julio 30, 2011

AUTOBIOGRAFÍA / Por JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO

AUTOBIOGRAFÍA / Por JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO


"Yo fui un mísero afligido desde mi mocedad, siempre lleno de espanto, lleno de tristeza...",
(Salm., 88, 16)



Cuando yo era pequeño

estaba siempre triste,

y mi padre decía,

mirándome y moviendo

la cabeza: hijo mío,

no sirves para nada.



Después me fui al colegio

con pan y con adioses,

pero me acompañaba

la tristeza. El maestro

graznó: pequeño niño,

no sirves para nada.



Vino, luego, la guerra,

la muerte -yo la vi-

y cuando hubo pasado

y todos la olvidaron,

yo, triste, seguí oyendo:

no sirves para nada.



Y cuando me pusieron

los pantalones largos,

la tristeza en seguida

cambió de pantalones.

Mis amigos dijeron:

no sirves para nada.



En la calle, en las aulas,

odiando y aprendiendo

la injusticia y sus leyes,

me perseguía siempre

la triste cantinela:

no sirves para nada.



De tristeza en tristeza

caí por los peldaños

de la vida. Y un día,

la muchacha que amo,

me dijo, y era alegre:

no sirves para nada.



Ahora vivo con ella,

voy limpio y bien peinado.

Tenemos una niña,

a la que, a veces, digo,

también con alegría:

no sirves para nada.



(Salmos al viento)



JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO


Nació en 1928 en Barcelona, de origen vasco-cubano por parte de padre y catalán por parte de madre.

Una faceta importante en la vida de José Agustín es la de traductor. Tradujo especialmente del catalán y del italiano al castellano.

Entre los autores catalanes traducidos encontramos a Carner, Ferrater, Manent, Riba, Rossselló-Pòrcel, Salvador Espriu, Joan Vinyoli…así como a una serie de jóvenes autores en “Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI” (1996). También realizó traducciones de Esenin, Neto, Pasolini, Pavese y Quasimodo.

Un 19 de marzo de 1999, Goytisolo decidió poner fin a su vida arrojándose desde el balcón de su casa.

julio 23, 2011

NOÉ JITRIK: LITERATURA Y POLÍTICA / Entrevista de Augusto Munaro

Augusto Munaro
Noé Jitrik: "La relación entre literatura y compromiso político es siempre problemática"

El escritor argentino Noé Jitrik (1928) es autor de numerosos ensayos sobre literatura e historia, teoría y crítica literaria, narraciones, cuentos y novelas. De su vastísima obra crítica sobresalen "Procedimiento y mensaje de la novela", "El dominio de la palabra", "La lectura como actividad", "Escritores argentinos, dependencia o libertad", "Lectura y cultura", "Las contradicciones del modernismo" e "Historia e  imaginación literaria". Ha dirigido la estupenda obra "Historia crítica de la literatura argentina" compuesta por doce volúmenes, un proyecto de gran relevancia intelectual y editorial que contó con la colaboración de numerosos ensayistas de prestigio internacional. En 2009 lanzó "Panorama histórico de la literatura argentina", una mirada completa sobre la literatura nacional, desde la conquista hasta nuestros días, que permite apreciar la constante transformación de la literatura argentina a través de tres siglos.

Comenzando con autobiografías, relatos de viajeros, crónicas y notas periodísticas, transita luego por los caminos neoclásicos, románticos, gauchescos, naturalistas, historiográficos, modernistas y ultraístas, para concluir con un análisis sobre la producción literaria actual. La aparición de esta valiosa obra motivó la entrevista al autor realizada por Augusto Munaro y publicada por el diario "Los Andes" de Mendoza el 27 de febrero de 2010.

*


Noé Jitrik
*

¿Es el libro una versión "condensada" de su monumental "Historia crítica de la literatura argentina? ¿Por qué?

No lo es, aunque no puedo negar que "Historia crítica..." me ha servido y mucho para confeccionar este "Panorama...". Espero que también les sirva a otros que quieran, ya sea escribir o enseñar literatura argentina. En cuanto a "Panorama...", el objetivo que perseguía su redacción era otro: en parte informar a un público general, interesarlo por lo que en doscientos años esta literatura ha obtenido, en parte, también, dar cuenta de un proceso que se vincula de manera excepcional con la historia misma del país. El cumplimiento de tal objetivo exigía un lenguaje diferente del de la "Historia...", más de divulgación, pero sin sacrificar el rigor ni el interés narrativo. Por otra parte, se trataba también de una contribución a lo que puede ser una celebración del Bicentenario, no exaltada ni patriotera, ajustadamente crítica, una propuesta, en suma, de asomarse a un conjunto, un "panorama" atractivo, acercarse a él y desencadenar preguntas y emociones personales.


¿Cuál es la función primordial de un crítico literario? ¿Cuáles son sus mayores responsabilidades?


Por empezar, un crítico literario forma parte de la literatura de la que se ocupa; en ese sentido sus responsabilidades son las de todo escritor aunque sus opciones de escritura van para un lado particular; la diferencia reside en que si un escritor en general toma como punto de partida para producir un texto sus observaciones, experiencias, imágenes, sueños, etcétera, para el crítico el punto de partida son los textos ya escritos. En cierta tradición, la función del crítico consiste en echar luz sobre un texto o asunto literario para mostrar lo que el texto vale o la utilidad que presta, según necesidades sociales a las que debería responder; para otra tradición, su función debe limitarse a "mostrar" lo que no se ve de un texto a simple vista, pero, más convencionalmente, se considera que un crítico sanciona y determina lo que sirve o no sirve, lo que va a quedar o ser borrado, etcétera. No puedo responder por mí mismo, en tanto se me aplica esa categoría porque, si se me considera de ese modo, no es porque yo lo asuma ni proclame sino por una necesidad de clasificar, que es propia de un sistema cultural que no comprende sino lo que encierra bajo una etiqueta. Lo mío es otra cosa: me interesa la literatura y trato de entrar en ella, ya sea reflexionando, ya provocándola, ya imaginándola, ya articulando textos que deseo que interpreten lo que sería lo más propio de ella.

¿Es ocioso imaginarse a la historia de la literatura argentina como un posible sistema de la lengua rioplatense?

No puede considerarse el sistema literario argentino como imperialista respecto de la lengua general rioplatense; la literatura es una de sus manifestaciones y si se la observa desde ese punto de vista será posible comprender rasgos y caracteres de dicha lengua, pero sólo algunos, el sistema de la lengua es mucho más amplio y circula por una diversidad de carriles.

¿Cuáles han sido algunos de los puntos de ruptura decisivos en la literatura argentina? ¿Por qué?

La exposición que propongo en el "Panorama..." está organizada según puntos de ruptura: el romanticismo lo es, así como la gauchesca y el modernismo o el realismo, pero también considero momentos históricos precisos, transiciones de épocas, choques y conflictos de tendencias. Se puede entender por "puntos de ruptura" los textos o propuestas literarias que alteran una economía en el orden temático o sintáctico o lingüístico; por eso, la gauchesca lo es, así como el modernismo y tantos otros; cada uno de ellos es un desafío a lo establecido, un "no va más" de un conjunto de hábitos y una correlativa apertura a una zona expresiva nueva.

¿Qué determina el estilo de un escritor?

Si "el estilo es el hombre", lo que determina el estilo de un escritor es lo que determina una subjetividad; en otras palabras, una confluencia compleja de factores a partir, desde luego, de una personalidad en la que ha incidido la pertenencia a determinado medio cultural, familia o clase, una lengua con sus particularidades, una decisión de escribir que no es fácil de explicar. Todo eso junto confluye en una mano que orienta su imaginario de una manera propia, que puede ser inconfundible, aunque también existe lo que se llama "estilo de época" y aún "estilo nacional", términos que permiten agrupar escritores cuyos estilos personales son diferentes.

¿Qué importancia tiene la obra de Macedonio Fernández en la historia de la literatura nacional?

Mucha. Es uno de sus momentos privilegiados, como lo fue la obra de Echeverría, de Sarmiento, de Hernández, de Florencio Sánchez, de Borges y de, por suerte, algunos más, como Arlt o Girondo. La obra -siempre en proceso- de Macedonio es la ruptura por excelencia; en sus escritos reside virtualmente una posibilidad de ser de la literatura que se irá manifestando gradualmente, y no sólo aquí sino en la cultura literaria occidental misma. Remito al volumen 8 de la "Historia crítica de la literatura argentina", enteramente dedicado a él, exhaustivas incisiones en su revolucionaria obra.

¿Cuáles serían algunos de los elementos recurrentes del discurso narrativo actual, surgido en la última década?

Es tanto lo que se produce que sistematizarlo sería como la biblioteca que imaginó Borges, o sea, una tarea cartográfica equivalente a lo que se produjo. Sólo algunos rasgos generales: un predominio de la historia por sobre el lenguaje, muchas veces con historias muy originales y muy buenas, otras no tanto; sobrevivencia de escrituras de rescate de las virtualidades de la lengua y, en general, una fuerte tendencia a la memoria, sea de épocas nefastas, como la dictadura, sea de la infancia, sea de tiempos felices en los que las parejas retozaban libres e inspiradas y ahora son víctimas de la incomprensión; pálida sobrevivencia de la actitud denuncialista y atracción por lo marginal y peligroso, con caída en lo policial, casi en homología con lo que ocurre en esta sociedad, en la que se multiplican las tensiones y las opciones son a veces tan opuestas que la vida social termina paralizada, al menos por un momento. Creo que eso se advierte en esa costumbre editorial y periodística llamada "premios": no obstante las gruesas sumas de dinero invertidas, consagran flores de un día, efímeras sesiones fotográficas e insulsas entrevistas. Por otro lado, se registra un hecho inusitado por comparación con otras épocas: escritores jóvenes, buenos o no tanto, prontamente reconocidos, con traducciones a otros idiomas, protegidos por representantes, integrados a un santoral de citas y, por último pero no menos importante, ganando de repente buen dinero aunque, como es sabido, la literatura sólo procuraba, y sin duda procura, felicidad amistosa y familiar, o una benéfica complicidad.


Noé Jitrik

Teniendo en cuenta la literatura inglesa y francesa, ¿cree usted que esta última está más emparentada tradicionalmente con la literatura nacional? ¿Por qué?

Desde luego, desde el naturalismo hasta el surrealismo, pasando por el realismo clásico, en la narrativa, incluida la literatura de la denuncia, y en especial en el campo de la poesía, sobre todo en relación, modernamente, con la vanguardia; un escritor justamente celebrado, como Juan José Saer, podría ser entendido en esa tradición; la inglesa en menor medida pero fuerte en escritores como Borges y Bioy Casares, que algo significan para la historia de la literatura nacional, o Girri en la poesía. La revista "Sur" fue un espacio en el que ambas presencias se conjugaban. Pero esa estrella ha empezado a apagarse en las últimas décadas; unos cuantos escritores que tienen ahora cincuenta años, ya maduros, y los más jóvenes que aparecen en escena, siguen más el enfoque narrativo norteamericano (excluyendo a Faulkner, desde luego, que fue tan importante para gente como Onetti o Di Benedetto): historias reconocibles y efectistas, diálogos punzantes, frases cortas, escenificaciones aptas para pasar al cine.

¿Qué autores argentinos ha disfrutado más como lector?

Mis experiencias de lector son múltiples y variadas. Una lectura del "Facundo", por ejemplo, convoca a mi interés analítico; una de Roberto Arlt sacude mi inconsciente; una de Borges, mi perplejidad; una de Hernández, mis posibilidades de conjetura; una de Gálvez, mis sorpresas cuantitativas; una de Di Benedetto, mi admiración económica. Sé que menciono a los indispensables, pero muchos otros textos y autores me han suspendido y han logrado no sólo ponerme en cuestión, admitir que no podría llevar a cabo lo que ellos han hecho, sino entrar incluso en mis sueños. Es el caso de Arturo Cerretani, de Tununa Mercado, de Juan José Saer, de Alberto Vanasco, de César Fernández Moreno. No hace más de dos días, la lectura de poemas de Arturo Carrera me ha puesto en una situación vibrante, gran poesía.

Desde el punto de vista filosófico, y teniendo en cuenta su prolífica obra crítica, ¿se consideraría un estructuralista?

Me parecería un abuso de mi parte considerarme estructuralista: mis contactos con el estructuralismo fueron ocasionales y no muy profundos, nunca fui muy propenso a afiliarme a los clubes teóricos o metodológicos, pero algunos elementos de esa corriente perduran en mi espíritu organizativo; siempre admiré el espíritu de rigor y la inteligencia de algunos planteos me resultó deslumbrante (con mencionar a Lévi-Strauss o a Genette o a Althusser se entiende mi afirmación), pero sin duda me enfrió la ausencia de la poesía en esas brillantes construcciones. De todos modos, hay que decir que el estructuralismo tampoco caló muy hondo entre los intelectuales argentinos que, en general, en el período que va de 1960 hasta la fecha, prefirieron hallarse en el marxismo, en el psicoanálisis, en la semiótica o permanecieron inmunes a todos esos contagios, estructuralismo incluido.

¿Hasta qué punto la conciencia política argentina transformó el lenguaje literario de su país?

No sé muy bien qué es la conciencia política de un país; si eso es el peronismo para algunos, podría decir que mucho no transformó; si es la izquierda, en alguna medida lo problematizó y hasta se podría decir que vino junto con voluntades de ruptura, pero más en el plano temático que en el de la forma, campo en el cual, después de todo, se presentan dilemas básicos para eso que se llama literatura; si es la derecha, tradicional o fundamentalista, se podría decir que toda idea de transformación del lenguaje literario le era -y le es- profundamente ajena. De modo que mi respuesta es que no tengo la menor idea de cómo dicha "conciencia política" puede haber transformado un lenguaje literario. Es claro que en relación con escritores como Rodolfo Walsh o Haroldo Conti o Francisco Urondo, claramente protagonistas en la literatura y en determinado modo de acción política, se tiende a considerar que transformaron un lenguaje. Francamente no lo creo; lo que sí hay que reconocerles es que llevaron determinados conceptos que estaban en sus proyectos literarios a la acción política y ese paso, muchas veces formulado pero en raras ocasiones consumado, tuvo repercusión y trascendencia. La trágica muerte de todos ellos -y otros más en parecida situación- es como un sello puesto sobre la relación siempre problemática entre literatura y compromiso político.


Ver:



julio 22, 2011

Apoyo de escritores a los estudiantes chilenos / Página 12 (22-07-2011)

Viernes, 22 de julio de 2011


MAS DE TRESCIENTOS INTELECTUALES ADHIRIERON A LOS RECLAMOS QUE LLEVAN ADELANTE LOS JOVENES POR UN CAMBIO EDUCATIVO

Apoyo de escritores a los estudiantes chilenos

“Que el Estado garantice la educación como un derecho social y que asuma el deber de entregarla con gratuidad, equidad y calidad” exigen los autores en un manifiesto. El gobierno de Piñera no ha dado respuestas estructurales.

Por Christian Palma
Desde Santiago


La causa estudiantil secundaria y universitaria chilena, que ya lleva casi seis semanas de tomas y movilizaciones, ha concitado la adhesión de buena parte de la ciudadanía y ha recibido el respaldo de líderes de opinión: rostros televisivos, artistas, trabajadores y gente común y corriente. Pero ahora un hecho histórico se suma a las demandas. El apoyo brindado por más de 300 escritores chilenos y extranjeros da más peso a las reivindicaciones estudiantiles por más que la mano –metafóricamente hablando– venga de las plumas. Pero vaya qué plumas.

“Es hora de dejar la hoja a medio escribir. Apartar el teclado. Cerrar las conexiones. Pararnos de nuestras sillas y dejar la impresora trabajando si hace falta. Todo para sumarnos a las demandas de los estudiantes chilenos por una educación de excelencia y de vocación igualitaria”, sentencia la primera parte de un manifiesto que desde el sábado se propaga por las redes sociales.  
 


Un grupo de estudiantes está en huelga de hambre en el Liceo Darío Salas, de Santiago.
Imagen: EFE

La escritora chilena Eugenia Prado (autora de Objetos del silencio), una de las gestoras de la iniciativa (junto a Lina Meruane, que está en EE.UU., Cynthia Rimsky, Andrea Jeftánovic, Cherie Zalaquet y Beatriz García Huidobro), explicó a Página/12 que, con un grupo de narradoras, tanto en su país como en el extranjero, comenzaron a invitar a la gente ligada a las letras a sumarse a la causa estudiantil. “En dos días teníamos más de 200 firmantes”, dice al otro lado del teléfono.

“Los estudiantes son nuestra vanguardia. Saben y nos hacen saber que la educación no debe seguir segregando a los chilenos. Entienden que para evitarlo, la educación debe dejar de ser un objeto de lujo y del lucro de algunos en perjuicio de otros. Debe dejar de ser un negocio cuya rentabilidad sea regulada por el mezquino mercado”, añade la declaración firmada por algunos escritores latinaomericanos de renombre, como Georges Aguayo, Isabel Allende (Premio Nacional de Literatura), Rodrigo Morales, Marina Arrate, Armando Arteaga, Ana Becciú, Diana Bellessi, Adriano Corrales, Poli Délano, Diamela Eltit (Premio José Donoso), Francisco Garamona, John Hassett, Raúl Zurita (Premio Nacional de Literatura) y Josefina Ludmer, por citar algunos nombres.

“Fue algo espontáneo, mientras veíamos la forma de crear equipos de trabajo para ayudar, para que los chicos no se sientan solos. Si ellos, que son las estrellas de este movimiento, deciden seguir presionando, ahí estaremos. Esto es algo muy poderoso, con gente apoyando de muchos países, con mucha solidaridad”, agrega Eugenia Prado, quien además ha recibido las adhesiones en la cuenta a palabra@vtr.net.

“Los estudiantes exigen algo justo, un derecho del que gozaron nuestros abuelos, nuestros padres: que el Estado garantice la educación como un derecho social y que asuma el deber de entregarla con gratuidad, equidad y calidad”, agrega el manifiesto.

En Chile, el modelo educativo actual proviene de los años de la dictadura de Augusto Pinochet, cuando se permitió el ingreso de universidades privadas al sistema y los colegios secundarios fueron trasladados desde el gobierno central a las municipalidades comunales.

El lucro en la educación, los onerosos intereses de los créditos universitarios o las diferencias entre la calidad que reciben los que pueden estudiar en colegios pagados versus los municipales son los principales reclamos de los jóvenes. En 2006, un movimiento similar denominado Revolución Pingüina modificó en parte el sistema. Pero a todas luces no fue suficiente.

El movimiento actual ya obligó al gobierno de Sebastián Piñera a remover a su ministro de Educación (esta semana Joaquín Lavín fue removido a otro ministerio y, en su cargo, quedó el ex ministro de Justicia Felipe Bulnes) y a proponer la inversión de U$S 4 mil millones para mejorar la situación educativa. Tampoco bastó.

Las movilizaciones continúan, pues los estudiantes piden cambios estructurales, mientras siguen analizando las ofertas del gobierno. Pero las cosas se han complicado más, ya que son veinte los alumnos que se han sumado a una huelga de hambre que llevan adelante estudiantes de un colegio en muy mal estado de la comuna de Buin, localidad cercana a Santiago. El gobierno, en tanto, se niega a negociar bajo ese tipo de presiones.

“Los estudiantes exigen hoy una educación que los forme no sólo como profesionales, como técnicos, como artistas, sino también como ciudadanos con pensamiento crítico para enfrentar los innumerables deberes del futuro. Son los estudiantes quienes nos están enseñando ahora a repensar las tareas que tenemos por delante para que todos los niños y niñas de hoy, los adultos de mañana, tengan los privilegios de una educación igualitaria que entre sus muros permita la paridad”, coinciden los escritores firmantes de la misiva que recorre las redes sociales en Internet.

“Ellos son el recambio y hay que apostar por él, no dejar que estudiantes enfrenten solos a viejas tácticas autoritarias sustentadas, incluso, por los medios; aquellas que buscan quebrarles la moral, ridiculizar sus legítimas aspiraciones y, en definitiva, agotar sus fuerzas y sobre todo la confianza en el futuro”, agrega la misiva.

El joven poeta Rodrigo Morales redondea la visión de sus contemporáneos: “Siempre es necesario que artistas y escritores tengan una conexión más intensa con lo único que nos debiese importar. Esto además es una instancia para reflexionar sobre otras problemáticas que nos aquejan: Sistema Binominal, Constitución del ’80, saqueos al Estado, reconstrucción, desigualdad. Es un momento para buscar instancias que nos hagan pensar en nuestra autodeterminación como comunidad”.

Ver:




julio 20, 2011

SANTIVÁÑEZ / TESTIMONIO Y POESÍA

Año del Centenario de José María Arguedas
MIÉRCOLES LITERARIOS

Presenta

*
Róger Santiváñez Vivanco:
Testimonio y poesía


*
Invitados
Armando Arteaga – Bernardo Álvarez
Juan Carlos Lázaro
*
Expresión artística
Piero Bustos

Libros – Solidaridad – Brindis

Miércoles 20 de julio - 7:00 p.m. (Wakulski 180, Cdra. 1 de Av. Brasil)

INGRESO LIBRE

¡X Encuentro Nacional de Escritores Manuel Jesús Baquerizo, en homenaje al Centenario de José María Arguedas: Andahuaylas, 30 nov. - 3 dic.

REZISTENCIA EN TARAPOTO - SAN MARTÍN

*

REZISTENCIA CULTURAL EN EL BOULEVAR DE LA PAZ DE TARAPOTO

Este sábado, se llevará a cabo una gran noche artística - literaria, en el conocido Boulevar de la Paz de Tarapoto. A esta actividad, que viene siendo convocada por el Municipio provincial de San Martín mediante la comisión de Cultura (comisión también integrada por el Centro Cultural REZISTENCIA), asistirán muchos poetas, declamadores, músicos y escritores de la región San Martín, los mismos que harán gala de sus dotes para el deleite del público

julio 19, 2011

WILSON & AUDEN / JOSÉ JOAQUÍN BLANCO

WILSON, AUDEN: FÁBULA DE LOS VIEJOS BEBEDORES

Por José Joaquín Blanco

Poco tienen qué decir los biógrafos y estudiosos de Wystan Hugh Auden sobre su relación con Edmund Wilson, salvo la referencia a una nota más encomiástica que crítica: “W. H. Auden in América” (1956), en la que se diría que Wilson celebraba a Auden no tanto por lo que era o había sido sino por lo que, en su opinión, estaba dejando de ser, y desde luego, algunos reconocimientos dispersos a su maestría versificadora. (Monroe K. Spears: Auden, Prentice Hall, Englewood Cliffs, N. J., 1964.)

Wilson creía por entonces que, al nacionalizarse como norteamericano, Auden renunciaba a ser inglés, a ese tipo insular, casi parroquial, casi de ghetto, que era el inglés idiosincrásico, oxfordiano, lleno de tics 100% británicos. Wilson le auguraba una nueva época ecuménica a su poesía, con menos excentricidades y bromas del Club Britannia.

Auden ni siquiera cuenta, hasta donde se sabe, con algún ensayito de circunstancias sobre Wilson, ni se me ocurre qué podría decir sobre un escritor que era a tal grado su opuesto: Wilson veneraba las fuentes históricas y periodísticas de la literatura, así como la lógica y la estricta documentación de las opiniones, cosas que incitaban a Auden al horror y al furor. Nada más diferente de los limpios y exactos ensayos de Wilson que los aleatorios, desbalagados y chisporroteantes de Auden, que por supuesto hacían que Wilson se arrancara los pelos de incredulidad e irritación. “¡Otra vez Michelet!”, se quejaría Auden de Wilson. “¡Otra vez Tolkien!”, se quejaría Wilson de Auden. (P.S.: En Edmund Wilson. A Biography, Nueva York, Houghton Mifflin Co., 1995, de Jeffrey Mayers, hay referencias a elogiosas reseñas de Auden —no recopiladas en sus obras— de Hacia la Estación de Finlandia, Upstate y Apologies to the Iroquois; Auden celebra en Wilson a “ese espécimen siempre raro y ahora casi extinto, el Dandy Intelectual”, y destaca tanto su erudición como la belleza de su prosa.)


 Edmund Wilson

Aunque Wilson era 12 años mayor que Auden, ambos autores recorrieron caminos con paradas semejantes: estación Familia de Clase Media Laboriosa y Puritana, estación Freud, estación Marx, estación Horror de Stalin, estación Reconsideración del Liberalismo Europeo, estación Patriarcas Paradójicos de la Cultura Occidental. Pero Wilson detestaba a los homosexuales, a los ingleses y a los vanguardistas, le parecían por igual unos freaks, unos irresponsables; Auden no soportaba a los ultrarresponsables paterfamilias judeocristianos, racionalistas, que a todo le buscaban un sentido lógico, histórico y consecuente.

Aunque Wilson hizo más que cualquier otro pensador de la lengua inglesa por entender y propagar las vanguardias europeas (El castillo de Axel), en realidad su gusto iba en otro sentido, como vemos en sus poemas y en sus ensayos críticos, donde no hay mucho espacio para Eliot ni para Pound, por lo menos no tanto como el que concede a poetas más tradicionalistas como Edna St. Vincent Millay. Si bien Auden, como Isherwood, trató de desbritanizar su literatura, e integrarla a los amplios espacios de su tiempo (Nietzsche, Brecht, Proust, Valéry, Rilke, Gide, Cocteau, Mann), a la larga terminó como un consumado English eccentric, según la expresión de Edith Sitwell. Isherwood se asombraba de cómo aun físicamente, conforme envejecía, Auden se volvía más y más insular, e incluso las arrugas de su rostro lo iban haciendo más y más parecido a un malencarado león del Museo Británico. Auden, por su parte, no supo leer a Dos Passos, ni a John Reed, ni a Scott Fitzgerald, ni a Faulkner, ni a Mencken, ni mucho menos al propio Edmund Wilson.

Pero la edad, Nueva York, los tragos y el humor conspiraron para volverlos amigos a partir de los años cincuenta (“como siempre, escribe Wilson en 1966, llegó el momento —hacia el final de la primera botella de vino— en que me rindió extravagantes cumplidos, y dijo que yo era la única persona para la que él escribía —debió haber querido decir, en los Estados Unidos—, o algo por el estilo, y que me necesitaba”).


Wystan Hugh Auden

Por los diarios de Wilson (The Sixties, Nueva York, Farrar, Straus, Giroux, 1993) sabemos que en sus frecuentes borracheras Auden le contaba puras inconsecuencias y excentricidades (probablemente adrede, para hacerlo rabiar), y que Wilson caía siempre en la trampa, usaba la lógica, los datos, el sentido común; trataba de volver inteligible la realidad, sólo para lograr que Auden dijera más y más locuras, como aquella de que todo se explicaba porque, como era bien sabido, lo único que ya se podía hacer con los pobres en la postguerra postmarxista era prenderles fuego... Auden se hacía el chamaco travieso y siempre terminaba convirtiendo a Wilson en una especie de maestro y papá, al cual ponerle zancandillas. “Cena con Auden, escribe Wilson en 1970. Ha dado, como todos, por encontrar que en Nueva York ya no se puede vivir. Me contó lo mucho que sus amigos significan para él: yo he seguido siendo su amigo, puede contar conmigo, dijo. Creo que estos hombres sin matrimonio (unmarried men) suelen depender de sus amigos en una forma que los hombres casados nunca lo hacen...” ¿Auden diría que, a cierta edad, los hombres casados empiezan a hablar incluso entre amigos con tal respetabilidad, como si a todas horas los estuvieran rodeando sus esposas y exesposas, hijos y nietos, y el notario de la familia?

Tal vez Auden dependiera menos de Wilson de lo que pretendía. Tal vez Wilson soportara las atrabiliarias tiradas de Auden por algo más que el culto al dueño del oficio y de la magia poéticos: por amistad a un viejo camarada. El caso es que por años buena parte de su vida afectiva de viejos partía de sus borracheras en restaurantes y bares de hotel en Nueva York. Auden presumía de nunca sufrir una cruda; a Wilson —la dura carga entera del hombre responsable sobre sus hombros— no le fueron ahorradas, sobre todo después de los cincuenta años.

Pero el bebedor irresponsable tenía un truco infalible contra su responsable amigo: la mezcla de excentricidad con puntualidad británica: se permitía casi todo, menos contravenir las órdenes de su reloj. Wilson lo anota con amargura. Protegido por su excentricidad, Auden llegaba al restaurante y sin más pedía una botella de vino, a cualquier hora; Wilson, más ritual (y mejor gustador del alcohol, desde luego), pedía aperitivos, luego el vino, y se demoraba en los whiskies, los coñacs y los digestivos, y no tenía para cuándo parar. Cerca de las nueve, Auden decidía que era tiempo de dormir y que ningún hombre civilizado podía seguir despierto después de las nueve. La escena concluía con un Wilson más que servido, interrumpido y abandonado en su alta borrachera, pidiendo un taxi a su hotel, donde abriría —otra vez, en su alta edad— el servibar y recordaría versos y amores hasta el amanecer; y un Auden triunfador, que había dosificado y jugueteado sus copitas de simple vino y todavía podía hacerse el sobrio. Rumbo a su casa (por la que jamás pasaba una escoba) Auden ya iba preparando el somnífero que le cortaría por arte de magia la borrachera y la cruda (a eso lo llamaba the chemical life).

Ver:




 BLANCO, José Joaquín
México, D. F., 1951

Nació el 19 de marzo de 1951 en la Ciudad de México. Poeta, narrador, ensayista y traductor. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. En 1969 obtuvo el tercer lugar en el segundo concurso de la revista Punto de Partida, por su cuento La búsqueda. De 1972 a 1987 fue colaborador y redactor del suplemento cultural de la revista Siempre!, e investigador en el Departamento de Investigaciones Históricas del INAH. En 1973 fue merecedor del Premio Diana Moreno Toscano y se convirtió en becario del Centro Mexicano de Escritores. En 1977 participó en la fundación de la revista Nexos. Fue jefe de redacción de la Revista de la Universidad. El 1 de junio de 1979 se inscribió a la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México). En 1984 participó en la fundación del periódico La Jornada.

De 1984 a 1990 colaboró como guionista con el cineasta Paul Leduc en las películas: Frida, naturaleza viva, ¿Cómo ves?, Barroco, Latino Bar, Dollar Mambo. En 1985 obtuvo un Ariel por Frida naturaleza viva, en el renglón de Mejor Guión Cinematográfico. A través de la cadena Notimex, colaboró simultáneamente con más de 50 periódicos y revistas de provincia. De 1993 a 1995 codirige, con Manuel Fernández Perera, la revista trimestral La iguana del Ojete. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores del Arte (SNCA) desde 1997.

Ha colaborado en Despertar Universitario, Punto de Partida, El Cuento, Estilos, Comunidad Latina de Escritores, Revista de América, Nuestro Sistema Bancomer, Antología del cuento breve en México en el siglo XX, México en la cultura, Nexos, El Universal, El Nacional, La Jornada, Unomásuno, Letras Potosinas, Crónica y en la Agencia Mexicana de Notimex.

Ha escrito crónica: Cuando todas las chamacas se pusieron medias nylon (1987), Un chavo bien helado. Crónicas de los años ochenta (1990), Ciudad de México, espejos del siglo XXI (1999). Cuento: Otra vez en la playa (1970). Ensayo: Cultura y dependencia (1976), Se llamaba Vasconcelos (1977), Función de medianoche. Ensayos de literatura cotidiana (1981), Mariano Azuela: una crítica de la Revolución Mexicana (1982), Las intensidades corrosivas. Ensayos de literatura mexicana (1990), Sentido contrario (1993), El lector novohispano una antología de la literatura colonial (1996), Pastor y ninfa. Ensayos de literatura moderna (1998). Novela: La vida es larga y además no importa (1973), Las púberes canéforas (1984), Calles como incendios (1985), Mátame y verás (1994), Garañón de la luna (1995). Poesía: Andamios del día, en crónica de viaje (1975), La siesta del parque (1982), Poemas escogidos (1984), Elegías (1992). Teatro: La generosidad de los extraños (1990), El castigador (1993).



julio 18, 2011

LOS TRENES DE LOS MUERTOS / SARA GALLARDO

Foto: Juan Yanes.


LOS TRENES DE LOS MUERTOS

Sara Gallardo



El rápido a Bahía Blanca arrastró al hijo del capataz de la cuadrilla que reparaba las vías. Era un hombre triste desde la muerte de su mujer; con esto se dio a beber.

El hijo estuvo un mes como dormido. Cuando volvió a su casa no era el mismo.

Rengo. Pero sobre todo ausente.

Se entregó a encender pequeñas fogatas.

Las alimentaba de día, de noche.

A veces levantaba los brazos dando un grito.

Una tarde, su padre llegó del almacén y se puso a llorar. ¿Qué hacía con esos fuegos, por Dios Santo? Causaban la compasión de los vecinos.

A la hora del accidente, dijo el niño, vi los trenes de los muertos.

Cruzándose como rayos sobre el mundo. Unos venían y otros iban y otros subían o bajaban sin dirección y sin destino. Vio en las ventanillas las caras de los muertos de este mundo. Lívidas caras con sonrisa, caras dobladas. Caras sujetas por telas que asfixian, manos que cuelgan, pelos de colores, electricistas, amas de hogar, sacerdotes, presidentes de compañías. Muertos en vida. Pómulos cubiertos de polvillo de hueso. Zarandeándose.

Vio conocidos. Vecinos.

En trenes que refulgían como fantasmas que se levantan de pantanos. A cabezadas, rizos contra los vidrios, sin pedir ayuda, sin desearla. En una noche permanente, los trenes sin voz ni silbato, cruzándose. Sin señales, sin orden.

Se superponían, se sucedían, se cambiaban.

Nadie los oye ni los ve, volando en todas partes sobre el mundo.

El dolor que había visto era alegre junto al dolor en esos trenes. Vio, como si los tocara, que el frío congelaba a esos viajeros, igual que a los que duermen para siempre en los Andes. Y dentro de esos témpanos los ojos llamaban sin llamado.

Ponía señales para eso. Para los trenes de los muertos.




De el libro: “El país del humo” (1977), Córdoba (República Argentina.Sara Gallardo nació en 1931 en Buenos Aires, ciudad en la que también fallecería en 1988.





julio 17, 2011

CONVOCATORIA A ESCRITORAS Y ESCRITORES EN APOYO A LAS DEMANDAS DE LOS ESTUDIANTES CHILENOS

CONVOCATORIA A ESCRITORAS Y ESCRITORES
EN APOYO A LAS DEMANDAS DE LOS ESTUDIANTES CHILENOS

16 de julio de 2011


Es hora de dejar la hoja a medio escribir, apartar el teclado, cerrar las conexiones, pararnos de nuestras sillas, dejar la impresora trabajando si hace falta, para sumarnos a las demandas de los estudiantes chilenos por una educación de excelencia, de vocación igualitaria. Los estudiantes son nuestra vanguardia. Saben y nos hacen saber que la educación no debe seguir segregando a los chilenos. Entienden que para evitarlo la educación debe dejar de ser un objeto del lujo y del lucro de algunos en perjuicio de otros. Dejar de ser un negocio cuya rentabilidad sea regulada por el mercado.

Exigen algo justo, un derecho del que gozaron nuestros padres, nuestros abuelos: que el Estado garantice la educación como un derecho social y que asuma el deber de garantizarla con gratuidad, equidad y calidad. Los estudiantes exigen hoy una educación que los forme como ciudadanos con pensamiento crítico para enfrentar las innumerables tareas del futuro.

Son los estudiantes quienes nos están enseñando ahora a repensar las tareas que tenemos por delante para que todos los niños y niñas de hoy, los adultos de mañana tengan los privilegios de una educación igualitaria que entre sus muros permita la paridad. Ellos son el recambio y hay que apostar por él, no dejar que se enfrenten solos a viejas tácticas sustentadas incluso por los medios, aquellas que buscan quebrarles la moral, ridiculizar sus legítimas aspiraciones y en definitiva agotar sus fuerzas y sobre todo la confianza en un futuro mejor.

No pretendemos hablar por ellos. Esta es su batalla. Los estudiantes nos llaman hoy a formar parte de este movimiento nacional que dirigen y nosotros, los abajo firmantes, queremos adherir a sus peticiones dando la pelea con ellos de todas las maneras que nos sean posibles.


Adherimos:

1. Vivian Abenshushan (escritora y editora, México)

2. Christian Aedo (Poeta, editor Ripio Ediciones)

3. Gabriela Aguilera, narradora

4. Andrés Ajens, poeta y ensayista

5. Rosa Emilia Alcayaga, poeta

6. Lorena Amaro, ensayista

7. Claudia Apablaza, narradora

8. Marta Aponte Alsina (escritora, Puerto Rico)

9. Esther Andradi (escritora, Argentina/Alemania)

10. Gregorio Angelcos, poeta

11. Juan Samuel Aravena, poeta

12. Marcos Arcaya, narrador

13. Marina Arrate, poeta

14. Armando Arteaga (escritor, Perú)

15. Ana María Baeza Carvallo, poeta

16. Ricardo Bada (escritor, Alemania)

17. Máximo Ballester, poeta

18. Jorge Baradit, narrador

19. Ángela Barraza Risso, poeta

20. Pía Barros, narradora

21. Alejandra Basualto, poeta

22. Ana Becciú (poeta y traductora, Argentina)

23. Felipe Becerra, narrador

24. Sergi Bellver (escritor, España)

25. Oscar Belmar Yáñez, poeta

26. Carmen Gloria Berríos, poeta

27. Cristián Berríos, poeta

28. Soledad Bianchi, ensayista

29. Eugenia Brito, poeta y ensayista

30. Leopoldo Brizuela (escritor, Argentina)

31. Lolita Bosch (escritora, México/España)

32. Gabriela Cabezón Cámara (escritora, Argentina)

33. Luis E. Cárcamo-Huechante (escritor, Estados Unidos)

34. Germán Carrasco, poeta

35. Rubí Carreño Bolívar, ensayista

36. Pancho Casas, poeta

37. Jaime Ceballos Sanquea, poeta

38. Omar Cid, narrador

39. Luis Cifuentes, ensayista

40. Liliana Colanzi (escritora, Bolivia)

41. Gonzalo Contreras, narrador

42. José Luis Córdova (escritor, Perú)

43. Alejandra Costamagna, narradora

44. Ana Crivelli, narradora

45. Víctor Hugo De la Fuente, (editor, Le monde Diplomatique- Chile)

46. Irene Depetris Chauvin (ensayista, New York)

47. Jorge Díaz, ensayista

48. Ramon Diaz Eterovic, narrador

49. Lorena Díaz Meza, cuentista

50. Víctor Hugo Díaz, poeta

51. Jaime Donoso, ensayista

52. Ariel Dorfman, narrador y dramaturgo

53. Mariela Dreyfus (escritora, Perú/New York)

54. Amanda Durán, poeta

55. Lilian Elphick, narradora

56. Diamela Eltit, narradora

57. Raúl Encina Tapia, ensayista

58. Soledad Falabella, ensayista

59. Federico Falco, (escritor, Argentina)

60. Soledad Fariña, poeta

61. Rita Ferrer, ensayista

62. Nona Fernández, narradora

63. Patricio Fernández Chadwick, narrador

64. Simón Fierro, poeta

65. José Luis Flores, poeta

66. Manuel Flores (poeta, Australia)

67. Francisco Garamona (escritor, editor de Mansalva, Argentina)

68. Beatriz García Huidobro, narradora

69. Sergio González, poeta

70. Mar Gómez Glez, (escritora, España/Estados Unidos)

71. Roberto Tom García, poeta y gestor cultural

72. Silvia Gallo, poeta

73. Alicia Genovese, poeta, Argentina

74. Galo Ghigliotto, poeta y editor

75. Antonio Gil, narrador

76. Emilio José Gordillo Lizana, narrador y editor

77. Sergio Gramajo (escritor, Argentina)

78. Rafael Gumucio, narrador

79. Carlos Guzzo (escritor, Argentina)

80. Héctor Hernández Montecinos, poeta

81. Tomás Harris, poeta

82. Rafael Henríquez Tobar, Poeta

83. Patricia Hidalgo, narradora

84. Rodrigo Hidalgo, narrador

85. Patricio Jara, narrador

86. Andrea Jeftanovic, narradora

87. Cristina Jiménez, narradora

88. Fernando Jerez, narrador

89. Manuel Jofré, ensayista

90. Reynado Lacámara, poeta

91. Lawrence La Fountain-Stokes (escritor, Estados Unidos)

92. Alfredo Lavergne, poeta

93. Alejandro Lavquén, poeta

94. Marcelo Leonart, narrador y dramaturgo

95. Ricardo Loebell, ensayista

96. Luis López-Aliaga R., narrador

97. Josefina Ludmer (ensayista, Argentina)

98. Gilda Luongo, ensayista

99. Claudio Maldonado Maldonado, narrador

100. Eliana Maldonado (escritora, Colombia)

101. Rery Maldonado (poeta, Bolivia/Berlín)

102. Jorge Marchant Lazcano, narrador

103. Andrea Maturana Reichenstein, narradora

104. Julieta Maulén López, narradora

105. Alejandro Mendez (escritor, Argentina)

106. Lina Meruane, narradora

107. Cesar Millahueique Bastias, poeta Mapuche Huilliche

108. Hernán Miranda, poeta

109. Marcia Mogro, poeta

110. Fernanda Moraga, ensayista

111. Winston Morales (escritor, Colombia)

112. Jorge Montealegre Iturra, poeta

113. Oscar Montealegre, poeta

114. Anita Montrosis, poeta

115. Myriam Moscona (escritora, México)

116. Diego Muñoz Valenzuela, narrador

117. Reinaldo Muñoz, poeta

118. Rosa Betty Muñoz, poeta

119. Muñoz Coloma, ensayista y agente cultural literario

120. Andi Nachon (escritora, Argentina)

121. Elizabeth Neira, poeta

122. Naín Nómez, poeta

123. Eugenio Norambuena, narrador

124. Andrea Ocampo, narradora

125. Ingrid Odgers, poeta y narradora

126. Raquel Olea, ensayista

127. Francisco Ortega Ruiz, narrador

128. Antonio Ostornol, narrador

129. Pablo Oyarzún, ensayista

130. Yolanda Pantin, poeta

131. José O. Paredes (escritor, Estados Unidos)

132. Pablo Paredes, dramaturgo

133. Emersson Pérez, poeta

134. Omar Pérez, narrador

135. Maorí Pérez, narrador

136. Carolina Pezoa, poeta

137. Ana Pizarro, ensayista

138. Edson E. Pizarro, poeta

139. Dino Plaza, narrador

140. Juan José Podestá, poeta

141. Patricia Poblete Alday, narradora

142. Nicolás Poblete, narrador

143. Alberto Luis Oonzo, (escritor, Argentina)

144. Eugenia Prado Bassi, narradora

145. Jaime Quezada Ruiz, poeta

146. Verónica Quense, poeta

147. Flavia Radrigán, dramaturga

148. Diego Ramírez, poeta, editorial Moda&Pueblo

149. Margaret Randall (poeta, narradora, ensayista, Estados Unidos)

150. Jorge Reboredo (escritor, Argentina)

151. Gabriel Restrepo (escritor, Colombia)

152. Nelly Richard, ensayista

153. Mariela Isabel Ríos Ruiz-Tagle, poeta

154. Cynthia Rimsky, narradora

155. Roberto Rivera V., narrador

156. Giovanna Rivero (escritora, Bolivia)

157. Andrés Rodríguez Aranis, poeta

158. Claudio Rodríguez Lanfranco, poeta

159. Oscar Saavedra, poeta

160. Gilda Rojo Santoro, poeta

161. Grínor Rojo, ensayista,

162. Claudio Ferrufino-Coqueugniot (escritor, Bolivia)

163. Víctor Sáez, poeta

164. Claudia Salazar (escritora, Perú)

165. Alicia Salomone, ensayista

166. Cecilia Sánchez, ensayista

167. Mayra Santos-Febres (escritora, Puerto Rico)

168. Carolina Schmidt, poeta

169. Emma Sepúlveda (poeta y narradora, Estados Unidos/Chile)

170. Manuel Silva Acevedo, poeta

171. Fátima Sime, narradora

172. Pablo Simonetti, narrador

173. Elísabeth Subercaseaux, narradora

174. Juan Pablo Sutherland, narrador

175. Samanta Schweblin (escritora, Argentina)

176. Luis Alberto Tamayo, narrador

177. Patricia Téllez, poeta

178. William Thayer, ensayista

179. Dauno Tótoro, narrador

180. Diego Trelles Paz (escritor, Perú)

181. Ximena Troncoso, poeta

182. Fernanda Trias (escritora, Uruguay)

183. Malú Urriola, poeta

184. José Miguel Varas, narrador

185. Susana Munnich, ensayista

186. Raúl Molina Otarola, ensayista

187. Malva Marina Vásquez, poeta

188. Felipe Vergara, dramaturgo

189. Virginia Vidal, narradora

190. Cecilia Vicuña, poeta

191. Leonora Vicuña, poeta

192. Ana María Vilches Pardo, poeta

193. Gonzalo Villar, poeta

194. Emma Villazón Richter (escritora, Bolivia)

195. Marcos Wasem (escritor, Uruguay)

196. Mike Wilson, narrador

197. Alejandra Wolleter, narradora

198. Cherie Zalaquett, narradora

199. María Inés Zaldívar, poeta

200. Alejandro Zambra, poeta y narrador

201. Faride Zerán, ensayista

202. Jacqueline Zlatar, poeta

203. Vero Zondek, poeta

204. Diego Zúñiga, narrador

205. Raúl Zurita, poeta

206. Valeria Zurano (escritora, Argentina)




EL SECRETO DE MACHU PICCHU / ERNESTO CARDENAL


El secreto de Machu-Picchu

Ernesto Cardenal*



En aquel tiempo en el Cuzco había hippies.

Los indios les llamaban Huajcha hipi ("hippie pobre")

Nunca habían visto antes rubios pobres.

Era en los mejores días de la Revolución Peruana.

"Hace treinta años en esa calle se hacía trueque."

El muro incaico en la zapatería, en la cantina.

Por las aceras, llamas harapientas

como hippies o indios

también ellas como con sucios ponchos.

Y los indios parados en la plaza del Cuzco: príncipes en harapos.

Fernando nos habló de Machu-Picchu.

Su nombre casi no dice nada: "Picacho Viejo".

Era el lugar adonde huían los revolucionarios.

Antes había sido el lugar de los seleccionados.

Donde iban a aprender los que servirían a los demás.

Después del gran desastre

Consigna secreta fue: Pusaj ("Bajemos").

Bajemos a la selva.

Vamos a la noche, a lo oscuro, a la selva.

También lo decían con canciones:

"Vete tras las montañas blancas."

(Los españoles no entendían.)

Estaban llamando al antiguo reino.

Ésas eran las canciones de amor

con tantas menciones a la paloma.

Paloma amada

ven donde tu amado

a tus agrestes breñas.

Les estaba prohibido pintar todo lo incarno.

Pero se ingeniaban para aludir a su Reino Perdido

y esperado de nuevo.

En rincones de iglesias oscuras en el Cuzco

hay siempre el rincón de un cuadro con un campo bello lleno de flores.

O están esas Huidas a Egipto por ejemplo:

siempre una ciudad española con esclavos, gris y triste

y el Egipto de la huida es un campo de flores y pájaros.


La llegada de los europeos volvió el mundo al reves.

El mundo ordenado de la superficie

quedó bajo tierra.

Se instauró una era de caos.

Los europeos son la tiniebla, Nónki, la serpiente acuática

que debe ser destruida. Se espera

que el mundo dé otra vuelta

y regrese el tiempo del Inka, el tiempo sagrado.

Enero era mes de ayuno y penitencias.

Había procesiones a los templos del Sol y de la Luna.

En febrero, cuando aparecen las primeras plantitas

el Inka sacrificaba objetos de oro y plata.

En marzo llegaban las lluvias.

Se sacrificaban llamas negras.

En abril iban los grandes señores al Kuzko a la fiesta del Inka.

El pueblo comía y bebía con el Inka. Bailaban la canción de la llama.

En mayo eran los sacrificios de agradecimiento

por los graneros llenos.

En junio era la gran fiesta del Sol.

Y era cuando el estado hacía el censo.

En julio se repartían las parcelas a las nuevas parejas,

y se ofrendaban los primeros frutos.

En agosto se iniciaba la roturación de la tierra

y el mismo Inka araba un surco en el Kuzko.

Septiembre era la fiesta de la esposa del Sol, la Luna.

Se ahuyentaban las enfermedades y males.

En octubre eran las fiestas de la lluvia.

Hacían que las llamas lloraran ayudando a pedir agua.

Noviembre era el mes de los muertos.

En este mes sacaban a las momias y las llevaban a sus casas.

Diciembre como junio era la fiesta del Sol

pero era la más grande del año.

Los dioses andinos están ahora en el subsuelo.


Cuando Atahualpa fue matado por el inca de los españoles

reinó el caos sobre la tierra.

El centro carnal del universo fue asesinado.

El Inca era el principio de la vida.

Con su muerte el río se tiñó de sangre.

El tiempo se redujo a un parpadeo.

Las lágrimas fueron torrentes como los afluentes del Amazonas.

Desde una colina, teníamos todo el Cuzco a nuestros pies.

Fernando dijo:

Según sus sabios cada generación

viene a completar lo de la generación anterior.

Seleccionaban a sus sabios, dirigentes,

con concursos de canciones.

La gente común no hacía caso de la poesía (como ahora).

Hace 40 años todavía llegaban al Cuzco y representaban

unos indios que no bebían ni se quitaban la máscara.

Nadie sabía de dónde venían.

Su representación era de uua princesa. Un río rojo. Una flor.

Un español malo y uno bueno. Y la princesa era la que salvaba.

El indio debe haber estado tan dormido, dice Femando,

que no entendía.

El mensaje era subversivo.

Cuando empezó la Revolución y vieron los afiches de Tupac Amaru

el pueblo casi despertó.


Al comienzo de la colonia se hacían bailarines y cantores

para hablar a los hermanos.

En las fiestas reviven.

Los otros días están dormidos, explotados.

Paloma amada

que estás sin el amado

levanta el vuelo, huye...

La ciudad picacho, Machu Picchu.

En el cielo como vuelo de cóndor.

Un éxtasis de piedra.

Ciudad sagrada. La montaña hecha oración.

La tierra allí elevada en un anhelo de cielo.

Unas piedras con alas.

Allí transformado otra vez el caos en cosmos.

Terrazas y escalinatas eran los distintos niveles del cosmos.

Las escalinatas llevan a plazas. Éstas a otras escalinatas.

Casas en diferentes planos. Calles y murallas en otros planos.

Y todo orientado para ver la salida y la puesta del Sol.

La roca natural del suelo prolongada en arquitectura.

Lo artificial continuando lo natural.

El agua informe fluía de fuentes entre perfecciones de piedra.

Por canales y piletas bajando a toda la población.

Fuentes descendentes

de terraza en terraza, por todos los niveles del minúsculo cosmos.

Del campo, cantando, y volviendo al campo.

Al fondo el abismo del río Urubamba.

Miradores para todos los horizontes.

No se ha encontrado en ella ningún arma.

Pero fue la capital de la resistencia cultural.

Era como la maqueta de la ciudad del cielo.

Peldaño por peldaño

aquí ascendemos al pasado.

Y al futuro.

Ésta era también Paititi,

la ciudad mítica a la que no se llega por el oro.

Donde la tierra se eleva vertical y divina.

De allí para adelante, sin fin, la selva informe.


Un viejo quechua en su choza

para el investigador:

"Hay pueblos que han salido de la boca de Dios.

Por eso hay pueblos habladores como Lima.

Hay pueblos que han salido de sus ojos,

ven lejos, ven lo que ha sucedido en la época de los Incas,

ven lo que está pasando en el fondo de los valles cálidos

en las punas donde se está cerca del cielo.

Perú comienza en el lago Titicaca

que es el sexo de nuestra Madre Tierra

y termina en Quito que es su frente.

Lima dicen es su boca y Cuzco su corazón palpitante.

Lima es su boca. Por eso ya nadie, ningún peruano

quiere hablar nuestra lengua."

¡Y la cabeza! El mito de la cabeza del Inca.

Un mito muy secreto entre los indios del Perú y dc Bolivia.

José Maria Arguedas fue el primero en recogerlo. (Hasta 1956.)

"Incarrí dicté leyes para que el hombre viviera en sociedad.

Llegó el rey español y lo apresé. Fue decapitado.

La cabeza fue llevada al Cuzco. Pero la cabeza

está viva, y su cuerpo se está reconstruyendo hacia abajo.

Cuando el cuerpo de Incarrí esté completo, él volverá.

-¿,Pero qué decían nuestros abuelos, volverá o no?

-Volverá tomando cuerpo. Dijeron que sí volverá."

Y otros:

"No es posible que ahora viva.

Dicen que su cabeza está en Lima.

Ya su ley no se cumple.



 Ernesto Cardenal.
Poeta nicaragüense.  Nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua.



julio 13, 2011

EUGENIO MONTALE Y LA POESIA ITALIANA/ ARMANDO ARTEAGA

EUGENIO MONTALE Y LA POESIA ITALIANA (*)


 Por Armando Arteaga








 Eugenio Montale, nacido en Génova en 1896, al igual que Salvatore Quasimodo, Cesare Pavese, y Guiseppe Ungaretti, es casi una isla dentro del archipiélago que parece ser el panorama de la poesía italiana de este siglo. La Academia Sueca acaba de otorgarle el Premio Nobel de Literatura 1975, y Montale es además el zenit más admirable y perceptible de la crisis y decadencia de la cultura europea. El rasgo más sutil de su poesía es el ocaso.

Y esta vez, el premio reservado para los grandes escritores “integrados” dentro del orden establecido recae en un inconforme del bloque de occidente. Pero, es que, el Premio Nobel tiene una interpretación burguesa de “recuperación objetiva” del sistema, que es como explica Jean Paúl Sartre: “algo así como un pasaporte al Olimpo, y por lo tanto, una manera de institucionalizar y alienar”.


 
Eugenio Montale: Premio Nobel.


Sin embargo, otros son los caminos de la poesía de Montale. De difícil lectura, sus poemas subrayan una dramática y delatadora mixtura entre el universo del poeta y su deseo de captar la tumultuosa realidad (que en sus textos poéticos se le evade). Para Montale, el mundo es tal como ser: dinámico, adviene en la indiferencia y está destinado a la muerte, pero la palabra es la luz de la traducción y la comprensión hacia lo posible y lo relativo.

Contempla el mundo sin significación, vano al hombre: esa materia oscura, en un horizonte incierto. La única forma de liberación en este mundo escondido y extraño es la nostalgia. En su poesía melancólica, y advita, los hombres viven en un tiempo sin espera, como en los espacios narrativos de Franz Kafka y en la angustia órfica de Dino Campana. Su reflexión discurre en el amanecer, cuando el sol coincide con el mundo, en aquel paisaje donde naturaleza y pesimismo tienden a confundirse y en donde flora y fauna habitan como elementos,  y fenómenos enredados entre sí, plagados de relaciones metafísicas, de negaciones, de rebuscamientos,  y de reconstrucciones inacabadas que oscurecen  y vuelven herméticos sus poemas.

En cada forma, un caos de imágenes, un dolor metafísico, una existencia quebrada, una evocación de nada, un esfuerzo por humanizarlo todo. La búsqueda de una visión interior objetiva, aún cuando Montale ha afirmado feliz su posición anti-hermética, sus libros no han llegado a ser populares ni han logrado apartarse del "hermetismo" como escuela literaria. Todo su discurso poético alcanza a veces un increíble y desconocido patetismo de confesión autobiográfica que nos descubre una trágica experiencia, expuesta a través de diversos estados psicológicos, sin nexos visibles entre sí.

Sus poemas expresan -en este sentido- con mayor énfasis el desgarramiento de la ideología burguesa. Montale ha dicho: “la poesía es para mí, no una forma de iluminación, sino la libertad, una forma de conocimiento de un mundo oscuro que sentimos en torno a nosotros y que está en nosotros mismos”.
 

Ásperos, desolados, llenos de un malestar, sus poemas: ni lógicos ni irreales, parecen poseer el sonido de la resaca marina, un laberinto de presencias y ausencias, tristezas móviles e inmóviles que determinan el espacio, el objeto, el motivo final que alude cada poema, y sus limites de recreación en cada una de las obsesiones del poeta.

 
La "forza" poètica de Umberto Saba.

Casi toda la poesía italiana post-Dannunzio es una reacción, una actitud “critica” diferente, aunque aparentemente "semejantes" a la rígida situación anti-dannunzíana de Gian Pietro Luciní, pasando por los primeros “crepusculares”: Mariano Maretti, Fausto Maria Martini, Carlo Chiaves, nos encontramos con esta crisis existencial. La experiencia de los “crepusculares” alcanza una verdadera intención simbólica y moral, totalmente opuesta al antifaz de la evasión e ilusión del eclecticismo que agitó D’annunzio, y que terminó transformándolos al nacionalismo chovinista, el fascismo, el colonialismo y el "esteticismo" que tanto defendieron.

Los “crepusculares” fueron una respuesta local e itálica: habitaron su mundo de aburrimiento y cansancio ante la vida, y se adhirieron.  a la melancolía, a la ironía y al escepticismo. La figura más importante de los “crepusculares” fue sin lugar a dudas Guido Gozzano: sentimental en sus patéticas figuras de las provincias, sus grises paisajes de Turín, sus locos sueños de amor. Sergio Corarzini es también otro representante importante de los “crepusculares”: murió muy joven de tuberculosis (el mal del siglo), con sus frustraciones, y su “Pequeño Libro Inútil”, que resulta ser un manifiesto de la sensibilidad "crepuscular".  Es un verdadero hallazgo de plenitud, junto a otros poetas como Carlos Pallini, tangencial a los “crepúsculos” de Gozzano, y Nino Oxila, muerto en la primera guerra mundial, y su deliberada expresión del “hombre medio” en contraposición al “superhombre” de D´annunzio.

Discutido, pero gran poeta: Guiseppi Ungaretti.

La poesía italiana del siglo XX supera los tres nombres de Ungaretti, Quasimodo y Pavese. Mientras sucumbe D´annunzio¨, aparece la “forza” de Umberto Saba y el subjetivismo de Dino Campana, Arturo Onofri, Vincenzo Cardarelli, y Giovanni Titta Rosa. Abriendo el camino a los “herméticos”: Guiseppe Ungaretti, Luigi Bartolini, Giorgio Vigolo, Eugenio Montale, Adriano Grande, Carlo Betocchi, Sergio Solmi, Salvatore Quasimodo, Adriano Vercelli, Scipione (Gino Bonichi), Ugo Gallo,  Sandro Penna.

El neo-realismo afianzara sus mejores tendencias en Cesare Pavese, Leonardo Sinisgalli, Alfonso Gatto, Beniamino Dal Fabbro, Atilio Bertolucci, Antonia Pozzi, Luigi Fiorentino, Vittorio Sereni, Mario Luzi, Alessandro Parronchi, Incola Ghiglione, Margherita Guidacci, y Bruno Nardini. La cumbre más alta de este neo-realismo la expresa la dialéctica poesía de Pier Paolo Pasolini, y de las nueva tendencias empezando a vislumbrar el otro desencanto del panorama actual donde "in surgen": Luciano Erba, Raféale Andreassi, Alfredo Giuliani, Elio Pagliarani, Inisero Cremaschi, Cesare Ruffato, Alberico Sala, Edoardo Sanguineti, Antonio Porta (Leo Paolozzi), Nanni Balestrini, y Emilio Isgro.

El "hermético" Salvatore Quasimodo, su poesìa oscureciò "los crepusculos" brillantes de los "crepusculares".

Ya Mariátegui al comentar en la revista Mundial (19/07/1929) la “Antología de la Poesía Italiana Contemporánea” de Lionello Fiume y Armand Henneuse, asumía la arbitrariedad del difícil oficio del antologista: “Es raro que la Antología salga indemne de la critica. La Antología no puede aspirar, razonablemente, sino a ser un muestrario aproximado de la poesía o la prosa de un pueblo o de una época”. 

Creo que toda antología es arbitraria, pero si tuviese que realizar alguna “Antología de la Poesía Italiana del Siglo XX”, alrededor de Montale pondría los nombres de todos estos poetas italianos que he citado, así creo que estaría conjugando con certeza el Panorama Actual de la Poesía Italiana del Siglo XX.


Washington Delgado con Giuseppe Ungaretti en San Marcos 1963


(*)Publicado en la revista "L’eclisse", Roma, Estate, diciembre 1975.

(Del libro "Escritos desterrados").