diciembre 27, 2005

AVISTAR/ POEMAS DE ARMANDO ARTEAGA


SPLEEN
Tengo pena por aquella gaviota
Y por mi timidez
Yo la perdí
Qué torpe fui con ella y qué sincero
Yo que la amaba
Yo que la sigo amando todavía
Adónde iré a buscarla
En qué lugar del puerto
Trieste ha de ser mi bel por ella
Y el sueño vuelve, vuelve su rostro
Yo sé que es mi ilusión amarla
Volverla a encontrar
Con su chaqueta roja y la sonrisa
Pero todo es inútil
Desde hace tanto tiempo
Yo estoy cansado de ser yo
De llamarme Gerald
De ir hasta el mar, mirar los barcos
Y sentirme el ser más infeliz de la tierra.



ODA AL CINZANO

Amo el invierno
Y no renunciaré jamás
a la belleza de incendiar
los árboles de un bosque en el otoño.
A pesar de que en tu frente
puedo besar lo que más amo: el lujo
de una idea, el oro
de un sueño, el olvido.
Yo no renunciaré ni a la amistad del fuego.
Soy pues lo que se dice un loco sin delirios.
Y al olvidar mis locuras siento infinidades
de lluvias donde nunca ha llovido el otoño.
El árbol donde me arrecuesto es mi sombra.
Tengo eternamente entre mis manos una fruta nocturna.
Estoy de acuerdo con la vida:
La vida debe ser dulce y embriagadora como el Cinzano.
De lo contrario yo me contradigo. Nada ha sucedido.
Tu nombre me persigue o es la vida
que me lleva en sus ríos cual pez menos dorado.
Yo con desdén toco el violín de la memoria.
La vida me persigue, no me deja. Estoy vencido.




AL POETA DEL HOTEL INGLATERRA


Por ser un inconforme
Lo llamaron traidor, lo condenaron
A morir con una soga en el cuello.
Por ser un vago
Lo premiaron con una vida de pobreza.
Lo odiaban. Nadie jamás acertó
a llamarlo por su nombre.
Y un cuervo fue su amigo en las tabernas.
Por ser más bello hasta con la belleza
las mujeres más célebres lo amaron.
Y él amó la belleza.
Nos fue dejando con su vida esa belleza.
Varios libros de poemas. Y una vida dudosa.
Por no creer ya ni en el vino, fue escoria
Dentro de la escoria, un ágata en infortunios.
Murió por suerte. Ya andarán por allí
Diciendo que era amigo de la muerte. A veces.




MIS BELLOS ZAPATOS MARRONES


Mis bellos zapatos marrones
Tienen dudas de morir en la guerra
De los duros caminos de la vida
Y de la estupidez.
Ya en las fronteras de los extraños pensamientos
Tienen miedo del ratón que pudiesen matar
De un veloz pisotón por descuido.
No desean vivir humillados para siempre
Por el mal uso del tiempo, solitarios, mongos,
Mirando el mar desde los acantilados
Sino vagar por las calles de un país de maletas
Quieren viajar, irse lejos, buscar otros veranos
¿Cómo las golondrinas?.
¿Cansados ya de tanta poesía?.
Dos amigos, se aman y se odian, Marx y Rimbaud
Sueñan cambiar el mundo.
Aman el ocio
Tienen frío.
La primavera es tal vez la muchacha donde habitaron
un día.
Antes que toda esta felicidad termine, sea ilusión
de zapatero.
Una vaca que fue la mejor del establo...
¿Quién ha de usar mis zapatos un día de fiesta
o en funeral?.
¿Quién leerá un libro de poemas, dirá lluvia
y saldrá a caminar sobre la lluvia?.
¿Quién se estará preguntando
ante la vitrina de una zapatería
y se sentirá muy triste, si aquellos fueron
los amigos de antaño que escribían poesía
y se fueron muriendo conmigo?.
-Nadie se acuerda ahora.



POEMA


Vuelve el amor
Casa de tiempo mejores, vuelve
el gato negro al sofá
vuelve el sonido del agua, la hoja
cuando cae
en el silencio del otoño, la sorpresa
(del espectáculo
vuelve ebrio el vino
y el vestido de la noche
vuelve la fantasía de los animales en el zoo
y el circo pobre de gitanos
vuelve la otra infancia,
pero de ti nada...



ESTAS POBRES IMÁGENES



arrojadas por la calle
tuertas, cojas, pordioseras
vienen en cada gesto y nada
las detiene, ni la insolencia
desprendida de los bares
entre esperas, baladas y cervezas
llevan esas cadencias de amantes
que las hacen célebres y nos lastiman,
recorren las chabolas, las páginas mejores
de una novela y mueren,
pero nos dejan el dolor de una uña partida
tan crueles, que nos anuncian
atroces pensamientos en la piel
en la mirada,
como oscuros designios
que nos vuelven, a lugares no vistos
en el mismo baile, en el aroma de la hierba
presagio, o álamo que cae por el hacha del fuego,
van en el ave más libre y la insistencia,
ciegas, paralíticas, obscenas
así como son,
tan despiadadas vienen que un día
se transforman en el pulóver, en las nalgas
de una muchacha, o en el tranvía
que alguna vez reconocemos
entre afiches de reloj-pulsera Seiko
y muebles 501
de cosas que envejecen pronto,
el zapato en la mierda, oh poesía.



DOWNTOWN



Salgo con bruma
a deambular
por el conflicto de la urbe.
Voy por el ghetto de la noche. Las calles:
Escritura de los transéuntes o de la acción
dispersa de vagos y poetas. Palpo el dorso
de la asfixia, la hebra inicial del caos.
Me pierdo en laberintos, me repito.
Voy por la topografía del lomo de una iguana
y oscuros pasadizos me conducen a este zigurat.
Reunión de imágenes rotas, y luego, se bifurcan:
Oh, el deterioro de un tugurio,
la vendedora de pescado, etc.
Ver es también escribir. Y alguien escribe
sobre un papel-madera y deja el aviso
encontrado sobre la puerta del cuarto
en el Hotel Europa: “Te esperé. Salí a comprar
zapatos”. Y en la ciudad, el amor es solo
un imprevisto
a la cuestión de una época. El Tigre
va entre la gente como anónimo amante:
violín al viento.
Imagino un dossier de inquietudes.
Fascinaciones.
Voces inmunes se las lleva el gentío de la calleja.
El Tigre sale del cine. Se perfuma con dinamita.
Camina por la avenida, primevo. Se tutea con mike
a toda remington.
Va en el poema del forofo andando yunque
en vez de martillo.
Nadie hace un sumario de su vida.
Nadie regresa a pie –y cansado- a su bohío
después del laburo.
Nadie tiene una amiga -ominosa- viviendo en Río.
Nadie cae como una h-o-j-a en el Parque del Otoño.
Solo yo. Extravagante y puto, doblo el espinazo
de la zozobra.
Solo yo, la calle, el Tigre, el papel.
Duramen, pobres dunas.
Zonas perdidas en instancias perdidas.
Lo glíptico.
Todo puede escribirse.
Tengo ciudades. Contengo multitudes.


diciembre 24, 2005

ANTOLOGIA BREVE/ Armando Arteaga


Armando Arteaga filmando un video-documental
en Caraybamba-Apurìmac.
Foto: Roberto Paco.

ANTOLOGIA BREVE/ Armando Arteaga


LA GUERRA

la estupida guerra
que ametralla la belleza
de mi corazon
no respeta nada
no representa nada
solo destruye lo que nunca
pudo construir: la belleza
de una vida notable
la nobleza de una vida entrañable
No muere uno en la guera
Por la patria perdida
Por la casa olvidada
Uno se vuelve barbaro en la guerra
La fiera escapa de la jaula
Vive en la guerra uno en la mäs grande
incertidumbre. No hay tiempo para soñar
cuando se vive en la guerra.
La paz es una piedra lejana
que no significa nada.
Por el camino olvidado pasa el peregrino
soldado sin rumbo, y sin memoria.
La guerra hace que uno se olvide de tantas cosas.
La guerra no sirve para nada.
Ni para comprarme un fusil de juguete
un avión de juguete
un disparate.


NADA
es nada
porque de nada
sirve
que nada
sea nada
en esta nada
en donde nada
vale nada
pues siempre será nada.
Nada, nada, nada, nada.
Nada muchacho y no te ahogues
que la piscina es pequeña
Y el "nadaismo" ya no existe.


SOBRE EL MUELLE

Porque a veces
Uno se siente triste
Y muere todo lo extraño
Que amamos,
Y no sabemos por qué
No muere
Todo aquello
Que nos hace morir
Que nos hace vivir amando extrañamente
Contemplando el mar:
Signo de la muerte,
Signo de un pez en un acuario
Y después nada. Nada.


CAHIERS DU CINEMA / NOUVELLE VOGUE

Llueve.
Una muchacha desnuda sobre una sabana
blanca. Mira el fondo blanco
de la habitación.
Tiene ojos de gato.
Ella es dueña de un cuerpo perfecto.
No desea salir a pasear. Escribe
Una carta para su novio
que está lejos -haciendo sky- en los Alpes du Noed.
Los dos escuchamos desnudos
el ruido de la lluvia.
Su cabellera de oro
puede incendiarse si -solo- permanece quieta.
Y no tiene cuidado con la estufa
al encender el último gauloises.


AL OTRO LADO DEL PUENTE

Todo termina en el puente
La casa muerta al borde
del abismo
El esplendor
La yerba el espliego
La destreza de tus ojos
Y el ladrillo
rojo
sobre
el muro rojo al terminar el puente
La casa muerta
veraniega
Un puente que termina
En el abismo
Flores con espinas
un muro rojo una casa veraniega mariposas polvorientas
Las florecillas moradas
aromáticas terminan en el puente:
un río sin agua el polvo la sequedad de la tierra
Wordsworth la yerba
el esplendor
de la yerba
Y tus ojos
sobre el ladrillo rojo
sobre la casa veraniega y muerta
No ves nada
Miras la quebrada
Nunca has visto nada
Todo termina en el puente
La casa veraniega al borde del abismo
Estas plantas labiadas de florecillas moradas
Un volkswagen azul al fondo deol barranco
El submarino amarillo de Los Beatles
navega en el silencio acuático del día
Un puente es un puente pero no solo es un enlace
frágil de personas
sordas ciegas mudas duras como los ladrillos
La casa muerta al borde casi del abismo
Se cae o no se cae
El tajamar de un puente roto
Ladrillos rojos
Neblina seca
La casa veraniega tras la neblina
Un hombre que camina por el borde del abismo
Los ojos de una ciega que miran al infinito
Las enrredaderas de la fachada despendiendose al viento
sin que nadie ayude a levantarse o de mil sombras
desmoronadas como pájaros pesados
La poesía de Wordsworth revolotendo
sobre ciertos lirios sombríos
Ves -miras- pero no ves nada ni un final de luz
Ni un pequeño punto de energia solar
Otra vez la yerba saliendo del nemoroso incendio
de una mísera partícula del planeta
Un hilo rápido de sol
Otra vez las florecillas moradas
Una danza de espliegos
con el viento en el vasto abismo del cielo implacable
Un croar de ranas
Un fervor de hojas otoñales
mojadas e irse por las ramas
como murciélagos -escurrirse-
por las rejas vivas del fierro forjado
Caes o no caes
Miras o no miras
Y un silencio callado
Extenso
Con la mirada de tus ojos
Otra vez la yerba su esplendor la música del viento
El tiempo necesario de la tierra mojada
Opinas del tiempo: en otoño no llueve eh...
Ves -miras- pero no ves nada
Me gusta el olor de la tierra mojada
Dentro del terreno del maizal seco
Las hojas se retuercen al calor del sol
Otra vez al ritmo de las ondas del calor
No miran no siente no opinan -es tierra baldia-
Es la presencia traviesa de una sombra
una luna plateada un crepúscular destello
Se lanza o no se lanza
al precipicio
Caes o mueres
En el viejo reproche
de un accidente fatal y cotideano
Al borde de un puente.

ARMANDO ARTEAGA/ CALLEJÒN SIN SALIDA

Foto: Carlos "Chino"Dominguez.




ARMANDO ARTEAGA

CALLEJÒN SIN SALIDA*


Visión de una kermesse.
Nadie tiene un país como este...
En un “amor a primera vista”
La lluvia va con su vestido de fiesta
El paraguas es un señor de levita que

cruza la calle.
Nadie se pone de acuerdo en este diálogo
Nos hemos quedado perdidos en boleros
“en la vida hay amores que nunca”...
La lluvia al besar la vereda hace un espejo
perfecto.
No hay peor sordo que el que no quiere ver
Esa imagen que camina sumergida en su propio
fantasma,
soy yo,
siempre el yo, en mí atavismo latino y árabe
sin otra familia que unas cuantas palabras
y un país.
Estos pasos perdidos que suenan bien
al otro lado de la calleja
y bajo la noche
son míos y prestados
los heredé de los chavines, de los vicus, de los chimús,
soy yo y mis pasos,
Chan Chan, soy yo, la calle, soy yo, en mí escuá­lida
vagancia por el Cuzco
(en el valle del Urubamba),
sin otro rumbo que el de un viejo tren, veloz
ensueño, y en mí país
ni todo es maravilloso
ni tremendamente dramático, es tan universal
este conflicto de ser yo?
un chavín?, un vícús?, un chimú?
vagando por las calles del Cuzco en 1973
(¡en el ombligo del mundo!)
perdido más tarde en Kahuachí y después de Kuélap:
Oír el canto es tan difícil como ver el vuelo
del pájaro,
palpar el mar, es tan deseado como oír el sol,
observar la kella.
Esta es una historia medio cómica
y tiene algo de triste.
Constatación de una irracionalidad
como en el poema del chileno Enrique Moro:
“Señor por favor alúmbranos con tu luz divina
porque la compañía eléctrica nos cortó la luz terrena...”.
Esta es una historia de la vida alegre,
aunque vuelvo a repetir
tiene algo de triste, de pasillo, de yaraví,
tiene una manera deliciosa y simple de ser. Y es
bastante diferente:
“fue conpuesto al rromance, por muchos males
e daños, que fasen muchos e muchas a otras
con sus engaños, e por mostrar synples fablas
e versos estraños”. ¿Qué
hace esta cita del Arcipreste de Hita en mi poema?
¿Es España una pena?. Olé por las penas.
Nosotros vamos siempre al revés, en vals menor,
en mal mayor, en sol, en luna,
en nada, en todo, en ¡mucho gusto!...
Aquí no pasó nada. Aquí van a pasar muchas
cosas,
quedemonos un rato más, cuervo, no se me deprima
en esta ciudad,
usted, se acuesta menchevique y al día siguiente
se levanta bolchevique.
Estamos en el mismo centro del invierno. Abríguese
de veras.
Esto no nos impide
gozar,
vivir la vida
amar,
pensar en sexo,
vivir en música de saxo, en jazz, en rock, vivir
en una melodía más llevadera que el silencio
que invade este país. Es esta una historia
ocasional.
¿Es este un poema de un latinoamericano?
Es un monólogo desde las tinieblas, un rebuscarme
un mirarme de lejos
un bajar escaleras, un conflicto.
No escribo tampoco: “Un Libro de Buen Amor”.
Para mí, Copenhaue tiene nombre de mujer:
Hay una muchacha recién salida de la fábrica.
Me mira y se enamora. Yo también doy vueltas
en la cama y pienso en ella.
Aquí no hay salvación.
No hay generaciones frente a frente, ni padres,
ni hijos.
Seguimos el retrato actual de la dura realidad.
Aquí hay una muchacha que me espera, se acuesta
conmigo, que hacemos el amor,
que compartimos solidariamente
el pan, la leche, el vino,
y aveces hasta el dinero, una cama, unos libros,
unos discos extraños, una pintura
recortada de Antonio Saura,
unas piedras de sílice.
Aquí hay una muchacha que me goza, se va, se des-
­pide de mí con un beso
habla solo en danés
dice que me ama
me habla en un idioma que no conozco
no sé cual es su nombre. Fuimos plenos
en 1976.
¿La amé?...
Estuve aquí con ella, era rubia y delgada.
La lluvia vuelve ahora en su ballet,
me da lo mismo,
sí, sí, anduve en el fandango, sí:
Estuve aquí con ella, no recuerdo si era rubia
o negra. Eso fue el año pasado en N. Y. Era del­gada
y usaba cola de caballo, hablaba de Otoño
en el Aranjuez del Concierto. Eso fue hace
unos meses en Obrajillo. Eso lo escribí ayer.
Aquí, frente a la estatua del obispo-guerrero
Absalón, fundador,
Aquí hay una muchacha que me explica de cómo
los romanos llegaron hasta aquel finisterre
mientras pateaban lechugas y melocotonos
de los campos gallegos, de los catalanes
jodidos por los castellanos, unos pueblos
invadían a otros –allende los mares-,
sed de espacio, expansión de fronteras:
Tupa Ynga en Oceanía, navegando, por la ruta
del sol. De eso estaba yo hablando
en eso pensaba que era “la vida misma”,
“la misma vaina”. El conquistador y el conquis-
­tado, y/o viceversa.

Estuve aquí con ella, era flaca y parlaba
de su tierra
de nadie,
de algo que para esa dama era algo perfectamen­-
te familiar. Pero lo curioso,
lo ridículo era
diríamos “la ausencia de historia” para terminar
con toda esta retórica...
Todo esto no era más que..., un hombre, una mu­-
jer, un país. Ya les dije que era una historia
medio cómica, una fotografía
dije que era una historia una fotografía
un alter ego,
un
laberin-
to de cosas,
un hombre, una mujer, una historia de amor.
La historia estuvo aquí.
Yo estuve aquí con ella, era alta
y delgada,
y estabamos solos..., haciendo dudar el tiempo.
Frente a una estatua
mirando perdidos la ciudad...


*Del libro: "Callejòn sin salida" de Armando Arteaga publicado por Uniòn Libre Editores en 1986.

diciembre 21, 2005

POEMAS DE ARMANDO ARTEAGA


Foto: Herman Schwarz.


POEMAS DE ARMANDO ARTEAGA
Del libro: AVISTAR.


LA CIUDAD

Reconozco una ciudad infeliz lejos del bosque
donde pasé los días de mi desierta infancia.
Y aunque era triste, habité sus calles, algo bello.
Reconozco que no fui feliz, ni encontré
La verdad que me hiciera encontrarme. Y encontrarte.


MEMORIA DEL SOLO

Te pareces a un poema de Cesare Pavese.

Amé una tarde un poema de Cesare Pavese,
una calle que puede comprenderme,
una tosca mirada de naranja,
una jarra que inunda este desgano,
¿a quién besas ahora tan títere, impaciente?.

Fue un erizo en tu falda este nombrarte.


DE NUEVO EN LOS REINOS DE COATLICUE

Definitivamente este año el invierno será
más cruel y duro
Y aunque no tenemos dinero para comprarnos
una estufa Nizzollí,
metidos en esta frazada podremos mantenernos
tibios
como estos senos debajo de tu blusa.


MARTES ESCUCHANDO A TCHAIKOVKY

¿De qué color es el tiempo?.
¿Cómo se llama la muerte?.
¿A qué viene el intruso señor Tedio?.

Me pregunto
esta mañana sin discurso,
antes de entrar al baño
mientras me afeito
y me cepillo los dientes.

¿Qué noticias traerán hoy
-día de muertos-
los periódicos?.
¿Cuantos suicidas van a incrementar
la Antología de Poetas Suicidas ?.
A estas alturas.
Me olvido exactamente de mi nombre.

Un tranvía llamado deseo.
Un hombre llamado caballo.
La dama del perrito.
Redes para captar la nube.


Todos libros míos asumiendo el polvo
de mis preguntas. No tengo plumero.
Ya sin respuesta exacta
voy
en el dilema
de un desayuno rápido y sincero
para seguir la duda milimetrica
de escribir
-al rojo vivo-
en este tiempo:
piedras, silencios, perfumes, estancas primaveras
y palabras,
inmanentes/ inmarcesibles
con las que están llenas
los edificios
de este burgo, el pan, mis paltas.
Las silvestres mentiras de las fresas.
Poesía del poeta sin poemas.


SI LA BEAUTE N’ETAIT LA MORT...

Vivir es bello
Pero morir es mucho más bello.
Una muchacha duerme:
La belleza se durmió en el mar.
¿Que es el sueño
sino un engaño de la fantasía.
¿Qué es lo bello
sino amar?. Esa gran desdicha mía
de lo bello
de lo más bello
es la muchacha
que vivió del sueño
entre la melodía
de la vida
y aquella poesía
de la muerte.
La muchacha es el mar.

El Cordano, Agosto 1976.



TO WITNESS

Yes, the wind
to go for the window
he be can to destroy every
and finish
with the pedantry to write
listen the rain
to write
the letter more cursed
to the country more distant
to write
toc
toc
toc...
in the rain.


TESTIMONIO

Sí, el viento
entra por la ventana
lo puede destruir todo
y acabar
con esta pedantería de escribir
oír la lluvia
escribir
la carta más sagrada
al país más lejano
escribir
toc
toc
toc...
bajo la lluvia.


FILMAR LA HISTORIA


Rubia y Les
Sobre la paja de un trigal.
Duermen/ las dos amantes:
desnudas, cabellos dorados
vellos que amarillean al sol
la piel bronceada de la tarde
como la cerveza,
el pan de cada día, y este burgo
con Torre de Iglesia Barroca
donde/valió la pena/ duerme
el búho.
Casi una pintura
de mujeres gordas de Brueghel
o de Rubens o cuervos de Van Gogh:
sí te cortas una oreja/ ooohhhhhhh
sería mejor.
Toda repetición es una ofensa, valse.
Pelirroja es la vida en Amsterdam.
La vida breve. Y transparente.
Y una celebre sonata
Para la cerveza holandesa.
Quesos. Vinos tristes. Y otras cebadas.
Las veo alejándose sobre una barca.
Ebrias y violáceas
Y al fondo un trigal.
Ella, Rub, y ella, Les
Besándose, qué frescura, qué lisura.
Que hasta la belleza se vuelva pereza.
Bien por ser amantes.
Mal por mí, y por el tiempo agnóstico
Que tengo que filmar la historia.



MAYU PATA

wampu
wampuy
wanqoyru

ribera
de río
canoa
moscardón

challwa
challwa japiq
challwa japiq/ chalway


killa wañay
kullaq
chauky

pez
pescador
pescar peces/ pescar peces

eclipse
de luna
siento
engañar


ORGULLO TALLÁN

Mi abuela tiene su batan
donde muele maíz
& ají, que me gusta...

yo fumo tabaco
mientras miro la luna

& pelo cebollas
que doy a los perros...

Armando Arteaga, n. Piura, 1952.

Libros publicados: Poesía: “Callejón sin salida” (1986), “Un Amor En Que Aún” (2000), “Terra Ígnea” (2004). Narrativa: “Cuentos de Cortometraje” (2001). Estos poemas pertenecen a su libro inédito “Avistar” .

ARMANDO ARTEAGA: UNA ENTREVISTA DE ROSINA VALCÁRCEL


Plática con Armando Arteaga[1]
A PROPÓSITO DE TERRA ÍGNEA

Armando Artega Núñez (Piura 1952), estudió Arquitectura (UNI) y Ciencias de la Comunicación (PUCP). Acerca de Un amor en que aún (2000) Ismael Pinto sostuvo: “Arteaga es un poeta que mayormente tiene su obra poética dispersa en diversas revistas, muchas de ellas, como es usual entre nosotros, de vida breve o brevísima: Ave destino, La Sagrada Familia, Macho Cabrío, Kilka Blues, Hipocampo de Oro y otras, de restringida circulación. Quizá, por ello, ni siquiera es mencionado en la reciente antología de la Poesía Peruana Siglo XX, no obstante por su obra tener, mucho mayor derecho de más de uno de los que allí figuran”[2]. Cuentos de cortometraje (2001), son relatos sucintos que tratan de los sucesos cotidianos de la comunidad rural andina y de las enormes urbes, mundanas, individualistas y alienantes[3]. Estamos en el Dominó café de los Portales de la plaza San Martín, y lo abordamos, no sé si estamos frente al viajero empedernido o al crítico de cine, cuyas páginas nos dieron luz sobre filmes de Lucino Visconti, Francoise Trauffaut y Michelangelo Antonioni.

¿Es difícil sobrellevar la arquitectura y la poesía juntas, qué relación estableces entre ellas?
Sí, y no. Hay momentos en que mi ocupación profesional de arquitecto con la vida del poeta se encuentran, son instantes perfectos donde abrazo la belleza de las cosas. La arquitectura como arte e ingeniería son razones estupendas de la condición humana, están metidas en el tuétano de la historia y el devenir social. El hombre nunca podrá vivir sin la arquitectura y la poesía, son tan necesarias como el agua. Acuérdate que Alejo Carpentier aparte de escritor también era arquitecto, y Le Corbusier fue arquitecto y también fue pintor, con la misma intensidad vital. La poesía y la arquitectura en la cultura griega son casi la misma cosa: el instinto por la perfección, a pesar de que George Luckas ubicó a la arquitectura al lado de la jardinería, exageración húngara, por supuesto.
Hay otros momentos, por cierto, en que para mí la arquitectura y la poesía se separan, o mejor, la gente tiene el perjuicio de separarlas como oficios diferentes, el siglo XX fue la era de las especializaciones y la muerte renacentista del artista total, el surgimiento del minifundio cultural, y todo se puso mediocre.
Yo no vivo tan cómodo entre ellas dos, digamos que, es una especie de bigamia, algo muy personal.

-Callejón sin salida (1986) fue acogido por la crítica. Jorge Salazar advirtió tu contribución como “Lo ilusorio convertido en realidad infinita y plural”. ¿En ese poemario tocas temas urbanos. Notamos un puente entre el y Terra ígnea, en tanto la poesía urbana es la que destaca, ¿sí?
Puede ser, hoy en día la brecha entre campo y ciudad casi ya no existe, todo se ha urbanizado, se ha desruralizado el mundo, da pena encontrar ese desequilibrio, porque somos naturaleza pura, el hombre se está olvidando que somos hijos de la tierra, que apestamos a mugre del planeta, nos hemos apiñado en las ciudades, pero tengo confianza en que el hombre volverá a vivir en la naturaleza del campo cuando se dé cuenta de que allí la vida es superior y no existe el stress de las ciudades.
En ambos libros hablo un poco de esta neurosis urbana que predomina en la cultura actual. No hay una salida equilibrada a los problemas fundamentales de la sociedad contemporánea, y eso preocupa.

¿En algunos poemas de Terra ígnea se da superposición de espacios, es intencional?
Creo que sí, aunque eso hay que dejárselo a los críticos, no sé si es mucho pedir, aunque ellos andan perdidos en nebulosas y veleidades literarias. Por otro lado en el Perú hay pocos críticos. Hay que reconocer que en Terra ígnea hay muchos espacios culturales, claro que no sólo tengo la intención de superposición de espacios, también de los tiempos y las culturas, lo digo: ladrillo tras ladrillo, en el discurso del libro.

¿Tu poesía urbana es una suerte de proyección de tu visión arquitectónica de las cosas?
La poesía para que sea real tiene que tener cierto orden, una coherencia, hasta esa racionalidad tenía el metalenguaje de los surrealistas. Si hay un arte donde la racionalidad siempre está presente es la arquitectura, porque sino se te viene abajo el edificio. Aunque en la literatura, y en la poesía, es más libre la cosa, no puedes dejar de hacer cerebro, a eso le pones corazón, y la combinación funciona. Lo que más gusta en un poema excepcional es ese misterio oculto que tiene el lenguaje de un poeta, la manera diferente como dice las cosas, aunque el tema siga siendo tan trillado, o el mismo, desde los tiempos de Li Po, André Breton, o T.S. Eliot.

- ¿“Plaga de langostas” es un poema de crítica al capitalismo, o fue otra tu intención?

Ese poema, sin ser explícito sobre lo que voy a decir, expresa una dura crítica al capitalismo, sobre todo a la actitud mercantilista e injusta que refleja este modelo; no soy torpe, reconozco que ese sistema ha dado cierta comodidad a la humanidad. Con toda su barbarie, ha engendrado en los países del tercer mundo sus bolsones miserables y periféricos, ghettos inaceptables donde permanece el medioevo, que no sé si como época anterior fue mejor que la actual. Nunca he aceptado que el llamado progreso sea sinónimo de “avance de la humanidad”, la sociedad se está volviendo más idiota, más consumista, más devoradora y materialista, más angustiada por la “civilización”, sin darse cuenta que no hay tal avance, y cada día vivimos peor. Nos falta nuevamente encontrarnos con el hombre (de carne y hueso) y el planeta solitario llamado tierra. Creo que “Plaga de langostas” es también un reclamo ecologista por la vida, por la libertad, en contra de las fuerzas centrípetas que devastaron el continente americano con la conquista europea en contra de una cultura nativa y panteísta a la que teníamos derecho, pero no lloro sobre la leche derramada, al contrario, planteo la utopía del cambio de actitud frente a la naturaleza, en eso andamos.

-¿Por qué “Sopa de letras” es un poema postmoderno, porque usas la técnica experimental, por el contenido histórico, por la ironía...?
El hombre es la criatura más tonta y además inteligente, se ha creído que puede jugar con las utopías y los experimentos sociales que él mismo ha creado: la histeria, la guerra, la bicicleta, el arte textil, el atún en latas, y la postmodernidad con la respectiva muerte de la historia, eso a mí me causa mucha gracia, va dejando un enorme basural en la cultura actual cuando trata de hacernos olvidar y volvernos con amnesia total. No, pues, yo tengo buena memoria, no sigo a la moda, me importan un bledo los predestinados a mirar el futuro, arriesgo mi propio pellejo, apuesto toda mi lucidez en contra de los que manipulan la cultura actual porque manejan los medios de comunicación, no hay tal postmodernidad, ya no estamos en la “fisterra” del medioevo, estamos mejor informados aunque casi siempre incomunicados, claro está. Soy un poeta de una provincia del imperio, escribo lo que me da la gana, soy irónico ante la perspectiva de los agoreros de este tiempo.

- ¿El poema “De una muchacha (a la manera de Kenneth Koch)” lo ubicamos al estilo beat o hippie, será porque lo escribiste a mediados de los ‘70?Miren, yo soy un atento lector de la poesía norteamericana del siglo pasado, no de la de ahora después del 2000 que no tiene mucha importancia, entonces comprenderán que parte de mis influencias literarias son del 70. Conocí a Kenneth Koch en un encuentro inesperado, de pura suerte, hablamos casi sin entendernos mucho, era un gringo bien bacán, medio gordito, con una enorme barba y anteojos ray ban, conversamos unos veinte minutos, le dije que había traducido y realizado una versión de su poema “Estabas vestida”, que había desnudada a esa muchacha, le gustó, sonrió: bien, bien, me respondió, publícalo. He leído varias cosas de él, pero lo que siempre me gustó fue la enorme sinceridad yankie para decir las cosas. Claro, yo admiro a la beat generation y a otros poetas de ese momento: Robert Duncan, Lawrence M. Ferlinghetti (citado en Terra), Robert Creeley, James Wrihgt, y tantos otros. Mis amigos saben que conservo varias legendarias antologías de la poesía estadounidense (en inglés) como las editadas por Mark Strand, la de Paul Carroll, y la estupenda (en español) de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho, firmada por Cardenal.

-Nuestro caro amigo Róger Santiváñez en el Proemio a Terra ígnea sostiene que eres un poeta marginal, hay quienes no comparten esta afirmación, ¿cómo la entiendes tú?

Para nada. La palabra marginal es un tanto segregadora. La teoría de la marginalidad de Aníbal Quijano, como la teoría de la informalidad de Hernando de Soto, vienen de la sociología y la economía, aplicadas a la literatura, son actitudes tan caducas como las de sus patrocinadores: José Miguel Oviedo habla también de este fenómeno en la poesía del 70, estuvieron en boga en algún momento y pasaron de moda. Nunca tuve una actitud marginal ante nada. Soy amigo de casi todos los poetas y movimientos poéticos del 70, he participado con ellos en las pendejadas y en las tristezas. He publicado en casi todas las revistas del 70 y en algunos suplementos literarios de los diarios, he participado en recitales como cualquier otro. Supongo que Róger habla de otro sentido del out-siders, se equivoca cuando dice “pequeñas revistas como Maestra Vida” pues tenía más tiraje por ejemplo que La Sagrada Familia, esa es la verdad de la milanesa, allí publicó, por ejemplo, el chileno Raúl Zurita.

-La mayoría de los poetas del 70 nos conocimos entres tertulias y bohemia en el Wony y el Palermo. Hay referencias culturales en Terra ígnea ¿qué recuerdos evocas, libros, música?

La amistad con los poetas es una de las cosas más preciadas. He escrito artículos sobre el Wony y el Palermo, fue algo bueno pasar por allí. Pero, también he andando por otros sitios, el Juanito, el Cordano, el Munich, el Machu Picchu de San Fancisco, el Queirolo. Pero también, El Ayllu en el Cusco, El Romano y El Rosado en Trujillo, El Chalán en Piura. No me he sentido extranjero en estos lugares. Pero tampoco tengo el sentido de posesión de los instantes. Pasé por allí como en todas las cosas de mi vida, de largo, eso sí recuerdo, hice entrañables amigos, entre ellos los poetas, y escritores de toda laya.

-Terra ígnea sabe a tierra caliente, a sol, a fuego, y reúne a tus amores. ¿Qué es el amor? ¿Qué es la amistad, finalmente?
Es un final con varias preguntas. Terra es un libro volcánico, telúrico, geológico, topográfico y tal vez arqueológico, allí se dan todos estos tiempos y espacios. Hay algo de la nostalgia de los ‘70, me parece un mérito. Es un encuentro con el desierto, el mar y el sol piurano. La vida de un poeta es la vida de todos, por lo tanto hay algo de mis grandes amores y desamores. Del libro me gusta esta definición sobre el amor: El olvido es un amor sincero, en el poema Geometría. La amistad es algo muy hermoso, ya lo dijo Hipolyte Taine: “Nada existe más que por la acción del individuo; y es a éste a quien debemos conocer”. No hay hecho más personal que la amistad. Frecuento desde siempre a muchos amigos, libros, ciudades, y poemas, con la música me pasa algo inédito: me molesta el ruido de las cosas, espero volver a reencontrarme con ella.

- RV: Hace muchos años sentados en Las Mesitas de Barranco me contaste que estabas trabajando con Luis La Hoz una antología sobre poetas suicidas. En noviembre de 1989 Max Silva me sorprendió con un obsequio Vendrá la muerte y tendrá tus ojos[4], valioso libro de la autoría de Luis La Hoz. Aunque Lucho te menciona en la introducción no comprendo qué sucedió, ¿por qué no apareces también como autor?
No lo sé, fue un lapsus fallido, la edición apareció sin mi nombre, porsu puesto que recibí de Luis las explicaciones del caso, la verdad es que ambos hicimos esa antología y somos los padres de la criatura, el resto es otra historia, pero Vendrá la muerte y tendrá tus ojos fue una gran antología, admirada y leída.

---
[1] Al finalizar la compilación presente llegó a nuestras manos Terra ignea (Lluvia, 2004, octubre) de Armando Arteaga, su alta calidad motivó esta entrevista, en colaboración con Patricia del Valle.[2] Expreso, 4/3/2000 p.4[3] Antologías donde aparecen sus poemas: Alberto Alarcón: Los otros. Panorama de los poetas piuranos desde 1960. Ubillus, 1986. Enrique Álamo y Walter Navarro. Estudio de la poética regional, Piura, Grama florida, 1990. Sigfredo Burneo: Antología comentada de la expresión literaria contemporánea en la región Grau, Ubillus, Piura, 1992; Jorge Ita Gómez: Breve antología de poetas piuranos, Los Tallanes, 1993. Julio Aponte: Karminka, antología de la poesía piurana. Lima, Juan Gutemberg, 2000. Félix Huamán Cabrera: Como viajero le editan el artículo “Obrajillo: posada de arrieros. Canta y sus encantos, setiembre, San Marcos, 2004.
[4] Los lunes, Concytec, 1989.

Foto: Luis Albites. En la foto: Armando Arteaga.

ANTOLOGIA POETICA HISPANOAMERICANA

ANTOLOGIA
POETICA
HISPANOAMERICANA (*)

PROLOGO

Si el acto de definir es en sí un hecho más filosófico que semántico, si ya Aristóteles esta­bleció que la definición es la fórmula que ex­presa la esencia de una cosa, la dificultad que ello entraña se vuelve más complicada tratán­dose de la poesía. Acaso por esto, el poeta argentino Cambours Ocampo resolvió el pro­blema, afirmando que un poema es un poema como una manzana es una manzana.
Y es que, en efecto, si un diccionario ele­mental nos dice que poesía es "el arte de hacer versos", esta definición nos deja a fojas una, pues ni todo conjunto de líneas con métrica y con rima forman un poema, ni dejan de ser poesía los poemas en prosa que no utilizan un solo verso.
Si para Aristóteles la poesía consistía en la imitación de la naturaleza, para Platón, esen­cialmente en el entusiasmo, para el Marqués de SantiIlana, en "el fingimiento de cosas úti­les, cubiertas o veladas con muy Fermosa co­bertura", acaso la más cabal de las definicio­nes clásicas sea la de Duque de Rivas cuando dijo que poesía es "pensar alto, sentir hondo y hablar claro".
Tratando de establecer un cuadro gene­ral que convenga a la poesía en su conjunto — sea lírica, épica o dramática— podríamos ex­plicarla como la manifestación de la belleza a través de la palabra, enmarcada en un ritmo adecuado y dotada de profundidad o exaltación particulares. Sin que con ello creamos, ni mu­cho menos, haber dicho la última palabra: tan sólo establecer un punto de referencia.
Dentro de nuestro propósito de ofrecer a los jóvenes estudiantes un material de lectura que los ayude al conocimiento de la poesía hispanoamericana, les presentamos esta pe­queña muestra, que abarca diversos géneros, estilos y países, sin más aspiración que la de despertarles el amor por una de las más nobles realizaciones de la inteligencia humana.
Estamos seguros de que una lectura aten­ta de las páginas que siguen, los incitará a familiarizarse con la alta, la esclarecedora, la embriagante poesía.
Amistad tan necesaria hoy como ayer, pues el prodigioso avance científico y técnico de nuestro tiempo, no desmiente las palabras de Gustavo Adolfo Bécquer:
Mientras haya amor en el mundo
habrá poesía!


ELFER UGARTE VARGAS
10/08/76.



(*) La “Antología Poética Hispanoamericana” Impresa en los Talleres Gráfico de la Editorial y Librería Salesiana, selección dirigida por Elfer Ugarte Vargas reúne trabajos de los siguiente poetas por paises:
México: Amado Nervo, Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel Ramos, Manuel Acuña; Cuba: José Marti, Nicolás Guillén, Ovideo Rincón: España: Rafael de León, Manuel Benitez Carrasco; Argentina: Luis Cané, Evaristo Carriego, Raúl Gonzalez Tuñon, Alfonsina Storni; Chile: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra; Bolivia: González Vázquez, Alberto Guerra Gutiérrez, Eddie Quintana, Humberto Quino, Fernando Villena Villegas, José Camarlinghi. Alcira Cardona Torrico, Ricado Lazo Reyeros, Jorge Calvimontes, Yolanda Bedregal, Pedro S. Chimose, Jorge Salazar Valle, Mónica Vera, Alberto Rojas; Ecuador: Fernando Cazón Vera, Violeta Luna, Jorge Carrera Andrade, César Davila Andrade, Medardo Angel Silva, José María Egas, Arturo Borja, Ernesto Noboa Caamaño, Rafael Díaz Icaza, Francisco Tobar García, Jorge Enrique Adoum, Perú: Abelardo Sánchez León, Roger Santiváñez Vivanco, Cronwell Jara, Luis Alberto Castillo, Enriqueta Beleván, Armando Arteaga, Walter Márquez, Javier Guedes, Alfredo Amado del Pozo, Estrella de Guedes, José Santos Chocano, Javier Heraud, Washington Delgado, César Vallejo, Alejandro Romualdo, Manuel González Prada, Sebastián Salazar Bondy, Elfer Ugarte Vargas, Xavier Abril, Augusto Elmore, Carlos Augusto Salaverry, José María Eguren, Humberto Vilchez Vera, Víctor Vidalón, Venezuela: Rufino blanco Fombona, Julio Calcaño, Andrés Mata, Carlos Borges, Andrés Eloy Blanco, Hector Cuenca; Colombia: Jorge Isaacs, Ismael E. Anciniegas, Carlos Castro Saavedra, Uruguay: María Eugenia Vaz Ferreira, Dolly Luz Alvarado, Nicaragua: Rubén Darío.

diciembre 10, 2005

AGATA, OJOS DE GATO (Cuento) / ARMANDO ARTEAGA

Ollantaytambo.


AGATA, OJOS DE GATO
Por Armando Arteaga (*)





Estoy en un hotel de Ollantaytambo. No conozco Ollantaytambo todavía, afuera llueve. Asocio Ollantaytambo a la caída del Imperio de los In­cas. Me siento como el penúltimo Inca en este hermoso escenario. Una ciudad hecha de piedras es lo que me fal­taba. Pero estoy atrapado en un sueño que transcurre en mi propia realidad de viajero. Estoy en mi pieza del ho­tel con una mujer que apenas recién he conocido. La habitación es amplia y es antigua. El piso es de madera y cruje. No es viejo este hotel, no es una antigualla ni una ruina, se puede pasar bien aquí; al menos, eso es lo que me parece. La muchacha que da vueltas por entre los dibujos del empapelado del hotel es brasilera, la acabo de encontrar en la calle, mientras venía al hotel. Sólo sé que se lla­ma Agata y que tiene ojos de gato. Estoy perdido en este sueño. El empapelado es de mal gusto, son mil recortes de revistas que a uno lo llevan de Varsovia a Filadelfia, del invierno al verano, del te­nis al aburrimiento de una tasca española, de Anouk Aimée en “Un Hombre y una Mujer” de Claude Lelouch a Mónica Vitti en “El Desierto Rojo” de Michelangelo Antonioni, de Matucana al Salto del Fraile. Son escenarios amarillentos atrapados por la magia de Gutenberg; estas imágenes no están abandonadas ni sucias, tienen algo del amor y del odio de esta época tan conflictiva. Hay en el amplio corredor un Humareda, lo he visto al pasar de reojo, y aquí en el fondo de la pa­red un Sérvulo; son “iluminations”, imitaciones fotográficas. La habitación es grande, ya les dije, hay una amplia cama matrimonial, de ucumano, pesada y conventual, y al costado un espejo colonial. Hasta nuestros ojos no llega ningún amor. Por el ventanal que da a la calle empieza a caer grani­zo, un pájaro canta. La calle está totalmente vacía. Por primera vez me acerco a la muchacha. Está de espaldas. En el cenicero sobre la mesa de noche ha apagado la colilla de su cigarro. Voltea y me abraza. Los dos estamos solos, nos tiramos a la cama. -¿Eres casado?- me pregunta. Le miento que no. Una tortuga estática es el mundo. Un batracio que huye sobre el césped. Un bello áspid. Un dromedario. Garras, dientes, uñas. Bajo la triste piel del universo, la amo, nos amamos. No sabe ni siquiera mi nombre porque nunca me lo ha pre­guntado. Plantas ariscas que se enredan al polvo de este siglo. En un bosque de rocas. Observo mi realidad. No sueño realmente desde hace mucho tiempo, no sé si lo que vivo es realmente lo que me gusta. Adiós, mu­chacha, nunca más nos volveremos a mirar en los ojos en aquella estacíón del tren en Cusco. Una ciudad de piedras, eso es lo que me faltaba.

(*) Escritor peruano (n. 1952), de su libro "Cuentos de cortometraje" (2002).

Imagen: Armand. Foto: Armando Arteaga.

diciembre 09, 2005

CALLEJON SIN SALIDA/ ARMANDO ARTEAGA

LIBROS

CALLEJÓN SIN SALIDA, UNA ODA AL HASTÍO
Juan Carlos Lázaro

 En este frío invierno de 1986 ha visto la luz Callejón sin salida(*)el primer libro de poemas de Armando Arteaga que, con un criterio antológico más que temático o de otra índole, recoge un puñado de textos escritos desde 1969 a la fecha.
Arteaga, por su irrupción en el cuadro de la poesía peruana, pertenece a la llamada Generación de los Setenta, etapa caracterizada por la iconoclastia y radicalismo de sus integrantes, la mayoría de ellos identificados con el movimiento de la contracultura hippie y psicodélica, y los postulados de las revoluciones marxistas del siglo XX. A su vocación de poeta Arteaga añade su formación de arquitecto, de urbanista, de estudioso del habitat en la ciudad, de donde resulta sintomático el título de su libro, de por sí pesimista y concluyente.
En el pórtico del libro, mediante epígrafes, Arteaga se hace presentar por tres poetas de diferente raíz, nacionalidad y nivel: “En el sencillo lenguaje de la vida”, dice Luis Rogelio Nogueras (cubano); por el ala del tiempo,/estos cuerpos que todavía se ofrecen,/con una pompa melancólica”, expresa Francisco Umbral(español); en tanto que Eliot (norteamericano) concluye: “en este desolado valle, /esta rota quijada de nuestros reinos perdidos”. Así, valiéndose de otros autores, el autor de Callejón sin salida ha sintetizado su arte poética.
Efectivamente. En los poemas de esta primera colección de Arteaga llaman la atención sus juegos y experimentos con el lenguaje y, por otro lado, la reflexión melancólica sobre situaciones marcadas por la experiencia amorosa y los “reinos perdidos”. Ambos componentes tienen como espacio físico la ciudad, la urbe, la Babilonia maldita de un siglo terrible y devastador.
Los 14 poemas que integran Callejón sin salida son un collage verbal, equivalente a los gráficos que ilustran la carátula y algunas páginas interiores del libro, los cuales también son obra del mismo autor. El concepto de collage es clave para aproximarse a la poesía de Armando Arteaga, cuyos textos se hilvanan con tropos inconexos, títulos de libros o películas, slogans publicitarios y frases tomadas de la jerga setentera latinoamericana. El método resulta efectivo para configuar una situación diversa, múltiple, caleidoscópica y aún caótica.
En el texto que da título al libro, Arteaga pregunta: “¿Es éste un poema de un latinoamericano?”. Y a continuación él mismo se responde: “es un monólogo desde las tinieblas, un rebuscarme, un mirarme de lejos, un bajar escaleras, un conflicto”.
Sin embargo, el callejón sin salida al que se refiere el título del libro es el hastío, el tedio de la vida moderna, las mañanas grises que dejaron los “reinos perdidos”. El poema “Invierno y estudiantes” empieza con un verso contundente: “Esto se terminó, debo marcharme”. Y luego dice: “Las mañanas han sido boulevares perdidos, hembras que ame/ y me amaron. Parques en donde estuvo el amor incendiando banderas, /tarde a tarde, /noche a noche, /cuervo a cuervo...”
Perdido todo —la utopía, la revolución, la primera muchacha —solo queda un vacío absurdo, oxidado, intonso, “como latas de Nescafé”:

Ir a comprar
a un supermarket
los girasoles de Van Gogh
llevárselos a regalar a una muchacha
Leer en un neón Todo va mejor con Coca Cola
Ir a buscar
los crepúsculos al mar, el amor en la calle
Tropezarse en el bus con Tristan Tzara
No saber nada de la vida, estar harto
Gustar de canciones que no entiendo de Leonard Cohen
Jugar un poco con la idea del suicidio
Ir al zoo todos los días
contemplar las cebras, los elefantes, los tigres
Regar el jardín. Morir de tarde. Heridos.

Aún el recuerdo o el reencuentro evocativo con los amores pretéritos son parte de este hastío sofocante:

Ustedes han languidecido de amor
por este irresponsable humano.
Yo me pregunto:
¿Para qué sirve
este encuentro desesperado e inútil?
¿Para que
este viaje sin nombre
hacía lo inanimado?
Muévanse de allí amigas mías
Volvamos a la esquina del justo tiempo humano...

Las situaciones extremas, empero, no desembocan en propuestas de suicidio, sino en un recurso cínico o en una mueca irónica que también sirve para experimentar con la palabra:

NADA
es nada
porque de nada
sirve
que nada
sea nada
en esta nada
en donde nada
vale nada
pues siempre será nada.
Nada, nada, nada, nada.
Nada muchacho y no te ahogues
que la piscina es pequeña
Y el “nadaísmo” ya no existe.

Este humor cínico e irónico, que tiene mucho de tabla de salvación, es otra constante muy bien elaborada en los poemas de Callejón sin salida:

Aquí no pasó nada. Aquí van a pasar muchas cosas, quedemos
un rato más, cuervo, no se me deprima
en esta ciudad
usted se acuesta menchevique y al día
siguiente se levanta bolchevique.

Pese a su brevedad, Callejón sin salida nos muestra a un poeta en plena madurez, dueño de sus recursos, imaginativo y original que ha sabido plasmar “en el sencillo lenguaje de la vida!!, una “pompa melancólica” de sus “reinos perdidos”. Estas sombras de su pasado, el poeta las ha resuelto en el infinito de la poesía:

La cama que convoca la hembra, es una sombra
El aroma perdido de la hembra, es otra sombra
y la hembra tiene frío:
la cubre un halago de pájaros
donde empieza este viaje inalcanzable.

(*) Callejón sin salida. Armando Arteaga. Unión Libre Editores. Lima, 1986.
---

CALLEJON SIN SALIDA (*)

JORGE SALAZAR (1)
I
“Visión de una kermesse. Nadie tiene un país como este...’. Los hay que en esta dura y hasta dolorosa hora peruana se dedican a escribir sobre los balazos y la sangre que, día a día, nos amamanta; también se escri­be sobre el oleaje de las playas del Norte o sobre las dificultades de andar por la vida y por el jír6n de la Unión en bicicleta, pero también los hay los que sacan pecho, como ya lo hizo Eugenio Buona con “Tu Poblada Herida”, y sin enmarañamientos hablan del callejón sin salida del amor...

II

Le ha tocado esta vez a Armando Arteaga. Para más señas: piurano, arquitecto, bohemio, literato y critico de cine; eso, al menos, cuenta su currículo: 35 años. Pero eso no basta pa­ra expresar el significado de su último libro “Callejón sin sa­lida”. Arteaga, salido ya del “Palermo”, del “Wony” y de otras históricas cavernas de la bohemia limeña, se ha encontrado con que buena parte del discurso político en verdad sirve para encubrir el fin de la civilización, por lo menos en el caso perua­no... Y así, sólo ante tantos enigmas (la muerte: ¿será de mármol o de piedra?) coloca ahora mismo sus acentos sobre la vieja pasión de la infancia y de mañana, mía y suya, de ayer y hoy: el amor...

III

El desplazamiento del cronista cinematográfico de Expreso no es puramente formal: una voluntad de verdad y purificación que lo hermana con Buona) encuentra los pasos perdidos al lado de la otra calle y en la punta del mundo, Galicia, y los trae hasta acá “Estuve aquí con ella, era rubia y delgada. /La lluvia vuel­ve ahora en su ballet,/me da lo mismo/ ..Estuve aquí con ella, no recuerdo si era rubia o negra/.

IV

Nadie duda que el amor empieza al otro lado, cuando ya no está... Pero Armando Arteaga, piurano de izquierda, se ha ido olvidando poco a poco de las desdeñosas divinidades del catecismo, para ir recomponiendo armoniosamente viejos trajines:
mirar ahora mismo esa casa y recordar la canción expresa­da entre esas rejas, el perfume de ella al lado de la puerta, el íntimo patio, el último beso. Lo ilusorio convertido en realidad infinita y plural.

(*)Publicado en la columna Fantasmagoría de Jorge Salazar, en el diario Expreso, 09—03—1987.

(1)Jorge Salazar, destacado periodista, ganó el Premio Casa de las Américas por su novela “Opera de Fantasmas”.

---


CALLEJON CON SALIDA (*)

AMORE BLAINE

Armando Arteaga, poeta de la generación del 70 según él mismo se autodefine, acaba de satisfacer la curiosidad que durante tantos años supo despertar en las calles de Lima, donde es harto conocido por sus andanzas bohemias y su acti­vismo literario a través de recitales y revistas. Algunas de éstas llegaron a tener cierta resonancia en su momento
(Penélope, por ejemplo, entre los años 78 y 81) y varios poemas suyos hacían esperar que su primer libro fuera algo notable dentro de la poesía joven (aunque ya no tan joven, teniendo en cuenta que Arteaga nació en el 52. Hoy vemos tras varios anuncios de un primer poemario,
—entre los que resaltaba el título provisional de “Mención Honrosa”— que estas expectati­vas han sido parcialmente cubiertas con ”Callejón Sin Salida” (Lima, Ediciones del Llanero Solitario, 1986), libro que reúne poemas escritos entre 1969 y 1986.

Son catorce textos de distinta extensión y calibre. En cada uno de ellos se nota el estado de evoluci6n que el lenguaje del poeta ha tenido en los siete años de escritura que comprende es­te libro, y no resultaría muy difícil agrupar los poemas por edades, según la mayor o menor densidad del estilo, o según la mayor o menor originalidad en la voz que lo sustenta.
Decimos esto porque es obvio en varios textos el uso de la retórica del poema sustentado principalmente en imágenes, mu­chas de ellas frescas y algunas inesperadas, pero en ultima ins­tancia transitan por el camino que la poesía peruana transitó mu­cho durante cierta época y ciertos poetas. Decir “el follaje de tu cuerpo” o “tus senos que toco/ como quietos duraznos” a estas alturas del 80 puede resultar todo lo delicado y dulce que se quiera, pero es un esfuerzo de lirismo cuya contundencia se agota en el recuerdo de una concepción de la poesía que ha dado ma­yores y mejores frutos algunas décadas atrás.
Desgraciadamente, esta suerte de poética invade por lo menos cuatro poemas del conjunto (“Desnudando una sombra de perfil”, “Tu fuego más sagrado”, “Geologia” y “Nada”), mientras que otro de los poemas (“Poema de amor”) se excede al forzar las imagenes a límites que no llegan ni al surrealismo ni a la espontaneidad (“bien sabes que su amor es más hermoso/ a todo aquello que pueda estar por allí/ flotando o transparente/ como un faisán atrapado en una red”). Sin embargo, es mejor no detenerse demasia­do en estos poemas menores, que quizá solitariamente pudie­ran resultar agradables, pero que dentro de un libro, sobre todo si este tiene como columna vertebral otro lote de poemas verdaderamente audaces, desenfadados y jóvenes, en el mejor sentido de la palabra, dentro de un libro como este, decíamos, quitan redondez al conjunto.
No en vano han pasado dieciséis años desde la irrupción de la poesía del 70, ni en vano ha corrido mucha agua bajo el puen­te del exteriorismo, pues los poemas “Te cuento un cuento de amor”, “Viento”, Invierno y estudiantes”, “Como latas de Nescafé”, “1984” y ‘Callejón sin salida”, muestran claramente una decantación y un cuidado que no han hecho perder la fuerza a los poemas, en los que es posible notar un manejo hábil de lo mejor que puede recogerse de la teoría del “poema integral” (co­mo si la poesía, la gran poesía, no fuera integral de por sí) y de una visión desencantada y lucida de la realidad cotidiana, en la que el amor constituye el eje central y en la que el pro­yecto personal (político, poético, profesional y anexos) pare­ciera haber llegado a un “cul de sac”, un culo de saco o callejón sin salida, desde el que el autor lanza esta señal de identi­dad y esta propuesta válida por la sola presencia de los poemas mencionados.
Libro importante este de Arteaga, más que por una innovación en el panorama de la poesía peruana, por la madurez con que este ex inédito ha sintetizado lenguajes que deberá desarrollar en sus pr6ximas entregas. Valió la pena esperar todo este tiempo.

(*)Publicado en la revista Asalto al Cielo, 15—06—1986 edita­da por los poetas José Antonio Mazotti y Róger Santiváñez.

http://poetrypoem.com/cgi-bin/index.pl?sitename=armandoarteaga&item=home

NUEVA POESIA HISPANOAMERICANA

LIBROS
NUEVA POESIA HISPANOAMERICANA *



Más allá de la posmodernidad:
Introducción crítica a la Nueva Poesía Hispanoamericana

La presente introducción crítica pretende esbozar algunos lineamientos generales por dónde se está debatiendo los derroteros de la poesía actual escrita en nuestro idioma.
Esta mirada poética está basada en la experiencia que tiene el compilador como creador poético y analista participante de esta nueva generación de liróforos que está creando las nuevas poéticas en lengua castellana.
Toda labor crítica literaria es solo un acto de aproximamiento hacia una "singularidad" física como es el arte poética. Las diferentes entradas teóricas a la comprensión de la poesía, se pueden reducir a dos formas de analizar el poema, que son las herramientas críticas textuales, reducidas a pesar de sus vericuetos eclepticismos a una visión centralizada y obsesiva con el poema, al cual ellos llaman asépticamente "texto" y la segunda -más flexible- es una mirada contextual que pretende ser un ingreso a una interpretación del contexto en el cual se desarrolla la obra de un autor. Nuestra mirada pretende ser una mirada desde la poesía y hacia la poesía. Si se quiere será una mirada hermenéutica, pero vista desde los ojos de un creador.
La poesía es según mi discutible opinión, la más perfecta y pura de todas las artes y su forma de expresión el verso, la expresión más cercana de recreación que tienen los hombres para acercarse sin máscaras a su mundo interior. La poesía en suma, es una forma pura de conocimiento, la forma estética donde se expresa mejor la filosofía. La poesía en sí es sabiduría, los griegos por algo definían como "Logos" al conocimiento, como un sistema de pensamiento racional, en pocas palabras como un discurso mimético y rígido, más utilizaban la acepción "poiesis" cuando querían expresar sabiduría como conocimiento creador.
Todo acto de crítica literaria que deje la demagogia formal es en suma un acto de gusto y todo acto de conocimiento básicamente es un acto de «fe». La opinión es un acto de «fe» y en este acto de «fe» por tratar de comprender la poesía, sus misterios, orígenes y devenires, partiré con mi segundo acto de «fe» literario que es el afirmar que la poesía escrita en lengua castellana por originalidad y brillantez, es la más importante originalidad y brillantez del mundo. Mas, desarrollar esta afirmación podría ser motivo de un libro aparte y no es mi deseo apartarme de la temática central de esta introducción crítica.
Como dije anteriormente, la poesía hecha en lengua castellana es la tradición poética más importante del mundo. Desde el Mío Cid, Jorge Manrique, pasando por los grandes maestros líricos del siglo de oro español como Góngora y Quevedo, Juan Ramón Jiménez y la generación del 27 con Lorca, Cernuda, Salinas y Miguel Hernández, la poesía escrita en la lengua de Cervantes ha gozado y goza de una rebosante salud. Es importante señalar que la poesía escrita castellana durante la época de la colonia española en Latinoamérica, tuvo dos destacados representantes al nivel de los más celebrados poetas del siglo de oro en España, como son la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y el poeta peruano Juan de Espinosa Medrano alias "El Lunarejo". Esta tradición poética en Latinoamérica fue continuada por los poetas modernistas Rubén Darío y José Santos Chocano, entre otros, quienes luego dieron paso a grandes maestros como Vallejo, Neruda, Huidobro y Octavio Paz.
Es casi desconocido el devenir poético de la poesía escrita en nuestro idioma luego de los poetas posmodernistas latinoamericanos y la generación del 27 en España. Sabemos de la existencia de poetas importantes en Latinoamérica como Eunice Odio, Carlos Martínez Rivas, Lezama Lima, Jorge Eduardo Eielson, Nicanor Parra, Alejandra Pizarnik. Más valgan verdades son pocos los poetas que han podido romper el pequeño circuito académico literario para poder acceder a un público más amplio como sí lo han logrado Jaime Sabines y Mario Benedetti, aunque debo acotar que estos autores son de una obra menos importante que los anteriores nombrados. De España podemos señalar la poesía hecha por los autores de la denominada generación poética de los 50s, entre los cuales destacan los poetas Francisco Brines, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Ángel González, y Claudio Rodríguez.
Empero, es significativo encontrar un gran desconocimiento por parte de los lectores, de la poesía escrita por nuevos valores poéticos en nuestro idioma; esto, entre otras razones, se debe a la falta de comunicación y diálogo entre poetas que hablamos la misma lengua y a la nula integración editorial por parte de la mayoría de países de América Latina y España. Esta antología, este aproximamiento poético, nace con el fin de dar a conocer a los lectores los nuevos adalides de la poesía escrita en castellano. Empezaremos primero con una semblanza estética en el cual se desenvuelven la Nueva Poesía Hispanoamerica y su posterior devenir en España y Latinoamérica, a través de un literario viaje imaginario.
En la actualidad la mayoría de estos poetas escriben dentro de un contexto social en cual se ha anunciado el agotamiento de los grandes discursos de la modernidad, y por ende, también, del fenecimiento de las grandes propuestas estéticas de la modernidad que desde los años aurórales del romanticismo, acabarían en su variante más radical y extrema que vienen a ser las vanguardias literarias europeas de la primera mitad del siglo XX. El afán de novedad y la búsqueda de originalidad en forma compulsiva, agotaron estas propuestas literarias de la era moderna para dar paso a un escenario postvanguardista en el cual predominaban los discursos eclécticos y a-críticos de la postmodernidad. Este quiebre de paradigmas poéticos y literarios derivó en la búsqueda de nuevas propuestas líricas que hallaron su renovación en una poética del pastiche y en una poetización superficial y vana. Todo ello se enmarca dentro de la dictadura del mercado editorial y sus criterios de lo que es correcto comercialmente para editar. Hay que agregar que en esta época el papel gravitante de la poesía y de los poetas en la esfera pública decayó notoriamente. Todo ello ha posibilitado la creación de una gaseosa postvanguardia experimental que cae en una nihilista pirotecnia verbal, pero que carece del sentido básico y fundamental que tenían las vanguardias poéticas de la modernidad, que es, el sentido crítico. Con crítico no me refiero a una crítica -valga la reiteración- discursiva social, sino a una visión personal, distinta y autónoma del creador, en este caso del poeta frente a las leyes, ideologías y reglas del mercado editorial mercantil.
Esta visión autónoma del arte y la libertad de expresión poética, si bien es cierto, se teoriza y cimienta en la modernidad, tiene sus precursores en muchos poetas y artistas que a través de la historia se han enfrentado al canon de las formas literarias y las estructuras sociales de su época. La tradición libertaria en contra de los discursos de poder siempre ha existido en la poesía. Esto viene desde Li Po quien se enfrento al emperador chino Xuan Zhong, pasando por Villon que desafió a los señores feudales de su época o el caso emblemático de la poeta rusa Tsvetáeva quien realizó una crítica lúcida al régimen autoritario comunista soviético, o más recientemente la actitud contestataria de los poetas Bukowski y Ginsberg contra el discurso de la utopía virtual de la sociedad del consumo y del espectáculo del imperio estadounidense.
Muchos de los poetas compilados en esta antología poseen un amplio reconocimiento literario en sus respectivos países de origen y varios han logrado abrirse paso a través de las fronteras, otros son solo solitarios guerreros de la palabra. Todas estas voces expresan cabalmente el nuevo mosaico en el cual se desenvuelven los derroteros de la poesía escrita en nuestro idioma para el siglo XXI. Ésta es, la muestra más importante de la nueva poesía que se está escribiendo en nuestra lengua después de los grandes poetas postmodernistas en América Latina y en España, luego de la generación del 50.
En resumen, ésta es la primera antología de la Nueva Poesía Hispanoamericana que
va más allá de la postmodernidad, la cual presenta ante el público hispano hablante, a los nuevos poetas de nuestro firmamento literario, ellos y su poesía serán los responsables ante
el tiempo de la vigencia de nuestra valiosa tradición literaria.


Lima, 10 de noviembre de 2005

LeoZelada

* Incluye poetas de Argentina: Silvia Alda Catalán,Ernesto Kahan, Manuel Lozano, Diego Muzzio, Graciela Zolezzi; Bolivia: Aníbal Crespo Ross, Gary Daher Cañedo, Costa Rica: Alfonso Chase; Cuba: María Eugenia Caseiro,Germán Nogueira Gómez, Chile: Eduardo Llanos Melussa, Sergio Mouat, Gigia Talarico, El Salvador: David Escobar Galindo, Otoniel Guevara, Txanba Payés, Yanira Soundy, España: Isabel Alamar, Felipe Benitez Reyes, Mar Calvo Suances, Teresa Domígo Cátala,Agustín García Espina Martínez,Juan Carlos Gómez Rodríguez, Iván Humanes Bespin, José Mañoso Flores, Kepa Murua, Fernando R. Ortega, Victoria Pereira,Antonio Pérez Morte, José Repiso Moyano, Jaime B. Rosa, Cristina Ruberte París, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena, Hilda Marina Intenano Cueva de Payes, Mexico: Julio César Aguilar, Jeannette L. Clanond, Humberto Garza, David Huerta, José Martin Hurtado Galves, Perú: Armando Arteaga, Antonio Cisneros, Willy Gómez Migliaro, Carlos Oliva Valenzuela, Juan Vega Moreno, Enrique Verástegui, José Watanabe, Leo Zelada, Puerto Rico: Celia Altschuler, Edgar E. Ramírez Mella.

ANTOLOGIA YACANA/ 51 POETAS


LIBROS

YACANA/ 51 POETAS *


INTROITO

Para nadie es un secreto que la tradición moderna de nuestra poesía -cuyos apus
tutelares son José María Eguren y César Vallejo- es una de las vigorosas del continente.
Esto queda claro cuando nos aproximamos a esta recopilación realizada a partir de los
poetas presentados en los recitales habidos en el Yacana del centro de Lima. En efecto,
esta suma poética ofrece un material digno de ser tomado en cuenta para el análisis y -por supuesto- la lectura placentera.
El coloquialismo instalado entre nosotros por la generación del 60 -tal como ha sido señalado unánimemente por la crítica- tiene aquí una representación de primer nivel en la figura de Rodolfo Hinostroza (introductor de la dicción poundiana en el Perú) y junto a él está Rosina Valcárcel -situada a caballo entre las generaciones del 60 y del 70- plena de nostalgia bolchevique (uno de los signos más puros de la post-modernidad) y luego vendrían Osear Málaga y Feliciano Mejía, ambos incluidos en Estos 13 la mítica antología del 70 preparada por JM Oviedo (1973). En este caso los dos son representativos: Mejía militó en Hora Zero y Málaga integró la collera de la revista Estación Reunida. De hecho Los héroes se alimentan de anfetaminas que aquí aparece recuerda lo mejor de la primera época de Oscar Málaga.
Bernardo Rafael Alvarez, Armando Arteaga, JC Lázaro y Guillermo Falconí pertenecen a esa joven promoción que surgió inmediatamente después del boom de Hora Zero y que recibió su primera herencia aunque nunca militó en él. Con sus variantes estilísticas personales ellos estarían en la órbita coloquial del 70. Pueden estar es este apartado Patricia del Valle -cuya fina sensibilidad en esta muestra es una grata sorpresa-y Juan Luis Dammert, reconocido compositor que aquí hace gala de su talento poético.
La generación del 80 está representada por varios de sus más visibles integrantes, como por ejemplo Domingo De Ramos, José A. Mazzotti, Dalmacia Ruiz-Rosas, Rafael Dávila-Franco, Frido Martin, Julio Heredia, Mary Soto, Tatiana Berger -en su conjunto militantes, aliados o simpatizantes del Movimiento Kloaka (1982-84) e individualidades como Raúl Mendizábal, Maurizio Medo, Rosella Di Paolo. Manuel Liendo y Ricardo Quesada. Todos ellos dueños de sus propias poéticas a las que podríamos situar dentro del coloquialismo imperante desde los años 60/70 y en el que nacieron a la poesía, salvo Di Paolo quien evolucionó desde el purismo de su primera época. O Frido Martin desde el surrealismo para llegar -en alucinante twist- a su barroco actual. Estos poetas -ya con más de 20 años en el oficio- ostentan una notable calidad entre la que destaco la expresividad étnica de Domingo De Ramos (Una chola ansiedad en tu nalga) y un cultismo de nuevo cuño (boquita de Wesselmann en mi falo) que lo coloca -una vez más- a la vanguardia de una distinta sensibilidad en el Perú poético. Así como la muy original
versión -diríamos- Kafka desde la ayawaska en uno de los poemas de Raúl Mendizábal.
Entre los poetas surgidos hacia los 90s tenemos a Miguel Ildefonso, LF Chueca, Roxana Crisólogo. Paolo de Lima. César Avalos, Ericka Ghersi, Ricardo Ayllon, Leo Zelada. Héctor Naupari. Willy Gómez .Virginia Macías. Richy Lakra. La gama textual va desde un cierto conceptualismo (Avalos, de Lima, W. Gómez) hasta la culta elaboración (Chueca, Ghersi)pasando por la contra-cultura (V. Macías) y la anarquía Punk (R. Lakra). Llaman la atención los suburbios celestes de Crisólogo y el nuevo sabor que le pone Ildefonso a la herencia narrativo-pop.
Los novísimos Alessandra Tenorio (fresco lirismo luis-hemandiano) y Giancarlo Huapaya (hacia un neo-barroco maybe) representarían esa constante búsqueda que inquieta permanentemente a la poesía peruana. Brilla pos sí solo Ljudovir Hlavnikov (de quien no poseo referencias) en un horizonte también neobarroco o neobarroso como quiso Néstor Perlongher. Y es que para salir de más de cincuenta años de coloquialismo o Poesía Conversacional ésta puede ser una muy creativa e interesante vía de renovación dentro del lenguaje poético latinoamericano. Esto lo comprobaría el texto Fosa Común del joven poeta chileno Felipe Ruiz Valencia, adscrito -junto a otros dos compatriotas suyos- a esta muestra del Yacana. Porque en la búsqueda de un lenguaje peruano en el Perú (Vallejo) el poeta debe intransigir por la libertad aún a costa de su propia destrucción. Esta es - quizá- la mejor lección que nos ofrece nuestra poesía, desde Heraud, Hernández & Ojeda hasta Oliva. Vega & Recalde: un solitario camino de cuestionamiento y autocuestionamiento -simultáneos- esos alegres tiroriros (rescatando al gran César, siempre) en un país vacío v repulsivo como apunta Dalmacia Ruiz-Rosas en su poema aquí incluido.
Precisamente esta poeta. Ricardo Quesada y Domingo De Ramos han sido los organizadores de los recitales en el Yacana, de los cuales se recopiló lapoiesis de este libro que -sin duda- toma la temperatura del estado de la poesía hoy en el Perú.
Y ésa es -of course- su valiosa contribución. Cuando estuve en Lima la última vez visité el Yacana (que no existía al salir yo del país) conducido por Piero Bustos.
Me encantó el sitio. Creo que desde los sagrados tiempos del No-Helden no me sentía tan a gusto en un auténtico club de rock and roll. Se cumple aquí entonces el sueño ideal de fusionar poesía & rock. Ambas son formas intactas de preservar a la humanidad de la gran ofensa del mundo (Passolini dixit).

[Róger Santiváñez / Philadelphia, 27dejuniode 2005]

*Compilación de los trabajos de los poetas que participaron en los diferen­tes ciclos de recitales realizados en el café-bar Yacana, en Lima, entre los años 2003 y 2005. Poemas de Bernardo Rafael Alvarez. Armando Arteaga. César Avalos. Ricardo Ayllón. Juan Benavente, Tatiana Berger. Luis Fernando Chueca. Roxana Crisólogo. Juan Luis Dammert. Rafael Dávila-Franco. Paolo de Lima. Domingo de Ramos, Patricia del Valle. Rossella Di Paolo. Guillermo Falconí. Carolina Fernández. Maynor Freyre, Ericka Ghersi. Willy Gómez Migliaro. Julio Heredia. Héctor Hernández Monteemos. Rafael Hidalgo. Rodolfo Hinostroza. Ljudevir Hlavnikov. Giancarlo Huapaya Cárdenas. Mi­guel Ildefonso. Richy Lakra. Juan Carlos Lázaro. Elba Lujan. Manuel Liendo Seminario. Virgi­nia Macías Torres. Osear Málaga. Frido Mar­tín. José Antonio Mazzotti. Maurizio Medo, Feliciano Meji'a. Félix Méndez^ Raúl Mendizábal. Elma Murrugarra. Héctor Ñaupari, Pablo Paredes Muñoz. Ricardo Quesada. Feli­pe Ruiz. Dalmacia Ruiz Rosas. Mary Soto, Alessandra Tenorio Carranza. Manta Troiano, Rosína Valcárcel. Alex Alejandro Vargas, Rodolfo Ybarra. Leo Zelada. Introito de Róger Santiváñez.

POESÌA PERUANA CONTEMPORANEA


LIBROS

POESÍA PERUANA CONTEMPORÁNEA

33 Poetas del 70 se propone mostrar la producción poética de autores nacidos entre 1943 y 1954, muchos de ellos provenientes de las provincias del Perú en un claro eje renovador y progresista de la tradición poética nacional, esta antología representa el punto tangible del Seminario «Poesía Peruana del 70. Marginalidad-Oralidad-Nuevos Sujetos Migrantes Descentrados». Dicho Seminario se constituye como una revisión crítica y teórica en torno al movimiento Hora zero, la revista Estación reunida y otros poetas independientes como José Watanabe, Abelardo Sánchez León o Carlos López Degregori. El Seminario es organizado por el Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y por la revista virtual Enemigo rumor y cuenta con treinta y cinco ponentes de diversas partes del mundo como Argentina, Francia, Colombia, Canadá, España, Estados Unidos y Perú. Sin duda es el mayor acontecimiento y la mayor reunión en torno a la poesía peruana de la segunda mitad del Siglo XX.

33 Poetas del 70 asume un lenguaje y un imaginario gestado a lo largo de más de tres décadas. Es con la publicación en 1969 de Poemas de entrecasa de Manuel Morales que se da inicio a una nueva sensibilidad poética y a nueva forma de vivir y escribir poesía en el Perú. La poesía de la calle, la oralidad, la experimentación con la página en blanco, la revitalización de los mitos amazónicos o serranos están presentes como una forma de ceder la voz autoral a los otros que tienen velada su voz: una secretaria, una prostituta, un borracho, etc. es así como el «yo» se convierte en «vosotros», poemas polifónicos que socavan la voz autoral y la incorporan al tránsito y decurso de un diálogo abierto. Paradigmas de esta caracterización serían los poetas que integran o integraron el movimiento Hora zero como Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Tulio Mora, Enrique Verástegui, Jorge Nájar, José Carlos Rodríguez, Feliciano Mejía, Yulino Dávila, Ángel Garrido Espinoza o Bernardo Rafael Álvarez. Reparando en que después nos han entregado libros que se podrían denominar neo-vanguardistas como Tromba de Agosto de Jorge Pimentel; Vida perpetua y Las armas molidas de Juan Ramírez Ruiz; Ruda de José Cerna; Cementerio general de Tulio Mora o Monte de goce de Enrique Verástegui. Otros integrantes de Hora zero prefirieron una poesía con referentes distintos tales como la presencia de Borges o la mística sufí en la poesía de Ricardo Oré o la presencia de la épica proveniente de Saint-John Perse en la poesía de Eloy Jáuregui. Mención especial merece Carmen Ollé que en Noches de adrenalina indagó en los intersticios del cuerpo y la escatología.

Por otra parte, los poetas de Estación reunida vinculados tanto por su poesía como por sus ideas políticas publicaron sus primeros libros bastante tarde, José Rosas Ribeyro en 1985, Óscar Málaga en 1989 y Elqui Burgos en 1974. Para ellos la ciudad de Paris será un espacio donde se instala la marginalidad, el desencanto, la incomunicación. Con una influencia mucho más beatnik que Hora zero crearon una nueva epopeya infernal de la ciudad de Lima. En sus
últimos trabajos han desarrollado vetas diferentes como por ejemplo Málaga con una poesía mucho más lírica y de referentes orientales, José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos con una poesía que indaga desde el cuerpo su condición de seres sociales, obviamente con desarrollos que mantienen el trabajo de sus primeros libros, pero que logran una madurez formidable en su composición.
Los poetas insulares representados por varias líneas de enunciación y composición como José Watanabe y Alfonso Cisneros Cox influenciados por la concisión del hai-ku, el primero con una reformulación de la poética conversacional y el segundo con un apego más profundo por el surrealismo y el simbolismo. El movimiento de los poetas mágicos conformado por Omar Aramayo y César Toro Montalvo. La descomposición social y el pesimismo en la poesía de Abelardo Sánchez León. La experiencia de rescate de la obra de Juan Ojeda y Chirinos Cúneo por parte de la revista Auki con Armando Arteaga. Carlos López Degregori y su participación en la revista La Sagrada familia para luego alejarse de cualquier lugar visible y trabajar con presupuestos expresionistas y simbolistas. Mario Montalbetti, uno de los impulsores de la revista Hueso Húmero, con una poesía que trabaja otro plano de la emoción poética. El barroquismo-surrealismo de Vladimir Herrera o el barroquismo épico de José Morales Saravia. La poesía de Cesáreo Martínez que tiene una suerte de espejeo con Arte de navegar de Juan Ojeda. La poesía visceral y violenta de Jorge Espinoza Sánchez. Enriqueta Belevan con una poesía en apariencia delicada, pero que nos informa acerca de una existencia escéptica y silenciosa. La poesía casi testimonial de Rosina Valcárcel. Los poetas-profesores como Ricardo Falla o Sonia Luz Carrillo con importantes investigaciones en torno al tema que hoy nos convoca.

Por último, queremos agradecer efusivamente el desprendimiento de todos los poetasque cedieron sus poemas, muchos de ellos inéditos, para la publicación en esta muestra. Hacemos público nuestro total agradecimiento a Jorge Pimentel por facilitarnos un sinnúmero de material bibliográfico y fotográfico inaccesible en las bibliotecas limeñas. También Jóse Rosas Ribeyro y Enrique Verástegui que siempre estuvieron pendientes del desarrollo del Seminario.

PAUL GUILLEN.Ciudad de Lima, 26 de julio del 2005