abril 03, 2006

LA PIURANIDAD Y EL ROMANTICISMO EN LA POESIA DE CARLOS AUGUSTO SALAVERRY/ armando arteaga

APROXIMACIÒN A LA LITERATURA PIURANA


LA PIURANIDAD
Y EL ROMANTICISMO
EN LA POESIA
DE CARLOS AUGUSTO SALAVERRY


Por Armando Arteaga.

El poeta Carlos Augusto Salaverry nació en Piura en 1830, hijo natural del presidente y general Felipe Santiago Sala­verry quien murió fusilado en 1836.

Edmundo Cornejo Ubillus describe el nacimiento de Carlos Augusto Salaverry en este año de 1830: “un año después de haberse producido el desenlace de la Guerra con Colombia y el
destierro del Presidente La Mar, don Felipe Santiago Salaverry, su Ayudante de Campo y Coronel en aquel entonces, residía en la Hacienda La Solana del Departamento de Piura, cumpliendo una misión fronteriza que el nuevo Gobierno le encargara y que, en realidad, solo fue un pretexto para lograr su alejamiento del ejército (Lima). En ese año –4 de diciembre- y de sus relaciones con doña Vicenta Ramírez nace don Carlos Avelino Salaverry, llamado más tarde Carlos Augusto, incluso por su progenitor.
Su partida de bautizo consta en la Parroquia de San Miguel de Piura, registrada por el P. Miguel de la Cruz. Ampliamente conocidos son los aspectos de su niñez, a partir de su llegada a la capital; su entrega al cuidado de la esposa del ya General Salaverry, doña Juana Pérez e Infantas, quién habrá de dedicarse efectivamente a él, por especial encargo del propio caudillo en su famosa carta-testamento; su estada en Chile por tres años, junto a su madre adoptiva y su hermano Felipe; su regreso al Perú y su vida de familia hasta su ingreso a la carrera militar en el Batallón Yungay, pasando por la vecindad en la calle Piedra de esta capital, donde al parecer surgieron ya las primeras voces líricas”

A los quince años se hizo sol­dado. Participó en política y viajó a Europa donde publicó en Francia su libro “Albores y destellos”, pero luego vino la incomodidad de la pobreza y el designio de cierta enfermedad que lo postró. Falleciendo en París en 1891.

Salaverry es el más grande poeta romántico peruano, tanto por su espontaneidad y transparencia poética como por el manejo experto de su lenguaje. Su obra está teñida de un spleen idealista y de un afecto desesperado y fatalista.
El marco de referencia de los acontecimientos históricos y culturales que acompañan como telón de fondo el desarrollo de su obra poética es el siguiente en secuencia temporal e histórica: la muerte de Goethe, nace Béquer en Sevilla, la guerra entre México y Estados Unidos, publicación del Manifiesto Comunista y agitación política en Europa, abolición del tributo indígena y de la esclavitud, Baudelire publica la primera edición de Las Flores del Mal, aparece la novela Madame Bovary de Flaubert, Lincoln es elegido Presidente de EE.UU, Guerra de Secesión en EE.UU., ocupación francesa en México, muerte de Baudelaire en París, se publica en El Havre “Albores y destellos”, La Comuna de París, Unificación de Alemania, Primera Serie de las Tradiciones de Palma, Guerra con Chile, edición del Diccionario de Peruanismos de Arona, se firma el Tratado de Ancón, Ingresa Cáceres en Lima, Discurso de González Prada en el Teatro Politeama: Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra; Emilo Zola publica Germinal, e Internacionalización del Canal de Suez, entre otros acontecimientos. Fue un tiempo muy agitado como podemos entender. Víctor Hugo en los escenarios parisinos para el teatro romántico, Byron y Heine, en la poesía, fueron muy valorados en la escena cultural europea alcanzando grandes méritos por su invención y originalidad.

Ricardo Palma, Marcelino Menéndez y Pelayo, José de la Riva Agüero, Ventura García Calderón, Alberto Ureta , Raúl Porras Barrenechea, y Luis Fabio Xamar, celebraron siempre la obra singular , el mundo poético sentimental impregnado de fantasía y de una actitud reflexiva moderna, del vate piurano.
Cesar Vallejo en su tesis universitaria “El Romanticismo en la Poesía Castellana” destaca de la poesía de Salaverry: “el espiritualismo erótico, que la informa, la concepción honda de la vida, y más que todo, por el ansia de inmortalidad que la anima, por las rotundas imágenes delicadamente melancólicas, tiernas, nostálgicas y por casticidad en la elocución y la sobriedad de los giros”.

Un desengañado del mundo, Salaverry encabeza siempre el prestigio del romanticismo peruano. Inculcó los nuevos ideales estéticos que en sus tiempos fueron revolucionarios, la búsqueda de la personalidad nacional y la imitación de los modelos clásicos como base de una nueva percepción universal. El yo romántico de Salaverry fue muy intenso. Su visión, aunque tardía, y su renovación, consagró nuevos aires para la poesía peruana.

Augusto Tamayo Vargas define así el ímpetu de su obra literaria: “Salaverry es, sin lugar a dudas, la más alta nota lírica de nuestro romanticismo. Recogió la intimidad de Bequer, al lado de la influencia de Esponceda, Leopardi, Vigny, que se le señalan, y a pesar de su exaltado temperamento fue discreto, en medio de la arrogancia de sus frases, de la facilidad de su improvisación y de su enamorado ideal de la libertad”.

Alberto Ureta en su estudio sobre Salaverry esboza la proyección de la obra del poeta sobre los avatares de su linaje provinciano: “Apenas si pudo alcanzar algunos años de estudio en una escuela rudimentaria. Toda la cultura que adquirió más tarde, la debió exclusivamente a su propio esfuerzo. Su vida, en busca de constantes emociones, no le permitió la consecución de la madurez cultural, que de haber disciplinado mejor su estro, le hubiera llevado a un arte más perfecto”. En lo personal un discreto perfil dibuja Ureta sobre el autor de “La Escena es el Mundo”: “Desde la cuna lo azotó el infortunio, la tristeza y la desgracia, compañeras inseparables de su juventud, pusieron matiz sombrío en sus primeros ensueños y en sus primeras ilusiones. Reconcentrado, huraño, acompañado de sus libros, trabaja en silencio. Solo recibe a un grupo reducido y selecto de amigos. Odia a las multitudes, desdeña la lisonja, desprecia a sus detractores”.

La semblanza más certera la realizó también Teodoro Garces en un Homenaje a Salaverry que en alabanza del autor de “Misterios de la Tumba” y “El sol de Junín”, sentenció hermosamente el final del poeta piurano: “Carlos Augusto Salaverry, el más grande poeta del romanticismo, dentro de la literatura peruana, el poeta que cantó a la mujer y al infortunio en estrofas llenas de sonoridad y de luz, poniendo todo su genio de artista, murió en París el 9 de abril de 1891.
Hace pocos años, sus restos fueron trasladados de París al Perú y sepultados en el cementerio de la ciudad de Sullana”.

En los más plenos instante, el escueto placer del abordamiento de la naturaleza, la musicalidad de su dicción prematura, su diestra y rítmica adjetivación, sus imágenes sencillas, lo llevaron a escribir uno de los poemas más bellos del parnaso romántico: “Acuérdate de mí” (*). Alberto Escobar ha realizado un excelente “análisis interpretativo” de este poema, que por supuesto nos parece una obra maestra. No es la única. Salaverry tiene innumerables poemas, a nivel de la poesía amorosa y erótica, dignos de ser vueltos a leer, y en espera de una nueva interpretación que revalore la obra de Salaverry. Ya lo dijo Escobar: “Leer, estudiar una obra literaria, comprenderla, es descubrir en ella ese ordenamiento de su estructura que posibilita el gozo total, el conocimiento profundo de lo que quiso decir el autor. Y este conocimiento, por ser demostrable, es legitimo y doblemente valioso”.

¡ACUÉRDATE DE MI! (*)

¡Oh! cuánto tiempo silenciosa el alma
mira en redor su soledad que aumenta:
como un péndulo inmóvil, ya no cuenta
Las horas que se van!

¡Ni siente los minutos cadenciosos
al golpe igual del corazón que adora,
aspirando la magia embriagadora
de tu amoroso afán!

Ya no late, ni siente, ni aun respira
petrificada el alma allá en lo interno:
¡tu cifra en mármol con buril eterno
queda grabada en mí!

Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto;
¡muerto para el amor y la ventura,
está en tu corazón mi sepultura
y el cadáver aquí!

En este corazón ya enmudecido
cual la ruina de un templo silencioso,
vacío, abandonado, pavoroso,
sin luz y sin rumor;

embalsamadas ondas de armonía
elevábanse un tiempo en sus altares,
y vibraban melódicos cantares
los ecos de tu amor.

¡Parece ayer! . . De nuestros labios mudos
el suspiro de “¡Adiós” volaba al cielo,
y escondías la faz en tu pañuelo
para mejor llorar!

¡Hoy! ... nos apartan los profundos senos
de dos inmensidades que has querido,
y es más triste y más hondo el de tu olvido
que el abismo del mar!

Pero,¿qué es este mar?¿qué es el espacio?
¿Qué la distancia, ni los altos montes?
¿Ni qué son esos turbios horizontes
que miro desde aquí;

Si al través del espacio y de las cumbres,
de ese ancho mar y de este firmamento,
vuela por el azul mi pensamiento
y vive junto a ti?

¡Sí: yo tus alas invisibles veo,
te llevo dentro el alma, estás conmigo,
tu sombra soy, y adonde vas te sigo
de tus huellas en pos!

Y en vano,intentan que mi nombre olvides;
¡nacieron nuestras almas enlazadas,
y en el mismo crisol purificadas
por la mano de Dios!

Tu eres la misma aún: cual otros días
suspéndense tus brazos de mi cuello;
veo tu rostro apasionado y bello
mirarme y sonreír:

¡aspiro de tus labios el aliento
como el perfume de claveles rojos,
y brilla siempre en tus azules ojos,
mi sol, mi porvenir!

Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido;
mi nombre está en laatmósfera, en labrisa,
y ocultas al través de su sonrisa
lágrimas de dolor;

pues mi recuerdo tu memoria asalta,
y a pesar tuyo por mi amor suspiras,
y hasta el ambiente mismo que respiras
te repite ¡mi amor!

¡Oh! cuando vea en la desierta playa,
con mi tristeza y mi dolor a solas,
el vaivén incesante de las olas
me acordaré de ti;

cuando veas que una ave solitaria
cruza el espacio en moribundo vuelo,
buscando un nido entre la mar y el cielo
¡acuérdate de mí!

(De: Cartas a un ángel)




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Bibliografía:
-Albores y destellos (Diamantes y perlas, Cartas a un Angel). Le Havre, 1871.

-Carlos Augusto Salaverry, Alberto Ureta, Tesis Doctoral, Lima, 1918.

-Antología de Carlos Augusto Salaverry, Edmundo Cornejo Ubillús, Lima, Ediciones Hora del Hombre, 1948.

-Albores y destellos (Antología), Carlos Augusto Salaverry, Primer Festival del Libro Piurano, 1958.

-Salaverry Poesía, Prologo, selección y notas Alberto Escobar, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Patronato del Libro Universitario, 1958.

-Homenaje a Salaverry, Prologo Teodoro Garcés Negrón, Universidad Federico Villarreal, Departamento de Extensión Cultural y Universitaria, 1966.

-El Romanticismo en la Poesía Castellana, Cesar Vallejo, Juan Mejía Baca & P.L. Villanueva, Editores, Lima, 1954.
-Literatura Peruana, Augusto Tamayo Vargas, III Tomos, Peisa, 1992.

-La Literatura Peruana, Luis Alberto Sánchez, V Tomos, Banco Central de Reserva del Perú, 1989, Lima.

OTROS POEMAS DE SALAVERRY:

A LA ESPERANZA


Yo sé que eres una ave fugitiva,
un pez dorado que en las ondas juega,
una nube del alba que desplega
su miraje de rosa y me cautiva.

Sé que eres flor que la niñez cultiva
y el hombre con sus lágrimas la riega,
sombra del porvenir que nunca llega,
Bella a los ojos, y a la mano esquiva!


Yo sé que eres la estrella de la tarde
Que ve el anciano entre celajes de oro,
Cual postrera ilusión de su alma, bella;

Y aunque tu luz para mis ojos no arde,
Engáñame ¡oh mentira! yo te adoro,
Ave o pez, sombra o flor, nube o estrella.

(De Diamantes y perlas)


RESPONDE

Dios dijo al ave de los bosques: ¡canta!
Al tierno cáliz de la flor: ¡perfuma!
A la estrella: ¡las nubes abrillanta!
Al sol: ¡irradia en la azulada bruma!
Al ambiente: ¡suspira! al río: ¡encanta
con tus bellezas de argentada espuma!
Y a ti, mujer, para el amor nacida
te ha dicho acaso Dios: ¿Ama y olvida?


A UN RETRATO


¡Sombra inmóvil! Te miro a todas horas
Y nunca a yerme tu semblante giras;
Cuando suspiro yo, tú no suspiras;
Cuando mis nenas lloro, tú no llorasl

A veces, con las galas seductoras
De pureza y candor, mi musa inspiras;
Mas luego, al contemplar que no me miras,
Rompo las cuerdas del laúd sonoras!

Si amor que nada pide, nada espera,
Hacer pudiese a tu virtud agravios,
Perdón pidiera a tu beIdad, de hinojos;

Y, cuando esta Ilusión conmigo muera,
Algún suspiro de tus dulces labios,
O alguna perla de tus bellos ojos!