marzo 11, 2006

EL DESIERTO/ ARMANDO ARTEAGA

Posted by PicasaFoto:La República.

EL DESIERTO (*)

Por Armando Arteaga

Pienso que uno de los espectáculos más impresio­nantes que tiene la costa peruana es el desierto. Es­pacio por el que la geología, con su lenguaje estructu­ral, nos permite hurgar por esos laberintos inertes e inorgánicos, y que la naturaleza nos ha obsequiado —belleza y aridez— para siempre.
No, el desierto no es naturaleza muerta, como mu­chos suponen, todo lo contrario, es un recinto de obje­tos y seres telúricos que duermen allí con vida, casi in­tocables. Es, pues, un espacio que me ha interesado siempre –vivamente-.
Lomas de arena cubiertas de zapotes es parte del paisaje espontáneo de nuestra costa. Viajar por esas dunas es algo inédito, médanos avilantados, arenas vo­ladoras que están allí a merced de la fuerza del viento que las hace moverse, y que La Panamericana —con la inteligencia del hombre y la técnica— ha surcado co­mo si hasta allí llegara la firme línea de Pizarro. Y eso que los castellanos y los extremeños anduvieron tam­bién por allí a sus anchas, sin molinos ni castillos, hom­bres a caballo después de todo, sedientos de aventura y espacio.
El desierto, dunas que duermen como obstáculos abstractos, medias lunas, o barcones que abundan y que pueblan el litoral hermoseando su perfil. A pleni­tud, dunas que se mueven y avanzan, arenas movedi­zas, desierto que parece también un mar hecho de are­na sobre cuya atediante piel erótica parece que dan­zaran las ondas del calor peruano. Ese desierto que los mochicas, tallanes, chimùes, paracas, nazcas y chin­chas, lo adaptaron a sus circunstancias tan genialmen­te, como los egipcios y mesopotámicos. Desierto de cu­yas entrañas, con sus hábiles manos, sacaron agua y verdes gramíneas.
Cerro Azul, Lomo de Corvina, Pasamayo, Sechura: el desierto peruano es digno de admiración. Esce­narios en donde la arena caliente vibra con frágil so­nido, delicada imagen que aparece como un espejis­mo. Muchos poetas y pintores han sido ganados por el desierto peruano: Jorge Eduardo Eielson y Esther Verherstein, por ejemplo. Desierto al que incansablemente he mirado por la ventana del carro, de noche o de día, cuando iba de vacaciones a Ica o a Trujillo, fumando cigarrillos Camel.
Desierto por donde avizo­raba encontrar un "oasis", pera nunca vi caravanas de camellos, aunque sí zorros y "capazos". Desierto por el que siempre he sido un Ahasvero, espacio libre pa­ra la imaginación.

* Texto publicado en Expreso (15-07-1989), y que pertenece a su libro inédito “El Desierto”.

 Desierto piurano: Sechura.