septiembre 24, 2012

ACERCA DEL POETA GUILLERMO CHIRINOS CUNEO

LA PRIMAVERA EXCERTA DE GUILLERMO CHIRINOS CUNEO



Por Armando Arteaga
I: INTROITO
Era otoño, neblina... Se fue en primavera excerta de imágenes el poeta Guillermo Chirinos Cuneo por esa calle absorta y sin limites del brumoso invierno limeño, veredas albeadas y escaleras abocetadas, un fondo azul marino: para adornar el tiempo, una gaviota triste, y un perro aullaba sobre el oleaje añoso del póstumo muelle, en ese septiembre del noventainueve, un abecé sonoro vuelve en música de albogue sobre las rocas. 
II: MIRADA ANACREÓNTICA 
No sé cómo es qué empecé a saber -a ciencia cierta- acerca de la vida taciturna de aquel muchacho de La Punta, varios años mayor que yo, que caminaba con la aparente pedantería de alguien que sufre de miodinia (muy de moda en el caminar para los vándalos adolescentes -de aquella época- que pululaban en los Portales de la Pza. Sn. Martín), y que también era un ser vernal, marginal, algo amadamado, y vislumbre de gran poeta: Guillermo Chirinos Cuneo. Muchacho que siempre andaba solo, azul, y triste.
Guillermo Chirinos Cuneo, o “Cuneo”, como le llamaban algunos, era parte de esa patotada limeña (¡La muchachada peruana avanza, se eleva y triunfa! era el slogan que usaba la señora Nelly Mendivil Castro desde su programa “La nueva ola peruana” desde la torre-cabina de Radio Miraflores), y que en ese último verano fabuloso de la década del sesenta, la pasamos oyentes: los badulaques -de entonces- escuchando en las radios de moda a Charles Brown, a John Lennon, y a Ringo Star. (¿Quién no llevaba ese verano un radio portátil en la mano como ahora un celular?). Era un muchacho raro, un ser muy especial, de tez blanca, nariz aguileña, ojos pardos, cejas pobladas, una frente muy amplía, y siempre bien peinado, bello y algo frusco: por su hábil manía de prosternarse a la incomunicación con las demás personas cercanas sino le interesaban los temas sobre lo que se conversaba, o al revés, se transformaba en un caso contrario, lleno de una hiperestesia existencial para plantear las cosas aparentemente más descabelladas, y de un semblante medio autista, que profetizaba cierto raro misterio, y que solía pasar con las manos metidas en los bolsillos de sus anchos pantalones azules y oscuros, en guayaberas blancas o cremas, listo para “espantar burgueses”, y muy elegante en un cansino caminar sobres sus mocasines marrones o guindas, que eran en él un recordado leid-motiv de su imagen. Llamaba mucho la atención su desafiante, pero tiernísima mirada, con la que saludaba a mi amiga Brunella. No sé exactamente, ¿Quiénes me lo presentaron, por primera vez?. No lo recuerdo: ¿O Tony Vásquez, o el flaco Podestá, o el viejo trosko Napuri?. ¿Imposible recordarlo ahora, o saberlo entonces, parece haber pasado tanto tiempo?. ¿O, vino una tarde cualquiera a sentarse a mi mesa del Versalles acompañando con su hermano Pepe “El Gordo” Chirinos?. 
Me dijo que era poeta, hablo de Rimbaud y de Martín Adán (un viejo poeta del Perú, haciendo referencia a Ginsberg, esa tarde llevaba entre sus manos el N- 4 de la revista Haravec). Recuerdo –exactamente- este episodio porque en aquel verano de 1969, me ocurrieron varias cosas extraordinarias: ingresé a la universidad, empecé a fumarLucky Strike , y me le declaré a Brunella. Frecuenté mucho, ese verano, las calles de La Punta, y meditaba sobre el futuro de la vida, la felicidad, o la muerte total de las cosas, y conversaba sobre las bellas tardes crepusculares del Malecón Figueredo. Del resultado de esa experiencia juvenil, del abandono existencial y el ocio creativo, escribí aquel poema “Botes pescadores a la puesta de sol” (II) en mi libro “Terra Ígnea”. Leí mucho también, ese verano, descubrí a los crepusculares, a Marinetti, a los herméticos italianos: a Ungaretti, a Saba, a Pavese, a Móntale. 
Brunella era una pecosa extraordinaria, ágil para nadar y sortear mil peripecias sobre los cantos rodados de la playa de Cantolao, de cabellos castaños, hija de esos emigrantes italianos que pululaban por las calles de Chucuito y La Punta. Tenía su padre una tiendecita casi al final de la Grau (una cuadra antes de llegar al Malecón Pardo), en un ambiente muy movido donde cualquiera podría degustar de un buen sándwich de jamón del país, de unas pastas divinas, o de unos inconfundibles helados de vainilla. Yo no iba tanto por el gusto de esas delicias que ofrecía Don Guiseppe Durbiano, el padre de Brunella, sino solo para mirar los ojos celestes de Brunella, esa madonna que me quitaba el sueño para siempre. Don Guiseppe, el padre de Brunella, era un italiano bonachón, y yo le caía bien, estaba segurísimo de eso, sino por andar fastidiando a su hija, hace rato que ya me hubiera metido bala. Fumaba tabaco en pipa, y siempre andaba con una boina azul marino de pintor, le entraba a la lectura, era un hombre muy culto, me buscaba la conversación, y hasta heredé de él las obras completas -en dos volúmenes- de la poesía de Leopardi, por supuesto en italiano, en una edición de 1900 (Opere di Giacomo Leopardi, edizione accresciuta, ordinata e corretta; secondo l´ultimo intendimento dell´autore da Antonio Raniere, Firenze, Felice Le Monnier, Editore). 
Como Brunela me aceptó, y empezó a trabajar de aeromoza en Air France, la recogía o me acompañaba, o nos veíamos, algunas veces, o la esperaba, haciendo tiempo (para subir a los colectivos), o divagábamos en alguno de esos cafés de los portales de la Pza. Sn. Martín o de las Galerías Boza. Por esos recovecos de los portales de la Plaza Sn. Martín, muchas veces, aparecía Guillermo Chirinos Cuneo, siempre caminando hacia ninguna parte. Ya dije, solo, azul y triste. Se repetía, era siempre el mismo muchacho que llevaba cierta sonrisa irónica, una mueca de cierto disgusto por las cosas que le rodeaban, un gran aburrimiento, una desilusión muy especial fijada en esos ojos encendidos que le daban un brillo especial. Siempre se le veía en realidad inmutable: abrumado. Yo fastidiaba a Brunella diciéndole: “Creo que ese poeta también está enamorado de ti”. Brunella no decía nunca nada ante mis locas ocurrencias, musa hipnal, solo sonreía. 
Se veía que le tenía simpatía a Guillermo (¡Ojos de caballo loco!, exclamaba), tal vez por su impecable soledad, y no era para menos, y también porque se conocían del barrio, de un tiempo atrás, Brunella vivía unas casas más abajo del barrio actual de “Pepe” Chirinos Cuneo. 
Una inesperada tarde. Brunella me presentó a Pepe (“El Gordo”) Chirinos, en la calle más loca de los limeños de entonces, en La Colmena. Al costado del estupendo Teatro Colón diseñado por Claudio Sahut. Otro muchacho de La Punta..., era el hermano menor del poeta Guillermo Chirinos Cuneo, muy parecido a él, allí estaba la cara, la pinta. Solo que más kantiano, aunque siempre callado. Pepe “El Gordo” Chirinos hizo una gran amistad conmigo, siempre estaba dispuesto para acompañarte a cualquier lugar, para realizar los acontecimientos más inesperados. 
A veces nos metíamos al cine, para matar las tardes, trotábamos al Le Paris para ver la última de Claude Lelouch, vimos todas las que llegaban de Lelouch: “Vivre pour vivre” y “Un Homme et une Femme”, o nos metíamos al Bijou donde nos soplamos -todas las tardes de un mes de octubre- un festival de cine soviético, y después vino el siguiente festival de cine yugoslavo, no nos perdimos ni el festival albanés, que fue recontra “gevy”, malazazazo..., disparatado y metálico. 
Brunella murió en un accidente aéreo, y esa desgracia fue casi imposible de soportar. Fue mi peor “dolor” sartreano, el más excéntrico de aquella temporada, una herida narcisista que jamás se cerró. Fue un bautizo hebefrénico que me dejó la impronta de cierta identificación con lo marginal y la compulsión nosológica para estudiar la cognición de la realidad. 
Y “Pepe” Chirinos, aunque callado, era divertido. La pasábamos muy bien. Nos sentábamos -horas de horas- para conversar en cualquier mesa del café Versalles, o en el Goyescas, o en el Viena, o en el Dominó. Salíamos a vagar por la ciudad de nuestras madrigueras que eran las conocidas mesas de estos cafés de los portales. Nos metíamos en aquella librería francesa del portal de la Pza. Sn. Martín (al costado del Versalles), a hojear, o a hurtar (o a “expropiar”, decía “Pepe” Chirinos, quién usaba el termino velasquista), o para agitar la adrenalina: birlar algún libro de poesía francesa, que allí los vendían muy baratos: Rimbaud, Mallarmé, Baudelaire, Prosper Merimee, Gérard de Nerval, Bretón, Prévert, Jules Supervielle, Aragón, Maupassant, Soupault, Sartre, Camus, Eluard, todos estaban allí, le livre de poche.
Fue a través de “Pepe” Chirinos que llegue con más frecuencia a su hermano Guillermo. Siempre me traía alguna mala noticia. ¡Enfermó!. ¡Lo habían metido en la clínica San Martín, o en la San Isidro. Cada vez que empeoraba, era más difícil la comunicación con él. Pepe se quedaba callado y no hablaba más. Había que sacarle las palabras en horas de conversación sobre otros temas. ¡Está escribiendo!. ¡No recibe visitas!. Así era de lacónico el “Gordo” Pepe. Para no malograr nuestra relación de amigos, por elegancia, ya casi ni le preguntaba sobre la vida de Guillermo, que a todos nos preocupaba y nos atormentaba. Pero que ya nunca más pudo ser tema de nuestra cotidiana conversación. Solo cuando Pepe quería hablaba de Guillermo. Y así fue que aceptamos, con dolor extraño, nuestro compromiso fraterno, cuando indagábamos acerca de la salud del poeta Chirinos Cuneo. 
Siempre fue difícil la comunicación con el poeta Guillermo Chirinos Cuneo. A pesar de esta distancia, siempre pude entenderme con él, a pesar de ese destino fronterizo y esquizofrénico que limitaba cualquier entendimiento normal, que siempre impedía o malograba la comprensión total. Que nos volvía a todos incomprensibles y alborotados. Pero Guillermo era un tipo brillante, controvertido, y veces se deprimía mucho. Por un buen tiempo no supe nada de él. Me enteré que la pasaba mal en la clínica de San Isidro, y que mantenía la costumbre de seguir escribiendo poemas, escribía mucho -Pepe recuerda; más de un millar de poemas-, que el doctor-psiquiatra que lo atendía no aceptaba visitas, salvo la visita de algunos familiares.


Fue un día casual y cualquiera. Conseguí su libro “Idiota del Apocalipsis” (que lo había editado la madre de Guillermo, la señora Aída Cuneo Navach , y quien asumía su omnipresente figura personal con un sello editor), que se exhibía discretamente en una de las vitrinas principales de la Librería Internacional que estaba en la primera cuadra del Jr. de la Unión, con una bellísima carátula presuntamente dibujada por Guillermo (según me a confesado recientemente Pepe, y que la familia guarda y conserva otras tres pinturas): unos caballos de buen trazo negro y pintados de rojo bermellón, que se desbordaban sobre un fondo blanco.


Poema de Guillermo Chirinos
CAIRO

El lirio de los delirios a quien alimente de sol mis pesadillas.
En el ojo del pez, la suave herida.
Cairo,
amarillo como las pústulas del loco
te solazas con el veneno bíblico de la ciencia.
Buscad en el fondo casposo de los recuerdos;
ha llegado el pánico.

Sapiencias lejanas,
destartalado tiempo de lágrimas,
transferencias psicológicas.
La cábala,
El número exacto de mi proyección somática.

Moriré
para que mi alma no recuerde;
ante quien descubrir las cicatrices del miedo,
mis estáticas señales,
mi mente vieja de corazón virgen.

Moría una nube. Nacía una estrella.
Pausa. Podredumbre.
La noche hastiada sobre la muerte del destino.
Cairo, tu simiente de espuma,
tu faz de diurna asechanza,
todo tu ser de cristal
seduce mi curioso delirio.

Escribí versos hermosos.
En estado de arte, pinté mi máscara
Y sus ojos sin luz.

Moriré,
para que mi alma no recuerde.
Moriré,
para que mis recuerdos lloren la vacuidad.

Conozco el arquetipo del sueño.
Conozco que el príncipe de los delirios
redime mi suave muerte.
Conozco el amor de la leyenda.
Y las capacidades donde acaba la moral.

Iluso espejo o espejismo,
Cairo,
Herido hermano de la nieve
de las almendras de nata,
te requiero.

Viví en el futuro
Luego en el pasado.
¿De qué oquedales nacer,
si en este mundo se puede morir mil veces?.


(Inédito, de “Guerrero del Arco iris”)
Armando Arteaga (Perú - Piura 1952). Realizó estudios de arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Estudió en la Academia de Cine, bajo la dirección del cineasta Armando Robles Godoy, en el Club de Teatro con Reynaldo D’Amore, y en el TUNI con Atahualpa del Chioppo. Ha sido crítico de cine en el diario Expreso y editor de la página editorial del diario Gestión. Actualmente es director del Instituto de la Tecnología y la Cultura Andina (ITECA). Ha publicado: Callejón Sin Salida (poesía, 1986), Un Amor en que aún (poesía, 2000), Terra Ígnea (poesía, 2004), Cuentos de Cortometraje (narrativa, 2002).
 

ROGER SANTIVÁÑEZ, CUESTIONARIO Y POEMAS

ROGER SANTIVÁÑEZ, CUESTIONARIO Y POEMAS

El poeta peruano Roger Santiváñez (Piura, 1956), cuyos libros son una presencia habitual en nuestra librería, responde a nuestro cuestionario. Recientemente publicó Roberts Pool crepúsculos y reeditó El chico que se declaraba con la mirada. Un poco antes apareció en España Amaranth, precedido de Amastris, en la Colección Transatlántica de Amargord. Te dejamos aquí sus respuestas. Y, más abajo, algunos nuevos poemas.

Roger SantiváñezEn sociedades en las que todo está categorizado, marcado, ¿cómo puede el poeta desmarcarse? Es decir, si la misma etiqueta de “poeta” neutraliza la radicalidad de la poesía, ¿puedes pensar en alguna estrategia de desmarque crítico?
La única que se me ocurre es el desmarque por la vía del trabajo de lenguaje. Ahora bien, la etiqueta de “poeta” yo la identifico con la frase de Pessoa según la cual el poeta es un fingidor. Es decir, “poeta” es una máscara.  Una máscara detrás de la cual vive —goza y sufre— aquel ser humano “poeta”. Porque para ser poeta hay que fingir.  O sea, hay que fingir que uno vive como todo el mundo y no con esa conciencia y tormento de la muerte que vibra —como un aura— sobre nuestras cabezas. Además el fingimiento principal ocurre en el plano del lenguaje: nosotros inventamos un otro idioma (como se expresaría un sujeto angloparlante aprendiz de Spanish) porque el lenguaje de la poesía es autónomo. Desde este punto de vista, estamos fingiendo una lengua que no existe: la lengua poética. Sólo así puedo entender la radicalidad de la poesía, tal como tú la planteas. En este sentido, sólo un trabajo estricto con el lenguaje —una elaboración sui-generis si se quiere— podría desmarcarnos de lo categorizado y supermarcado (y en el supermercado por supuesto) de las sociedades capitalistas decadentes en las que sobrevivimos.              
Más allá de los estereotipos de la poesía —libertad de palabra, riqueza del mundo interior, expresividad de la subjetividad— ¿crees que la poesía tiene algún potencial crítico, transformacional? Dicho de otro modo, ¿no crees que la palabra poética es solipsista? ¿No crees que el capitalismo atraviesa directamente el lenguaje? ¿Y que, además, el poeta también acumula un capital cultural, participa del capitalismo, más allá de la pretendida excepcionalidad de la poesía?
Claro, el poeta acumula un capital cultural, como tú dices; sólo que es un “capital” inexistente en términos capitalistas, ya que no sirve para nada. Para ninguna inversión capitalista quiero decir. No creo que la poesía tenga algún potencial transformador, salvo que sea el enriquecimiento humano del personal que lee un poema. Definitivamente el poeta es un solipsista. Incluso, como escribió mi gran amigo el poeta Luis Alberto Castillo (hoy injustamente olvidado) en los días gloriosos de San Marcos 1975-1980: Poesía = Masturbación. No creo que el poeta —como tal— participe del capitalismo: al capitalismo le importa un bledo la poesía. ¿Que el capitalismo atraviesa el lenguaje? Por supuesto que sí, como lo atraviesa absolutamente todo. Pero yo sigo creyendo que una de las funciones fundamentales de la poesía es desalienar dicho lenguaje atravesado de o por el capitalismo. Aquí es donde entra a tallar (el verbo es exacto) el lenguaje radical, autónomo, de la poesía.
Amaranth¿Podrías mencionar alguna obra que te haya transformado, que haya puesto algo en marcha, que haya generado…? O, de lo contrario, ¿podrías construirte una genealogía?
Mi genealogía empezaría —sin duda— con Vallejo. Podría decir como Montalbetti una vez: Vallejo, Vallejo, Vallejo, Vallejo, Vallejo. Aquí ubico a Trilce. La verdad es que son bastantes los libros que me han transformado y/o empujado a la acción creadora.  Haciendo una criba en la memoria te diría: A mí me puso en marcha mucho la Antología de la poesía hispanoamericana de José Olivio Jiménez de 1970, que leí en el verano de 1974 en la calurosa Piura —mi ciudad natal en el tropical norte del Perú— cuando tenía 17 años (Huidobro, Lezama Lima, Gorostiza, Parra, Paz). Una temporada en el infierno de Rimbaud (edición de Visor).  Contra Natura  de Rodolfo Hinostroza. Los cuadernos ológrafos de Luis Hernández que llegaban a mis manos gracias a Luis La Hoz y Armando Arteaga.  En los extramuros del mundo de Enrique Verástegui. Reinos de Eielson. Cuando llegué a Lima, recién bajado del ómnibus TEPSA en 1975: Poesía completa de José Lezama Lima, un libro lindo de tapas celestes, Insulae Poetarum de Barral.   Poesía reunida de TS Eliot (versión de JM Valverde). Abolición de la muerte de Westphalen. El arte de la poesía de Ezra Pound (edición de Joaquín Mortiz, México). Así se fundó Carnaby Street de Leopoldo María Panero. El Aullido de Ginsberg. Por el 78 el Quasar de Mario Montalbetti. Y —desde aquellos días azules y hasta ahorita Personae y The Cantos del viejo fioca, a quien considero (no, eso es muy pretencioso) —según mi gusto, mejor— el más grande poeta de la historia (de mi historia en todo caso).
¿Participaste de alguna revista o colectivo? ¿Podrías contarnos de esa experiencia?
Cuando llegué a Lima —recién bajado, como te decía de mi TEPSA— conocí al grupo de novísimos poetas que frecuentaba el bar Palermo en La Colmena Izquierda. Verano de 1974. Al Palermo llegué siguiendo la pista que trazaba Estos 13 de JM Oviedo. Este grupito —una especie juvenil influenciada por Hora Zero aunque opuesta a ellos— lo conformaban Armando Arteaga, Juan Carlos Lázaro, Fredy Roncalla, Guillermo Falconí y Bernardo Rafael Álvarez.  Habiendo trabado amistad más íntima con Arteaga, él me llevó a conocer a Luis La Hoz y Oscar Aragón, con quienes tenía una suerte de grupo que a La Hoz le gustaba llamar El Oro de Acapulco —nombre tomado de un verso de Hinostroza con el que habían bautizado una hermosa plaquette suya de esa época—. Cuando entré a San Marcos (mejor dicho me trasladé desde la Universidad de Piura en 1975) fui acogido por la collera de la revista Hipócrita Lector que lideraban Marco Martos e Hildebrando Pérez, mis profesores. Con Arteaga y La Hoz lanzamos la revista AUKI impresa primero en Piura y luego en Lima hacia 1975.  Al año siguiente fundamos ESCRITURA con Luis Alberto Castillo (a quien mencioné líneas arriba) y Mito Tumi. En dicha revista tratamos de aglutinar a los jóvenes poetas de San Marcos como José Morales Saravia, Jorge Luis Roncal, Cromwell Jara, Carlos Orellana, Juan Luis Dammert, Rosa Natalia Carbonell.
Empezando 1977, un buen día visité a mi amigo Edgar O’hara —a quien había conocido en 1975 y quien era el artífice de rociadas reuniones sabatinas en un bar de la plaza San Francisco de Lima, al que llamábamos Melibea en homenaje a un excelente poema de Luis Alberto Castillo; aquelarres que juntaban a toda la poetería joven de San Marcos y la Universidad Católica. Con O’hara decidimos organizar un nuevo grupo. Les pasamos la voz a Enrique Sánchez Hernani, A Castillo, a Mito Tumi y a Guillermo Niño de Guzmán. Eso fue La Sagrada Familia. También estuvieron luego en LSF Marisol Bello, Guillermo Saravia, Luis Rebaza, Ernesto Mora, Eleonora Falco, Oscar Malca, Luis Angulo “Katongo”, Dalmacia Ruiz Rosas, Julio Heredia. Publicamos una revista con el mismo nombre del grupo, La Sagrada Familia, 4 números.
Después de la disolución de LSF, hubo un intento en 1980 de conformar una coordinadora de poetas y artistas jóvenes La Unión Libre pero esto no funcionó. Fue entonces que Jorge Pimentel nos propone a Dalmacia Ruiz Rosas —mi compañera de aquellas poéticas— y a quien redacta estas memorias, integrarnos a Hora Zero, grupo de la generación anterior a la nuestra. Y así lo hicimos. Durante 1981 me la pasé con los de HZ y con ellos aprendí y conocí el mundo de la calle y a la gente de mi país y su habla real, ya que hasta antes de eso, yo había vivido en dos burbujas sobreprotegidas: la de la pequeña burguesía acomodada piurana y la de mi vida zanahoria y académica en la Universidad de San Marcos.
Concluida mi experiencia con HZ, sentí que algo nuevo se estaba cocinando en la sociedad y en la poesía peruana. El Partido Comunista del Perú, conocido popularmente como Sendero Luminoso había empezado sus acciones armadas, el gobierno de Belaúnde era un fracaso absoluto, el narcotráfico y su ola de corrupción anegaba todas las esferas del espectro social —incluyendo las del poder político- entonces una solitaria tarde de invierno —reunido con Mariela Dreyfus en el café Wony del centro de Lima— decidimos fundar el Movimiento Kloaka, el cometa más rayado que pasó volando por el cielo de la poesía peruana. Kloaka editó un único número de su revista, lanzó manifiestos anarquistas por doquier y organizó distintos eventos en los que fusionaba poesía, rock and roll, pintura, teatro, fotografía y performance. Formaron parte de Kloaka y/o de su onda expansiva  —entre otros— Domingo de Ramos, José Antonio Mazzotti, Dalmacia Ruiz Rosas, el pintor Enrique Polanco, Rafael Dávila Franco, Rodrigo Quijano, Frido Martin, José Alberto Velarde, Julio Heredia, Mary Soto, Edián Novoa, Mario Wong, Guillermo Gutiérrez, Bruno Mendizábal, Fernando Bryce, Kilowatt , Medias Sucias (rock & roll proto subterráneo) y Delpueblo (rock fusión andina).
¿A qué te dedicas durante el día? ¿De qué vives?
Durante el día me dedico a escribir poesía desde muy temprano caminando con Butter por Cooper River Park contemplando el fluir silencioso de las aguas —Panta Rei— y los primeros atisbos del otoño. Luego me voy a Temple University donde enseño Composición y Lecturas Hispánicas. En Temple dispongo de —por lo menos— 3 horas investigando sobre lenguajes poéticos en el tercer piso de la biblioteca Paley. Vuelvo a mi jato y veo a los Phillies jugando baseball con mi esposa Kathy, quien es fanática de ellos. Después preparo mis clases y leo poesía hasa las 2 a.m. Vivo del aire, como se ve.
¿Tienes un blog? ¿Nos recomiendas alguno?
No tengo un blog, pero sí una buena amiga Elsa Costa, que fue mi alumna en Bennington College, quien —con atención por la que estoy profundamente agradecido— mantiene un blog con mi poesía denominado Junín 381 que —dicho sea de paso— es la dirección donde nací y viví hasta los 8 años en el centro de Piura, hasta que me mudé a Santa Isabel —en los suburbios en 1965— y allí ya fue otra nota. Recomendaría el blog del poeta Paul Guillén Sol Negro quien —gentilmente— acoge algunos escritos míos. Y ahora, éste, el tuyo naturalmente, que es nuevo y por el que apuesto al futuro. Muchas gracias.
Roger Santiváñez
18 de septiembre de 2012
Martello Tower, Collingswood, New Jersey /

Ver: 

HISTORIA PERSONAL DE LA POESIA PERUANA [MEMORIAS] / Roger Santiváñez

HISTORIA PERSONAL DE LA POESIA PERUANA [MEMORIAS] / 

Roger Santiváñez

VERANO 1974

1

Lima. Desciendo de un Aero-Perú en el Jorge Chávez. Son las seis de la tarde de un fresco día de enero. Mi padre me manda a la casa de su hermana Emma en Villacampa, Rímac.  En realidad, dicha jato es propiedad suya pero se la ha entregado a mi tía, quien debió dejar la casa que rentaba en Pueblo Libre, mientras mi padre –simultáneamente- sacaba a sus inquilinos de Villacampa. He viajado a Lima para trasladarme a San Marcos después de un año en la Universidad de Piura. Estando en mi ciudad natal –otoño 1973- fallece el profesor , escritor  y periodista Néstor Martos –amigo de mi padre y maestro mío de historia del Perú en la secundaria-. Con este motivo llega a Piura para los funerales, su hijo  el poeta Marco Martos. Voy a su encuentro, le doy el pésame y él me cita para la tarde del día siguiente. Esa fue mi primera conversación con un poeta.  Nunca dejaré de agradecerle a Marco aquella jornada. Nos pasamos varias horas leyendo un folder que contenía los poemas que yo había escrito hasta la fecha. Fue mi primera gran lección de poesía, tan es así, que los textos que a Marco le gsutaron, fueron los que reuní en una colección denominada Entre el paraíso y el infierno que obtuviera el primer premio de poesía en los IV Juegos Florales de la UDEP en diciembre de 1973.

A los pocos días de mi arribo a Lima, fui a buscar a Marco Martos a la Ciudad Universitaria de San Marcos. Pero no lo encontré. Entonces, deambulando por el pabellón de Letras –guiado sólo por una intuición- me acerqué a un señor de simpática pinta y le pregunté si conocía a Marco. Este señor me atendió muy cordialmente y luego de enterarse de mi nombre, me dijo ‘ah, sí, yo te conozco. Martos me pasó tu poema’, Lo que había sucedido es que en el verano de 1973, tras leer Hipócrita Lector y Estos 13, yo me había atrevido a remitirle –sin conocerlo- un texto a Marco Martos, desde Piura. Y él se lo había pasado a Francisco Carrillo, director de la inolvidable y legendaria Haraui, quien en persona –para mi sorpresa y emoción- era el señor que estaba hablando conmigo en ese instante. ‘Pero, vente conmigo’ me dijo, ‘yo voy a ver a Marco ahorita en Barranco’.Así fue como en su amplio, elegante y cómodo automóvil nos desplazamos por la costa verde –desde San Marcos- hasta el departamento que Paco tenía empezando la quebrada que baja hacia los baños, junto al Puente de los suspiros.

Descendimos luego caminando hasta Barranquito. Allí en la arena estaba Marco Martos. Luego de saludarnos me presentó  a Hildebrando Pérez y a Carlos Garayar, sus compañeros y amigos de Hipócrita Lector. Junto a ellos tomaba el sol Esther Castañeda con su truza amarillo patito. Luego de disfrutar de la playa por un buen rato, enrumbamos hacia Barranco, y en el camino -casualmente-  nos encontramos con un muchacho de largos rizos dorados e inconfundible look hippie que iba abrazado de su musa. Eran José Rosas Ribeyro y Margarita Caballero. Naturalmente esa tarde recibí mi primera lección –por parte de Marco, Hildebrando y Carlos- acerca de Estación Reunida, el grupo de los poetas niños como ellos llamaban al colectivo de Rosas, Elqui Burgos, Tulio Mora y Oscar Málaga. Otra vez en el departamento del gran Paco Carrillo –jamás escatimaré mi palabra de reconocimiento a su extraordinaria calidad humana e intelectual- vi una enorme pila de libros de poesía peruana contemporánea, disperdigados por toda la sala. Marco me explicó entonces que estaban preparando una antología que se denominaría  33 poetas 33. De Vicente Azar a Enrique Verástegui libro que lamentablemente no llegó a ser publicado.

Marco Martos tuvo la gentileza de invitarme a proseguir la conversación en su casa de La Capullana. Hasta allí llegamos en un Venegas desde la plaza de Barranco. Almorzamos y luego me pasé toda la tarde hablando de poesía con el poeta de Cuaderno de quejas y contentamientos (1969) y de Naranjita (aparecido en Hipócrita Lector 1) respectívamente el libro y el poema de Marco que a mí más me gustaban en aquellos días. En un momento de la tarde mi amigo me permitió entrar a su excelente biblioteca y allí pude disfrutar un rato largo –solo- de los estantes enormes que cubrían toda la pared del recinto.  Al final, me obsequio un libro (Los Comentarios Reales de Antonio Cisneros) y me prestó otros, entre los que recuerdo uno de Atila Joszef, el gran poeta húngaro, que a mí me había llamado la atención al descubrirlo –justamente- en Hipócrita Lector. Hacia el crepúsculo Marco me dio direcciones para salir hasta la Av. Atocongo, donde tomé un microbús hacia Lima, la dorada.

2

Un buen día de aquel verano adolescente de 1974 –todavía no había cumplido los 18 años- leí en el periódic o el anuncio de un recital de poesía joven.  Era en Barranco, pasaje Tumay. Me interesé en el tema y tomé un 73-M hasta la entrada de ese distrito y preguntando llegué al número indicado.  En la puerta estaba parado un señor con un cuaderno bajo el brazo. Se trataba de un hombre de un poco más de cuarenta años, mestizo, con una mirada inteligente y bondadosa. Nos dimos cuenta que ambos estábamos allí por el mismo motivo, así que nos presentamos mutuamente. Era Félix Puescas Montero, un personaje inolvidable para todo aquel que tuvo la dicha de conocerlo. De pronto se abrió la puerta y apareció Isaac Rupay, joven poeta del que yo había leído poemas en el tabloide de Hora Zero de marzo de 1973, quien visiblemente demacrado e intrigado nos hizo pasar a la sala. Allí pudimos convencernos que se trataba de una broma de mal gusto. Alguien había puesto ese aviso en el periódic o-anunciando un recital inexistente- por jugarle una mala pasada al buen Isaac.  Contrariado por la situación, Rupay tuvo la caballerosidad de departir un rato con nosotros e invitarnos un refresco para el calor. El conocía a Félix Puescas de la bohemia literaria del centro de Lima, así que aclarado el equívoco, nos despedimos cordialmente. Esa fue la primera y la última vez que vi a Isaac Rupay, miembro de la segunda generación horazeriana de la etapa fundacional, 1970-1973. El joven poeta había nacido con una dolencia congénita en el corazón y falleció en abril de ese mismo 1974. En su memoria debemos recordar que él fundó la revista La tortuga ecuestre  cuyo primer número salió en enero de 1973 –en el cual se presentan, entre otros- buenos poemas del propio Isaac, de Elías Durand –el poeta rock de Hora Zero- y de Juan Carlos Lázaro su emblemátic o franz / historia de un gusano, que era mi favorito de ese ejemplar. Yo supe de la aparición de esta revista desde Piura, y se la encargué a mi padre, quien me la compró en Lima en uno de sus viajes.

Con Félix Puescas decidimos regresar al centro de Lima. Una vez en la intersección de Tacna y Colmena, me propuso caminar hasta el Palermo mítico bar de escritores, intelectuales y artistas del que yo había tenido noticia a través de Estos 13 (1973) la singular antología de la generación de 1970 que JM Oviedo preparó para Ediciones Mosca Azul. El Palermo tenía una notable tradición en las letras peruanas desde la década de 1950. Mientras enrumbábamos por la Colmena –a la altura del Tívoli ,otro famoso bar de artistas- nos encontramos con un muchacho de lentes cuadrados y abundante, lacio pelo negro. Era el joven poeta Armando Arteaga, quien luego de que Félix me lo presentara, desapareció entre el gentío de la avenida, asegurándonos que en un breve rato llegaría al Palermo. Al enterarme de su apelativo recordé que yo había leído un poema suyo que me había gustado bastante en el número 2 de La Tortuga ecuestre, emisión publicada con el espacio donde debe ir el nombre del director en blanco. Luego me enteraría que cerca de Isaac Rupay –en la fundación de la revista- había estado Gustavo Armijos, quien luego de una diferencia entrambos , había continuado con la publicación desde el tercer número y hasta el día de hoy. Por su lado, Isaac Rupay fundó una nueva revista Eros de la cual solo salió un muy buen número hacia fines de 1973. Aquí Rupay contó con la valiosa colaboración de Enrique Verástegui, José Cerna, Vladimir Herrera y  Santiago Lopez Maguiña. Eros ha entrado en la historia de la poesía peruana también porque allí se dieron a conocer los famosos tres poemas que iniciaron la leyenda de la joven poeta suicida de los 70s María Emilia Cornejo.

Entré al Palermo con Puescas y no sé cómo nos hemos sentado en una mesa donde estaban Juan Carlos Lázaro, Fredy Roncalla y Guillermo Falconí. Recuerdo que Lázaro hablaba apasionadamente de sacar una nueva revista de poesía. Todos exteriorizábamos entusiasmo ante la idea. De pronto apareció Armando Arteaga, cumpliendo su promesa. Allí hemos estado como hasta las nueve o diez de la noche, momento en que Félix y los muchachos me han acompañado hasta la esquina de Colmena y Tacna donde abordé el micro que me llevaría hasta mi alojamiento en el Rímac. Meses después –estando en Piura- me enteraría de la salida de aquella revista de la que hablaba Juan Carlos Lázaro, con el cortazariano nombre de Cronopios. Vino con poemas de su editor,  de Guillermo Falconí , Vladimir Herrera y Fredy Roncalla. También poesía visual de Jorge Pimentel, a quien –justo- habíamos divisado desde lejos aquella noche en el Palermo. Pimentel –a la sazón- acababa de regresar de España con su libro Ave Soul bajo el brazo y –diríamos trotaba como un caballo dentro de las inmediaciones del bar,elegantísmo con  terno y chaleco azul.  Por esos días me compré un ejemplar de Ave Soul en el legendario Kiosko de Don Néstor Jáuregui en la esquina de Azángaro y Parque Universitario, en la Colmena. Yo era asiduo de este maravilloso puesto de expendio poético. En una de esas visitas mías aquel  enero conocí allí al joven poeta Bernardo Rafael Alvarez –recien llegado de Pallasca así como yo de Piura- quien poco después publicó su primer libro ‘Aproximaciones & Conversaciones’

 
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A partir de esa noche Armando Arteaga se convirtió en un visitante asíduo de mi habitación en Villacampa. Caía en cualquier momento y siempre era bien recibido. Hablábamos animadamente de poesía y salíamos a caminar por el centro de Lima, una de las pasiones principales de Armando . En una de sus visitas mi nuevo amigo me invitó a ir a una fiesta que habría en la casa de Elsa Sánchez León en Miraflores. Quedamos en encontrarnos frente al Haití. A eso de las seis y media de la tarde del día fijado, vi aparecer a Armando, al lado de Luis La Hoz y su esposa Marilyn Palacio junto a Oscar Aragón, y a Rocío La Hoz – hermana de Lucho- y más atrás a Fernando Ampuero. Cuando llegamos al apartamento de Elsa, allí estaban Fredy Roncalla e Ivonne Río, José Oviedo, Vladimir Herrera y Oscar Málaga. Fue una noche de ron con coca-cola, de ‘Pronto llegará el día de mi suerte’la canción de Héctor Lavoe y Willy Colón que rayaba en todo Lima y por supuesto temas de los Beatles y los Rolling Stones. Recuerdo que en un momento conversé con Herrera, quien al yo decirle que había leído sus poemas publicados en Haraui y en Eros, me respondió: ‘Ah, esa es mi prehistoria’. La gente bailaba y las parejas constituidas se besaban bajo la gran noche veraniega de ventanales abiertos y brisas refrescantes. Era mi primera fiesta de poetas, tras mi llegada a Lima. Gracias Elsa por esa hermosa ocasión. Para mí, Elsa Sánchez León –por su atractiva personalidad, cultura e inteligencia- es la musa de aquel grupo generacional que- como escribió Lucho La Hoz en ‘Auki’-  se inicia con El Oro de Acapulco.

En efecto, tal había sido el nombre de la plaquette con poemas de La Hoz y Oscar Aragón –publicada hacía poco- que Armando me había obsequiado en una de sus primeras visitas a mi casa. El Oro de Acapulco aludía a un verso de Rodolfo Hinostroza en Contranatura, el cual a su vez traduce del inglés ‘golden Acapulco’: un tipo de marihuana de ribetes roji-dorados famosa en México y USA en la época de los hippies. A mí me encantó esa plaquette, Cuadernos de Berlioz, ediciones La Joven Parca. Hasta ahora recuerdo el poema de Lucho: Constanza, cuyo arranque decía: ‘A mi no me jode el viento’ y culminaba rezando: ‘Hapiness is a warm gun, los pájaros y los que me robaron la alegría’ con cita a esa rara y hermosa canción de los Beatles en el disco blanco, que escuchábamos hasta morir en casa de Nicolás Yerovi –sita en Francia, Miraflores- adonde Lucho nos llevaba con frecuencia. También recuerdo su poema ‘Arte Poética’ que mencionaba a Bob Dylan, pero lo más impactante para mí fue el poema ‘Contemplación de una muchacha que monta en bicicleta’ de Oscar Aragón, sin duda una de las muestras más rotundas del talento estríctamente lírico de este poeta amigo mío, con quien me sentaba en La Sevillana, cerca de su casa en Enrique Palacios, con las chatas de ron de aquel tiempo, para ver desaparecer el sol de ese verano sobre los techos de Miraflores.

Comencé a parar con ellos. Con Armando, Lucho y Oscar. Nos encontrábamos en el Wony por las mañanas y empezabamos temprano. O sino de frente en la casa de Lucho en Corpac.  Salíamos a Barranco o a cualquier sitio. El asunto era caminar, explorar la ciudad. Dar vueltas por San Felipe, por ejemplo con una nigeriana que yo había traído de un viaje medio hippie que hice hasta Arica en Chile. Y por las noches siempre al Wony con Armando. Una de esas noches –un domingo exáctamente- conocí allí a Enrique Verástegui, quien estaba acompañado por Enriqueta Beleván. Me sorprendió que Enrique hubiera leído un poema y entrevista míos que hacía poco –en diciembre de 1973-se había publicado en ‘Amigos’ la revista de la Universidad de Piura. Tomamos unos cuantos tés o cafés y nos despedimos. Yo estaba feliz porque admiraba la poesía de Verástegui –como casi todo el mundo en ese momento- dada a conocer en su primer libro ‘En los extramuros del mundo’. Armando –aunque tambien la estimaba mucho- se mostraba más frío, disociador, y le tomaba el pelo a mi exhultación juvenil cuando me acompañaba por la Colmena hasta Tacna para tomar mi carro.

Los fines de semana Armando me iba a ver para quitarnos al cine-arte de San Marcos, cuyas funciones se ofrecían en el sexto piso del Ministerio de Trabajo. Recuerdo que una de las primeras películas que vimos fue ‘América, América’ de Elia Kazan. Impresionante la gesta de la inmigración –en este caso desde Turquía a principios del siglo XX- hacia los Estados Unidos. A Armando le gustaba salir caminando por la Av Salaverry, Wilson y hasta el Wony por la Plaza Francia, mientras discurría sobre el filme que habíamos espectado. El había estudiado cine en la Academia de Robles Godoy, así que era un experto. Puedo decir que entre esas caminatas y las palabras previas a cada funcion de Juan Bullita, se fue formando mi gusto por las películas de cine-club. Allí aprendí mucho sobre la nouvelle vague francesa, el neo-realismo italiano, el free cinema inglés, el cinema novo brasilero, el nuevo cine latinoamericano, la escuela de Nueva York, el cine de los paises socialistas; todo procedente de las neovanguardias de los 50s y  60s, cuando no el cine negro yanqui de los 40s, o las obras maestras de los grandes autores. En una de aquellas salidas del Ministerio de Trabajo Armando me presentó a Santiago Lopez Maguina, un excelente pata , que había publicado poesía en Haraui y La Tortuga Ecuestre, siendo luego de la partida de Eros. Yo conocía su nombre, así que nos relacionamos rápidamente. Con Armando o a veces sólo con Santiago caminábamos por la ruta ya mencionada hasta el centro, mientras mi nuevo amigo teorizaba sobre el pensamiento de los formalistas rusos, el círculo de Praga, los estructuralistas franceses –ya fuera en literatura, antropología o psicoanálisis- . Era una delicia para el intelecto escucharlo a grandes tramos. De rato en rato yo lo interrumpía con un comentario, una pregunta o una duda. Y entonces Santiago proseguía sobre el punto. A veces me decía: ‘Me gusta conversar contigo. Esto me ayuda a precisar y a formalizar mis planteamientos’.Al año siguiente, en 1975, cuando llegué a San Marcos, ya tenía mi pequeña base semiótica para asistir a los cursos de Luis Fernando Vidal, Desiderio Blanco y Raúl Bueno.

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Una tarde que fui solo al cine-club de Salaverry me tocó ver la famosa obra ‘Los paraguas de Cherburgo’ con la insuperable Catherine Denueve. Estando en Piura yo había oído muchas veces a mi padre ponderar esta película. Y también la música de la banda sonora, portadora de un dispositivo lírico y nostálgico devastadores. Salí de la función atribulado, pensando que en mi tremenda soledad yo debía buscar una chica. Que yo también tenía que vivir el amor, un tipo increíble de amor, así como el de la pareja de la pantalla. Entonces recordé a Patricia.

Ella había sido mi enamorada sin que yo lo supiera en el verano piurano de 1969. Sucede que en enero de ese año –por primera vez asistiría junto a los patas de mi barrio, Santa Isabel en Piura- a una fiesta de cumpleaños con chicas. Era el santo de Pulga, chapa de Edgardo Valdiviezo Arrese. Así fue como conocí a Patricia. Ella era una linda niña en el apogeo de la pubertad, con su minifalda amarillo patito y pulquérrima blusa blanca.El asunto es que otro pata de la collera de Santa Isabel –Pachy De Armero- se templó de ella –ignorando que yo también pasaba por la misma circunstancia- y formalmente se hicieron enamorados, aunque Patty muy sutilmente me demostraba su verdadero amor por mí. Poco después –a fines del verano- ella se trasladó a Lima con toda su familia y nunca más volví a tener noticias suyas. Es decir, sí tuve: me llegó una carta de amor a poco de su partida, pero Pachy recogió la misiva del correo del barrio –pendejamente porque era amigo del empleado de aquella oficina- y me la mostró celoso e intrigado. A mí me dio rabia que hubiera interceptado mi carta. En un arranque la hice pedazos y lo dejé parado en la esquina donde nos reuníamos. Perdí el contacto con Patricia.

Varios  años después, en el verano de 1972, no se qué extraña nostalgia tuve de mi recordada amiga de la pubertad y conseguí su dirección en Lima. Le escribí y ella me contesót: “Veo que mis cartas son respondidas alguna vez, en algún año”. Cruzamos un par de epistolares  mensajes aquella vez y nuevamente perdimos el contacto. Hasta aquella tarde cuando salí del cine-arte de San Marcos en 1974 e impactado por “Los paraguas de Cherburgo’ decidí ir en su busca a Barboncito, un agrupamiento residencial cerca de la Av. Arequipa en Miraflores sobre la Av. Aramburú. Tenía en la memoria la numeración exacta, de modo que pude llegar a mi destino. Serían las siete de la noche cuando toque la puerta de su apartamento, pero Patty no estaba. Sin embargo al día siguiente me encontré con ella y empezó ese romance con el que había soñado después de la película.
Con Patricia deambulábamos por las calles del Centro de Lima. Una vez compramos unos vasos en Marcazzollo en la Av Abanacy y nos fuimos a un parque de Jesús María a estrellar los cristales contra el muro, sólo por el acto de liberación que eso nos significaba. Sentíamos tan fuerte la represión de la sociedad sobre nosotros, en aquellos días adolescentes que buscábamos romperla de cualquier modo. También nos gustaba frecuentar los acantilados del Parque Salazar al final de Larco, ahí nos pasábamos las horas contemplando el mar de Lima con sus chalanitas lejanas. O lateábamos hasta el Olivar de San Isidro –desde la casa de Patty- para disfrutar de su íntima frescura bajo los frondosos ficus y el olor de las buganvillas, aislados del mundo real y del tráfago citadino. Nos encantaba tendernos en la grama besándonos dulcemente hacia el atardecer, dueños de todo y de nada, con nuestra sana manera de sentirnos apasionadamente locos de amor, en medio de una ciudad que todavía era desconocida para mí y que Patty con su delicada apostura me descubría cada día.

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Pero llegó un momento en que tuve que partir a Piura de regreso, convocado por mi padre –después de haberme inscrito para dar el examen de traslado a San Marcos- .  Antes de mi vuelta a la soleada tierra natal hice un viaje hasta Arica, en Chile, cruzando la frontera por el sur del Perú.  Marché con dos amigos de mi coelgio en Piura, Oswaldo Angulo y Pulga Valdiviezo. Estando en Arica nos dedicamos a vagar por la ciudad y sobre todo por la playa La Lisera donde conocimos a unas chicas, quienes nos dijeron para ir por la noche a una espectacular discoteca llamada La nueva generación. La plata se nos acabó a los tres días, así que tuvimos que volver. Pero nos pasamos una brevísima temporada excelente con nuestras amigas chilenas. Peluza Thompson era el nombre de la linda muchacha con quien me tocó explayarme en La Lisera respirando el aroma salino del mar frente al morro de Arica, después de bailar en la discoteca Another Day de Paul Mc Cartrney y Mind Games de John Lennon que aquel verano hicieron furor.

Cuando volví a Lima desde Tacna en un Tepsa –viaje alucinante de casi 24 horas- leí en el periódico acerca de un homenaje que se le tributaría a Emilio Adolfo Westphalen, quen regresaba al Perú después de muchos años de ausencia. Tomé la 59 B en la esquina de la casa de mi tía Emma  en Villacampa y bajándome en la primera cuadra de Abancay me dirigí al salón de actos de la Casa de Pilatos, en Ancash donde funcionaba el INC. Comenzaba a caer la noche veraniega cuando principió la ceremonia. En la mesa se encontraban Ricardo Silva-Santisteban, Javier Sologuren, Francisco Bendezú, Carlos Germán Belli y el propio Westphalen. Ni bien se había iniciado el evento y Francisco Bendezú tomó la palabra. Dijo que todos los que estaban en la mesa eran poetas como correspondía que fuera, menos una persona –afirmó-  “ y entonces pregunto” –clamó levantando la voz: ¿Qué hace aquí Ricardo Silva-Santisteban que no es poeta?

-No he publicado todavía ningún libro –replicó el aludido- pero sí soy poeta. Y tan es así que en 1964 gané el primer premio en el concurso de poesía de San Marcos. Y tú Paco fuiste miembro del jurado –concluyó

-Como sería de malo que ni siquiera me acuerdo –retrucó Bendezú

En ese momento Javier Sologuren cogió el micrófono y expresó lúcidamente que nadie estaba en ese recinto para escuchar ese tipo de discusiones, sino para rendirle homenaje al gran poeta Emilio Adolfo Westphalen y que él no se merecía tan bochonorsa situación. El público respondió con una sonora ovación. Y el acto continuó.  Pero Paco Bendezú volvería a la carga poco después. Durante sus intervenciones varios de los presentes habían mencionado a Octavio Paz en referencia al surrealismo en Latinoamérica y a propósito de Westphalen. De súbito se oyó un golpe de mano sobre el verde tapete  de la mesa y la voz de Bendezú tronó a los cuatro vientos:

-¿Hasta cuándo vamos a seguir hablando de Octavio Paz?

Silencio total en la sala. Entonces Paco observando al público, continuó:

-Veo que aquí hay muchos poetas. Yo quisiera preguntarles: ¿Quién de ustedes ha aprendido algo de Octavio Paz?

-!Todos, todos! –gritó Enrique Verástegui que estaba apostado –junto a Tulio Mora-en el balcón de afuera del salón de actos. En ese instante vi abandonar el sitio a Marco Martos haciendo un gesto de desagrado.
Por fín el evento prosiguió y a la salida me encontré con Mito Tumi. Con él nos dirigimos hacia la Plaza San Martín. Allí nos pasó la voz brevemente Oscar Aragón.  Y de pronto se nos acerca Jorge Pimentel que venía por la Colmena Izquierda caminando solo.Buscando un café, nos metimos a uno en la esquina de Cueva y Carabaya. En realidad era una cantina bastante desolada.  Esa fue la primera vez que conversé con el co-fundador de Hora Zero (el otro es Juan Ramírez Ruíz). Aragón ya se había ido, así que Mito, Jorge y yo nos sentamos a platicar un ratón.  Recuerdo que hablamos de Ave Soul el libro pimenteliano que acababa de salir. Mito Tumi opinó que era una poesía más cuidada que la de Kenacort y valium 10 –opera prima de Jorge- a lo que éste replicó: ¿Y qué te parece el poema que he publicado en Posdata? –Ah, eso está mejor –concluyó Mito refiriéndose a Camino pedregoso texto que había aparecido en la revista que por esos días dirigía Alfredo Barnechea. Yo –por mi parte- le pregunté a Pimentel si se iba a reorganizar Hora Zero (disuleto a la sazón), y Jorge me respondió: “Uff, ése es un trabajo enorme”. Sin embargo, tres años después –en 1977- él rearmó el Movimiento, esta vez con el concurso de Tulio Mora (aunque ya no participaría Juan Ramírez Ruíz) como ya es historia. Volví luego a Piura, como queda dicho, por una breve temporada, premunido de mi mejor descrubrimeinto de esa época: Contranatura de Rodolfo Hinostroza, la edición de Barral que me conseguí en la librería de Juan Mejía Baca.  [CONTINUARA]
 
Ver: 

septiembre 22, 2012

PRIMER ENCUENTRO DE ESCRITORES Y ARTISTAS: MOYOBAMBA

PRIMER ENCUENTRO DE ESCRITORES Y ARTISTAS 
MOYOBAMBA 28 Y 29 SETIEMBRE 2012


Expositores Invitados:

Oswaldo Reynoso Díaz (Lima)
 Carlos Garrido Chalén (Tumbes)
Armando Ayarza Uyaco (Iquitos)
Luis Salazar Orsi (Rioja)

Organiza: 
Asociación Cultural Luis Hernán Ramírez Mendoza.

PROGRAMA DE LA IV FERIA DEL LIBRO DE BERNAL: 27-30 Setiembre 2012



PROGRAMA DE LA IV FERIA DEL LIBRO DE BERNAL  
   

El Instituto para la formación de la lectura en el Perú (INFOLECTURA) con el patrocinio de la Municipalidad Distrital de Bernal, organiza la IV FERIA DEL LIBRO DE BERNAL “Félix Puescas Montero”, la misma que se llevará a cabo del 27 al 30 de setiembre, cerrando las actividades de aniversario de este distrito, ubicado en la Provincia de Sechura, Región Piura. Este evento cultural permitirá fomentar la lectura y elevar la cultura de los habitantes del distrito de Bernal y toda la región Piura.
La IV Feria del Libro de Bernal contará con la presencia de 35 personalidades de la literatura, el arte y la cultura en general. Entre los invitados de honor estará el laureado con el Premio Casa de las Américas de Cuba, Dante Castro Arrasco, y el reciente premio de novela corta del Banco Central de Reserva, Carlos Rengifo. Entre los escritores piuranos de renombre, estarán Alberto Alarcón, Armando Arteaga y Juan Félix Cortés.
También vienen Willy del Pozo (Ayacucho), Miguel Ángel Vallejo (Lima), Ricardo Ayllón (Chimbote), Alejandro Benavides, Carlos Sánchez Vega, Domingo Varas, Luis Flores Prado, Robert Jara, Josué Vallejos, Miguel Arbildo, Víctor Gómez, Omar Aliaga (Trujillo), William Guillén (Cajamarca), Darío Vásquez Saldaña (San Martín), Samuel Ancajima (Tumbes). También los piuranos Teodoro Alzamora, Cosme Saavedra, José Lalupú, Fabián Bruno, Reynaldo Cruz, Jorge Tume, Abelardo Alzamora, Wilfredo Temoche, Eugenio Amaya, Gilberto Vegas, Santos Fiestas, entre otros.
Dentro del marco de esta Feria del Libro, se tiene previsto el testimonio de los escritores, presentaciones de libros, expo-venta de libros a precios populares, promociones del plan lector, conferencias magistrales y debates. Asimismo, espectáculos musicales con la presentación del cantautor latinoamericano “Rasu Ñiti”, El Grupo Folklórico “Namul” de Guadalupe (La Libertad), la peña criolla “Trovadores de Chepito” y los hermanos Rumiche Fiestas de Sechura. También números de teatro, mimo y cuentacuentos, a cargo de “Los comediantes itinerantes” de Trujillo y el mimo internacional Julio Pinedo.
Esta es una propuesta cultural diferente y única en toda la región Piura, por lo que los organizadores invitan a las familias piuranas a disfrutar de los cuatro días de Feria, del 27 al 30 de setiembre, en la Plaza Cívica “Ramón Castilla”. Las actividades se inician a partir de las 9 a.m. hasta las 9 p.m. y el ingreso es libre.

Programa
Jueves 27 de setiembre

09:00 a.m. Apertura de stands
10:00 a.m. Ceremonia de Inauguración.
- Palabras de bienvenida, a cargo del alcalde Félix Ayala Cherre.
- Declamación poética, por el escritor Willy del Pozo.
- Participación musical del cantautor latinoamericano “Rasu Ñiti”.
- Palabras de agradecimiento, a cargo de Jorge Tume, presidente de la Comisión Organizadora.
- Palabras de inauguración.
- Brindis de honor.
11:00 a.m. Testimonio: “Mi vida y la literatura”, a cargo del escritor Armando Arteaga.
Feria rodante: Lectura de cuento y poesía por los propios escritores.
- Coronado: Willy del Pozo y Carlos Rengifo.
- Chancay: Darío Vásquez y Alejandro Benavides.
12:00 a.m. Conferencia: “Te hablo de mi libro”.
- “La danza de los espíritus”, a cargo del escritor Williams López.
- “La elefanta Flor”, a cargo del escritor Miguel Ángel Vallejo.

04:00 p.m. Espectáculo musical, a cargo del cantautor latinoamericano “Rasu Ñiti”.
05:00 p.m. Presentación de los libros:
- “Hablando al amor”, del escritor Willy del Pozo.
- “El dolor en los labios”, del escritor Carlos Rengifo.
06:00 p.m. Conferencia: “Froilán Alama, un personaje de novela”, a cargo del escritor Teodoro Alzamora Lozano.
07:00 p.m. Testimonio de vida y obra, a cargo del escritor Carlos Rengifo.
08:00 p.m. Recital poético-musical.
Poetas: Armando Arteaga, Willy del Pozo, Samuel Ancajima y Ricardo Ayllón.
Cantautor latinoamericano “Rasu Ñiti”.

Viernes 28 de setiembre

09:00 a.m. Espectáculo de cuentacuentos, a cargo de “Los comediantes itinerantes”, de Trujillo.
10:00 a.m. Conversatorio: “Sechura y su literatura”, a cargo de los escritores Eugenio Amaya, Gilberto Vegas y Santos Fiestas.
11:00 a.m. Conferencia: “Te hablo de mi libro”.
- “Besos volados”, a cargo del escritor Ricardo Ayllón.
- “El churre del escapulario”, a cargo del escritor Juan Félix Cortés.
Feria rodante: Lectura de cuento y poesía por los propios escritores.
- Chepito: Miguel Ángel Vallejo y Santos Fiestas.
- Santo Domingo: Carlos Rengifo y Teodoro Alzamora.
- Onza de oro: Eugenio Amaya y Alejandro Benavides.
- I.E. Baltasar Ramos Juárez de Rinconada Llícuar: Armando Arteaga y Darío Vásquez.
12:00 a.m. Show humorístico “El taita Serapio”, a cargo del escritor Willy del Pozo.

04:00 p.m. Espectáculo de teatro, a cargo de “Los comediantes itinerantes”, de Trujillo.
05:00 p.m. Conferencia: “La cultura y los medios de comunicación”, a cargo del periodista y escritor Reynaldo Cruz.
06:00 p.m. Presentación de libros sobre la Provincia de Sechura, a cargo del Dr. Raúl Mendoza Agurto.
- Presentación del libro “Nuevos relatos amazónicos”, del escritor Darío Vásquez Saldaña.
07:00 p.m. Conversatorio: ¿Qué hacer para que nos gusten los libros?, a cargo de los escritores Ricardo Ayllón y Armando Arteaga.
08:00 p.m. Recital poético-musical.
Poetas: Juan Félix Cortés, Reynaldo Cruz, Alejandro Benavides y Wilfredo Temoche.
Cantautor latinoamericano “Rasu Ñiti”.

Sábado 29 de setiembre

09:00 a.m. Espectáculo de cuentacuentos, a cargo de “Los comediantes itinerantes”, de Trujillo.
10:00 a.m. Chulucanas y su literatura.
Presentación de los libros:
- “Es la garúa, Haikus”, del escritor José Lalupú.
- “Relatos de La Encantada”, del escritor César Elías Preciado.
- “Cuenta el Ñañañique”, de escritores de Chulucanas.
11:00 a.m. Conversatorio: “La columna, el último refugio del escritor de periódico”, a cargo de los periodistas Omar Aliaga (diario Correo, de Trujillo), Renato Sandoval (Diario Correo, de Piura) y Domingo Varas (Docente universitario de Trujillo).
12:00 a.m. Testimonio: “¿Por qué me hice escritor?”, a cargo del escritor Dante Castro Arrasco.
12:45 a.m. Espectáculo de mimo, a cargo del mimo internacional Julio Pinedo.

04:00 p.m. Espectáculo de teatro, a cargo de “Los comediantes itinerantes”, de Trujillo.
05:00 p.m. Guadalupe y su literatura.
Presentación de los libros:
- “Nostalgia de barro”, del escritor Robert Jara.
- “Ficciones de un pajarillo”, del escritor Josué Vallejos.
- “El jilguero y otros cuentos”, del escritor Miguel Arbildo.
06:00 p.m. Conferencia: “Te hablo de mi libro”.
- “77+7 nanocuentos”, a cargo del escritor William Guillén Padilla.
- “Pescador de olvidos”, a cargo del escritor Víctor Gómez.
- “El cencerro dorado”, a cargo del escritor Cosme Saavedra.
07:00 p.m. Conversatorio: “Los cincuenta años de ‘La ciudad y los perros’, novela de Mario Vargas Llosa”, a cargo del docente universitario Domingo Varas.
08:00 p.m. Recital poético-musical.
Poetas: Alberto Alarcón, Luis Flores Prado, Fabián Bruno y Cosme Saavedra.
- Grupo Musical “Namul”, de Guadalupe (La Libertad).
- Grupo Musical de los Hermanos Rumiche Fiestas (Sechura).

Domingo 30 de setiembre

09:00 a.m. Espectáculo de mimo, a cargo del mimo internacional Julio Pinedo.
10:00 a.m. Homenaje al poeta piurano Félix Puescas Montero, a cargo de los escritores Armando Arteaga, Alberto Alarcón, Jorge Tume y el Dr. Raúl Mendoza Agurto.
Participación musical: Cantautor “Rasu Ñiti” y Grupo “Namul”.
11:00 a.m. Conversatorio: “Mitos y realidades del plan lector en el Perú”, a cargo de los escritores Ricardo Ayllón y Alejandro Benavides.
12:00 a.m. Testimonio: “¿Para qué sirve la literatura?”, a cargo del escritor Dante Castro.
12:30 a.m. Peña Criolla.
01:00 p.m. Clausura de la Feria.

BANDERA BLANCA ANUNCIANDO LA CHICHA DE JORA 



Ver:


http://www.facebook.com/media/set/?set=a.452874594755627.98274.100000992715233&type=3


septiembre 18, 2012

IV Feria del Libro en Bernal

El Tiempo:
http://gua30.wordpress.com/2012/09/26/feria-del-libro-en-bernal/

IV Feria del Libro en Bernal

Textos:Correo correopiu@grupoepensa.pe |Fotos:Correo

16 septiembre 2012 | Bernal -
El Instituto para la formación de la lectura en el Perú (INFOLECTURA), con el patrocinio de la Municipalidad Distrital de Bernal, organiza la IV FERIA DEL LIBRO DE BERNAL, la misma que se llevará a cabo del 27 al 30 de setiembre, cerrando las actividades de aniversario de este distrito, ubicado en la Provincia de Sechura, Región Piura.
Este evento cultural permitirá fomentar la lectura y elevar la cultura de los habitantes del distrito de Bernal y toda la provincia de Sechura.
Este año se contará con la presencia de 35 escritores, poetas, músicos y actores de diferentes regiones del país. Entre ellos tenemos al gran novelista Carlos Calderón Fajardo (Puno) y al Premio Casa de las Américas Dante Castro (Lima).
También estarán presentes Carlos Rengifo, Miguel Ángel Vallejos (Lima), Willy del Pozo (Ayacucho), Ricardo Ayllón (Chimbote), Alejandro Benavides, Carlos Sánchez Vega, Bethoven Medina, Domingo Varas, Julio Pinedo, Luis Flores Prado (Trujillo), William Guillén (Cajamarca). Además, estarán los piuranos Alberto Alarcón, Armando Arteaga, Luis Eduardo García, Teodoro Alzamora, Cosme Saavedra, José Lalupú, Fabián Bruno, Reynaldo Cruz, Jorge Tume, Eugenio Amaya, Gilberto Vegas, Santos Fiestas, entre otros.
Se hace la cordial invitación a toda la comunidad norteña del Perú, en especial a la región Piura, para darse cita a la Plaza Cívica "Ramón Castilla" de Bernal, y disfrutar de estos cuatro días de actividades culturales, en los que se ofrecerán presentaciones de libros, ofertas editoriales, promociones del plan lector, conferencias magistrales, talleres, actividades infantiles, así como espectáculos musicales, de teatro y de mimo.
Las actividades se inician a partir de las 9 de la mañana, y el ingreso es libre.
Ver: 
Diario Correo de Piura
RPP

septiembre 15, 2012

XI ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES “MANUEL JESÚS BAQUERIZO”



XI ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES  
“MANUEL JESÚS BAQUERIZO”


  Homenaje a los creadores cajamarquinos
Cajamarca – Perú, 14 al 17 de noviembre de 2012

CONVOCATORIA

Una de las preocupaciones permanentes de los lectores y trabajadores de la literatura es la existencia de una visión hegemónica, sesgada y unilateral de la producción literaria en el país, distante del curso real, diverso y multinacional que ésta tiene. Tal constatación conlleva a desplegar un esfuerzo colectivo que se proponga aportar sustantivamente en la tarea de develar el rostro real de la creación literaria y la reflexión teórica y crítica en nuestro país.

El XI Encuentro Nacional de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo” es un espacio orgánico cultural que reunirá de la manera más amplia posible a todos los escritores, investigadores, docentes, estudiantes, editores y promotores, residentes en el país o en el extranjero, estableciendo al mismo tiempo un esfuerzo conjunto con músicos, artistas plásticos, científicos sociales, con el fin de valorar la trascendencia de la obra literaria y cultural de la literatura cajamarquina así como desarrollar los puntos del temario.

En este sentido, convocamos a los creadores, estudiosos, editores y promotores y trabajadores del arte y la cultura en general a participar en el XI Encuentro Nacional de Escritores «Manuel Jesús Baquerizo” y a hacer de éste un importante y trascendente espacio de diálogo, debate y divulgación de ideas y propuestas,  de intercambio cultural, y al mismo tiempo un escenario en donde los trabajadores de la literatura de nuestros países y regiones se hermanan, unen voluntades, ideas, proyectos culturales y fortalecen planteamientos.


TEMARIO

        El temario que desarrollará el XI Encuentro Nacional de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo” es el siguiente:
1. Trascendencia de  la vida y obra de los escritores Mario Florián, Alfonso Peláez Bazán, Demetrio Quiroz Malca y otros creadores cajamarquinos.
2. Literaturas regionales en el Perú. Literatura cajamarquina.
3. Literatura, sociedad y educación.


SEDE

Ciudad de Cajamarca

ACTIVIDADES

1. Ponencias y conferencias: Estarán a cargo de escritores invitados por la Comisión Organizadora. Además, los escritores participantes podrán inscribir sus ponencias enmarcadas en el temario del  Encuentro enviando una sumilla de 15 líneas a las direcciones electrónicas que se consigna en la presente convocatoria, hasta el 15 de octubre de 2012. Las ponencias calificadas por el Comité Académico integrado por docentes de la UNC y la UNMSM, formarán parte del Programa del Encuentro.

2. Mesas de debate: Serán constituidas por 4 escritores y abordarán los diversos puntos del temario.

3. Lecturas y presentaciones de libros: Se organizarán mesas de lectura conformadas por escritores previamente inscritos y calificados por la comisión organizadora. La presentación de libros podrá igualmente ser solicitada por email hasta el 30 de octubre del 2012. Se acompañará 3 ejemplares, alcanzados a la Comisión, para ser donados a la biblioteca del Gremio de Escritores del Perú, a la Biblioteca del Gobierno Regional de Cajamarca y a la Biblioteca del Concejo Provincial de Cajamarca. La Comisi3n Organizadora podrá programar la presentación de obras literarias y actos de homenaje y reconocimiento que considere de trascendencia. Los libros a presentarse deberán haber sido editados en el presente año.

4. Conferencias en instituciones educativas y gremiales: Se programará lecturas y conversatorios en instituciones educativas y sociales de Cajamarca.

5. Feria de libros y revistas: Durante el Encuentro podrán participar en la Feria de libros los autores, promotores y editoriales, sin ninguna restricción, previa coordinación con la Comisión Organizadora.

6. Actividades culturales: Se programará eventos artísticos. Habrá además exposición de pintura.

7. Turismo: Paseo de confraternidad de los escritores asistentes.

COSTOS

Inscripción (incluye certificación)
-Asistentes en general:
Profesionales:  S/. 20.00
Estudiantes  :  S/. 10.00

AUSPICIO

Municipalidad Provincial de Cajamarca
Municipalidad Distrital de Baños del Inca, Cajamarca
Universidad Nacional de Cajamarca


Informes e inscripción

gremio_de_escritores @yahoo.es

Sede del Gobierno Regional de Cajamarca

Por la Comisión Organizadora

Federico García Hurtado
Presidente del GEP

César Aliaga Díaz
Vicepresidente del Gobierno Regional de Cajamarca