” (Quincenario de arte, literatura e información cultural venezolano). Y, aún, la planetaria revista argentina “Cormorán y Delfín”, llena de manifiestos utópicos. O, en nuestro medio limeño, el entusiasmo de la revista bilingüe “Haravec” de David Tipton donde Raquel Jodorowky publicó sus poemas al lado de otros poetas peruanos como Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Luis Hernández y Mirko Lauer. Todas estas revistas: cosmopolitas y dispersas, que anunciaban las nuevas transformaciones de la vanguardia literaria de la década del sesenta.

Territorio por explorar: gran poemario.


La poesía de Raquel Jodorowsky -tuve siempre esa impresión- aparecía exactamente como “un cometa nadaísta”, en esta integración de su acción creativa con los demás poetas del continente: aparecía como un cuerpo celeste constituido de rocas y de hielo orbitando sobre un sol legendario, excepcional y diferente. Jodorowky tiene una extensa bibliografía poética publicada en diversas partes del continente. Recuerdo haber leído, con perspicaz interés literario, su libro “América en la tierra” (1989). Allí estaba ya su atenta observación arqueológica, su ecologismo y su visión mística. En su atávico y seductor libro “Caramelo de sal” (1977), un poema “Oda a Allen Ginsberg” celebra un encuentro celestial con el poeta de “Aullido”: el pacto con la palabra por los acuerdos vividos y experimentados”.

Jodorowsky: Nadaísta.

“Territorio por explorar” (Arteidea, 2010) tiene todavía la cosmovisión geológica para observar las cosas sencillas del mundo y la materia, para abordar los elementos naturales del mundo con fascinación, mostrarnos lo bello de lo inerte, lo glacial y lo deslumbrante. “Poemas escogidos” (Arteidea, 2010) es un libro estupendo, una selección personal de grandes poemas, pero sobretodo, en este poemario, sobrevive el imperativo de la moralidad lógicamente formal de Jodorowsky. Sobrevive su “factum” ineludible donde ella canta la voluntad propia de la “Inmortalidad del alma”, “La libertad del hombre”: condición –necesaria- de la moralidad de su poesía. Y, admite la causa superior de su reclamo poético: “La existencia de Dios”, tema filosófico de su mística racional. Hija de Kant, cuando uno termina de leer a Jodorowky, recuerdo a Kant y pienso que la poesía de Jodorowky tiene “voluntad libre y voluntad sometida a las leyes de la naturaleza”, solamente, donde la poesía es la búsqueda suprema de cierta felicidad humana, donde danza la vida eternamente.

Caramelo de sal: Ruptura beat.