marzo 22, 2006

POEMAS DE "LA LÀMPARA ÙNICA" DE FÈLIX PUESCAS MONTERO


el reinado de las piedras

Inmóviles,
acusadoras,
terribles:
¡Qué calladas se han quedado las piedras!
Desde que se inició el Gran Mutis:
¡Qué calladas se han quedado las piedras!
.
Inabordables,
visionarias,
eternas:
¡Qué calladas se han quedado las piedras!

Desde la cumbre
de su milenario silencio
óQué han visto las piedras?
Al empero de la soledad,
las piedras se multiplican.
Al ampero de la soledad
las piedras crecen.
Al amparo de la soledad
óQué traman las piedras?
Nadie que no sea el agua o el fuego
podrá pactar con las piedras.
Nadie que no sea un niño
musical y diáfano
podrá romper
el obstinado silencio de las piedras.

¡El Reinado de las piedras
ya viene!
¡El Reinado de las piedras
ya se acerca!
¡El Reinado de las piedras
ya está aquí!

Entre el hombre y las piedras
la antigua alianza se ha roto.
Entre el hombre y las piedras,
la palabra se muere
y el vacío se ensancha.

Pero anoche yo tendí un puente
entre la vigilia y el sueño
y mi vida ha empezado a llenarse
de extraños signos
y de voces nuevas.
...............................................................
...............................................................
Desde que se inició el Gran Mutis:
qué calladas se han quedado las piedras.


(Publicado en la revista Auki N- 1, Piura, Marzo de 1975)

Oleo: Nelson Castañeda.


LA CORBATA


Qué pena me ha dado hoy la corbata
de los que llevan corbata obligatoria.
Pero la corbata igual que el hombre
todavía no puede elegir su destino.
Hay corbatas enfermas de desprecio a sí
que se obstinan en morir de olvido
aferradas a una cabeza anónima
donde olvidaron ya su forma,
su color original y su significado.
Conozco la solidaridad de la corbata con el hombre
y a veces me pregunto:
¿en qué momento de la humana tragedia
la corbata se hace símbolo
en el pescuezo de los que buscan
para desayunarse una colilla?
Sé de muchos que naufragaron
al enrumbar su vida
hacia los colores ilusorios de una corbata.
Yo tenía una corbata
que le enseñé reír y a cantar,
la olvidé cuando corrí tras la pista
de un ¡ay! desesperado.
Pero hay corbatas irresistibles
como mujeres fatales,
como destinos marcados.



VINO TRISTE


Tengo los ojos buenos y lejanos
en la boca, un sabor a retirada,
de tanto prodigarme,
de tanto darme sin recuperarme,
de tanto entrar y salir en la música,
de tanto andar por lo difícil: lo innombrable.
Aunque ésto de andar por la música
antes de tiempo
ha empezado a dolerme
como una fatal salida de órbita;
porque ésto de vivir musicalmente
es también morir musicalmente,
pero morirse al fin:
romperse,
disgregarse,
irse.

Oleo: Nelson Castañeda.
PLENITUD


Amo la plenitud de las cosas: lo bello y lo monstruoso y más aún, lo monstruosamente bello de las cosas. Amo lo bueno y lo malo llevado hasta el exceso, pues estoy convencido que el mal no es sino una forma dolorosa del bien para enseñar al hombre a ser divino. Amo la alegría que camina del brazo de la tristeza y viceversa. Amo la risa que busca el llanto y el llanto que se alarga hasta alcanzar la risa, y pues no hay nada más triste que la risa, ni nada más risible que la tristeza. A propósito: ¿se da la alegría y la tristeza fuera del hombre?... Puedo asegurar que he visto llorar a muchas cosas y he oído cantar a la Noche. Amo la Noche, su manera de ser y de entregarse, lo que sabe, lo que enseña, lo que oculta, lo que sabe contar la Noche. Amo la dialéctica, la infinita trans­figuración de la Noche. Amo las cosas todas, la condición, la esencia, la naturaleza mutable de las cosas. Amo lo palpable y lo impalpable, lo indefinido, lo abstracto, lo que se niega tenazmente a concretarse. Amo lo irregular, lo abrupto, lo que no quiere rodar, porque todo lo que rueda busca una órbita y toda órbita es un círculo vicioso. Amo a la naturaleza siempre creando y destruyendo, siempre haciéndose y deshaciéndose a menudo quebrándose para cambiar de ritmo. Amo la furia destructiva de los elementos proponiendo la revolución total. Amo el caos que precede al génesis y el génesis que sobreviene al cataclismo. Y por sobre todas las cosas: amo la Música, carne y espíritu de Dios, voz, alma, esencia, pulso, ritmo, flujo y reflujo; principio y fin de todo lo creado


(Seleccionados del libro “ La Lámpara Unica”, 1989)