septiembre 26, 2009

GALERIA: ARTE ABSTRACTO: ARMAND

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(vatio)

Técnica:

Tempera y cera de color sobre papel.



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voltio
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UN GRAN LIBRO APOLILLADO

Como aquellos artefactos que adornan las casas olvidadas. Duermen todas estas imágenes
que han gobernado este sueño sin lustre. Gorgojo deambulando por la verde hoja de la dispersión. Gorjeo, delicia y gozo de otras aves, de otras ranas. Un desierto te espera en la otra página. MIREN ESTAS IMÁGENES DE DIVERSAS ARISTAS.

Armando Arteaga

septiembre 21, 2009

Mirando el otro margen/ Abelardo Oquendo

Diario La Republica. Dom, 16/08/2009.
Mirando el otro margen
Por Abelardo Oquendo

Que hay una amplia producción literaria que se escribe y publica en el país, fuera de la capital, es algo que se sabe pero interesa poco o nada a la mayoría de los estudiosos de la literatura peruana. Habría que marcar ese ‘la’, como lo hace Enrique Ballón Aguirre, para poner en cuestión la propiedad del singular, dado que existen no una sino varias literaturas peruanas, como las que se expresan en lenguas nativas y las llamadas populares, a las cuales la historia y los registros oficiales desconsideran. Pero no solo esas literaturas son desatendidas entre nosotros: también aquellas que sin estar fuera del castellano ni ser mayormente ajenas al canon occidental se publican en el interior del país y no llegan al mercado limeño: las literaturas regionales.

A contrapelo de esta relación habitual entre los centros y las periferias culturales, hay quienes aplican su inteligencia y sus conocimientos al estudio de esa producción preferida y al rescate de sus valores. En el Perú el caso de Manuel Jesús Baquerizo es paradigmático en cuanto a las artes y las letras provincianas. Para honrar su memoria, proponer su ejemplo y contribuir a la continuación y expansión de su tarea se han instituido los “Encuentros Nacionales de Escritores Manuel Jesús Baquerizo”, cuya sexta realización tuvo lugar en la Casona de la Universidad de San Marcos, en el 2007. En el pasado octubre, en vísperas de VII Encuentro, un volumen editado por Arteidea dio a la luz las ponencias discutidas en el VI, bajo este título: El otro margen. La literatura peruana: una visión desde dentro.

Los siguientes son algunos de los trabajos que ese libro contiene: “La literatura puneña de fin de siglo”, por Feliciano Padilla; “Mujeres de pies descalzos: una aproximación a la narrativa de Zelideth Chávez Cuentas”, por Ana María Intili; “Literatura en la selva central”, por Helmer Tutos Aranda; “El gran mosaico literario ayacuchano”, por Samuel y Rómulo Cavero; “Cultura de Pallasca: de Diego Mejía a Santos Villa, una historia de metáforas y acordes”, por Hernando Rafael Álvarez; “Panorama literario-cultural de Coracora-Parinacocha”, por Alejandro Melgar; “Validez de las literaturas regionales. El caso de Chimbote”, por Ricardo Ayllón; “Florencio de la Sierra y el indigenismo poético piurano”, por Armando Arteaga. Una labor plausible que deberían apoyar y, mejor aún, promover y sostener las universidades del interior, que son tantas.

septiembre 08, 2009

LA POESÍA DE UGO FACUNDO CARRILLO CAVERO/ ARMANDO ARTEAGA

FOTOS: ROCIO BARRIENTOS GALLEGOS.Con la congresista Hilaria Supa en la presentación del libro, en desagravio por las ofensas que sobre su persona profirieron los eméticos y escarabajos con oficio de letrado, en contra de mi idioma, mi historia, mi cultura y mi nación que es el Perú, sentenció Ugo Facundo Carrillo Cavero.


LA POESÍA DE UGO FACUNDO CARRILLO CAVERO EN EL ESPACIO KECHWA DE LA LITERATURA ACTUAL APURÍMEÑA

Por Armando Arteaga

Hace un par de semanas en la Alianza Francesa en la presentación del libro "Baladas de un perro sin pelos en la lengua": Juan Carlos Lázaro, Guillermo Falconi, Ugo Facundo CarrilloCavero, Julio Heredia y Armando Arteaga.

La publicación del libro “Baladas de un perro sin pelos en la lengua” y de "La Memoria del Agua" de Ugo Facundo Carrillo Cavero me permite volver a insistir en la importancia del tema prono andino hacia la reivindicación del “runapa siminpi” como una de las lenguas más importantes para la creatividad literaria y permisible para propalar su vigencia lírica. Muchos escritores han insistido en seguir escribiendo y pensando en “runapa siminpi”, asunto que nos parece de vital importancia. Se trata de fortificar un idioma y no poner a prueba la vigencia del “runapa siminpi” con el aporte de nuevas obras literarias, al fin de cuentas los escritores y los poetas purifican el idioma de sus pueblos con sus “textos” literarios publicados, y ayudan a la transparencia de nuevos mensajes en directo, teniendo en cuenta la esencia natural de nuestra cultura andina.

En realidad, se ha venido postergando el debate sobre la relación proteica entre poesía y lengua “runa siminpi”, y todos lo sabemos: lengua hegemónica del Tawantinsuyu, que a partir de la publicación de la “Gramática” de Fray Domingo de Santo Thomás (Valladolid, 1560) empezó a llamarse “kechwa”, y cuyo origen es antiquísimo, según Markham: “los kechwas habitaron en los valles de Abancay y Andahuaylas, posteriormente esta región fue invadida por los Chancas, y sus pobladores se sometieron o emigraron a otros lugares”. Y, por sugerencia de César A. Guardia Mayorga, en su “Diccionario Kechwa”, probablemente los fundadores del Tawantinsuyu descendieron de estos ayllus “kechwas” difundiendo el “runa simi” y desarrollando elementos culturales análogos.

Creo que en esta perspectiva de la poesía “kechwa”, me parece algo digno de ser resaltado es el caso del poeta cusqueño Andrés Alencastre, que firmaba con el seudónimo de Kilku Waraka, gran amauta a quién conocí en su estancia de Canas en la “movida” del Cusco rebelde de los años setenta donde ya era todo un personaje de leyenda para la poesía “kechwa” del Siglo XX, quien ha sido el único escritor y poeta entre los pocos que fueron con cierto nivel literario de prestigio -sin sentir la sombra influyente del árbol literario de José María Arguedas- que ha perdurado como piedra-signo. Porque no se trata solo de escribir poemas en “runapa simin”, se trata de avanzar en la naturaleza misma de la esencia poética de las cosas, se trata de universalizar el contenido de este modelo lingüístico de apertura, y con visión propia, remitiéndose siempre a la condición social del hombre andino en tanto que es un ser hablante. No es asunto del “anthropos” explicando el "ser" mismo. Si la antropología ha tratado al hombre como objeto de estudio, aquí la poesía se acerca a la filosofía donde el hombre es objeto-sujeto.

No quisiera ser injusto con esto, al observar el panorama histórico del proceso literario apurimeño, de omitir en esta memoria, por rapidez, la obra poética de Lily Flores Palomino (Abancay), quien en su libro “Troj” (1971) irrumpió con rigor literario este presado camino de la poesía “kechwa” en Apurímac, y que ha mantenido una postura libre y bilingüe kechwa-castellano siempre con renovada madurez donde puede observarse el aporte de su obra poética en libros posteriores como “Phawaq Titi” o “Proyectil” (1985), y “Waqalliq Takin” (19899, en donde para esta poesía no es fácil viajar en los rieles de un tren hacia los conflictos de tierra adentro, o mejor: en las líneas paralelas del gran riel del ferrocarril estimulante de la tradición y la modernidad al mismo tiempo. Siempre me ha parecido de una destacada actitud comprometida la poesía de Lily Flores Palomino, que asume también el dilema del género y otras cuestiones imprescindibles y claves para entender la modernidad de la poesía actual apurimeña. Ya Mariátegui hizo su respectiva apreciación sobre el problema de la dualidad cultural en “7 Ensayos…”: “El dualismo quechua-español del Perú, no resuelto aún, hace de la literatura nacional un caso de excepción que no es posible estudiar con un método valido para los literatos orgánicamente nacionales, nacidos y crecidos con la intervención de una conquista”. Suceso que me parece todavía dura en el ámbito cultural, problema que abre otro debate.

Desde tiempos inmemoriales, en la noche de la historia, destaca la literatura oral de los Chancas, olvidados y ninguneados por los cronistas y la memoria colectiva de las panacas cusqueñas. Los chancas fueron derrotados por los incas –sus contemporáneos con quienes friccionaron- en la batalla de Yahuar Pampa, no aceptando esta derrota, los huestes chancas huyeron hacia la selva del actual departamento de San Martín, aún hoy por Lamas encontramos a los descendientes chancas llamados “las Tribus de Ancku Wallokc” por Víctor Navarro del Águila, pionero de la antropología andina. Y, para los que quieran ahondar en el tema, pueden encontrar mayores reflexiones arqueológicas e históricas en los libros de Gerardo Quintana: “Andahuaylas: Prehistoria e Historia” (1967), y “Los Chancas” (Historia, 1976). Testimonios de la presencia chanca se encuentran por todo el territorio del departamento de Apurímac, y de la presencia inca las tenemos -por ejemplo- en las ruinas arqueológicas de Sondor, frente a la laguna de Pacucha. Yo mismo, como un aporte personal, he encontrado un documento colonial firmado por el Cacique y Gobernador Elías Balboa de Carvajal sobre la Comunidad de Uranmarca que nos remite hasta 1218 en plena configuración de la nación chanca, y sabemos Uranmarca era una de las etnias principales de las tribus de Anta Waylla. Al costado de Uranmarca, frente al Pampas, duermen aún la ciudadela de Paccayranra, que es uno de los aportes urbanísticos más extensos de los chancas, y el Mollo-Mollo inca en Uranmarca, que son testimonios irrebatibles de la presencia chanca, quienes tuvieron una tecnología y un bagaje cultural diferente a los incas.

Ugo Facundo Carrillo Cavero leyendo sus poemas.
La oralidad de la poesía apurimeña es algo que llega aún hasta nuestros días. Se ha trabajado muy poco en este asunto, existen pocas publicaciones sobre el tema, Arguedas es una excepción , por lo que saltaré al pórtico de la literatura en tiempos del Virreynato donde podemos citar a dos escritores tardíamente rescatados, por un lado: Pedro Espinosa de los Monteros (1628), que era Cura y Vicario del pueblo de San Grabiel de Guancarama, en Andahuaylas, que compuso un soneto para “La conquista de Antequera” y autor de “El aprendiz de rico” como lo refiere Luís Alberto Sánchez en su libro “Los Poetas de la Colonia y de la Revolución”. Y, por otro lado: Josefa Francisca de Azaña y Llano (Abancay, 1696), monja que escribió su “Coloquio a la Natividad del Señor”, texto rescatado por Alberto Tauro.

Pero, quien ocupó con mayor empeño la grandeza apurimeña de esta parte histórica de este proceso de la literatura apurimeña es Juan de Espinosa Medrano, indio natural de Calcauso, que en realidad se llamaba Juan Chancahuaña, creo es uno de nuestros más grandes escritores de la literatura latinoamericana del barroco, y de todos los tiempos. Y, aunque he inventariado más de 400 estudios sobre “El Lunarejo” de diversos escritores algunos de los más representativos que van desde Damaso Alonso y Luís Jaime Cisneros, de Luís Loayza y Mario Vargas Llosa, hasta estudios de escritores apurimeños como J. Agustín Tamayo Rodríguez y Antonio Centeno Zela, acerca de su excelsa y diversificada obra literaria escrita en kechwa, castellano y latín, donde sobresale “El Apologético a favor de Góngora”, obra renacentista, llena de barroquismo y culteranismo. Esta obra literaria que es inmensa, permanece todavía olvidada, lo mismo que la obra del arcediano Justo Apu Sahuauraura.

Por el espacio literario apurimeño han divergido con acierto las opiniones y testimonios de Ricardo Palma (1833-1919) en su tradición “Por beber en copa de oro” donde retrata parte de la idiosincrasia del pueblo de Tintay en Aimaraes. Manuel González Prada en sus “Baladas Peruanas” destaca la épica constructiva de “El Puente del Apurímac”. Los viajeros Charles Wiener y Ernest W. Middendorf han descrito significativos testimonios cuando han visitado algunos de sus paisajes y ciudades. Antonio Raimondi llamó a Apurímac: el papel arrugado, destacando la morfología geológica y orográfica de sus territorios. Así mismo, José de la Riva Agüero en sus “Paisajes Peruanos” visitó el Santuario de la Virgen de Cocharcas. Por decir algunos “textos" donde Apurímac destaca y aporta al carácter y esplendor de nuestra literatura apurimeña donde la literatura de Andahuaylas ocupa un prestigioso espacio literario.

La poesía de Ugo Facundo Carrillo Cavero viene a sumar y a formar parte de esta fuerza resultante para imponer nuevas obras literarias. Le otorga más prestigio a la literatura andahuaylina y al proceso cultural apurimeño. Apurímac, aparentemente un región de contrastes y diferencias, tiene un gran potencial literario, gracias al impulso creativo de sus escritores, sus gentes y sus pueblos. Arguedas como sabemos ocupa gran parte de esta poesía kechwa y abre la modernidad de esta, destaca también su narrativa, y resulta por demás reincidente. Muchas escenas y paisajes de su obra literaria recurren y recorren los espacios de Apurímac, siempre diversos, sobre todo en Andahuaylas, tal el caso de “Los ríos profundos”. José María Arguedas es el escritor que representa una nueva alternancia para la narrativa y la poesía apurimeña, desde “Los ríos profundos” hasta su poética de “Oda al Yet” y la poesía oral recopilada como “Carnaval de Tambobamba”, donde también tiene su equivalente regional en la narrativa de Manuel Robles Alarcón “Lloje Runa” con dos novelas “Sara Cosecho” y “Los Perros Vagabundos”. Y, me parece también recordar cierta oralidad poética de esta línea literaria “kechwa” de apertura donde destaca toda una generación de escritores apurimeños entre los que se encuentran los trabajos de poetas andahuaylinos como Juan José Flores (“Huambar/ Poetastro/ Aca Cautinaja”), Jorge Flores Ramos (“Poemas Matinales”, “El paisaje, el hombre y la vida”, y sus cuentos “El Grito”), Julio César Sanabria Hermoza (“Canto a Apurímac”), los poemas metafísicos de Abel Gutiérrez Ocampo, Erasmo Montoya Obregón, Hugo Tello Prado (de quien recuerdo siempre su estupendo poema “Sabascha”), del neo-indigenismo de Erasmo Montoya Obregón, Blequer Alarcón Silvera, Luís Rivas Loayza, René Alarcón Montoya y Luz Samanez Paz. En esta pléyade no pueden obviarse dos nombres que son los cimientos de la saywa poética del imperio del río que habla poderoso: Sixto Gutierrez Bendezú y José González Castañeda.

La dialéctica de la poesía de Ugo Facundo Carrillo Cavero en este libro “Baladas de un perro sin pelos en la lengua” es inseparable de la dialéctica histórica y social del espacio social kechwa, donde se da un razonamiento lógico para llamar a cada cosa por su nombre. Se burla de los polos estéticos y políticos occidentales, logrando una sincera unidad entre forma y contenido en cada uno de sus poemas. Si el historicismo de los “Cantos” de Pound son una tentativa de síntesis del pasado y el presente para mejorar el futuro: ¿y qué escritor representa mejor que Pound al hombre que ha intentado comprender la vida moderna mediante el estudio del pasado? Si la vida del poeta es la vida de todos como decía Gérald de Nerval, o desde que Platón expulsó a los poetas de su famosa República, dudamos de las instituciones, o tal como escribió Enrique Lihn.: el poeta es el ojo imperdonable del que todo lo ve. La poesía de Ugo Facundo Carrillo Cavero juega en los parámetros de esta estética para escudriñar el pasado de su aldea andina que es al fin de cuentas su casa: su universo poético, por eso están siempre presentes en sus poemas personajes universales del mundo cultural andahuaylino como el viejo conspirador Juan Barrio y el fotógrafo Leopoldo Velasco, los médicos Hugo Pesce Pescetto y Ernesto Che Guevara, por citar solo algunos testimonios actuales y vigentes. La poesía como frágil manjar, tal como sentenció en su “Testamento ológrafo” Sebastián Salazar Bondy. El hombre no debe soñar con sistemas perfectos que nadie necesita, el hombre siempre ha buscado un lugar para lo autentico, su lengua, no importa que sea de perro, mejor si es libre e imaginativa: sin pelos en la lengua. LA POESÍA COMO UN LUGAR PARA LO AUTENTICO.

Julio Heredia, moderador del debate, por la Alianza Francesa.

septiembre 07, 2009

RAQUEL JODOROWSKY: LA MAGIA DE LA REALIDAD

Somos N° 1187, 5/9/9, pp. 50-51 (El Comercio).
La magia de la realidad

Hace 82 años nació Raquel Jodorowsky Prullansky en una mina de cobre en el norte de Chile. Descendiente de judíos, su familia viajó hace casi cien años desde Ucrania hasta el desierto de Atacama, huyendo de la bestialidad de los cosacos y la persecución de los zares. Al Perú llegó muy joven para estudiar arqueología, enamorarse, ser madre, escribir, pintar y salir adelante sola, con ingenio, humildad y agallas. Su ingrato hermano, Alejandro Jodorowsky, es un famoso escritor, cineasta e ilusionista que vive en España. Nuestra Raquel ha escrito veinte libros y algunas maravillosas obras suyas siguen buscando un editor. Al permitirnos entrar en su mundo, Raquel nos mostró la vida como un hermoso regalo. Vale la pena.

Entrevista: María Luisa Del Río Labarthe
Foto: Leslie Seartes


¿Cómo se siente en este momento de su vida?

Uno siente que llega a la madurez, cambia de pensamiento, de manera de ver el mundo, de personas. En la madurez se aclaran los pensamientos, vivo con menos ilusiones, ahora entro en la magia de la realidad. Mi poesía también ha cambiado.

¿Empezó a escribir de niña?

Sí, en el desierto, en la arena. Como mi padre y mi abuela hablaban otro idioma, yo no hablaba con ellos, tenía que hablar español, entonces me pusieron en un colegio donde iban las hijas de los mineros y los pescadores. Con ellas aprendí a hablar castellano. A los seis años escribí un libro que se llama CUENTOS DEL NORTE. Conservo el periódico de la oficina salitrera donde publicaron un poema mío. Como no entendía matemática me pasaba la hora escribiendo. En esa época te corregían por escribir con la izquierda, yo era zurda y me pegaban con reglazos, me acostumbré con la derecha.

¿Por qué emigró a Chile toda su familia?

El zar hizo un gueto en Ucrania para mantener aislados a los judíos, solo podían caminar alrededor de tres cuadras, no podían salir, ni estudiar ni nada. Mi papá hablaba cinco idiomas, hasta chino, y nunca pudo entrar a la universidad. De tanto en tanto venían los pogroms, grupos de cosacos que entraban al gueto, robaban todo, violaban a las niñas y se llevaban el dinero. Entonces un millonario de Estados Unidos reunió a toda esa gente y la embarcó. Chile fue uno de los países que abrió las puertas. Venían cientos de personas en la cubierta del barco, todos apiñados, y a los que se enfermaban los botaban al mar para que no contagiaran al resto; a mi tío lo tiraron. Todas estas familias desembarcaron en el desierto de Atacama, todo era arena, campamentos mineros, ahí tuvo que trabajar mi padre y ahí nacimos mi hermano Alejandro y yo. Se acababa una veta y había que ir a otro lugar, así fue mi infancia. Luego mis papas se separaron y cuando yo terminé el internado nadie me fue a buscar.

¿Nunca más vio a sus padres?

Hace unos años supe que mi padre estaba vivo en Israel y mi madre viva en Italia, pero que se había juntado con un hombre muy joven que se gastó todo su dinero y la dejó. Me enteré que mi mamá había estado averiguando en la embajada de Perú si yo vivía aquí y un día se apareció con el pelo blanco, y me dijo: soy tu madre. La hice pasar Y se quedó unos años conmigo hasta que murió de cáncer acá en mi casa, hace dos o tres años.

Me contó una vez que una de sus abuelas no hablaba.

Mi abuela materna, la mamá de ese chico que tiraron al mar porque se enfermó en el barco. Ella sufrió mucho, antes de eso los cosacos habían matado a su hijita de cinco años y se la trajeron sin cabeza, solo porque era judía y la encontraron jugando fuera del gueto. Hacía todo, cocinaba, cosía, bordaba, pero nunca hablaba.

Hay una constante en su obra, una conexión fuerte con la naturaleza. ¿De dónde viene ese vínculo?

Yo me saqué una beca a los 16 años, terminando mi colegio en Chile, para estudiar arqueología en el Perú. Llegué al Cusco y en ese momento se inauguraba el camino inca, subimos unos cinco poetas agarrándonos de las malezas como gatos hasta Machu Picchu porque no había mucho camino. Ahí descubrí el mundo, YO venía de un internado de niñas Y mi contacto con la naturaleza era nulo.

Por eso será que su poesía habla de culturas precolombinas y sitios sagrados.

Después del Cusco me fui a pasar un tiempo a la selva amazónica, viajaba en camiones. Tenía 20 años y andaba con una maleta y un florero de porcelana que me había comprado. Vivía entre los shipibos, una vez, viajando entre tribus, se paró una mariposa azul en mi hombro y me llenaron de collares y de regalos, porque para ellos se trataba de un espíritu que me estaba visitando. Pasé un año por ahí trabajando en excavaciones, parece que los incas se refugiaron por esos lugares de la selva cuando llegaron los españoles. Después vine a Lima a seguir haciendo trabajo de campo. Luego me casé con un peruano que ha muerto el año pasado.

¿Tiene hijos?

Uno, Daval. Su papá Y yo nos separamos cuando él era niño. No podía enseñar lo que había aprendido porque me faltaba el título y me dediqué a vender ropa en el garaje de una amiga en Miraflores. Había aparecido el deporte de la tabla hawaiana Y se me ocurrió hacer ropa especial. Hacía camisetas pintadas con mis poemas, pantalones de colores para los hombres, la juventud se volvió loca. Vendía tanto que pude comprar esta casa. Eran los años 69 Y 70, la época hippie. Puse un aviso en las afueras del cine Pacífico que decía: Ropa para él, para ella Y para los otros también... así que empezaron a venir los gays (risas). También vendía tablas hawaianas de segunda mano.

¿La tecnología la asusta?

Es parte de la magia de la realidad. Aprieto una letra en el Internet Y converso con mi nieto que está a miles de kilómetros de distancia Y veo las fotos de mi bisnieta. ¿Eso no es magia? HOY día un poeta hindú me hizo una entrevista desde la India , Yo me maravillo, nunca pensé que iba a poder manejar el Internet pero aprendí en 30 días con un maestro.

¿Piensa en la muerte?

Sí, el año pasado me operaron de cáncer y estoy bien, pero estuve tres días dentro del hospital aislada mientras iba tomando la radio. Te aíslan, te pasan la comida por un hueco Y todo lo que tocas lo tienes que botar tú misma al tacho. En esos tres días pensé en la muerte y no tuve miedo, pensé que quizás uno se termina para pasar a otra etapa, a otra cosa, y así no me sentí mal, ni vómitos ni llantos. Pero sí pensé en qué va a pasar cuando muera, y tengo un deseo: quiero volver a Atacama, donde nací, es un deseo de cerrar un anillo de poder. Yo he viajado, he dado la vuelta al mundo, pero quiero que me entierren allí porque por algo nacemos en un lugar.

¿Qué hace todos los días?

Me levanto y me siento a escribir y ordenar mis escritos de 6 a 9 de la mañana. Eso puedo hacerlo tranquila porque estoy sola, nadie me interrumpe. Mi soledad no la siento, esta llena de cosas, me encanta, me gusta salir pero no podría convivir con un amor todo el día dentro de la casa, por ejemplo, mi soledad es algo maravilloso a lo que he llegado, llena de trabajo, tengo muchas cosas por publicar Y me encantaría encontrar editores.

¿Cuáles han sido sus temas en los últimos años?

Te leo algo: En estos papeles quedo/ y queda el amor que me alumbró/ que venga el tiempo con su otoño/ y desparrame mis hojas / en la emoción del hombre/ o si no que venga el tiempo igual/ que haga polvo, ceniza, aire mi decir/ y nunca sepa nadie / lo que junto a mis huesos / ardió, ardió, ardió.