enero 03, 2006

LUIS HERNANDEZ/ ESPLENDOR EN LA HIERBA

Archivo: Papeles personales.



LUIS HERNÁNDEZ: ESPLENDOR EN LA HIERBA



Por Armando Arteaga


Han pasado varios años de su trágica muerte, y nada nos ha vuelto otra vez la alegría que sentíamos cuando nos encontrábamos con Luis Hernández "emoción rumiada en la serenidad" como dijo cierta vez, para celebrar aquel encuentro casual un viernes en la noche en el Tejadita ante unos sándwichs fríos, citando el ideal por la poesía de Wordsworth.

Volver a leer su Vox Horrísona (*) es como estar nuevamente frente a Lucho en su modo natural de ser, amable y erudito. Me parece verlo inesperadamente una semana -cuando trotamos con Luis La Hoz en su búsqueda hacia la casa de sus padres en Jesús María- sentado en la tribuna de cemento del Campo de Marte hablando de Dylan Thomas, de Paul Celan, de Lord Byron, de Shakespeare. Me parece verlo "vacilándose", tal como fue la última vez que lo vi antes de su viaje a Buenos Aires en el S.O.S. de la Herradura, poniendo insistentemente a cada momento en la rockola Un gato en la oscuridad. Era tan sentimental e imaginativo, que para todo tenía una respuesta, capaz de relajar en risa al policía más serio.

Una vez, nos encontrábamos en una banca de un parque de Barranco acompañados por otros amigos "proyectos de escritores" y por una dorada botella de pisco. Se hablaba de literatura, cuando de pronto apareció un carro patrullero del que se bajaron dos policías y mientras se acercaban hacia nosotros en forma recelosa -todo el mundo se había quedado en silencio- el más represivo de los guardianes del orden, cuasi de manera prepotente y maliciosamente, nos preguntó, siendo ya casi las dos de la mañana, ¿qué era lo que estábamos haciendo?. Lucho no esperó y le respondió de la manera más traída de los cabellos, pero a la vez tomándole el pelo: dijo llamarse Francis Scott Key Fitzgerald, y que no sabia si estaba celebrando su divorcio con su primera esposa, o su nuevo matrimonio con la otra: ''Como comprenderá esto es tan difícil para mí". Los policías no comprendieron nada y, al percatarse de la normalidad de nuestra fiesta nocturna en el parque, se alejaron, a lo mejor pensando que estábamos beodos; y mientras, los policías medios anquilosados regresaban hacia el carro patrullero que -con las luces prendidas- los esperaba. Lucho continuó hablando de manera irónica, dando cátedra: es mejor ser un escritor desconocido, no haber escrito El Gran Gatsby, por ejemplo; por lo menos, así,  uno no se gana un arresto policial por escandalizar en el parque, y menos un premio Pulitzer. Todo era tan elegante y coherente en su manera de ironizar lo más cotidiano del acontecimiento.  Hubieron risas. Lucho continuó, hizo una síntesis extraordinaria, que después se la he leído a Borges de la novela de Fitzgerald: El Gran Gatsby es la historia de un hombre que intenta en vano recuperar un amor juvenil, en el cual se trasluce la nostalgia del antiguo sueño americano de un mundo nuevo. Daisy y Buchanan, su marido, los muy ricos, los invulnerables, permanecen unidos; Gatsby es destruido. Y mientras se perdía por la autopista el patrullero, Lucho dijo algo que es cierto: Tender is the Night (Tierna es la noche), la otra novela de Fitzgerald es superior a El Gran Gatsby.

Y seguimos hablando de literatura. Y así fue,  que, más tarde, sacó del bolsillo de su saco de gamuza marrón: Tenderland (Tierra tierna): hay un lugar que se llama tierra tierna... uno de sus más celebrados poemas. Era la anhelada coherencia con la que siempre soñó y escribió.

Bucear en la poesía de Vox Horrísona es encontrar cada episodio, cada instante de su vida perennizado allí en sus palabras, en sus alegrías, y en sus tristezas.

Luis Hernández fue un poeta de la vida emocional. Perteneció a la llamada Generación del 60, pero estaba lejos de ella, muchas veces marginado por la "pose" de algunos poetas que veían en Lucho un "peligro" para sus cacareadas voces. Lucho lo sabía, y en nada hería aquello su talla de grandísimo poeta. Y así ha sido como, en estos días, he vuelto a los poemas de Luis Hernández. Ahora sé, con los años, que la vida es una busca de perfecciones, y ahora sé que: "solitarios son los actos del poeta, como aquellos del amor y de la muerte".


(*) Acaba de aparecer una segunda edición de Vox Horrísona editada por Punto y Trama, gracias a la fraternal gestión de Nicolás Yerovi.



(Publicado en el Diario Expreso, 20/12/83).

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