Plática con Armando Arteaga[1]
A PROPÓSITO DE TERRA ÍGNEA
Armando Artega Núñez (Piura 1952), estudió Arquitectura (UNI) y Ciencias de la Comunicación (PUCP). Acerca de Un amor en que aún (2000) Ismael Pinto sostuvo: “Arteaga es un poeta que mayormente tiene su obra poética dispersa en diversas revistas, muchas de ellas, como es usual entre nosotros, de vida breve o brevísima: Ave destino, La Sagrada Familia, Macho Cabrío, Kilka Blues, Hipocampo de Oro y otras, de restringida circulación. Quizá, por ello, ni siquiera es mencionado en la reciente antología de la Poesía Peruana Siglo XX, no obstante por su obra tener, mucho mayor derecho de más de uno de los que allí figuran”[2]. Cuentos de cortometraje (2001), son relatos sucintos que tratan de los sucesos cotidianos de la comunidad rural andina y de las enormes urbes, mundanas, individualistas y alienantes[3]. Estamos en el Dominó café de los Portales de la plaza San Martín, y lo abordamos, no sé si estamos frente al viajero empedernido o al crítico de cine, cuyas páginas nos dieron luz sobre filmes de Lucino Visconti, Francoise Trauffaut y Michelangelo Antonioni.
¿Es difícil sobrellevar la arquitectura y la poesía juntas, qué relación estableces entre ellas?
Sí, y no. Hay momentos en que mi ocupación profesional de arquitecto con la vida del poeta se encuentran, son instantes perfectos donde abrazo la belleza de las cosas. La arquitectura como arte e ingeniería son razones estupendas de la condición humana, están metidas en el tuétano de la historia y el devenir social. El hombre nunca podrá vivir sin la arquitectura y la poesía, son tan necesarias como el agua. Acuérdate que Alejo Carpentier aparte de escritor también era arquitecto, y Le Corbusier fue arquitecto y también fue pintor, con la misma intensidad vital. La poesía y la arquitectura en la cultura griega son casi la misma cosa: el instinto por la perfección, a pesar de que George Luckas ubicó a la arquitectura al lado de la jardinería, exageración húngara, por supuesto.
Hay otros momentos, por cierto, en que para mí la arquitectura y la poesía se separan, o mejor, la gente tiene el perjuicio de separarlas como oficios diferentes, el siglo XX fue la era de las especializaciones y la muerte renacentista del artista total, el surgimiento del minifundio cultural, y todo se puso mediocre.
Yo no vivo tan cómodo entre ellas dos, digamos que, es una especie de bigamia, algo muy personal.
-Callejón sin salida (1986) fue acogido por la crítica. Jorge Salazar advirtió tu contribución como “Lo ilusorio convertido en realidad infinita y plural”. ¿En ese poemario tocas temas urbanos. Notamos un puente entre el y Terra ígnea, en tanto la poesía urbana es la que destaca, ¿sí?
Puede ser, hoy en día la brecha entre campo y ciudad casi ya no existe, todo se ha urbanizado, se ha desruralizado el mundo, da pena encontrar ese desequilibrio, porque somos naturaleza pura, el hombre se está olvidando que somos hijos de la tierra, que apestamos a mugre del planeta, nos hemos apiñado en las ciudades, pero tengo confianza en que el hombre volverá a vivir en la naturaleza del campo cuando se dé cuenta de que allí la vida es superior y no existe el stress de las ciudades.
En ambos libros hablo un poco de esta neurosis urbana que predomina en la cultura actual. No hay una salida equilibrada a los problemas fundamentales de la sociedad contemporánea, y eso preocupa.
¿En algunos poemas de Terra ígnea se da superposición de espacios, es intencional?
Creo que sí, aunque eso hay que dejárselo a los críticos, no sé si es mucho pedir, aunque ellos andan perdidos en nebulosas y veleidades literarias. Por otro lado en el Perú hay pocos críticos. Hay que reconocer que en Terra ígnea hay muchos espacios culturales, claro que no sólo tengo la intención de superposición de espacios, también de los tiempos y las culturas, lo digo: ladrillo tras ladrillo, en el discurso del libro.
¿Tu poesía urbana es una suerte de proyección de tu visión arquitectónica de las cosas?
La poesía para que sea real tiene que tener cierto orden, una coherencia, hasta esa racionalidad tenía el metalenguaje de los surrealistas. Si hay un arte donde la racionalidad siempre está presente es la arquitectura, porque sino se te viene abajo el edificio. Aunque en la literatura, y en la poesía, es más libre la cosa, no puedes dejar de hacer cerebro, a eso le pones corazón, y la combinación funciona. Lo que más gusta en un poema excepcional es ese misterio oculto que tiene el lenguaje de un poeta, la manera diferente como dice las cosas, aunque el tema siga siendo tan trillado, o el mismo, desde los tiempos de Li Po, André Breton, o T.S. Eliot.
- ¿“Plaga de langostas” es un poema de crítica al capitalismo, o fue otra tu intención?
Ese poema, sin ser explícito sobre lo que voy a decir, expresa una dura crítica al capitalismo, sobre todo a la actitud mercantilista e injusta que refleja este modelo; no soy torpe, reconozco que ese sistema ha dado cierta comodidad a la humanidad. Con toda su barbarie, ha engendrado en los países del tercer mundo sus bolsones miserables y periféricos, ghettos inaceptables donde permanece el medioevo, que no sé si como época anterior fue mejor que la actual. Nunca he aceptado que el llamado progreso sea sinónimo de “avance de la humanidad”, la sociedad se está volviendo más idiota, más consumista, más devoradora y materialista, más angustiada por la “civilización”, sin darse cuenta que no hay tal avance, y cada día vivimos peor. Nos falta nuevamente encontrarnos con el hombre (de carne y hueso) y el planeta solitario llamado tierra. Creo que “Plaga de langostas” es también un reclamo ecologista por la vida, por la libertad, en contra de las fuerzas centrípetas que devastaron el continente americano con la conquista europea en contra de una cultura nativa y panteísta a la que teníamos derecho, pero no lloro sobre la leche derramada, al contrario, planteo la utopía del cambio de actitud frente a la naturaleza, en eso andamos.
-¿Por qué “Sopa de letras” es un poema postmoderno, porque usas la técnica experimental, por el contenido histórico, por la ironía...?
El hombre es la criatura más tonta y además inteligente, se ha creído que puede jugar con las utopías y los experimentos sociales que él mismo ha creado: la histeria, la guerra, la bicicleta, el arte textil, el atún en latas, y la postmodernidad con la respectiva muerte de la historia, eso a mí me causa mucha gracia, va dejando un enorme basural en la cultura actual cuando trata de hacernos olvidar y volvernos con amnesia total. No, pues, yo tengo buena memoria, no sigo a la moda, me importan un bledo los predestinados a mirar el futuro, arriesgo mi propio pellejo, apuesto toda mi lucidez en contra de los que manipulan la cultura actual porque manejan los medios de comunicación, no hay tal postmodernidad, ya no estamos en la “fisterra” del medioevo, estamos mejor informados aunque casi siempre incomunicados, claro está. Soy un poeta de una provincia del imperio, escribo lo que me da la gana, soy irónico ante la perspectiva de los agoreros de este tiempo.
- ¿El poema “De una muchacha (a la manera de Kenneth Koch)” lo ubicamos al estilo beat o hippie, será porque lo escribiste a mediados de los ‘70?Miren, yo soy un atento lector de la poesía norteamericana del siglo pasado, no de la de ahora después del 2000 que no tiene mucha importancia, entonces comprenderán que parte de mis influencias literarias son del 70. Conocí a Kenneth Koch en un encuentro inesperado, de pura suerte, hablamos casi sin entendernos mucho, era un gringo bien bacán, medio gordito, con una enorme barba y anteojos ray ban, conversamos unos veinte minutos, le dije que había traducido y realizado una versión de su poema “Estabas vestida”, que había desnudada a esa muchacha, le gustó, sonrió: bien, bien, me respondió, publícalo. He leído varias cosas de él, pero lo que siempre me gustó fue la enorme sinceridad yankie para decir las cosas. Claro, yo admiro a la beat generation y a otros poetas de ese momento: Robert Duncan, Lawrence M. Ferlinghetti (citado en Terra), Robert Creeley, James Wrihgt, y tantos otros. Mis amigos saben que conservo varias legendarias antologías de la poesía estadounidense (en inglés) como las editadas por Mark Strand, la de Paul Carroll, y la estupenda (en español) de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho, firmada por Cardenal.
-Nuestro caro amigo Róger Santiváñez en el Proemio a Terra ígnea sostiene que eres un poeta marginal, hay quienes no comparten esta afirmación, ¿cómo la entiendes tú?
Para nada. La palabra marginal es un tanto segregadora. La teoría de la marginalidad de Aníbal Quijano, como la teoría de la informalidad de Hernando de Soto, vienen de la sociología y la economía, aplicadas a la literatura, son actitudes tan caducas como las de sus patrocinadores: José Miguel Oviedo habla también de este fenómeno en la poesía del 70, estuvieron en boga en algún momento y pasaron de moda. Nunca tuve una actitud marginal ante nada. Soy amigo de casi todos los poetas y movimientos poéticos del 70, he participado con ellos en las pendejadas y en las tristezas. He publicado en casi todas las revistas del 70 y en algunos suplementos literarios de los diarios, he participado en recitales como cualquier otro. Supongo que Róger habla de otro sentido del out-siders, se equivoca cuando dice “pequeñas revistas como Maestra Vida” pues tenía más tiraje por ejemplo que La Sagrada Familia, esa es la verdad de la milanesa, allí publicó, por ejemplo, el chileno Raúl Zurita.
-La mayoría de los poetas del 70 nos conocimos entres tertulias y bohemia en el Wony y el Palermo. Hay referencias culturales en Terra ígnea ¿qué recuerdos evocas, libros, música?
La amistad con los poetas es una de las cosas más preciadas. He escrito artículos sobre el Wony y el Palermo, fue algo bueno pasar por allí. Pero, también he andando por otros sitios, el Juanito, el Cordano, el Munich, el Machu Picchu de San Fancisco, el Queirolo. Pero también, El Ayllu en el Cusco, El Romano y El Rosado en Trujillo, El Chalán en Piura. No me he sentido extranjero en estos lugares. Pero tampoco tengo el sentido de posesión de los instantes. Pasé por allí como en todas las cosas de mi vida, de largo, eso sí recuerdo, hice entrañables amigos, entre ellos los poetas, y escritores de toda laya.
-Terra ígnea sabe a tierra caliente, a sol, a fuego, y reúne a tus amores. ¿Qué es el amor? ¿Qué es la amistad, finalmente?
Es un final con varias preguntas. Terra es un libro volcánico, telúrico, geológico, topográfico y tal vez arqueológico, allí se dan todos estos tiempos y espacios. Hay algo de la nostalgia de los ‘70, me parece un mérito. Es un encuentro con el desierto, el mar y el sol piurano. La vida de un poeta es la vida de todos, por lo tanto hay algo de mis grandes amores y desamores. Del libro me gusta esta definición sobre el amor: El olvido es un amor sincero, en el poema Geometría. La amistad es algo muy hermoso, ya lo dijo Hipolyte Taine: “Nada existe más que por la acción del individuo; y es a éste a quien debemos conocer”. No hay hecho más personal que la amistad. Frecuento desde siempre a muchos amigos, libros, ciudades, y poemas, con la música me pasa algo inédito: me molesta el ruido de las cosas, espero volver a reencontrarme con ella.
- RV: Hace muchos años sentados en Las Mesitas de Barranco me contaste que estabas trabajando con Luis La Hoz una antología sobre poetas suicidas. En noviembre de 1989 Max Silva me sorprendió con un obsequio Vendrá la muerte y tendrá tus ojos[4], valioso libro de la autoría de Luis La Hoz. Aunque Lucho te menciona en la introducción no comprendo qué sucedió, ¿por qué no apareces también como autor?
No lo sé, fue un lapsus fallido, la edición apareció sin mi nombre, porsu puesto que recibí de Luis las explicaciones del caso, la verdad es que ambos hicimos esa antología y somos los padres de la criatura, el resto es otra historia, pero Vendrá la muerte y tendrá tus ojos fue una gran antología, admirada y leída.
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[1] Al finalizar la compilación presente llegó a nuestras manos Terra ignea (Lluvia, 2004, octubre) de Armando Arteaga, su alta calidad motivó esta entrevista, en colaboración con Patricia del Valle.[2] Expreso, 4/3/2000 p.4[3] Antologías donde aparecen sus poemas: Alberto Alarcón: Los otros. Panorama de los poetas piuranos desde 1960. Ubillus, 1986. Enrique Álamo y Walter Navarro. Estudio de la poética regional, Piura, Grama florida, 1990. Sigfredo Burneo: Antología comentada de la expresión literaria contemporánea en la región Grau, Ubillus, Piura, 1992; Jorge Ita Gómez: Breve antología de poetas piuranos, Los Tallanes, 1993. Julio Aponte: Karminka, antología de la poesía piurana. Lima, Juan Gutemberg, 2000. Félix Huamán Cabrera: Como viajero le editan el artículo “Obrajillo: posada de arrieros. Canta y sus encantos, setiembre, San Marcos, 2004.
[4] Los lunes, Concytec, 1989.
[4] Los lunes, Concytec, 1989.
Foto: Luis Albites. En la foto: Armando Arteaga.
hola armando.
ResponderBorrarcomo estas?
publicaste tu libro.
aca todo bien.
saludos.
visita mi blog
www.saladeredaccion.tk
hay creación de la gente actual.
reynaldo.
OK...
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