marzo 20, 2006

EL ECLECTICISMO POÈTICO DE FÈLIX PUESCAS MONTERO/ ARMANDO ARTEAGA

En la Foto: Fèlix Puescas. Foto:" CHILO".

EL ECLECTICISMO POÉTICO DE FÈLIX PUESCAS MONTERO (1)
Por
Armando Arteaga

El poeta piurano Felix Puescas Montero vino desde Sechura (Bernal) a Lima como cualquier emigrante de esa época en busca de un futuro mejor, a mediados de la década del cincuenta. Poco sabemos del pasado piurano y provinciano de Felix Puescas, pues, casi detestaba hablar de su recodo sechurano, aunque ante la intimidad de sus amigos, le sacaba lustre a su piuranidad de origen.
El escenario cultural donde Puescas tuvo que actuar en Lima era el mismo que Mario Vargas Llosa describe “En plena edad de piedra” (2), en donde la vocación literaria estaba absolutamente desamparada. Un país sin lectores, ni editores, y casi sin publicaciones literarias. En ese contexto cultural, Puescas fue un exiliado voluntario: ni provinciano ni cosmopolita, mantuvo siempre firme su vocación de artista y de poeta. No desertó nunca. Pero pagó caro esa actitud rebelde. Ese exilio ecléctico, literario y limeño fue su mejor defensa para sobrevivir con su vocación literaria a cuestas. Fue un exilio espiritual que lo llevó a una resistencia personal contra la indiferencia del marasmo cultural limeño de entonces. Puescas se exilio en su propio mundo hecho de fantasmas literarios de buen gusto, refinado en la nocturna bohemia limeña de los cafés del Centro de Lima. Vivió, y padeció, las convulsiones politicias de los años sesenta (los levantamientos insurreccionales de masas de campesinos encabezadas por Luis de la Puente Uceda con el MIR, Hector Bejar con el ELN, y Hugo Blanco con el FIR.), sufrió como todos los jóvenes rebeldes de su época persecuciones, chismes y marginaciones.
Y tuvo, con tristeza, que ver a muchos de sus amigos de generación ir a poblar las cárceles, o sufrir deportaciones: para vivir en el destierro; pero no se amilanó, la política si le interesó, fue solo para hablar frente a una taza de café con sus amigos, mirando la calle y la coyuntura política del país siempre de una manera lateral. Sin embargo fue un hombre de una visión muy amplia. Poner en cuestión la realidad de un país desde la posición de la poesía, le tuvo que originar problemas. Su ubicación al margen de todo, mantener una posición ante la sociedad y la realidad peruana de vivir como escritor anti-sistema, tuvo que traerle conflictos, y con ello, el olvido, la frustración, y el riesgo de empezar a tomar la vida como un juego casi literario y novelesco. Y vivir como vivían los personajes de “Pobre gente de París” (3), pero en la desarraigada Lima (cielo panza de burro) de entonces: en buhardillas de mala muerte, cenando –habitúe- en fondas y restaurantes con piso de aserrín (como seres extravagantes, y marginales, casi identificado como algún protagonista de “Los hombres y las botellas” de J.R. Ribeyro). En ese ambiente desalentador vivió siempre Puescas, en cierto vacío existencial, en la estrechez vivencial a lo “Jules y Jim” (4), y en fragilidad irreal de los bajos fondos de la existencia humana que desalienta la realidad cotidiana: para seguir cumpliendo el devenir de la vida de un poeta , escribiendo y viviendo de sus libros. Advierto, desde ya, que Felix Puescas no publicó en vida ningún libro, sin embargo siempre fue respetado como poeta por sus amigos. Solía llevar bajo el brazo un cuaderno empastado en cuero donde escribía sus versos, y de donde leía o copiaba para sus lectores, y amigos que le solicitaban sus recipiendarios poemas.
Hicimos amistad con Felix Puescas Montero a comienzo de los años setenta, ya era una leyenda para nosotros, vivía solitariamente en el alto edificio ubicando en la esquina de la Av. Tacna y La Colmena, era un personaje verídico y de ficción. Rodeado de su colección de pinturas abstractas y discos de vinílico Deutsche Grammophon Gesellschaft donde recuerdo destacaban los “Brandenburg Concerto” de Bach, las “Sonatas” de Beethoven, los “Polonaises” y “Nocturnes” de Chopin, siempre Debussy: Prélude á “L´aorés-midi d´un faune”, las “Symphony´s” de Mozart, “Hungarian Dances” de Brahms, todo Schubert, Schumann, Strauss, Tchaikovsky, Verdi, y el inalcanzable Stravinsky. En jazz: Charlie Parker, Louis Amstromg, Jhon Coltrane, y Miles Davis. En música criolla: Los Morochucos, Los Chamas, María de Jesús Vásquez, y Los Embajadores Criollos. Y en música afro-cubana: Toña La Negra, Bola de Nieve, y La Sonora Matancera.
Recuerdo haber pasado muchas horas escuchando la “Symphonie fantastique op. 14 (Episode de la vie d´un artiste) de Hector Berlioz , tocada por la Berliner Philarmoniker y dirigida por Igor Markevitch, mientras Felix explicaba cada detalle musical, nosotros sus invitados (jóvenes poetas) hojeábamos los extravagantes números de sus revistas Vogue que también coleccionaba en un mueble especial en la sala de su casa con cierta devoción. En este momento, y en estos episodios vividos, Puescas siempre fue un hombre de vanguardia para nosotros, aunque su literatura era recatada y expresionista, a pesar de que sus poemas están invadidos de reminiscencias con seres excéntricos y diversos, literariamente hablando, como bien lo recuerda Luis Justo Caballero en la presentación de su único libro publicado “La Lámpara Unica”: Herman Hesse, Franz Kafka, Federic Nietzche, Omar Khayamm, Nazim Hikmet, Paul Eluard, Greta Garbo, Isadora Duncan, Charlie Chaplin, Cleotilde Sakaroff, Juliette Greco, Bertrand Russell, Albert Einstein, Jack Kerouac, o Galina Ulanova. No deja de sorprendernos tampoco que cite en sus referencias literarias a poetas -tan norteños- como Francisco Xandoval y Mario Florian.

Se ha realizado algo de justicia al incluir tres poemas de Felix Puescas Montero en “Karminka/ Antología de la Poesía Piurana” de Julio Aponte, pues en las anteriores antologías que se han realizado en la Región Piura se le había ignorado olímpicamente.
En marzo de 1975, la revista Auki, publicó su estremecedor, geológico, y apocalíptico poema “El reinado de las piedras”, que fue muy celebrado en aquel entonces. Y que aparece en el libro “La lámpara Unica” (1989) con el solitario y simbólico nombre de: “Piedras”.
También, la revista Hechos & argumentos (agosto del 2002) publicó poemas inéditos y le dedicó en sus páginas un comentario “El andarín de la noche” de Juan Carlos Lázaro que suscribimos porque realiza un certero perfil del poeta y su obra: “Extraño caso el del poeta peruano Félix Puescas Montero que durante décadas desarrolló silenciosamente una intensa obra poética, totalmente al margen de modas literarias y de grupos generacionales. En vida nunca vio editada su obra, sino apenas unos cuantos poemas que unos jóvenes admiradores publicaron en esas revistas meteóricas de breve circulación y existencia (5). En 1989, otro conjunto de amigos, liderados por Lucho Justo Caballero, decidió publicar su libro “La lámpara única”, y en la víspera de la presentación se produjo sorpresivamente la muerte del poeta”.
Aunque, en decir de J. C. Lázaro, dejó el manuscrito de su “Antología única” realizada por el mismo, es hasta hoy en “La lámpara única” donde se puede percibir el verdadero “temple” de la poesía de Félix Puescas. La poesía y la música son los únicos elementos de la esperanza para el futuro del hombre. La luz del conocimiento humano está invadida en la cuantificación del tiempo, donde no hay ni principio ni final. El todo está inmerso en la nada, casi una visión taoísta invade parte del libro: Dios, el Universo como creación, el día y la noche, el silencio y la música como armonía perfecta de las cosas (que siempre tienen vida y muerte). Poesía y música de las cosas que están animadas en un solo cuerpo -por la dualidad de la vida y de la muerte-. Las visiones luminosas del hombre frente al teatro oscuro de la dimensión humana existencial nos recuerdan a William Blake buscando el equilibrio y el movimiento de las cosas. Nos recuerdan sus poemas –también- a Goethe en el lecho de su muerte reclamando en su ceguera: la luz terrenal (que es también una dimensión celestial y divina). No es un poeta que quiere hacer filosofia, buscando la simplicidad de las cosas, quiere ser profundo haciendo las mismas preguntas sin respuestas que siempre han motivado la admiración y la congratulación del hombre dentro de la inmensidad del universo:

La tierra: oscuro pez
atrapado en la red de luz
de una galaxia.

Poeta de la plenitud de las cosas, “amo la plenitud de las cosas: lo bello y lo monstruoso y más aun, lo monstruosamente bello de las cosas”, fue también un viejo lobo estepario, amigo de las cosas simples, de la geometría exacta de las cosas, del haiku irremediable que producen las cosas luego de observarlas, estudiarlas, comprenderlas y guardarles un fervoroso respeto, ya sean estas: piedras raras, hojas secas del otoño, libros, postales, cartas, sueños, ilusiones que viajan en tranvías, y otras imágenes que a lo mejor olvido.
Recuerdo, siempre a Felix, como un poeta comprometido solo con la exactitud de la dimensión de la palabra, nunca tuvo un gesto de reproche para con nosotros (sus jóvenes e iracundos amigos), a quienes con paciencia andina y oriental, siempre nos entendió, y enseño a mirar el mundo desde la perspectiva más humana (o sea, la más difícil).
Ahora, a la distancia, lo recuerdo con este juego de palabras de lo que fue siempre nuestro dialogo de amigos:
-¿Félix, estás?
-¡Por favor¡...No me interrumpas que ahora soy la música de la canción que te hablaba.

Respetad entonces al poeta Puescas , en todo su silencio. “Desde que se inicio el Gran Mutis / que calladas se han quedado las piedras”. Pero siempre en el camino eterno de la poesía con “La lampara única” de su experiencia poética, de haber vivido: libre , musical y diáfano.




(1)Felix Puescas Montero (Sechura,1921-Lima, 1989). Libro publicado: “La Lámpara Unica”, Ceres Editora EIRL, 1989.
(2)Intervención de M.V.LL. en una mesa redonda en el PEN Club, New York, 1966.
(3)Referencia al libro del mismo nombre de Sebastián Salazar Bondy.
(4)Referencia a la película “Jules y Jim” de Francois Traufaut.
(5)La revista Origen -dirigida por Nelson Castañeda- publicó un fundente poema de Puescas.