marzo 26, 2007

LA PLEBEYA ACADEMIA DE LA LENGUA/ ARMANDO ARTEAGA

LA PLEBEYA ACADEMIA DE LA LENGUA
(¡MEDELLÍN VALE UNA MISA!)*


Por Armando Arteaga

El pueblo, el vulgo, es el único creador que va revitalizando el nuevo contenido del lenguaje de cualquier región o país. El pueblo, la gente de la calle, habla siempre: cualquier disparate, inventa siempre: cualquier deslinde. Se comunican entre ellos de manera oral, en lengua propia, llaman a las cosas por sus respectivos nombres.

Los escritores recogen estas palabras, las enriquecen, las presentan en sendas composiciones literarias y las elevan a categorías de “obras clásicas”. Se van, inmaculadas, estas “obras” literarias para las vitrinas brillantes, para la exhibición como diamantes, o para los museos inmisericordes: de las lenguas vivas, o para el olvido: de las lenguas muertas.

Los Reyes de España, Don Juan Carlos I de Borbón y Doña Sofía de Grecia, encabezaron la mesa de honor en la clausura del Congreso de las Academias, donde aprobó la nueva Gramática. ¡La ortografìa esuna mandarina, ya lo dijo Cortazar!.

Qué... ¿La ortografía es una mandarina?. Bien, por Cortazar. Qué...¿El poeta escribe lo que le da la gana?. Bien, por García Márquez. Qué ¿El quechua no sirve para nada?. Bien, por Martha Hildebrant: esa señora amnésica y decrepita que se duerme en las sesiones publicas del parlamento peruano. El castellano para los de Castilla, decía Begoña, mi amiga catalana de aquel verano tarragones de los 70’s. Uno hace lo que quiere con el lenguaje, miente o busca la mentira de tus verdades.

Pero lo que importa..., es la literatura, esa palabra que cada día se parece más al panteón de los próceres: un catalogo de ataúdes donde todos los escritores aparecen muertos o callados (¡la sociedad de los poetas muertos!) en sendos manuales, o en exclusivos diccionarios: tan especiales que se han vuelto ilegibles.

Y ahora mismo, es mejor hablar de una literatura regional. Somos regiones de muchas cosas: de vastos continentes, de exigentes contenidos, de varías patrias perdidas. Basta de soñar con idioteces. ¿Pregúntenle a un rumano, o a un afgano, o a un ayacuchano qué lengua habla o escribe?. ¿Pregúntele a un muchacho de Bosnia y a un muchacho Sarajevo del mismo barrio bombardeado, qué lengua habla o piensa? ¿Cómo se come esta lengua, cruda o frita?. Etcétera.

Los poetas han ayudado mucho a la libertad del lenguaje y al estado vital de la poesía. Gitano o paria. Algunos como Eminescu, en rumano: en lo popular y en lo folk, casi lo han inventado todo. Aunque creo que puedo estar exagerando. Pero, todos los poetas exageran. Exageraron: Darío, Lugones, Chocano, Martínez Lujan (a quién casi nadie ha leído). Los poetas, siempre dicen cosas que al común de las gentes no le creen, sueñan casi siempre o están locos, dice el vulgo, cuando no entienden algo. Ya lo dijo Cortazar: llamamos locura a lo que no entendemos. A todos nos consta: como han devaluado la palabra: los políticos, los académicos, los representantes de la ONU y los ministros de reyes y de algún Dios Fingido, andan por las patas de los caballos: todos igual o peor que el mejor cantante de rock morfinómano, o que un jugador de fútbol (sin meter goles), o que un boxeador que le arrancó la oreja a su rival de un mordisco, o una modelo anoréxica que muere de hambre por el mundo hambriento del morbo, o cualquier asunto de baja estofa que inunda las noticias de los diarios que han prostituido la palabra y la vida. A mí, me consta, cada escritor voceado como genio, y el ciudadano no es más que un pobre tipo sentado en un w.c. listo para vender su próximo libro con calata en la carátula.

García Márquez, quien recibió un homenaje durante la instalación del IV Congreso Internacional de la Lengua Española por sus 80 años de vida, 40 de la publicación de su obra cumbre "Cien Años de Soledad" y 25 de haber ganado el Nobel de Literatura, dijo que existen en el mundo millones de personas esperando textos en español. ¿Y de las lenguas nativas, ni michi: cortesano o neo-colonial?.
Volviendo a la literatura. Las “obras literarias” se vuelven académicas y clásicas, cuando se empiezan a leer en clase. El “texto literario” se vuelve un disiderátum.
Pero, ¿Qué clase de libros se leen en clase?. Depende. De los profesores, en primer lugar, y de los alumnos, después, si los aplauden o los detestan como bodrios, o asuntos obligados. Yo casi nunca les hice caso a mis profesores, que los tuve muy buenos, por suerte. Aprendí a leer en la soledad, por puro interés científico, o por puro placer, o porque era un joven que tenía propinas (¡hijo de papá!, al fin de cuentas) para comprar y leer libros, y siempre a mi cuenta vieja en vez de un sándwich o una camisa de moda. Y me olvidaba, que para todo esto se necesita salud. ¡Salud!, del cuerpo y de la mente. Nada de paraísos artificiales. Es así que va naciendo una literatura local o regional, y que luego se hace nacional. Con escritores, y ojo-pare-cruce-tren: con lectores. ¿Todo esto es lengua o es idioma?.

Cuando llega ese momento, mi querido lector. Después de varias antologías paradigmáticas: locales, regionales y nacionales, en rojo i negro, se llaman a los más vanidosos y tontos, y se les entrega el titulo de académicos y sabios. Y se forma para prestigio de un régimen o país: La Real Academia Española, o cualquier cosa que se le parezca, que en nuestro caso es el de “Lengua Peruana”, por la que se hace muy poco para entender los sabores y colores de esta singular manera de hablar: patata, puchu, puchukaqlla, lengua, dice, caraju, y el “popol vuh": es verdura entonces...., que para esa especialidad de preparado gastronómico, mejor llamen a Adán Felipe Mejía “El Corregidor”, que él si que era un especialista en lengua: De vulgari eloquio.


*A propósito del IV Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en Medellín, 26 de Marzo del 2007-


marzo 19, 2007

EL COSTUMBRISMO PIURANO DE MIGUEL JUSTINO RAMÌREZ/ ARMANDO ARTEAGA

LA LITERATURA EN PIURA

EL COSTUMBRISMO PIURANO DE MIGUEL JUSTINO RAMÍREZ ADRIANZEN

Por Armando Arteaga

                                          

Padre Miguel Justino Ramìrez Adrianzen, pìonero del costumbrismo piurano.

El padre Miguel Justino Ramírez Adrianzen, Deán de la Catedral de Piura, Ministro de Cristo, y hombre de letras (en este perfil rescatamos su imagen y su aporte intelectual), fue un destacado precursor de una literatura antropológica en Piura. Escribió las mejores obras sobre las costumbres piuranas y el folklore huancabambino.

No era, lo que algunos suponen, un cura pueblerino fantaseado historias que discretamente contaba a sus feligreses para entretenerlos en sus respectivas homilías. Y aunque fue un poco “retrochero” para con sus publicaciones, que casi no existen en los circuitos de las diversas librerías (ni siquiera en las piuranas). Sus libros llegaban de “mano en mano” a cada uno de sus fieles, a sus allegados piuranos, y a sus paisanos huancabambinos. Y era claro, y conocido, detestaba cualquier pose de “intelectual”.

Pasaba desapercibido en esta su vocación de escritor, apenas solo quería alcanzar la sabiduría popular de los humildes campesinos de cualquier comarca piurana, en especial tenía la predilección localista por las comunidades campesinas de Huancabamba (a las que dedicó toda la atención de su inteligente mirada).

Soldado de Dios, hombre muy religioso (no supersticioso), campechano, Miguel Justino Ramírez Adrianzen había nacido en Huancabamba el 07 de octubre de 1906 y falleció en Piura el 23 de noviembre de 1986. Hizo su sacerdocio en el seminario de San Carlos y San Marcelo en Trujillo. Se ordenó como sacerdote en Roma el 19 de abril de 1930, y estudió en el Colegio Pre Latino Americano y en la Universidad Gregoriana de la que egresa con Licenciatura en Derecho Canónico. Al regresar al Perú en 1931, es nombrado párroco de Huancabamba: durante doce años, y luego es trasladado a la ciudad de Piura donde pasa la mayor parte de su vida, llegando a ser Obispo de la Catedral de Piura. La vida de monseñor Miguel Justino Ramírez Adrianzen, como vemos, fue bastante sencilla, austera, y muy prolifera como escritor e investigador social.

Supo poner en sus narraciones costumbristas, la esencia creativa de un atento observador del pueblo campesino de Huancabamba y de sus penurias terrestres. Y, aunque creía en las verdades celestes, se ocupaba en sus libros del dolor humano, de las flaquezas espirituales de los hombres, deploraba los defectos morales y exaltaba las virtudes de convivencia y solidaridad entre los hombres sinceros, donde expresaba un gran conocimiento de lo popular.

Se ocupaba de estos asuntos pedestres de los campesinos pobres, donde exaltaba su gran “felicidad espiritual”, su manera limpia de actuar en la dura lucha por superar las desventajas y adversidades de la vida, y por buscar mejores condiciones para vivir con dignidad. En sus anécdotas resaltaban los asuntos de esta vida bucólica y campestre desde una visión pastoral, pero también se aplaudían las bondades y las grandezas espirituales, y lo católico: impregnado en la cultura del hombre andino piurano, y sobre toda la cultura -tan ancestral- agrícola de los campesinos del Alto Piura.

Cuentos de Don Miguel.

Miguel Justino Ramírez Adrianzen, como escritor ha publicado:

-EL primer volumen de “Acuarelas Huancabambinas: leyendas y añoranzas de mi Ande” (1943).
- “Lo que el cholo Cano me dijo” (1950)
-“Cumananas piuranas”, recogidas en Huancabamba, Morropón y Catacaos (Chiclayo, 1955).
-“La atrapadora”, novela, ambientada en los escenarios de Sondor y Sondorillo (1958).
-El “ Homenaje de Piura” al VI Congreso Eucarístico Nacional” (1960);
-“Cuentos de don Miguel” (1963).
- “Huancabamba”, que es una Monografía de Huancabamba son el subtítulo de “su Historia, su Geografía y su Folklore”, quizá la obra más importante en las ciencias sociales escrita en Piura (1966).
-En 1970 aparece el segundo volumen de “Acuarelas Huancabambinas: Danzas, fiestas y brujería”, y este mismo año logra el primer puesto en cuento, en los II Juegos Florales de la Universidad de Piura.


"La atrapadora", novela costumbrista de Miguel Justino Ramìrez Adrianzen.

Carlos Robles Razuri al referirse a las “Acuarelas Huancabambinas”, hace esta pequeña semblanza del aporte de Miguel Justino Ramírez Adrianzen como escudriñador del folklore huancabambino:

“Si la primera obra reveló al Padre Miguel Justino Ramírez como el mejor folclorista de Piura y uno de los mejores del Perú, esta segunda confirma su alta calidad de observador, recopilador y divulgador del acervo popular en todas sus manifestaciones y lo convierte en una verdadera fuente de consulta en lo que respecta a la literatura del pueblo”.

En las “Acuarelas Huancabambinas” se respeta el contenido del canon folk, de lo que se expresa en este lenguaje directo, casi cine-verdad, popular y antropológico, sin desvirtuar el verdadero carácter de esa sabiduría campesina que expresa cada costumbre y anécdota exacta.

Al padre Miguel Justino Ramírez Adrianzen lo consideran un escritor costumbrista en los diversos tratados de la literatura piurana, pero es injusto arrinconar la obra del Deán de la Catedral de Piura en una supuesta mirada localista, a pesar de los motivos contundentes y prístinos del folklórico aquelarre huancabambino que presentó. Ni tampoco se le puede dejar en la etiqueta eucrática del paternalismo religioso. El priorato de su aporte es haber rescatado del pretérito huancabambino: la aquiescencia rural, el relato de las penas andinas, y el retablo amable o hechicero del hombre nativo de esta “la tierra que se mueve”: vive allí Huancabamba, olvidada y ruralizada.


"Huancabamba", el trabajo antropològico màs avanzado de la literatura piurana.

Es cierto que como hombre de la Iglesia Católica quiso evangelizar con su mensaje, pero su pensamiento es más libre, eurítmico, antropológico y apasionado. Escribió e investigó casi a tiempo completo, con método científico, y con mucho respeto por la bienaventuranza del pueblo de Huancabamba: la tierra de Pedro Elera, de Néstor Martos, de Edmundo Cornejo Ubillus, de Armando Rojas, destacados intelectuales y hombres de letras. La monografía “Huancabamba” es un ejemplo del dominio de la virtud de ese manejo por lo social, lo telúrico y lo histórico del padre Ramírez Adrianzen , por eso lo admiró y lo visité en marzo de 1985. En aquella ocasión y en esa conversación en el Arzobispado de Piura de más de dos horas hablamos de los problemas de Piura y tomamos coca-cola, por la que guardo muy gratos recuerdos.

El padre Ramírez Adrianzen, me animó con mucho entusiasmo cuando le hice saber que emprendería la tarea de escribir “Los orígenes formativos de Ayabaca”, libro que publiqué un año después, en diciembre de 1986, no llegué nunca a entregárselo, pues el padre Ramírez Adrianzen había fallecido hace un mes. Y desde entonces, y como homenaje póstumo, y desde siempre: Dedi librum Miguel Justino Ramírez Adrianzen. Nihil oblitus sum.



"Acuarelas Huancabambinas", estupenda obra de la literatura antropológica en Piura.

marzo 14, 2007

MAX CASTILLO: EL PLACER DEL TEXTO/ RÒGER SANTIVAÑEZ

MAX CASTILLO: EL PLACER DEL TEXTO

Por Róger Santiváñez


Novela breve.

1
La historia de Max Castillo no es nueva en la literatura peruana aunque sí poco conocida y –hasta cierto punto- marginal. Digo hasta cierto punto porque para quienes nos iniciábamos en la poesía hacia 1979-80-83 y frecuentábamos el restaurant-chifa Wony sito en el jirón Belén del centro de Lima, Castillo era un asiduo personaje de la bohemia nocturna de aquella dorada época de nuestra juventud perdida. Con sus lentes cuadrados de carey demodé y un look que recordaba al gran JP Sartre, Max Castillo derrochaba inteligencia y sensibilidad entre las mesas rojas del bar y sorprendía con la multiplicidad de sus lecturas y lo caleta de su talento. En aquel tiempo se juntó con Oscar Orellana para lanzar Campo de Concentración y simultáneamente con Armando Arteaga en Penélope. Ambas revistas llegaron a publicar tres números en dicha coyuntura dando a conocer el trabajo de los más jóvenes autores del momento. También la mítica e inolvidable Haraui de Francisco Carrillo ofreció una página central con la obra de Max Castillo. Era un personaje tan especial y –a su modo- carismático que los editores de Omnibus le dedicaron una emisión de su revista en forma de tríptico. Y en el primer número de Macho Cabrío –casi íntegramente compuesto por la nueva poesía- pueden verse textos suyos. Ex-alumno jesuíta y brumoso habitante de La Punta, Castillo desaparece del mapa literario de Lima por casi todos los restantes años 80, aparentemente abstraído en las urgencias de la lucha por la vida. Pero en los 90s resurge entre los bares y aceras de la neobarrosa calle Quilca, entregando un poema –justamente- para el primer y único número de Killka Blues revista elaborada noche tras noche en las mesas plenas de botellas del Queirolo hacia la mitad de la década. De este tiempo datan también sus colaboraciones en la sección cultural del diario El Peruano y algunas –un poco después- en Somos de El Comercio.

Max Castillo: poeta, narrador, y periodista, leyendo pasajes de su ùltima nouvelle "Angeles Quebrados". Fue muy aplaudido esa noche en el Centro Cultural España. Foto: Armando Arteaga.
2

Ha pasado el tiempo y no en vano ya que ahora Max Castillo nos entrega su primera obra narrativa, la nouvelle Angeles Quebrados. Se trata de un relato histórico que recuerda –por momentos- la novelística de Alejo Carpentier. Sin embargo, el texto de Castillo posee un matiz particular: la primorosidad del estilo, lo cual sería precisamente una herencia carpenteriana, pero en este caso, hay una controlada contensión que libera al texto del –a veces- excesivo barroquismo del notable cubano, otorgándole una frescura y fluidez naturales que colocan a Max Castillo como uno de los prosistas más elegantes, sensuales y finos de la literatura peruana de la actualidad. El brillo y perfección rítmicos nos devuelven al viejo y siempre nuevo placer de la lectura, objetivo central de la creación literaria y que Castillo nos restituye por todo lo alto. La descripción de armas y enseres de época –circa 1789- es realmente exquisita: “Cañones adornados por angelillos, esos pequeños deliciosos puttis italianos”, cuando no la de los personajes. Por ejemplo de uno de ellos, el portugués Álvaro de Albuquerque se nos dice: “Señor solitario del Mar Índico, bello como el sol”. Precisamente este caballero –esclavista navegante- es el principal protagonista de la trama que gira en torno a sus peripecias –a bordo del Durandarte- por distintos mares y costas de Europa, África y Asia, fascinado por Oriente desde su niñez cuando la esclava Rita de Pernambuco le leía libros que iluminaban os misterios de Shiva Deus Indiano. El otro personaje importante es el jesuíta o ex jesuíta José María de la Trinidad y Paz, jovencito que escribía poemas en la Lima virreynal de 1746 –año del terremoto que azotó la ciudad- sometido a la violencia castrense de su padre.
Lo interesante es –por un lado- que la trama histórica del “Gran Miedo de julio y agosto de 1789” es decir el estallido de la Revolución francesa se fusiona con una matanza de infieles en la selva amazónica, por la cual Castillo eleva –discreto pero claro- su voz de protesta ante la colonización occidental de esa zona: “Tanta dulzura barroca que escupe humo, fuego y deja charcos de sangre en el Pastaza impenetrable” y tras llorar la muerte del salvaje Attlé concluye –con equitativa iluminación mística- que selváticos y parisienses “mutuamente no se conocían y van al Paraíso con ángeles custodios, al son de cantos gregorianos, sin violencia, con un aliento de justicia y felicidad”. Y por otro lado el reclamo y postulación de una sensibilidad gay frente a toda la vida: “Esos amores prohibidos, contra natura, esos amores expulsados, todos los días de la Historia” enhebrada a su defensa universal del abusado indio: “jóvenes membrudos. Ápolos de fuego, tallas humanas perfectas y libres revientan en sangre ese 14 de julio de 1789”. Hay aquí no sólo compasión y piedad sino exaltación de la belleza, “deseo, pasión y fuerza es la constante” afirma el narrador.
Finalmente sucumben los dos personajes principales. Albuquerque en Bab El Mandeb por obra de un marinero italiano –Torcuato- y JM de la Trinidad y Paz convertido al Islam en Eritrea. Pero aparece un tercer personaje, Benjamín, cronista de los hechos, quien tiempo después sería (según mi interpretación) un mendigo en la Lima de los días previos a la proclamación de la Independencia. En efecto, el 5 de julio de 1821 un joven oficial patriota –Carlos de Vivanco- encuentra un legajo manuscrito (propiedad del mendigo) que –en nítida metaficción- conformaría el relato que hemos estado leyendo, en momentos en que una asonada de esclavos negros del Rímac provoca lo que al parecer es un considerable incendio en la Ciudad de los Reyes y todo –absolutamente todo- se pierde entre el fuego de las llamas voraces. Un final apocalíptico adecuado para una historia que –en gran medida- se ha basado en la máxima de Virgilio: Trahit sua quemque voluptas es decir, A cada uno arrastra su gusto. Corydón y Alexis, los pastores del genio mantuano parecen estar en bambalinas detrás de los arquetipos de Max Castillo, quien ha sido capaz de ofrecernos un magnífico retrato de época en su bruñido estilo -y al mismo tiempo- el testimonio de una sensibilidad y su reivindicación humana en un campo poco transitado de la literatura de ficción peruana.

18 de enero de 2007
Collingswood, New Jersey
*

"...la primorosidad del estilo, lo cual sería precisamente una herencia carpenteriana, pero en este caso, hay una controlada contensión que libera al texto del –a veces- excesivo barroquismo del notable cubano, otorgándole una frescura y fluidez naturales que colocan a Max Castillo como uno de los prosistas más elegantes, sensuales y finos de la literatura peruana de la actualidad. " RS.

Celebrando esa noche en el Centro Cultural España la novela de Max Castillos. Sus amigos de izquierda a derecha: Josè "Pepe" Falconì, Josè Antonio "Pocho" Rìos, Max Castillo (el autor), Armando Arteaga, y Walter Peñaloza.


Àngeles quebrados de Max Castillo
Por Carlos Espinal Bedregal

Nacer para morir no tiene sentido, reconocer que estamos aquí para ser pasto de la muerte abruma y atormenta. Por eso la cultura construye bellos artificios, como la escritura que permite cada cierto tiempo, a pocos elegidos, el estado de gracia de perdurar más allá de la muerte. Lowry, Sade, Kawabata, Capote, Borges, Kafka, Baudelaire, Poe son sólo algunos de ellos. Que también entendieron que escribir es un acto de audacia, un bizarro desafío, un acto de sublime moral y de resistencia. Max Castillo Rodríguez pertenece a esa raza de escritores tremendos y brutales que tienen el valor de explorar las pasiones del alma humana, ese aspecto oscuro, conflictivo y atormentado de nuestra propia condición y regresar invicto de esa aventura con un libro entre las manos. Un libro insospechado y sin precedentes en la literatura local, un libro de verdad, por un autor sin psaado que por fin nos devuelve el gusto por la literatura.

FICHA

2007 Castillo Rodríguez, Max. Ángeles quebrados. Hipocampo Editores; Lima. 96 pp.

SERIE CAVALTS ARMATS
DE HIPOCAMPO EDITORES

Ángeles quebrados, el libro de Max, comienza su propio camino como sujeto literario. Novela corta hecha a la medida de un lector que degusta, que ficciona, que juega con el lenguaje, que interpela a la historia y a sus actores para mostrarnos un fresco del que pareciera no podremos escapar sin ser parte de una trama hábilmente tejida por este artífice que recién se anima a expulsar sus demonios narrativos.

El libro tiene un diseño de tapa de Lorenzo Osores y las páginas interiores de Alicia Santos. Con Ángeles quebrados Hipocampo Editores inicia la colección Cavalts Armats, que presenta como característica gráfica un formato de bolsillo (17x12 cm.). Luego seguiremos entregando otros títulos de esta serie pensando siempre en el lector de la buena literatura.

marzo 10, 2007

LA POESIA TRUNCA DE JAMES OSCCO ANAMARIA/ ARMANDO ARTEAGA

LA LITERATURA EN APURIMAC


LA POESÍA TRUNCA DE JAMES OSCCO ANAMARIA*


Por Armando Arteaga

James Oscco Anamaría, poeta joven apurimeño, nacido en las punas frías de la comunidad de Calcauso (Antabamba-Apurímac), recién había empezado a publicar sus primeros libros de poesía y de narrativa: “Wakcha Gaviota” (1996), “Relámpagos de amor” (2000), y “Siempre será águila” (2004). El mismo se definía en “Unas palabras sinceras” de la siguiente manera: “Nací al borde de los ríos que cantan su libertad, confundido con las garzas, los zorzales y las torcazas. Confundido con mi gente que hace parir la tierra, haciendo nacer una nueva vida, desde las entrañas de las pachamamas”.


 
El poeta James Oscco, su obra poètica era una expectativa dentro del panorama de la nueva poesìa apurimeña

Pocas veces la poesía sencilla y pastoral de los pueblos andinos atrapa en estas palabras de James Oscco Anamaría el tiempo natural de las cosas ejemplares, sin el resquicio de ningún perjuicio, ni de ser acusado de lirismo absurdo. Era un lenguaje directo su poesía, casi oral, para ser escuchado en primera persona. En Calcauso (tierra de herranzas y huayllias): todos los niños “lunarejos” recitan poemas. El mismo Ossco habla de su poesía: “quiero que mi poesía sea dulce como el vuelo de los picaflores, ardiente como el fuego de los valles, moledor como la granizada de los meses de octubre”. Me parece escucharlo conversar, hablaba en directo, alternaba el yo “poético” con el "nosotros" de su comunidad, lo plural se volvía en él un mensaje coloquial: “Amo la literatura, porque me permite decir lo que me da la gana, de esta porquería realidad”.


Varios poetas han enaltecido el majestuoso paisaje serrano de Apurìmac, entre ellos: Alcides Acuña Arias, y tambièn James Oscco dentro de la nueva poesía.

Trágico suceso la muerte del poeta. Ossco fue asesinado hace más o menos un año de la manera más indigna y sangrienta, su caso (aparte de ser una “carpeta” policial y un “suceso” político (por ser un escritor y hombre de ideas de izquierda) en la bucólica ciudad de Abancay, visitada y bañada por las armónicas aguas del Mariño, al que le han cantado también y meritos aparte “El romancero del Mariño” de Alcides Acuña Arias, esa “urbe” de Abancay: muchas veces movida por cierta ebullición social y trastocada por el impacto ambiental y cultural del “boom” minero de Las Bambas (por ser sede política y administrativa de la región Apurímac), amenazada por cierta “conurbación” urbana: con la llegada de nuevos emigrantes. No dejo de pensar, casi perdiendo el hilo de la lógica en “El poeta asesinado”, la ficción supera la realidad. La realidad parece estoica, amarga, igual al mismo nombre de aquel libro vanguardista “Le poete assassine” del poeta francés Guillermo Apollinaire.



Estoica realidad: una paradoja de la vida "Le poete assassine" de Apollinaire, trágico final también para James Oscco.

La carpeta del “caso Ossco” parecen varias páginas extraídas de un “guión” para un filme macabro y terrorífico, muy digno de Román Polanski, o una secuencia más de “Los crímenes de la calle Morgue” de Edgar Allan Poe. Los diarios de la ciudad de Abancay y de Lima, así como el “parte” policial del referido crimen de Oscco han testimoniado el desastroso acontecimiento, que hasta el momento sigue siendo un “misterio” para que se inspire Ágata Christie, o el argumento de un “relato” policial de Artur Conan Doyle o de Jack Ritchie, o de las horripilantes “narraciones” terroríficas de Everil Worrell o de Seabury Quinn. Tanta “imaginación” de los asesinos ha sido para dejarnos “ineptos”. Simplemente, no hay justicia en el Perú, señores. El crimen de Oscco sigue siendo “una ecuación sin incógnita”. La vida en Abancay sigue igual, sin jurisprudencia, y sin encontrarse a los culpables del crimen: los asesinos andan libres, y hasta el momento no se ha hecho justicia a sus deudos y familiares. No viene el caso aquí ocuparnos de la crueldad con la que han actuado los asesinos, todavía en las sombras de la impunidad.

Por lo que se ve en los tres libros de James Oscco, prometía ser uno de los poetas y narradores actuales más representativos de la literatura apurimeña actual. Ya el profesor Federico La Torre Ormachea en la Presentación de “Relámpagos de amor” había dicho de este libro: “es anunciador de nuevos y mejores productos literarios”.

Oscco, era hijo y paisano, de la misma comunidad de Calcauso donde nació Juan de Espinosa Medrano “El Lunarejo”, de quién Luis Loayza ha recordado en “El sol de Lima”: “El Lunarejo predicó y escribió en español y en quechua. Sus traducciones quechuas de Virgilio no han llegado hasta nosotros, pero los textos clásicos al idioma de los indígenas peruanos y, al mismo tiempo, integrar el quechua a la tradición de la cultura occidental”.

 Wakcha Gaviota, el primer libro de James Oscco.

James Ossco Anamaría no era un continuador de esa “integación del quechua a la tradición de la cultura occidental”, al contrario era un escritor de confrontación con esa cultura occidental, de la que tal vez deploraba. Aunque respetaba, por cierto, a su paisano El Lunarejo”. El modelo confrontacional de su poética y de su narrativa estaba en la perspectiva de la “utopía andina” de Arguedas. Poeta de una visión premonitoria ante su propia muerte, como Melgar (en la queja doliente de sus yaravies), como Vallejo (la existencia como dolor fatal en "Los heraldos negros"), y como Heraud (en el final de su "Arte poética"), se adelantó ante el desdichado suceso de su muerte:

“Mi cuerpo cadáver, quizá sea: para cóndores, para pumas, o quizá para las águilas, es mejor para ellos; pues dentro de ellos viviré cantando harawis tristes y alegres. Entonces mis pachamamas, mis Apus y mi pueblo Lunarejo tendrán consuelo y esperanza”.

Como Melgar, el poeta Ossco Anamaría se consideró “polvo fino y amante”. Como Vallejo: “cargaría mi cadáver a tu cementerio universal”. Y como Heraud, parafrasendo el poema El Río, el poeta Ossco “acepta la posteridad de su destino”:

Yo soy el camino
tronando
truenos
escupiendo
fuegos
abro
rutas
hacia la costa
hacia la selva
Abro
y abro
abriendo.



Relampagos de Amor, su mejor libro de James Oscco.

La poesía de Oscco, como la poesía de otros poetas jóvenes de Apurímac, estaba en transe de ser una excelente poesía. Por lo tanto mereció siempre nuestra atención y nuestro más profundo respeto. Se ha truncado una parte de este proceso de esta nueva poesía apurimeña. Pero no hay crimen perfecto. Tarde o temprano se despejará la incógnita de esta ecuación todavía inconclusa, puesta allí por la insana mano malévola de los halcones reaccionarios y estúpidos que creen que al haber asesinado a un poeta, podrían callar su palabra, y eso jamás sucede cuando un poeta está ligado a una comunidad representativa y popular. La mano bruta del crimen tiene que pagar su deuda con la verdad, que siempre, al final: se abrirán las puertas de la libertad y la pura verdad. Los que lo han asesinado creen que han callado a un poeta, pero un poeta es su obra, sus poemas y sus palabras. Y la palabra de James Ossco era una palabra sincera: Recordadle siempre, quiso con sus palabras purificar el lenguaje de su pueblo, esa fue su tarea esencial, y por ese empeño de autenticidad debemos aceptar el reto de su mensaje.

Uno puede discrepar con Ossco en muchas cosas, pero no se le puede negar su derecho a la “utopía andina”, fuerza cósmica con la que llenaba todo el posible candor de sus poemas, por querer ser siempre la chispa para incendiar la pradera. Y los poetas, también... incendian praderas. Como quería Bretón en Nadja: la belleza será convulsiva, o no será. La vida se reflejaba en un eterno carnaval en su poesía (el “pukllay taki”). Estoy seguro, James, que los que vienen atrás continuaran la tarea de todos los poetas: hablar en directo las cosas de la vida, por el bien de la humanidad: buscar la revolución total del hombre. La fiesta y la vida continúan. Hacer realidad esta utopía soñanda (en poesía) de cambiar las cosas injustas fue todo el empeño de Oscco, y toda esta ilusión estaba referida en sus recientes libros.




En "Siempre seré águila" James Oscco vislumbro su muerte, destacaba también como narrador.

*TRES POEMAS DE JAMES OSSCO ANAMARÍA
 

MAESTRO FUEGO
Maestro fuego
eres el rastro luminoso
eres tierno manante cristalino
eres fogata y relámpago andino
eres el susurro telúrico
del volcán Misti.

Maestro fuego,
eres página sagrada y herida
de la historia humana
Eres la pluma resistente
de los combates milenarios
Eres la fuerza atrevida
como la ola de Paracas
como las aguas de Mantaro
gestas y transformas
el amanecer de los humildes
Como las montañas de Apurímac
Gallardo avanzas en tus luchas.

Maestro fuego,
eres el rojizo choclo urubambino
eres la papa harinosa andina
desayuno combatiente de los humildes
Enseñadme el vuelo
de los picaflores y cernícalos
para vencer al gavilán traicionero
Enseñadme la melodía
de la lluvia, de los ríos y de los truenos
para danzar en la última fiesta.

Maestro fuego,
venenosos gases
nos persiguen y persiguen
mojad tu pañuelo de vicuña
con las aguas del Amazonas
para divisar el camino.

Circa, invierno 1997.
GAVIOTITA BLANCA

Gaviotita blanca, blanca gaviotita
por ti anduve por los desiertos de amor
sólo encontré playas despobladas
mares y olas revoltosas de amor.

Gaviotota blanca, blanca gaviotita
Por ti anduve por los bosques de amor
Sólo encontré árboles marchitos
Tallos y hojas moribundas de amor.

Gaviotita blanca, blanca gaviotita
Te busqué por las orillas del río
te busqué en la sombra de la retama
sólo encontré nuestros recuerdos.

Gaviotita blanca, blanca gaviotita
déjame tu sonrisa y tu pluma
para escribir melodías de amor.

Mollebamba, primavera 1998.


RELÁMPAGOS DE AMOR


Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.

Te conocí en setiembre de relámpagos
cuando las nubes florecían primaveras
cuando los manantes cantaban harawis.

Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.

Entre nevados que germinan amores
sembramos sueños de fuego
para que el trigo naciera
como la sonrisa de tus miradas.

Y un día y un día infernal
antes que abrieras tus capullos sonrientes
vinieron tempestades ennegrecidos
e hicieron perder tu dulce vuelo.

Dulce canto de mis días.
Dulce sonrisa de mis noches.

Dicen que te fuiste, allá lejos
lejos de tu mirada cristalina
a cazar la estrella encantada
que se desvaneció en tus luces
una noche revoltosa.

Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.

Regresa pronto, pronto regresa
Madrugada y relámpago de mi amor.

Si esto ocurriera
viento y lluvia de mis amores
¡ayayay! Ternura con ternura
trenzaremos puente de aguacero
entre tu tierra y la mía
cantando y danzando
entre los chuños y los maizales.

Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.


Chalhuanca, primavera 1999.