Por Armando Arteaga
Martìn Adàn: "La poesìa no dice nada. La poesìa se està callada. Escuchando su propia voz".
Martín Adán no es un poeta al que se le pueda considerar dentro del surrealismo. Martín Adán de surrealista no tenía mucho, pero si tiene una actitud de “sarcasmo” para escandalizar burgueses. Tiene una locura muy especial para decir las cosas en tono de burla, empujándonos a lo sardónico, como en el poema “Pantuflas de visera” de Francis Picabia o como en el poema “La Lujuria” de René Char. Martín Adán al acercarse al “disparate puro” en algunos de sus poemas, se convierte por obra, experiencia y gracia, en un dotado poeta surrealizante.
Martín Adán es uno de nuestros más destacados poetas contemporáneos, por lo tanto su poética está siempre sometida a cualquier análisis literario, así sea este un examen desabrigado: la distinción de las partes de un todo, o un pertinaz asunto de perversidad.
Él es: el “Stephen Dédalus” de la calle Huérfanos de una Lima friolera. En “La Casa de Cartón”, Martín Adán trató de realizar el increíble Retrato de “El Artista Adolescente” ante una sociedad llena de perjuicios sociales. Poeta genial, mantiene un gran nivel sufrido, filosófico, y sugestivo, en toda su obra poética. Por encima de todas las cosas ya repetidas sobre su personalidad literaria, es un excelente y precoz narrador vanguardista en su pudorosa novela corta a lo Proust. A prueba de fuego, “La Casa de Cartón” es una obra literaria brillante, frondosa y barranquina. Es también, un parsimonioso ensayista para exponer sus ideas excelsas en su tesis universitaria “De lo barroco en el Perú”, que es uno de los estudios más excéntricos sobre parte del proceso histórico de nuestra literatura peruana. De Joyce tiene casi todo, la adolescente mirada de un viejo sabio y mañoso que ruboriza a cualquiera, y el talante de un gran escritor.
"La Casa de Cartòn", la novela corta màs vanguardista del Siglo XX.
La fuerza de la poesía de Martín Adán está de manera explicitada en obras cumbres como “La mano desasida” (Canto a Machu Picchu) y “La Piedra Absoluta”. Hablar de la poesía de Martín Adán es levantar polvaredas, incendiar praderas, derrumbar torres altas y obstinadas. Es muy ameno quedarse en cada una de las frases y los versos increíbles que nos convocan con admiración, desparramados en sentencias de un filólogo mundano por todos sus poemas, que lo van mostrando cada vez más sabio y extrovertido, va saliendo del hermetismo inicial, para experimentar con desenfadado entusiasmo: por lo diáfano y lo diamantino de su lenguaje, que es un recurso de amparo, cada vez más sagaz, eurítmico, y humano.
El poema “Gira”, me parece, es el poema más surrealisante de toda su obra poética. Dos aspectos fundamentales lo acercan al surrealismo: el uso del “automatismo” en la escritura (que significa la total espontaneidad de la imaginación), y la subordinación de los mecanismos racionales a toda esta energía del “automatismo” para escribir. El “automatismo” ayuda a construir el humor que le da a la poesía un carácter subversivo, esencial. Y, el uso del “disparate puro”, que interviene construyendo el camino hacia una libertad total, abrumadora, que desliza el poema a una crítica en contra del mundo social sórdido, convencional y petrificado. Martín Adán se acerca mucho al surrealismo de los poetas negros como Artaud y Prévet, que nos ayudan a descubrir todo lo maravilloso que se oculta en la realidad, sublimándola y elevándola, a niveles de gran superioridad como parte del reconocimiento humano para excitar lo misterioso existente en el ser; como en aquel famoso poema de la mejor manufactura surrealista, el “Poeta Negro” de Antonin Artaud:
Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se revuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.
Alguna vez, al referirme a este avieso poema, Luis Hernández me preguntó: ¿Si esto no es poesía, la vida qué cosa es?. Y Francisco Bendezú, compartió conmigo muchas veces el gusto y admiración por este -extraordinario y provocador- poema de Artaud; que por esta vez, nos sirve como referencia para aproximarnos a los conceptos del “humor” surrealista y la visión del “poeta negro”. Fregoteada, usada ya, por los poetas surrealistas desde la irrupción de “La Revolución Surréaliste” como llamó André Bretón a su primera revista (1924-1929), en donde se declaraban los principios sobre el “automatismo” y la definición del “surrealismo”:
“Automatismo psíquico puro, por el cual nos proponemos expresar sea verbalmente, sea por escrito, sea de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento en ausencia de todo control ejercitado por la razón, fuera de toda preocupación estética o moral”.
Poemas como “Esquizofrenia”, “Velocidad”, “Urbanismo”, “Mar y Caracol”, “Romance del verano inculto”, no incluidos orgánicamente en libros *, ejercen una ruptura con los convencionalismos de una época. Y aún, el más increíble de sus poemas: el poema “Aloysius Acker”, simbolista y hechizo, como él mismo lo ha llamado, y que lo ha excluido del conjunto de su poética, me parece por motivos estéticos, por no encajar ya en la “inquietud contemporánea”, ya sin la objetividad “poética” para poder entender los síntomas de la crisis del mundo y “la escena contemporánea” después de la guerra. El poeta Martín Adán no recusa, como también los otros poetas de la “Révolucion Surréaliste”, a ser autocritico de su propio proceso creativo. Pero además, en el poema “El Sol”, Martín Adán nos demuestra la pureza increíble de su poesía, la acción de su razón, una poesía muy humana: llena de amor y de libertad, tal el caso de Paúl Eluard.
"De lo barroco en el Perù", la tesis universitaria de Martìn Adàn.
Mariátegui ha interpretado muy bien este momento de la crisis al preguntarse ¿Existe una inquietud propia de nuestra época? (al estudiar la relación entre “el artista y la época”): “Los artistas y pensadores de esta época rehúsan, -se responde Marátegui-, por orgullo o por temor, ver en su desequilibrio y en su angustia el reflejo de la crisis del capitalismo”. Cuestión para la polémica y asunto complicado, ya lo veremos después. Los sucesos de la debacle del movimiento surrealista son los efectos de esta crisis: el surrealismo fue el movimiento más importante de toda la literatura universal, aunque igual que las otras vanguardias literarias menores también naufragó.
“Gira” es un poema inusual para nuestra poesía surrealista, hay que leerlo con mucha atención e inspiró una “nota de edición” cuando Mariátegui publicó este poema en la revista Amauta, en favor: su famoso “Defensa del disparate puro”. Por esta lógica natural del pensamiento del hombre, sin ningún otro control, salvo en el de la autonomía del lenguaje es que se producen experiencias acertadas, con un gran contenido estético como en este poema “Gira” de Martín Adán, que mostramos para irnos aproximarnos con naturalidad al “disparate puro”:
Gira
a noventa kilómetros por hora
en el espejo de la mañana atrasada
las vaquitas de ojos de viento y el tul morado
de usted señora no me convence los ojos
una chimenea anarquista arenga a los campos campesinos
la humareda prende un lenin bastante sincero
un camino marxista sindica a los chopos
y usted señora con su tul morado condal absurda
los campos abren la boca como una O
el teléfono de una sirena urge al destino
sal vaquitas de ojos de ileana leen el diario de la mañana
y usted señora con su tul morado no sé qué me parece
la estación comisaría va a detener a usted señora
y va a fusilar en usted a la gran duquesa anastasia
y sería una pena que se nos frustrara la gira
ahora que el hotel nos guiña todas sus ventanas
y usted señora con su tul morado sin pasaporte
José Carlos Mariátegui con una actitud muy visionaria ayuda a la explicación acertada de esta nueva estética vanguardista en esta dimensión apologética para la poesía surrealista y del lado de la razón para una “Defensa del disparate puro”, publicado en Amauta N- 13, Lima, en 1928:
“Martín Adán toca en estos versos el disparate puro que es, a nuestro parecer, una de las tres categorías sustantivas de la poesía contemporánea. El disparate puro certifica la defunción del absoluto burgués. Denuncia la quiebra de un espíritu, de una filosofía, más que de una técnica. En una época clásica espíritu y técnica mantienen su equilibrio. En una época revolucionaria, romántica, artistas de estirpe y contextura clásicas como Martín Adán, no aciertan a conservarse dentro de la tradición. Y es que entonces normalmente la tradición no existe sino como un inerte conjunto de módulos secos y muertos. La verdadera tradición está invisible, etéreamente en el trabajo de creación de un orden nuevo. El disparate puro tiene una función revolucionaria porque cierra y extrema un proceso de disolución. No es un orden —ni el nuevo ni el viejo—; pero si es el desorden, proclamado como única posibilidad artística. Y —hecho de gran relieve psicológico— no puede sustraerse a cierto ascendiente de los términos, símbolos y conceptos del orden nuevo. Así Martín Adán, obedeciendo a su sentido racionalista y clásico, traza en el paisaje un camino marxista y decide sindicar a los chopos. Otras comparaciones o analogías no le parecerían ni lógicas, ni eficaces ni modernas. Una tendencia espontánea al orden aparece en medio de una estridente expresión de desorden”.
"La Piedra Absolutra", poesìa y fliosofia de Martìn Adàn.
Pero ya Martín Adán, por su actitud de crítica a las instituciones del establishment, se las traía desde muy joven. No olvidemos que publicó “La Casa de Cartón” a los 20 años, para ser también: un poeta avanzado y de apertura para la experimentación vanguardista con el lenguaje, y de acercamiento para con el “disparate puro”. Recordemos la novedad explicada de esta experimentación, saludada por Carlos Oquendo de Amat en sus “5 Metros de Poemas” que como una hermosa sentencia histórica, vislumbra y anuncia: el porvenir de esta experiencia vanguardista, y de la hazaña que los surrealistas hicieron del uso de esta “automatización” como instrumento creador fundamental para la poesía surrealista. No en vano, Oquendo exclamaba:
“Todos los poetas han salido de la tecla U. de la Underwood”
Los "5 Metros de Poemas" de Oquendo de Amat.
Esa U. de la Underwood” se va volviendo eufónica, y es “urbi. et orbis.” el grito underground de: lo Universal, lo Utópico, y lo Ulterior, en la poesía. Y Martín Adán ratificó esta amplia variedad que el “humor” confiere a su poesía, en sus famosos “poemas underwood”, desplegando esta inmensa y sugerente variedad “Ultra” de este nuevo modo de expresión real y verdadera, que expresa el sugerente mensaje, que nace desde el mundo interior del “ser”, del poeta. Anunciándonos ya el desbordante entusiasmo de estos “poemas underwood”:
Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Pasaban obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera,etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. El no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mí mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiadas grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a donde iría yo?.
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Las yanquis tiene la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Pero está no es la escena final. pero ello es por lo que el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.
La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa...
Un O.V.N.I., un platillo volador, no, un verso de Oquendo de Amat: SE PROHIBE ESTAR TRISTE, en uno de los cerros de la Av. Tupac Amarù, en Comas.
Sin aspavientos, con este discreto acercamiento a la parte “surreal” dentro de la poesía de Martín Adán, he querido colaborar con un grano de arena, no para atizar, sino para recordar que el surrealismo no solo es una estética, sino también es una ideología de ruptura frente a los esquemas sociales, morales, políticos y culturales (tal como sostenía Aldo Pellegrini). Los surrealistas querían que el mundo despertara, el hombre merecía un destino superior, nunca esta “sociedad” mediocre en la que vivimos, que por lo demás, ya andaba medio podrida cuando Martín Adán escribió todo esto.
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-“Gira”, publicado en la revista Amauta, N. 13, Año III. Lima, Marzo, 1928. Incluye nota a pie de página “Defensa del disparate puro” de J.C. Mariátegui.
-“Esquizofrenia”, “Velocidad”, “Urbanismo”, publicados en “Itinerario de Primavera”, en la revista Amauta, N- 17. Lima, Septiembre, 1928.
-“Mar y caracol”, publicado en “Panorama de la poesía peruana” de Estuardo Núñez, 1931.
-“Romance del verano inculto”., publicado en la revista Amauta N- 21. Lima, Febrero-Marzo, 1929.
-“Sol”, publicado en la revista Universidad, N- 1. Lima, Setiembre, 1931.
-“Aloysius Acker” (fragmento), publicado en la revista Las Moradas, N- 1. Lima, Mayo, 1947.
(Del libro “La Poesía Surrealista en el Perú”).