EL SOL Y EL TRIANGULO DE PASCAL
Por Armando Arteaga
El sol un día se molestó con los hombres, al fin de cuentas, eran sus hijos, y los consideraba con un afecto muy especial, por el aprecio infinito que le tenía a la tierra, donde había aparecido la hominización de la vida.
Hasta los linderos del sol había llegado la fama de este señor francés llamado Pascal (autor de “Nuevos experimentos referentes al vacío”) que se había atrevido hacerle la más difícil pregunta al sol: ¿Qué es el hombre en el universo si la vida es tan abundante en las inmediaciones siderales?.
Muy bien, para los hombres del siglo XVII, en Europa, donde todavía había cierta oscuridad en el pensamiento de los hombres, ante tal inopia, pues el sol había respondido con un severo eclipse de sol. Anunciando su malhumor por la situación de relajo en la que vivían los hombres de esa época.
Pero hay que recordar. Mucho más antes, verbigracia, en el siglo VI, D.C.. Hubo un solo hombre, no muy recordado ahora, venía del fuego de la piedra, un hombre llamado Manco Cápac, en otro lugar inédito de la tierra llamado Tawantinsuyo, que se atrevió a darle un humano consejo al sol: ¡Si quieres, taita, que los hombres te hagan caso, castígalos con tu mirada!. Por eso los hombres no pueden mirar de frente al sol. Todos se quedarían ciegos si se atreviesen a mirar de frente al sol, y a desobedecer su paternal asistencia en la vida de los hombres.
Pero el sol, es bueno, y ese desafió lo ha dejado al criterio personal de cada uno de nosotros. Escoge. ¿O Ciego?. La oscuridad. ¿O Hijo del sol?. La sabiduría.
Desde Manco Cápac, poeta, los hombres de estos suyos respetan al sol como el único profeta y padre verdadero de estos suyos. La tierra acepta, con mucha natura, esta filosófica determinación.
No se puede mirar de frente al sol. Si quieres tener el privilegio de mirar con placer la esencia de las cosas por esa efervescencia que nos da la luz solar, haz de ser agradecido con el sol.
Pascal, hombre de principios, y agradecido, dejo un escrito donde más o menos decía así, pues ya sabemos que toda traducción es casi siempre una traición: “la razón es árbitro del conocimiento científico de la Naturaleza, pero impotente para comprender al hombre...” El corazón tiene razones que la razón no conoce.
Imagen: Armand.
Del libro: "Los pobres diablos".