LA
LITERATURA EN PIURA
LA
OBSERVACION DE “LO REAL” EN LA POESÍA DE ARMANDO ROJAS
POR
ARMANDO ARTEAGA
Intentando, a manera de preámbulo, proponer una metodología de aproximación, o de análisis literario, en los textos
poéticos de Armando Rojas, pues su obra tiene los mecanismos imponderables de una
enunciación ontológica hacia “la observación de lo real”, desde un punto de
vista de impetuosidad aparente, por la
ocurrencia de lo disonante: en la experiencia de la vida, y de “recepción” hacia lo histórico, al inquirir en la naturaleza de las cosas. Para intentar, tal
envergadura, es de suponer, la resistencia de su obra poética, a través del importuno social en la historia
y dentro de un cuestionamiento: del detrimento humano y cultural atestado, y ubicado
en el proceso poético peruano y piurano actual.
Y, es que, la obra de nuestro
poeta en cuestión, contiene la “supervivencia” literaria respectiva, con sus
efectos vanguardistas e influencias
tradicionales, para abordar en ella, una “estética” de la “recepción literaria”.
El poeta Armando Rojas
Desde la perspectiva que ofrecen las distintas etapas de la semiótica, o de los síntomas del lenguaje, y de la poética de lo crepuscular, en este final del debate entre la modernidad y la postmodernidad: la muerte de la realidad, o la realidad expulsada de la realidad; la “teoría critica” de las interrogaciones filosóficas de las que hablaba Gianni Vattimo: disolución y caducidad de una visión providencial de lo histórico, es posible un abordaje. Para disertar y valorar en su justa dimensión la poética de Armando Rojas, o en las aportaciones de las dudas, o en las alas de Dédalo: desde “Bosques” (Lima, 1973) hasta “El sol en el espejo” (Paris, 1983), es necesario esta mirada por “lo real” para hurgar en sus poemas, y divagar con ellos por la historia, la hermenéutica y la lingüística. El interés central de “la recepción literaria” en los poemas de Armando Rojas radica en “la resistencia” cultural de la exposición del discurso solemne de su obra, y de critica a la condición postmoderna. La realidad como un montaje de la razón que se desmorona. La “teoría de la recepción” necesita de los elementos metodológicos que le permitan saber cómo se ha entendido y valorado la obra en el transcurso del proceso historio al que pertenece, y contar con las categorías descriptivas para detectar de qué manera esta obra literaria o poética se constituye en un objeto mediador entre la cambiante actitud receptiva y la influencia de las normas estéticas en el lector de una época.
Junto a la propuesta puramente
teórico-metodológica que trata de dar cuenta de “una manera de resistencia al
simplismo”, de la lectura de los poemas desde una interpretación que asume la
pluralidad de sus formas, y de los complejos mecanismos de su “recepción poética”: un amplio territorio de sus libros soporta el contraste de estos resultados, resistiendo el análisis
de sus poemas excepcionales, textos
poéticos que dieron lugar a fenómenos de “recepción” extraordinaria. La “teoría de la recepción”, aunque se
interesa por el “objeto estético”, centra su atención en el “artefacto” como
punto de partida para todas las concreciones.
El “objeto” estético donde el “artefacto” y el lector se encuentran, esa variable, supone: echar mano de la lingüística y de la
semiótica.
Por esta vez, no interesa hacer un
sumario de lo superviviente en el modelo
avant-garde de la poesía de Armando Rojas. La obra de arte se manifiesta como
signo en su estructura interior, desde su relación con la realidad, y también, en su relación con la sociedad, con su creador
y sus lectores: receptores. Asume “la recepción
de la literatura” (en Francia Robert Escarpit, Noël Salomon, y René Andioc;
además ver revista “Poétique” N- 39, septiembre de 1979; lo mismo en España,
Hans Robert Jauss y Leonardo Romero Tobar), el estudio de las relaciones culturales y
sociales de su entorno, y las compara
entre ellas, desechando los orígenes. Lo mismo, Jan Mukarovsky
(“Arte y semiología” y “Escritos de estética y semiótica del
arte”): eligió el término “artefacto” para el texto literario una vez
complementado en la escritura o en la imprenta.
El concepto de “artefacto” (o “texto” para otros teóricos de la “teoría
de la recepción”) es para Mukarovsky el “objeto estético”.
Algunos estudios de Uwe Hohendahl
(1987), de Peter Bürger (1987) y del propio Hans Robert Jauss (1993) han teorizado
sobre sus principales problemas y han desarrollado las tesis de la “teoría de la recepción”, de las
cuales nos ocuparemos tangencialmente y nos apoyaremos en el presente trabajo
para aproximarnos a la obra poética del poeta peruano y piurano Armando Rojas.
En cuanto a la ausencia de metodologías
exactas para estudiar las obras
literarias a partir de la teoría de la recepción, se puede contemplar la
aplicación de algunos de sus conceptos. Uno de ellos es el de la
“indeterminación”. Es decir, a través de la detección de las principales
ambigüedades o espacios vacíos en los textos literarios y el análisis de su
funcionamiento para la construcción de sus valores literarios y estéticos de
una obra, se podrán detectar un conjunto de posibles formas de leer un texto,
si se establece la relación con los aspectos que si se expresan en la obra. Un estudio cuidadoso de la etapa
lingüística de los poemas nos puede llevar a deducir la multiplicidad
significativa de los mismos, dentro de los parámetros contemplados por
esta teoría, tanto en el caso de lo narrativo como en el de lo poético de
cualquier texto, que es más o menos la síntesis del pensamiento de Peter Bürger
en “Problemas de investigación de la
recepción” en “Estética de la recepción” (1987)
La aplicación del
concepto “indeterminación” predice cierto grado de subjetividad en el que
influye la percepción previa de la obra
por parte del crítico, el ángulo desde el cual se pretende analizarla y, por
supuesto, los conocimientos acerca de la obra y de la teoría literaria
supuestamente concebida; en otras palabras, el estudio de una obra desde esta
perspectiva depende del horizonte de expectativas culturales tanto de un lector
como de un conjunto de lectores o público. El “artefacto” es el símbolo, el significado materialmente expuesto, “el objeto
estético” es el significado correlativo del artefacto en la conciencia colectiva de los
lectores.
Desde “Bosques”
(Lima, 1973) hasta “El sol en el espejo” (Paris, 1983),
es necesario esta mirada por “lo real” para
hurgar en sus poemas.
No en vano, los libros que publicó
Armando Rojas eran “artefactos poéticos”, pensados gráficamente y poéticamente, su intención era captar receptores,
para muchas concreciones supuestas en los “textos poéticos”. Por eso, llega su expresión, a esta conclusión de “la trivialidad del mal” en la condición
humana (a la manera de Hannah Arendt): dentro de una “sociedad secreta a plena
luz”, donde “lo superfluo” es como el resultado de un “sinsentido” de las cosas,
el dilema que trata siempre de borrar la diferencia entre
el heroísmo perverso del crimen y la virtud histórica de la sociedad contemporánea:
Conclusión
El hombre es
su deseo y a medida
Que cunde la sombra es real
Pues qué vivir sino el acto de un deseo
A menudo se advierte ese camino
Nos sujeta una sólida pisada
Proclámanos real el fondo puro de una cuchara
Y no lo reconocemos
El reverbero dejamos pasar porque la sombra perturba
Tiran los miembros y nos someten
Pasado el astuto muestra mentidos confines
No el centro el suelo dibujándose en la sangre
Y al que tendremos como un sueño a las criaturas
O las sombras a un rostro
Allí convergen las fontanas
El rayo azul de la delicia
Cuando se logra tal precisión el deseo nos conduce
E interminada va la silueta en las tinieblas
Adonde acechan anatomías glaucas
Y esa precisión (en su máximo poder) no viene de fuera
De muy hondo procede
Y es tierna mas implacable
Hasta volvernos al principio
El descubrimiento de la efigie extraviada
Perseguida en sueños
Candorosamente forjada hacia lo alto
El hombre es justamente su materia
Ceñido en un cuerpo es todo el mundo
Y los espacios que una creación despliega
Originalmente verdad luego armonía
Todas las yemas dispuestas a lo lejos
Así la vida vuela
Eternidad abre tus alas
Que cunde la sombra es real
Pues qué vivir sino el acto de un deseo
A menudo se advierte ese camino
Nos sujeta una sólida pisada
Proclámanos real el fondo puro de una cuchara
Y no lo reconocemos
El reverbero dejamos pasar porque la sombra perturba
Tiran los miembros y nos someten
Pasado el astuto muestra mentidos confines
No el centro el suelo dibujándose en la sangre
Y al que tendremos como un sueño a las criaturas
O las sombras a un rostro
Allí convergen las fontanas
El rayo azul de la delicia
Cuando se logra tal precisión el deseo nos conduce
E interminada va la silueta en las tinieblas
Adonde acechan anatomías glaucas
Y esa precisión (en su máximo poder) no viene de fuera
De muy hondo procede
Y es tierna mas implacable
Hasta volvernos al principio
El descubrimiento de la efigie extraviada
Perseguida en sueños
Candorosamente forjada hacia lo alto
El hombre es justamente su materia
Ceñido en un cuerpo es todo el mundo
Y los espacios que una creación despliega
Originalmente verdad luego armonía
Todas las yemas dispuestas a lo lejos
Así la vida vuela
Eternidad abre tus alas
¿Qué
sucede cuando estamos ante un poema que propone una relación áspera e insidiosa
entre la realidad y la verdad? ¿El discurso de la poesía debe ser algo
consecuente y afirmativo de la realidad, aunque este lleve congoja? ¿Debe ser específico,
esencial, disturbado? ¿La poesía debe hablar de la verdad de las cosas, aunque existan
muchas maneras experimentales de hacer de esta supuesta verdad una sola, esta
realidad que es visible y precisa, es un asunto relativo, sin vigencia real,
cuando el poema nos anuncia la distorsión de la realidad misma? Podemos ver
aquí, el desprecio histórico actual, por el personalismo, en una sociedad que no tiene rostro, que ha
desembocado en este desastre, en una sociedad impersonal, en un “yo” incapaz de
abrirse y extenderse hacia la experiencia del “nosotros”:
Desastre de
los cuerpos
Vivo
este cuerpo con la certeza que el silencio
[ha de ser total
Todos los años sacudidos por una furiosa angustia
[vienen a decírmelo
Ved pues lo vivido
Una cabeza dos manos cinco sentidos en pos del universo
Astros rotos perdiéndose aquí y allá.
Todo lo que una existencia fue quemando al precio de su
designio
Como si vivir fuera al embate de un futuro sádico y feraz
Ved aquí mi cabeza
La ligera luz de mis tobillos
El cauce todavía visible de mis párpados
Vedme aquí en un derrumbamiento de cenizas
Para que otro viento más cruel
Y despiadado me disperse
Vida mía dorso que fue estrella
Dios que eras humano al contacto de mi corazón
Tornen a ti los más puros elementos
Y seas lo que mis labios en su mayor prodigio
De altivez y cólera no saben repetir
Mis dedos no pueden gobernar y más bien perdidas
Flechas lanzan por el yermo del cielo
A pesar de la mudez ya absoluta
A pesar de los miles de planetas que rotan vagantes el
desastre
A pesar de la desolación de los cuerpos y sus alas de
plomo
Seas
[ha de ser total
Todos los años sacudidos por una furiosa angustia
[vienen a decírmelo
Ved pues lo vivido
Una cabeza dos manos cinco sentidos en pos del universo
Astros rotos perdiéndose aquí y allá.
Todo lo que una existencia fue quemando al precio de su
designio
Como si vivir fuera al embate de un futuro sádico y feraz
Ved aquí mi cabeza
La ligera luz de mis tobillos
El cauce todavía visible de mis párpados
Vedme aquí en un derrumbamiento de cenizas
Para que otro viento más cruel
Y despiadado me disperse
Vida mía dorso que fue estrella
Dios que eras humano al contacto de mi corazón
Tornen a ti los más puros elementos
Y seas lo que mis labios en su mayor prodigio
De altivez y cólera no saben repetir
Mis dedos no pueden gobernar y más bien perdidas
Flechas lanzan por el yermo del cielo
A pesar de la mudez ya absoluta
A pesar de los miles de planetas que rotan vagantes el
desastre
A pesar de la desolación de los cuerpos y sus alas de
plomo
Seas
Bosques
Puede ser
que esta poesía se vuela hermética, se transforme en surreal, o en un texto
mallermeano que tenemos que aprender con ciertas técnicas surgidas del método,
del estudio puramente del lenguaje, de una aproximación inteligente al
artificio verbal explicitado. Muchas veces el lector supone cierto barroquismo
en el poeta, una inseguridad asumida en lo que describe o propone, una actitud crítica
ante lo que está queriendo trasmitir en su mensaje.
La poesía es el lenguaje donde se luce mejor la
posible dificultad intelectual, para asumir los problemas universales del
hombre contemporáneo, en medio del escenario cultural e histórico actual, tan
divergente, es el mejor medio para explicarse lo inexplicable. Eso hacen los poetas cuando publican algún
texto “inexplicable”. No encuentro
motivos para que el poeta simplifique su mensaje cuando aborda algún tema
complejo y difícil de la vida, no tiene porque simplificarlo, vulgarizarlo, si
quiere ofrecer una lectura verdadera de la realidad. El poeta es libre de abordar y usar el medio
que lo defina más tarde como un comunicador, después de todo: la poesía es
también comunicación:
Fin del mundo que no tiene fin
El oquedal
cruje ¿has pulsado las otoñales violas?
Se oye la sibila ¿trota el sol degollado en el vacío?
Mundo que no tiene fin mundo que no tiene fin
Cantan las hechiceras en las ondas
Del otro lado del cieno los ángeles musitan
¿Comienza tu reposo
la errante quietud de lo vivido?
Primera testa Insaciada quimera
Crujido chillido bramido
Resuella el viento su fatiga en las hojas
La certitud su río helado
Mas qué campana suena aquí
lo terso taladrando
Sin dios sin lar no tiemblo
El coro de los ángeles prosigue su estribillo
Ópalo ópalo ópalo pelaje enarbolado
Pero escuchas bajo tanto zureo
Agazapado finjo que me oyes
Como abeja presumo las flotadoras mieles
Es noche de brujas
El viejo tiempla su laúd como yo las afelpadas vidas
Ya no recuerdo esa tonada pero imagino la malévola
[estación
El muerto por las estrellas perseguido
La flauta mágica no responde a sus belfos
La misma eternidad le tuerce los cartílagos
Vejete súcubos atrocidades mías
que como un beso al cuerpo me condenan
y en la consciente luz siempre he lamentado
¿Sólo el vuelo de un fósforo
despliega la ilusión repentina de la muerte?
Mundo que no tiene fin ópalo ópalo ópalo
Si estalla la oreja queda la cúpula el marfil la oscilante
[armonía
La espiral se pierde el néctar de su fluido escapa
¡Tu sueño en la redoma permanece!
Ah dios criba lunar parpadeos
Un beso la niebla célibes mirtos sellan la grieta
Éter ovalante que vuelves boca arriba
Tiempo sin apariencia poseído
Esta desdicha aquellos bucles contaminan la luz
Córtalos si puedes
Tiende la banda de bólidos blanquísimos
Tu mano guía los desesperados
La núbil dama de rubíes
¡Delirantes pasiones!
Se oye la sibila ¿trota el sol degollado en el vacío?
Mundo que no tiene fin mundo que no tiene fin
Cantan las hechiceras en las ondas
Del otro lado del cieno los ángeles musitan
¿Comienza tu reposo
la errante quietud de lo vivido?
Primera testa Insaciada quimera
Crujido chillido bramido
Resuella el viento su fatiga en las hojas
La certitud su río helado
Mas qué campana suena aquí
lo terso taladrando
Sin dios sin lar no tiemblo
El coro de los ángeles prosigue su estribillo
Ópalo ópalo ópalo pelaje enarbolado
Pero escuchas bajo tanto zureo
Agazapado finjo que me oyes
Como abeja presumo las flotadoras mieles
Es noche de brujas
El viejo tiempla su laúd como yo las afelpadas vidas
Ya no recuerdo esa tonada pero imagino la malévola
[estación
El muerto por las estrellas perseguido
La flauta mágica no responde a sus belfos
La misma eternidad le tuerce los cartílagos
Vejete súcubos atrocidades mías
que como un beso al cuerpo me condenan
y en la consciente luz siempre he lamentado
¿Sólo el vuelo de un fósforo
despliega la ilusión repentina de la muerte?
Mundo que no tiene fin ópalo ópalo ópalo
Si estalla la oreja queda la cúpula el marfil la oscilante
[armonía
La espiral se pierde el néctar de su fluido escapa
¡Tu sueño en la redoma permanece!
Ah dios criba lunar parpadeos
Un beso la niebla célibes mirtos sellan la grieta
Éter ovalante que vuelves boca arriba
Tiempo sin apariencia poseído
Esta desdicha aquellos bucles contaminan la luz
Córtalos si puedes
Tiende la banda de bólidos blanquísimos
Tu mano guía los desesperados
La núbil dama de rubíes
¡Delirantes pasiones!
La afectividad poética es un acierto para suponer un
tono de voz, una impostación del habla, una manera de escritura. Es bueno, cuando un poema tiene alguna esencia de perplejidad, de desconcierto por la
realidad, de duda en lo filosófico, de oposición para enfrentar la racionalidad
de las cosas, de construcción retorica para enfrentar la realidad. El poeta
siempre ha tenido una relación de desconfianza ante la verdad y la realidad,
los poetas usan el meta-lenguaje de las palabras para suponer encuentros y
desencuentros con la realidad que auscultan y analizan. Usan el “análisis del
lenguaje” para supuestamente enfrentar una realidad, pero su mensaje es de
cierta desconfianza; parecería que la palabra se queda corta para describir la
realidad asumida, y la desconfianza es total para abordar con sinceridad la
realidad total de las cosas:
El sol en el espejo
Una tarde. Un
fresno se inclina inexorable;
la fronda que se instala.
A contrafuego, abajo, el muslo;
atada la muñeca desatada en lo fugaz del óleo.
Va a llover; cielos furiosos, verdes.
Una tarde no como otras.
Ni tú ni yo mas los murientes reinos en los ojos
y un frío en las entrañas.
Una tarde poblada de lanzas, de tambores
y de más cerca el desgarrado giro de los ópalos.
Tinieblas. Soledad. Se adormece el acerbo
De más en más ceden los mármoles.
Tu rodilla sitia el corazón del suelo.
Un llorar en la piedra; más adentro, en el túmulo.
Brasas. La carne duele.
La pavesa ligera traspone la muralla.
Se escuchan trinos.
Argucia de lo oscuro. Nunca es mañana
mas la memoria del sol en el espejo.
No amanece y abres la ventana.
Nunca sorprendes las vírgenes leonadas.
Hoy siempre hoy bajo amargos ojuelos.
Aunque fustiga el viento muy temprano
dominas ángeles y bestias.
la fronda que se instala.
A contrafuego, abajo, el muslo;
atada la muñeca desatada en lo fugaz del óleo.
Va a llover; cielos furiosos, verdes.
Una tarde no como otras.
Ni tú ni yo mas los murientes reinos en los ojos
y un frío en las entrañas.
Una tarde poblada de lanzas, de tambores
y de más cerca el desgarrado giro de los ópalos.
Tinieblas. Soledad. Se adormece el acerbo
De más en más ceden los mármoles.
Tu rodilla sitia el corazón del suelo.
Un llorar en la piedra; más adentro, en el túmulo.
Brasas. La carne duele.
La pavesa ligera traspone la muralla.
Se escuchan trinos.
Argucia de lo oscuro. Nunca es mañana
mas la memoria del sol en el espejo.
No amanece y abres la ventana.
Nunca sorprendes las vírgenes leonadas.
Hoy siempre hoy bajo amargos ojuelos.
Aunque fustiga el viento muy temprano
dominas ángeles y bestias.
El poeta
celebra haber encontrado parte de la verdad y de la realidad, sospecha
incertidumbres humanas en el peregrino paisaje de nuestra cultura. Instala y
propone la sospecha de lo incierto en todos los problemas de la tierra. En cierto modo, creo que en eso consiste el
aporte de la poesía de Armando Rojas.
Armando Rojas y Xavier Abril
Su poesía es
un divagar por los “bosques interiores” de la vida, a su manera, es la crónica
de un viajante, celebra hallarse perdido en los bosques y los otoños más
diversos, desde sus primeros poemas de “Bosques” (Lima, 1973) hasta los últimos
de “Tras la breve luz del día” (París, 1983), ira reconociendo sus propias impresiones y
pensamientos básicos de su postura, donde hechiza el paisaje “trakliano”, y denota a sus habitantes más cercanos. De
allí que “El habitante” me parece un poema fundamental para abordar la estética
y la visión que tiene la poesía de este poeta mallarmeano, por momentos, y en otros
instantes, surrealistas, romántico, hermético:
EL HABITANTE
Sin
ser otro se sintió reír
Me
estoy volviendo viejo pensó
apoyado
aún entre los sueños que como un dios
lo
habitaban a esa hora nula
Me
estoy volviendo viejo y sordo gritó
armado
en los rumores cada vez más intensos
más
perfectos de la carne plateada
Tapó
como pudo su vergüenza con las primeras hojas
con
los guijarros fieles a sus labios
La
frente estalló contra el aire sólido
Había
muerto el zancudo en su mano
El
planeta invisible aún brillaba
Ama
tus muertos dijo y besó las vidas deshechas
el
torbellino entonces pálido
El
alma de la alhucema permanecía quieta
Como
el vientre de Nazca soñó o pensó
Daba
lo mismo al centro de la cabeza verde
Ah
ah borrón del cuerpo en el verano sigiloso
que
un simple aleteo trasporta en el agua
Los
círculos cedieron bajo el peso
la
hoja de azafrán se ocultó en el cántaro
En
Nazca volaría la mariposa del tiempo irreal
Una
tres veces se oyó el escándalo de pétalos
El
quién vive del espíritu sobresaltándose
Las
aves de la piel unieron los infiernos con el cielo
ah
fluyente ah flotador ah flavo
La
estrella de los pies en los ojos humanos
Resplandecía
en la aladierna
Con
estrépito los pétalos cayeron
El
ojo palpitó detrás de la penumbra
Oh
últimos centelleos anclando en el vacío
Muslos
por debajo de la quietud sin límites
Insuflaba
el día en las aves guturales
Nazca
dijo recordándose
¡Quién
podía desligar los soles de su cabeza muerta
Armando Rojas, en París, en la tumba de César Vallejo, con otros poetas y amigos peruanos, entre ellos: José Antonio "Pocho" Rios.
Armando
Rojas Adrianzén nació el 20 de Octubre
de 1945, en Huancabamba, Piura. Murió en
París, el 27 de Junio de 1986. Dirigió,
editó e imprimió la revista Altaforte, revista de poesía y prosa en español y
en francés. Lo mismo que los cuadernos
de poesía de la colección Quipu. Publicó “Bosques” (1973) con ilustraciones y
diseño gráfico de Víctor Escalante. Entre 1978-1979 editó dos volúmenes:
S&Q (que recoge tres series de poemas, una carpeta en forma de cartera en
cuyo interior aparecen 48 billetes de
cartón a manera de naipes, y en cada uno de estos billetes-cédulas venía
impreso un poema), y “Tras la breve luz
del día” (objeto que parecía un libro litúrgico que reúne 15 poemas con
versiones francesas a contra página, con
un grabado de tinta negra, impreso a mano por el autor y por el grabador
Jacques Vernière). En 1983, publicó “El sol en el espejo”, con poemas
traducidos al francés y con litografía de Leoncio Villanueva. Todos, libros
“artefactos” de poemas “objetos”.
La mejor
semblanza de la obra del poeta Armando Rojas la ha escrito Álvaro Uribe, y es
bueno recordarlo: “Casi todos los escritores dan por terminada su labor
cuando ponen el punto final al manuscrito. De ahí en adelante su obra, que
acaso vuelve a pasar fugazmente por sus manos en la revisión de galeras, ya no
les pertenece. Editores, linotipistas, correctores, impresores, distribuidores
y libreros median entre el autor y el lector. Módica deidad de un panteísmo
editorial, Rojas fue todos sus intermediarios. Escribió los poemas, escogió la
tipografía, corrigió las pruebas, imprimió los folios, distribuyó los ejemplares
entre los lectores que conocía o deseaba y llegó a ser vendedor para completar
el precio de la edición. Sus libros son una prueba luminosa de
que la galaxia Gutenberg no habrá de eclipsarse mientras haya quien experimente
el placer físico de la página impresa”.
Sus poemas
son muchas veces clónicos, se repiten los fantasmas y las obsesiones, se viaja
por esos bosques con cierto desamparo y los habitantes son interminables
(aunque con las mismas definiciones humanas).
Se viaja por el camino de cierto
vacio, son migraciones extrañas en la
vida como la de los pájaros, una convivencia urbana insospechada y ambigua se
confirma sobre la muerte de lo rural y lo natural de la vida, senderos que se
bifurcan entre realidad e irrealidad.
La poesía de
Armando Rojas por momentos es de una experiencia totalizadora y de una gran percepción,
que aspira a tener una lucida hiperconciencia, con una exactitud pictórica de
la realidad y un matiz vanguardista tomada de todos los “ismos”, que va a
moverse pendularmente de cierta racionalidad hacia el delirio simbolista y
surrealista, buscando identidades humanas en el presente exuberante y el pasado deslumbrante: tiene un
efecto desintegrador de la racionalidad humana e ilustra la propia historia
contemporánea.
Breve Antología Poética. Diseño Víctor Escalante. Selección de poemas Ricardo Silva-Santisteban. Publicada con motivo del Homenaje realizado por el Centro Social Cultural Huancabamba-Piura
Sus poemas vienen de la tradición de “Trilce” de Vallejo, de “La tortuga Ecuestre” de Moro, mucho del “purismo formal” de “Surcando el aire
oscuro” de Sologuren, son poemas insistentes en
una forma muy elegante de expresar la vida, extraña, simple, de ternura y de soledad. Sería injusto e inexacto, por la
universalidad de su poesía, encasillar la obra poética de Armando Rojas solo en
el panorama de la poesía peruana y piurana contemporánea, pero sería aún más
desacertado, desdeñar e ignorar el portento nativo de su origen huancabambino: no tener en cuenta la
particularidad de su piuranidad admitida
en el gesto anunciador de su mensaje poético cuando se refiere a espacios
naturales de su propio origen, a secuencias de episodios familiares, dentro de
lo semiótico de su poesía y la pluralidad de códigos que esta posee. Nadie puede ignorar la apertura directa e
inicial de su poema “Montes” dedicado a sus padres, cuando irrumpe con el
localismo piurano ñija, interjección épica
y ancestral usada por los campesinos de la serranía huancabambina, a grito
pelado, realizado en los enfrentamientos
con “garantizado” para dirimir alguna ofensa o diferencia insalvable.
El poeta
grafica y edita: esperanza, decepciones, incertidumbres, confusas escenas del
deterioro memorial humano donde no resulta extraño para cualquier lector
reconocerse en cualquier verso o
episodio humano. Álvaro Uribe (Universidad Nacional Autónoma de México,
2012), refiere del
poeta: “El hacedor de libros había
alcanzado el equilibrio entre el esplendor sonoro de sus poemas y el eco visual
que les debe la imprenta”.
Ver:
Homenaje al poeta Armando Rojas en el Centro Social Cultural Huancabamba-Lima:
20 de Octubre del 2012