a las revistas
literarias
(1975-1979)
Resulta paradójico que una literatura con una tradición tan rica, como la nuestra, no disponga de una infraestructura editorial lo suficientemente activa, convenientemente diversificada, que posibilite su continuidad y desarrollo. Y más curioso, si vale el término, es el hecho de que, pese a todas las dificultades o en respuesta a ellas, siga siendo tan variada y cualitativa y cuantitativamente importante. Pues, a despecho de la intencionalidad de las elecciones de los editores, la literatura verdea, retoña, prolifera de mil maneras, en diferentes tonos, en divergentes registros. Porque existe labor editorial en el país, lo que pasa es que está dedicada a la difusión de la sub-literatura, a la tarjetería y a los grafismos enfermos de la revistería esotérica. Porque existe lectura en el país, y lectores, pero perceptualmente alienados, ganados por el embobamiento colectivo de los llamados mas media. No se piense que nuestro análisis quiere ubicarse dentro del marco culturalista, ni que nuestra pretensión es desplazar a las formas en actual vigencia por las llamadas altas formas culturales. El asunto no es tan simple como para soportar un tratamiento y una solución tan pueriles. Las opciones antitéticas recién se están esbozando y cubren un amplio abanico. Lo primero que se ha planteado en este nuevo camino es colegir la revista como vehículo de expresión. Las razones están a la vista: posibilidad de análisis global, mayor libertad temática y, sobre todo, un costo de producción relativamente bajo. Así, han aparecido revistas de análisis y comentario político (Marka, Zurda, La Calle, Jornal, Quehacer, etc.), revistas de humor (Monos y Monadas) y de historietas (Collera). Habida cuenta de sus menores oportunidades de difusión, los trabajadores de la literatura han optado, también, por editar sus propias revistas. Las condiciones objetivas son duras y el nivel de competividad de la revista literaria es bajo, respecto de otro tipo de publicaciones como las políticas y sociológicas, pero el empeño es fuerte. Y ese empeño, sumado al deseo de lograr una periodicidad fija (grave falencia de nuestras empresas culturales), y alcanzar una decorosa presentación gráfica, acorde con la importancia que se otorgue al material editado, todo esto, pues, impulsado por la necesidad de expresión, han generado el terco empeño de permanecer, ya sea en la intermitencia, ya en un continuo comenzar. Y el impulso, si bien es cierto es financiero, en última instancia proviene del justo empeño de plantear las señales de protesta de una literatura cuya tradición repudia el tono áulico.Y ello ha influido para que el escritor, dejando atrás pasadas ínfulas, siga con sus propias manos todo el tránsito de la letra: desde el parto de la escritura hasta el toque artesanal que lo convierte en objeto. Los poetas, los narradores, han ingresado a los talleres, han cogido las regletas de diagramación, se han sentado a la mesa de compaginación, han empaquetado y han corrido a las librerías para ofrecer su fruta a nuestros ojos. Han utilizado al máximo las posibilidades del mimeógrafo, han descubierto la practicidad del multilith; han visto lo conveniente que es comprar y cortar el papel personalmente, han ido conociendo la simbología tipográfica y su significación.En suma, han aprendido a buscarle tres pies al gato en el empeño de abaratar los costos de producción. Y finalmente, han tomado conciencia de que gran parte de nuestros problemas editoriales residen en la circulación del espécimen gráfico. Y ahí, el ingenio ha jugado su partida: se ha utilizado con cuidado y responsabilidad el bono de pre-publicación, que facilita en algo la edición y la venta, requisitos de existencia. Y con esto se ha garantizado algo que es importante, la autonomía. Lo dicho no debe llevar a pensar triunfalísticamente que hay un auge de publicaciones, sobre todo porque hay que pensar en el carácter no-comercial o, más propiamente, no industrial de la producción de esta naturaleza, y tener en consideración la dureza de los tiempos, tan implacables que pareciera que nuestras necesidades primarias fueran exclusivas y excluyentes. Esto hace que todavía, sobre todo en materia de revistas culturales, valga la juguetona pero certera frase de Manuel Atanasio Fuentes, de salir cuando se puede o cuando se quiere, aun cuando el querer suene ahora a ironía.Salen revistas, por cierto, pero su periodicidad es incierta y su vida meteórica. Su aparición está ligada al empeño personal o de un pequeño grupo, y a un exiguo capital que se rehace siempre en la víspera. Sin embargo, allí están. La gran mayoría, revistas de poesía, con directores jóvenes, tan jóvenes como su entusiasmo y sus ganas de hacer. Y también una gran mayoría –respetable en número y en calidad– cobijada por los añosos claustros sanmarquinos. Allí mismo, donde la prensa interesada se empecina en pregonar pereza, en el centro de la marisma, en plena conmoción, la producción artística no se detiene, es más, crece, como la espuma de esta cerveza.Segundo movimiento Esta mirada que pretendemos proyectar sobre el universo de las revistas literarias no es, en mucho, completa, mucho menos exhaustiva. No nos ha sido posible disponer de toda la información, ni contar con un espectro más amplio, como hubiera sido nuestro deseo. El viejo vicio del centralismo gravita de modo determinante y negativo. La mayor producción editorial del país corresponde a Lima y el poder irradiador de este fenómeno obstruye la difusión de las revistas de otras ciudades.Partiendo de este hecho concreto es que nuestra revisión considera un alto número de publicaciones que aparecen en la ciudad capital, pero no olvidamos algunas publicaciones de los centros culturales más importantes del país. En todo caso, éste es un primer acercamiento al panorama general de las publicaciones periódicas literarias que iremos describiendo en sucesivas entregas. Cabe decir que esta revisión se marca a sí misma un ámbito temporal que va de 1975 a 1979. Limitación explicable por la insuficiencia de los materiales que hemos podido colectar. Queda el reto.Tercer movimiento Las revistas literarias tienen una viejísima tradición entre nosotros. Tradición que no sólo se asienta en la largueza del recuerdo, sino en lo memorable de sus hitos. Gran parte de ellas han permitido perfilar las líneas características de un periodo o de un grupo de escritores, unidos por nexos que siempre han estado más allá de la amistad. El Perú Ilustrado, El Ateneo, La Neblina, Lima Ilustrada, en el siglo XIX; Variedades, Mundial, Contemporáneos, Colónida, Balnearios, Mercurio Peruano, Amauta, Boletín Titikaka, Jarana, Mar del Sur, Las Moradas, Letras Peruanas, Tareas del pensamiento, peruano, Piélago, Cultura y Pueblo, Visión del Perú, Narración, Amaru, Textual, en este siglo; cada una, desde sus particulares perspectivas contribuyó al debate y consiguiente esclarecimiento de los problemas que confronta la configuración y sentido de la literatura en nuestro país. 1975.- Denostado desde antiguo, tildada de parasitaria, calificada de ancilar e impertinente, la crítica literaria ha ido reponiéndose a los argumentos en contra y, mejorando su estatuto, ha ido cobrando una importancia creciente; sobre todo, cuando es una práctica ligada a un proyecto de construcción, que entiende la literatura como reflexión, valoración y práctica estética.En ese rumbo y enmarcada por un corpus conceptual coherente con su intención de construir una crítica y una teoría literaria latinoamericanas, dentro de un proyecto que involucra a lo más graneado de la actual vanguardia crítica del continente, nuestro país ha asistido al surgimiento de una de las publicaciones más importantes de los últimos años. La Revista de Crítica Literaria Latinoamericana –que no es otra la publicación de la que hablamos– compendia esta intención autogeneradora de una reflexión propia sobre la realidad literaria latinoamericana.Entendiendo a ésta como una superestructura, el proyecto plantea su estudio en las relaciones entre el texto contexto y referente, partiendo del presupuesto de la especificidad de la literatura latinoamericana y del planteo de las condiciones políticas, sociales y económicas de la América Latina. El estudio del proyecto y de los logros de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, obviamente, rebasan los límites de este breve ensayo, y más si se tiene en cuenta que la revista continúa apareciendo.Sin embargo, podemos afirmar que sus planteos concitan un creciente interés por la indagación de la literatura del continente en sus variadas relaciones respecto de una presunta unidad en la diversidad, y que se ensayan métodos y procedimientos cada vez más ajustados a la realidad por estudiar. Dirigida por un Comité, al frente del cual está Antonio Cornejo Polar, esta revista ha, llegado hasta la fecha al noveno número.En Arequipa, aparecieron las tres únicas entregas de la revista Creación, dirigida por Jorge Cornejo Polar. Publicación entendida como centro de congregación de todas las modalidades escriturales de la literatura, poesía, cuento, comentario de textos, en su corta existencia dio a conocer a algunos autores inéditos, casi todos provenientes del sur peruano. 1976.- Salen los dos únicos números de una interesante revista, de pequeño formato y primorosa diagramación, una de las varias que ha dirigido Carlos Orellana. Pez soluble, apareció en julio, difundió poesía europea en cuidadosas traducciones realizadas por escritores peruanos, cuyas creaciones también acogió en sus páginas, así como textos de poetas jóvenes latinoamericanos –hecha la excepción de Vicente Huidobro–. 1977.- Este año llega a su fin Hipócrita lector (el primer número data de agosto de 1972), revista de poesía y crítica que co-dirigieron Marco Martos, Elquí Burgos, Carlos Garayar e Hildebrando Pérez. Dejó de aparecer en el sexto número, aunque sus editores mantienen latente la idea de volver a la carga. Reunió a lo más significativo de la poesía actual y, lo que es más, a través de sus escasos seis números fue perfilando una idea clara de poetizar la realidad en todas sus contradicciones. Por si los poemas publicados no fueran lo suficientemente transparentes en tal intención, las notas críticas de la sección "Ojo zahorí", compendian una opción del compromiso de la poesía consigo misma y con los requerimientos de la realidad concreta.Sus páginas están recorridas por un airecillo antiacedémico, retozón, una cierta socarronería que sonríe de los figurones y de la impostación. El off en plena era in. Se caracterizó no sólo por la buena poesía reunida en sus páginas –con rarísimos altibajos, de 5º de latitud sur–, sino también por sus excelentes ilustraciones. La Sagrada Familia, vehículo de expresión grupal, generó desde su salida una discusión multánime acerca de sus postulaciones, aperturando con ello un diálogo sumamente saludable acerca de las funciones reales de la literatura.El estridentismo, presente en sus primeros números, fue modulándose al influjo de las polémicas, derivando en una posición más clara y madura. Este salto cualitativo, más la incorporación de nuevos miembros al grupo inicial, generaron su polarización interna y ulterior disolución. Las cuatro entregas de la revista son un buen testimonio de progresiones, retrocesos, enmiendas, reafirmaciones y empecinamientos; búsqueda, en suma. Concebida como una revista literaria de amplio registro, Disturbios apareció en dos oportunidades. Dirigida por Jorge Luis Roncal, Marcela Garay y Jaime Urco, supera rápidamente el marco surrealista que se impuso hasta sugerir la presencia de nuevas posiciones escriturales e ideológicas cuyas proyecciones hubiera sido deseable observar en posteriores números. Venía ilustrada por Tulio Flores. Escritura es otro intento en el cual hallamos a Luis Alberto Castillo, Roger Santiváñez y Mito Tumi, como responsables. Entendida como una revista de replanteo de formas escriturales, los directores de la revista parecerían adscribir las palabras de Lezama Lima que abren el segundo número, esto es, del escritor "que destruya el lenguaje y que cree el lenguaje. Que durante el día tenga pasado y por la noche sea milenario". Esta indagación, que, inclusive, alienta el título de la publicación, logró un nivel realmente interesante, que marca un hito en la evolución de sus mentores y en el que conjugan diversas tendencias en el nexo común de la búsqueda de un temple poético. Entre irónica y desconfiada apareció Agua ardiente, que interrogaba acerca de su carácter de revista de poesía, era clara en su naturaleza de "número único" y "sin responsables". Publicaron sus poemas Ernesto Días, José Morales, Juan Luis Dammert, José Cerna y Kike Sánchez. El nexo, un refinado y apenas perceptible agrarismo y buena dicción poética. Este año dejó de publicarse Auki, cuyos editores Armando Arteaga, Luis La Hoz y Roger Santiváñez no pudieron llegar al quinto bueno que reza el dicho popular. Auki está recorrida por una desencantada lucidez, que contempla con ironía el mundo. Gran parte de su mérito reside en el rescate de autores que la crítica oficial ignora. Este "renglón off de nuestro contexto literario", más el desempolvamiento de otros escritores de diferentes tradiciones literarias, signan su búsqueda, nada áulica. Jóvenes escritores peruanos alternaron en los cuatro números de Auki. 1978.- Dentro de una severa línea estética, que no hace concesiones a los prejuicios académicos, Vaca Sagrada apareció por primera y única vez en el mes de marzo. Revista de creación y crítica cultural, su proyecto fue bastante ambicioso, sugestivo, y, paradójicamente real, pues la creación literaria se integra en un contexto de crítica política y análisis sociológico. Revisarla y lamentar su efímera existencia son una sola cosa, ya que este primer número sugería una serie de posibilidades, a nuestro entender, muy productívas, tan pronto se superasen críticamente algunas páginas mal empleadas en bromas intrascendentes o jeroglíficos sin dirección. Venía ilustrada por Tilsa Tsuchiya y traía historietas de Juan Acevedo. Seriamente instalada en la tarea de la construcción de una literatura que refleja los intereses de clase del proletariado, Puntos de Clase es el vocero y medio de expresión del Grupo Intelectual Primero de Mayo. En los tres números publicados hasta el momento, el trabajo poético y la reflexión instalan con lucidez un aporte digno de tenerse en cuenta en el debate y práctica de las funciones de la literatura en un país como el nuestro, toda vez que la profundidad y coherencia de las postulaciones del Grupo Primero de Mayo aluden a posiciones claras y concretas. Lluvia es una publicación que, nacida con el ánimo de divulgación cultural, ha ido paulatinamente creciendo en volumen y haciendo cada vez más compleja su intencionalidad y proyecciones, posibilitando con ello un cierto grado de esclarecimiento a su director y colaboradores más cercanos. Es notorio el desbalance entre los textos publicados hasta la fecha, pero, se transparenta a través del riesgo de la elección una honesta actitud por la propia definición y la búsqueda de los nexos entre literatura y sociedad. Ha llegado ya al quinto número, no decrece el entusiasmo, y el rigor en la selección de sus contenidos se orienta con mayor eficacia. Papel de viento es una hoja de literatura popular, que se publica en Trujillo, bajo la responsabilidad de Caridad Horna, Francisco Tello y Alejandro Benavides. Adscriben su ejercicio al proyecto de profundizar la militancia de la literatura, dentro del contexto de la lucha de clases. Los textos que se publican se orientan, además, en el sentido de la configuración de una literatura entendida como popular, tránsito hacia la literatura proletaria. Qlísgen es el extraño título de una revista que publica un grupo de estudiantes de literatura de San Marcos. Cumplidamente impresa a mimeógrafo, busca constituirse en "aporte al esclarecimiento y desarrollo de la literatura nacional", en tal empeño, sus páginas desean ser "reflejo de la problemática social de nuestro pueblo". De ahí la acogida a noticias y comentarios acerca de asuntos que rebasan el restringido círculo de "lo literario". Cuestión aparte de las intenciones, el material publicado no muestra una calidad uniforme y algunos textos no son del todo coherentes con el compromiso de la revista. Pensamos que, tan pronto se ajuste el criterio de selección de materiales, esta revista alcanzará un sentido más acorde con su orientación. Ha llegado al tercer número y ya se insinúan notorias mejoras. Su dirección es anónima y colectiva, rasgo importante de tener en cuenta. El mes de octubre empezó a circular Cuartilla, revista de cuento y poesía, dirigida por Romeo Torrejón. Los textos publicados en el primer número son de Julio Polar, Jaime Guzmán y Romeo Torrejón, de temática más o menos común –asedío a las incitaciones de la ciudad, reflexión acerca del amor–, su calidad es dispar. Entusiasta hasta la pérdida del sentido de las proporciones, La tortuga ecuestre alcanzó su sexto año en 1978 y al poco tiempo cesó de trotar. Muy irregular, en lo que a calidad literaria respecta, esperamos que por lo menos haya permitido a los autores publicados tomar una distancia crítica respecto de sus textos. 1979.- Este ha sido el año en que las dos decanas de las revistas de poesía han reafirmado su presencia en el panorama editorial peruano. Cuadernos Trimestrales de Poesía, revista trujillana que dirige Marco Antonio Corcuera, pasó limpiamente la barrera de los veinticinco años. Y Haraui, la revista de Francisco Carrillo, llegó a los quince años ininterrumpidos.Ambas han visto pasar por sus páginas a lo más graneado de la lírica nacional. Los Cuadernos, además, han continuado con la organización del certamen "El poeta joven", uno de los más prestigiosos del país. Este año encuentra a la tacneña Killka en su número diez, que equivale a igual número de años; mejorada en su formato y presentación, muestra la calidad que le es característica, alentando con su presencia y continuidad la valiosa poesía sur-peruana. Sus directores son Guido Fernández de Córdova y Segundo Cancino. En pos del rescate, "para la creación literaria, para la reflexión sobre ella y otras artes, para el debate en general de la cultura, algo de un espacio perdido y necesario", viene apareciendo la revista Hueso Húmero, cuya dirección está a cargo de Abelardo Oquendo, y cuenta con el auspicio de las casas editoras Francisco Campodónico y Mosca Azul. Los dos números publicados hasta ahora permiten avizorar, en perspectiva, el campo de acción de la revista: la creación literaria en sus diversas manifestaciones, el planteamiento teórico crítico sobre la cultura en general, comentario de textos y bibliografías particulares.El espacio desplegado hasta la fecha, Hueso Húmero, comporta la actuación de un criterio que por su misma amplitud entraña el riesgo de la heterogeneidad. Aun cuando los textos de Lauer/Montalbetti/Cook, de Loayza acerca de las objeciones de Mariátegui a Riva Agüero, así como las reseñas de Montalbetti hacen pensar en la definición de un cierto liberalismo de izquierda, y la presencia de un ánimo iconoclasta que busca levantar nuevos íconos. Por otro lado, son muchas las páginas desperdiciadas por textos prescindibles. Y han visto la luz, otros bastante interesantes. Nos referimos al estudio de García Canclini, a los hermosos poemas de Wáshington Delgado, al lúcido artículo de José Ignacio López Soria. Una revista como Hueso Húmero posibilitará, en suma, la confrontación de criterios desemejantes y hasta contrapuestos, hecho por demás saludable. "Salimos con el vehemente designio de asistir a la creación de una literatura y un arte social de resistencia. Nos interesa ante todo divulgar y propagar las manifestaciones populares del mundo andino", reza el editorial del primer, y, hasta ahora, único número de Caballo de fuego, revista de Huancayo, dirigida por Manuel Jesús Baquerizo. Lo interesante, por cierto, no reside solamente en la divulgación de autores de esta región señeramente activa, sino en el tratamiento que se da a un aspecto de la función literaria, quid de su problemática actual. En tres artículos y en los textos de creación se toca el punto clave de la constitución y alcances de la literatura popular, señalando su carácter transitorio, mediante el cotejo de posiciones contrapuestas (nos referimos a los artículos de Roncal y Mora, específicamente divergentes, y al estudio de la poesía de Luis Nieto por J. Barquero). Letrapueblo es una hoja de literatura popular, cuyo primer número apareció en agosto. Bajo la dirección y responsabilidad del Círculo Artístico Lu Sin, de Lima, y el Círculo de Arte y Literatura César Vallejo, de Trujillo, esta publicación busca el desarrollo orgánico y coherente de una postulación de clase, ligada a los intereses del pueblo, dentro de una concepción nacional y democrática. El primer número da a conocer textos en los cuales la temática y el tratamiento poemáticos son consecuentes con los planteos de la revista. Esperamos que la continuidad de esta publicación ratifique la búsqueda de su estilo acorde con el compromiso, contribuyendo de esta manera a la superación de los riesgos del cliché y la consigna, en el empeño de lograr poesía verdadera, tarea que en Letrapueblo ha sido asumido a cabalidad. Este año ha asistido al nacimiento de varias pequeñas revistas, algunas se quedaron en el número único y muchas, juntando esfuerzos e intermitentes soles, se aprestan a dar el segundo paso. Viento del pueblo, vehículo de expresión del Círculo artístico literario Lu Sin, revista de poesía popular en la que, a la creación, se añade el rescate del legado tradicional. Arcilla, publicación del Taller de Arte y Literatura 19 de julio, que, como la anterior, se imprimió en mimeógrafo; responde a una caracterización de la literatura como reflejo de la lucha de clases, sin que ello conduzca necesariamente al naturalismo, ya que accede a la construcción de "un arte que defiende y lucha por la causa de los explotados".Contraviento, testimonio de literatura, tiene como directores a Carlos Orihuela, Gerardo Garciarosales, Andrés Mendizábal; revista de gran formato (medio nacional), recoge textos en los que prima un mesurado tono intimista; publica cuento y poesía. Sic, revista de creación y procreación, a cargo de Julio Heredia, Patricia Alba, Oscar Malca y José Mazzotti, apareció el mes de junio; de calidad uniforme, prima en ella una delicada y desenvuelta ironía, un precoz desencanto que no priva de algunos logros remarcables. De Junco y Capulí nace imbuida del deseo de conocer e interpretar la realidad, añade nuevos nombres al panorama de la esperanza actual; es dirigida por Sandro Chiri y Ana Mercedes Chong.En Lima, también, han aparecido Síntesis, revista de difusión cultural, director: Miguel Angel Huamán; Alfarero, Plaqueta de Poesía, editada por Diómedes Morales Salazar que ha llegado al segundo número; Poeblo, revista de poesía, su director, José Contreras; Penélope, revista de poesía y otras variaciones, responsables Armando Arteaga y Max Castillo; La Gota; y Creación, dirigida por Fernando Sánchez Olivencia. Tenemos noticias de la existencia de algunas revistas de Trujillo: Piedra Nueva, Laureal Poético, Colibrí, La palabra marginada, La achupalla incendiaria, La pluma en el espejo; de Guadalupe: Runakay; de Chiclayo. Canto General, ADEL; de Chimbote: Alborada; de Cajamarca: Raíz Cúbica, Altura; de Huánuco: Punto aparte, Insurgencia; de Jauja. Voz REunida.Fuga Hecho el balance, notamos la predominancia cuasi hegemónico de las revistas de poesía. También notamos la falencia en materia de publicaciones periódicas de relato. Desde el cese de Narración y Cuadernos Semestrales de Cuento, no han surgido revistas que propendan al desarrollo y difusión de las modalidades narrativas. Mayor orfandad padece el teatro. Salvo las publicaciones del Teatro Universitario de San Marcos y los esporádicos Cuadernos de Teatro, no existe acogida editorial para este género. Obviamente, las condiciones materiales no son propicias para la continuidad de publicaciones como las que comentamos, pero su presencia es cada vez más urgente en la instauración del debate y esclarecimiento de la función que compete a la literatura comprometida con la causa del pueblo. Suele decirse que una larga vida no es buena para la salud de una revista. No sabemos hasta qué punto puede ser cierta la aserción. Quizá quienes afirman esto piensan en la piedra del célebre ejemplo heideggeriano, empecinada en su quietud. Es bueno ver evolucionar las ideas en el interior de una revista, observar la maduración de tendencias, la superación de las limitaciones, así como es también saludable asistir a sus retrocesos y claudicaciones, pues el ejemplo enseña. Y más si las publicaciones periódicas están ligadas a proyectos culturales totalizantes, lo cual posibilita guiar nuestra percepción acerca de la pugna de tendencias en la discusión y ejercicio de las funciones de la literatura. Vaya, pues, desde estas páginas nuestra palabra de estímulo y de aliento a quienes enfrentan las circunstancias actuales, grabando en sus acciones el sello indeleble del anticonformismo, de la lucha tenaz por instaurar la luz en esta comarca de rayos intermitentes.
Lima, diciembre de 1979.
Tomado de: Vidal, Luis Fernando. “En torno a las revistas literarias (1975-1979)”. En: Lluvia. Año II. No. 5. Lima, diciembre de 1979; p. 47-58.
Imagen: Revista Auki, N- 5, editada en setiembre 1980.
Resulta paradójico que una literatura con una tradición tan rica, como la nuestra, no disponga de una infraestructura editorial lo suficientemente activa, convenientemente diversificada, que posibilite su continuidad y desarrollo. Y más curioso, si vale el término, es el hecho de que, pese a todas las dificultades o en respuesta a ellas, siga siendo tan variada y cualitativa y cuantitativamente importante. Pues, a despecho de la intencionalidad de las elecciones de los editores, la literatura verdea, retoña, prolifera de mil maneras, en diferentes tonos, en divergentes registros. Porque existe labor editorial en el país, lo que pasa es que está dedicada a la difusión de la sub-literatura, a la tarjetería y a los grafismos enfermos de la revistería esotérica. Porque existe lectura en el país, y lectores, pero perceptualmente alienados, ganados por el embobamiento colectivo de los llamados mas media. No se piense que nuestro análisis quiere ubicarse dentro del marco culturalista, ni que nuestra pretensión es desplazar a las formas en actual vigencia por las llamadas altas formas culturales. El asunto no es tan simple como para soportar un tratamiento y una solución tan pueriles. Las opciones antitéticas recién se están esbozando y cubren un amplio abanico. Lo primero que se ha planteado en este nuevo camino es colegir la revista como vehículo de expresión. Las razones están a la vista: posibilidad de análisis global, mayor libertad temática y, sobre todo, un costo de producción relativamente bajo. Así, han aparecido revistas de análisis y comentario político (Marka, Zurda, La Calle, Jornal, Quehacer, etc.), revistas de humor (Monos y Monadas) y de historietas (Collera). Habida cuenta de sus menores oportunidades de difusión, los trabajadores de la literatura han optado, también, por editar sus propias revistas. Las condiciones objetivas son duras y el nivel de competividad de la revista literaria es bajo, respecto de otro tipo de publicaciones como las políticas y sociológicas, pero el empeño es fuerte. Y ese empeño, sumado al deseo de lograr una periodicidad fija (grave falencia de nuestras empresas culturales), y alcanzar una decorosa presentación gráfica, acorde con la importancia que se otorgue al material editado, todo esto, pues, impulsado por la necesidad de expresión, han generado el terco empeño de permanecer, ya sea en la intermitencia, ya en un continuo comenzar. Y el impulso, si bien es cierto es financiero, en última instancia proviene del justo empeño de plantear las señales de protesta de una literatura cuya tradición repudia el tono áulico.Y ello ha influido para que el escritor, dejando atrás pasadas ínfulas, siga con sus propias manos todo el tránsito de la letra: desde el parto de la escritura hasta el toque artesanal que lo convierte en objeto. Los poetas, los narradores, han ingresado a los talleres, han cogido las regletas de diagramación, se han sentado a la mesa de compaginación, han empaquetado y han corrido a las librerías para ofrecer su fruta a nuestros ojos. Han utilizado al máximo las posibilidades del mimeógrafo, han descubierto la practicidad del multilith; han visto lo conveniente que es comprar y cortar el papel personalmente, han ido conociendo la simbología tipográfica y su significación.En suma, han aprendido a buscarle tres pies al gato en el empeño de abaratar los costos de producción. Y finalmente, han tomado conciencia de que gran parte de nuestros problemas editoriales residen en la circulación del espécimen gráfico. Y ahí, el ingenio ha jugado su partida: se ha utilizado con cuidado y responsabilidad el bono de pre-publicación, que facilita en algo la edición y la venta, requisitos de existencia. Y con esto se ha garantizado algo que es importante, la autonomía. Lo dicho no debe llevar a pensar triunfalísticamente que hay un auge de publicaciones, sobre todo porque hay que pensar en el carácter no-comercial o, más propiamente, no industrial de la producción de esta naturaleza, y tener en consideración la dureza de los tiempos, tan implacables que pareciera que nuestras necesidades primarias fueran exclusivas y excluyentes. Esto hace que todavía, sobre todo en materia de revistas culturales, valga la juguetona pero certera frase de Manuel Atanasio Fuentes, de salir cuando se puede o cuando se quiere, aun cuando el querer suene ahora a ironía.Salen revistas, por cierto, pero su periodicidad es incierta y su vida meteórica. Su aparición está ligada al empeño personal o de un pequeño grupo, y a un exiguo capital que se rehace siempre en la víspera. Sin embargo, allí están. La gran mayoría, revistas de poesía, con directores jóvenes, tan jóvenes como su entusiasmo y sus ganas de hacer. Y también una gran mayoría –respetable en número y en calidad– cobijada por los añosos claustros sanmarquinos. Allí mismo, donde la prensa interesada se empecina en pregonar pereza, en el centro de la marisma, en plena conmoción, la producción artística no se detiene, es más, crece, como la espuma de esta cerveza.Segundo movimiento Esta mirada que pretendemos proyectar sobre el universo de las revistas literarias no es, en mucho, completa, mucho menos exhaustiva. No nos ha sido posible disponer de toda la información, ni contar con un espectro más amplio, como hubiera sido nuestro deseo. El viejo vicio del centralismo gravita de modo determinante y negativo. La mayor producción editorial del país corresponde a Lima y el poder irradiador de este fenómeno obstruye la difusión de las revistas de otras ciudades.Partiendo de este hecho concreto es que nuestra revisión considera un alto número de publicaciones que aparecen en la ciudad capital, pero no olvidamos algunas publicaciones de los centros culturales más importantes del país. En todo caso, éste es un primer acercamiento al panorama general de las publicaciones periódicas literarias que iremos describiendo en sucesivas entregas. Cabe decir que esta revisión se marca a sí misma un ámbito temporal que va de 1975 a 1979. Limitación explicable por la insuficiencia de los materiales que hemos podido colectar. Queda el reto.Tercer movimiento Las revistas literarias tienen una viejísima tradición entre nosotros. Tradición que no sólo se asienta en la largueza del recuerdo, sino en lo memorable de sus hitos. Gran parte de ellas han permitido perfilar las líneas características de un periodo o de un grupo de escritores, unidos por nexos que siempre han estado más allá de la amistad. El Perú Ilustrado, El Ateneo, La Neblina, Lima Ilustrada, en el siglo XIX; Variedades, Mundial, Contemporáneos, Colónida, Balnearios, Mercurio Peruano, Amauta, Boletín Titikaka, Jarana, Mar del Sur, Las Moradas, Letras Peruanas, Tareas del pensamiento, peruano, Piélago, Cultura y Pueblo, Visión del Perú, Narración, Amaru, Textual, en este siglo; cada una, desde sus particulares perspectivas contribuyó al debate y consiguiente esclarecimiento de los problemas que confronta la configuración y sentido de la literatura en nuestro país. 1975.- Denostado desde antiguo, tildada de parasitaria, calificada de ancilar e impertinente, la crítica literaria ha ido reponiéndose a los argumentos en contra y, mejorando su estatuto, ha ido cobrando una importancia creciente; sobre todo, cuando es una práctica ligada a un proyecto de construcción, que entiende la literatura como reflexión, valoración y práctica estética.En ese rumbo y enmarcada por un corpus conceptual coherente con su intención de construir una crítica y una teoría literaria latinoamericanas, dentro de un proyecto que involucra a lo más graneado de la actual vanguardia crítica del continente, nuestro país ha asistido al surgimiento de una de las publicaciones más importantes de los últimos años. La Revista de Crítica Literaria Latinoamericana –que no es otra la publicación de la que hablamos– compendia esta intención autogeneradora de una reflexión propia sobre la realidad literaria latinoamericana.Entendiendo a ésta como una superestructura, el proyecto plantea su estudio en las relaciones entre el texto contexto y referente, partiendo del presupuesto de la especificidad de la literatura latinoamericana y del planteo de las condiciones políticas, sociales y económicas de la América Latina. El estudio del proyecto y de los logros de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, obviamente, rebasan los límites de este breve ensayo, y más si se tiene en cuenta que la revista continúa apareciendo.Sin embargo, podemos afirmar que sus planteos concitan un creciente interés por la indagación de la literatura del continente en sus variadas relaciones respecto de una presunta unidad en la diversidad, y que se ensayan métodos y procedimientos cada vez más ajustados a la realidad por estudiar. Dirigida por un Comité, al frente del cual está Antonio Cornejo Polar, esta revista ha, llegado hasta la fecha al noveno número.En Arequipa, aparecieron las tres únicas entregas de la revista Creación, dirigida por Jorge Cornejo Polar. Publicación entendida como centro de congregación de todas las modalidades escriturales de la literatura, poesía, cuento, comentario de textos, en su corta existencia dio a conocer a algunos autores inéditos, casi todos provenientes del sur peruano. 1976.- Salen los dos únicos números de una interesante revista, de pequeño formato y primorosa diagramación, una de las varias que ha dirigido Carlos Orellana. Pez soluble, apareció en julio, difundió poesía europea en cuidadosas traducciones realizadas por escritores peruanos, cuyas creaciones también acogió en sus páginas, así como textos de poetas jóvenes latinoamericanos –hecha la excepción de Vicente Huidobro–. 1977.- Este año llega a su fin Hipócrita lector (el primer número data de agosto de 1972), revista de poesía y crítica que co-dirigieron Marco Martos, Elquí Burgos, Carlos Garayar e Hildebrando Pérez. Dejó de aparecer en el sexto número, aunque sus editores mantienen latente la idea de volver a la carga. Reunió a lo más significativo de la poesía actual y, lo que es más, a través de sus escasos seis números fue perfilando una idea clara de poetizar la realidad en todas sus contradicciones. Por si los poemas publicados no fueran lo suficientemente transparentes en tal intención, las notas críticas de la sección "Ojo zahorí", compendian una opción del compromiso de la poesía consigo misma y con los requerimientos de la realidad concreta.Sus páginas están recorridas por un airecillo antiacedémico, retozón, una cierta socarronería que sonríe de los figurones y de la impostación. El off en plena era in. Se caracterizó no sólo por la buena poesía reunida en sus páginas –con rarísimos altibajos, de 5º de latitud sur–, sino también por sus excelentes ilustraciones. La Sagrada Familia, vehículo de expresión grupal, generó desde su salida una discusión multánime acerca de sus postulaciones, aperturando con ello un diálogo sumamente saludable acerca de las funciones reales de la literatura.El estridentismo, presente en sus primeros números, fue modulándose al influjo de las polémicas, derivando en una posición más clara y madura. Este salto cualitativo, más la incorporación de nuevos miembros al grupo inicial, generaron su polarización interna y ulterior disolución. Las cuatro entregas de la revista son un buen testimonio de progresiones, retrocesos, enmiendas, reafirmaciones y empecinamientos; búsqueda, en suma. Concebida como una revista literaria de amplio registro, Disturbios apareció en dos oportunidades. Dirigida por Jorge Luis Roncal, Marcela Garay y Jaime Urco, supera rápidamente el marco surrealista que se impuso hasta sugerir la presencia de nuevas posiciones escriturales e ideológicas cuyas proyecciones hubiera sido deseable observar en posteriores números. Venía ilustrada por Tulio Flores. Escritura es otro intento en el cual hallamos a Luis Alberto Castillo, Roger Santiváñez y Mito Tumi, como responsables. Entendida como una revista de replanteo de formas escriturales, los directores de la revista parecerían adscribir las palabras de Lezama Lima que abren el segundo número, esto es, del escritor "que destruya el lenguaje y que cree el lenguaje. Que durante el día tenga pasado y por la noche sea milenario". Esta indagación, que, inclusive, alienta el título de la publicación, logró un nivel realmente interesante, que marca un hito en la evolución de sus mentores y en el que conjugan diversas tendencias en el nexo común de la búsqueda de un temple poético. Entre irónica y desconfiada apareció Agua ardiente, que interrogaba acerca de su carácter de revista de poesía, era clara en su naturaleza de "número único" y "sin responsables". Publicaron sus poemas Ernesto Días, José Morales, Juan Luis Dammert, José Cerna y Kike Sánchez. El nexo, un refinado y apenas perceptible agrarismo y buena dicción poética. Este año dejó de publicarse Auki, cuyos editores Armando Arteaga, Luis La Hoz y Roger Santiváñez no pudieron llegar al quinto bueno que reza el dicho popular. Auki está recorrida por una desencantada lucidez, que contempla con ironía el mundo. Gran parte de su mérito reside en el rescate de autores que la crítica oficial ignora. Este "renglón off de nuestro contexto literario", más el desempolvamiento de otros escritores de diferentes tradiciones literarias, signan su búsqueda, nada áulica. Jóvenes escritores peruanos alternaron en los cuatro números de Auki. 1978.- Dentro de una severa línea estética, que no hace concesiones a los prejuicios académicos, Vaca Sagrada apareció por primera y única vez en el mes de marzo. Revista de creación y crítica cultural, su proyecto fue bastante ambicioso, sugestivo, y, paradójicamente real, pues la creación literaria se integra en un contexto de crítica política y análisis sociológico. Revisarla y lamentar su efímera existencia son una sola cosa, ya que este primer número sugería una serie de posibilidades, a nuestro entender, muy productívas, tan pronto se superasen críticamente algunas páginas mal empleadas en bromas intrascendentes o jeroglíficos sin dirección. Venía ilustrada por Tilsa Tsuchiya y traía historietas de Juan Acevedo. Seriamente instalada en la tarea de la construcción de una literatura que refleja los intereses de clase del proletariado, Puntos de Clase es el vocero y medio de expresión del Grupo Intelectual Primero de Mayo. En los tres números publicados hasta el momento, el trabajo poético y la reflexión instalan con lucidez un aporte digno de tenerse en cuenta en el debate y práctica de las funciones de la literatura en un país como el nuestro, toda vez que la profundidad y coherencia de las postulaciones del Grupo Primero de Mayo aluden a posiciones claras y concretas. Lluvia es una publicación que, nacida con el ánimo de divulgación cultural, ha ido paulatinamente creciendo en volumen y haciendo cada vez más compleja su intencionalidad y proyecciones, posibilitando con ello un cierto grado de esclarecimiento a su director y colaboradores más cercanos. Es notorio el desbalance entre los textos publicados hasta la fecha, pero, se transparenta a través del riesgo de la elección una honesta actitud por la propia definición y la búsqueda de los nexos entre literatura y sociedad. Ha llegado ya al quinto número, no decrece el entusiasmo, y el rigor en la selección de sus contenidos se orienta con mayor eficacia. Papel de viento es una hoja de literatura popular, que se publica en Trujillo, bajo la responsabilidad de Caridad Horna, Francisco Tello y Alejandro Benavides. Adscriben su ejercicio al proyecto de profundizar la militancia de la literatura, dentro del contexto de la lucha de clases. Los textos que se publican se orientan, además, en el sentido de la configuración de una literatura entendida como popular, tránsito hacia la literatura proletaria. Qlísgen es el extraño título de una revista que publica un grupo de estudiantes de literatura de San Marcos. Cumplidamente impresa a mimeógrafo, busca constituirse en "aporte al esclarecimiento y desarrollo de la literatura nacional", en tal empeño, sus páginas desean ser "reflejo de la problemática social de nuestro pueblo". De ahí la acogida a noticias y comentarios acerca de asuntos que rebasan el restringido círculo de "lo literario". Cuestión aparte de las intenciones, el material publicado no muestra una calidad uniforme y algunos textos no son del todo coherentes con el compromiso de la revista. Pensamos que, tan pronto se ajuste el criterio de selección de materiales, esta revista alcanzará un sentido más acorde con su orientación. Ha llegado al tercer número y ya se insinúan notorias mejoras. Su dirección es anónima y colectiva, rasgo importante de tener en cuenta. El mes de octubre empezó a circular Cuartilla, revista de cuento y poesía, dirigida por Romeo Torrejón. Los textos publicados en el primer número son de Julio Polar, Jaime Guzmán y Romeo Torrejón, de temática más o menos común –asedío a las incitaciones de la ciudad, reflexión acerca del amor–, su calidad es dispar. Entusiasta hasta la pérdida del sentido de las proporciones, La tortuga ecuestre alcanzó su sexto año en 1978 y al poco tiempo cesó de trotar. Muy irregular, en lo que a calidad literaria respecta, esperamos que por lo menos haya permitido a los autores publicados tomar una distancia crítica respecto de sus textos. 1979.- Este ha sido el año en que las dos decanas de las revistas de poesía han reafirmado su presencia en el panorama editorial peruano. Cuadernos Trimestrales de Poesía, revista trujillana que dirige Marco Antonio Corcuera, pasó limpiamente la barrera de los veinticinco años. Y Haraui, la revista de Francisco Carrillo, llegó a los quince años ininterrumpidos.Ambas han visto pasar por sus páginas a lo más graneado de la lírica nacional. Los Cuadernos, además, han continuado con la organización del certamen "El poeta joven", uno de los más prestigiosos del país. Este año encuentra a la tacneña Killka en su número diez, que equivale a igual número de años; mejorada en su formato y presentación, muestra la calidad que le es característica, alentando con su presencia y continuidad la valiosa poesía sur-peruana. Sus directores son Guido Fernández de Córdova y Segundo Cancino. En pos del rescate, "para la creación literaria, para la reflexión sobre ella y otras artes, para el debate en general de la cultura, algo de un espacio perdido y necesario", viene apareciendo la revista Hueso Húmero, cuya dirección está a cargo de Abelardo Oquendo, y cuenta con el auspicio de las casas editoras Francisco Campodónico y Mosca Azul. Los dos números publicados hasta ahora permiten avizorar, en perspectiva, el campo de acción de la revista: la creación literaria en sus diversas manifestaciones, el planteamiento teórico crítico sobre la cultura en general, comentario de textos y bibliografías particulares.El espacio desplegado hasta la fecha, Hueso Húmero, comporta la actuación de un criterio que por su misma amplitud entraña el riesgo de la heterogeneidad. Aun cuando los textos de Lauer/Montalbetti/Cook, de Loayza acerca de las objeciones de Mariátegui a Riva Agüero, así como las reseñas de Montalbetti hacen pensar en la definición de un cierto liberalismo de izquierda, y la presencia de un ánimo iconoclasta que busca levantar nuevos íconos. Por otro lado, son muchas las páginas desperdiciadas por textos prescindibles. Y han visto la luz, otros bastante interesantes. Nos referimos al estudio de García Canclini, a los hermosos poemas de Wáshington Delgado, al lúcido artículo de José Ignacio López Soria. Una revista como Hueso Húmero posibilitará, en suma, la confrontación de criterios desemejantes y hasta contrapuestos, hecho por demás saludable. "Salimos con el vehemente designio de asistir a la creación de una literatura y un arte social de resistencia. Nos interesa ante todo divulgar y propagar las manifestaciones populares del mundo andino", reza el editorial del primer, y, hasta ahora, único número de Caballo de fuego, revista de Huancayo, dirigida por Manuel Jesús Baquerizo. Lo interesante, por cierto, no reside solamente en la divulgación de autores de esta región señeramente activa, sino en el tratamiento que se da a un aspecto de la función literaria, quid de su problemática actual. En tres artículos y en los textos de creación se toca el punto clave de la constitución y alcances de la literatura popular, señalando su carácter transitorio, mediante el cotejo de posiciones contrapuestas (nos referimos a los artículos de Roncal y Mora, específicamente divergentes, y al estudio de la poesía de Luis Nieto por J. Barquero). Letrapueblo es una hoja de literatura popular, cuyo primer número apareció en agosto. Bajo la dirección y responsabilidad del Círculo Artístico Lu Sin, de Lima, y el Círculo de Arte y Literatura César Vallejo, de Trujillo, esta publicación busca el desarrollo orgánico y coherente de una postulación de clase, ligada a los intereses del pueblo, dentro de una concepción nacional y democrática. El primer número da a conocer textos en los cuales la temática y el tratamiento poemáticos son consecuentes con los planteos de la revista. Esperamos que la continuidad de esta publicación ratifique la búsqueda de su estilo acorde con el compromiso, contribuyendo de esta manera a la superación de los riesgos del cliché y la consigna, en el empeño de lograr poesía verdadera, tarea que en Letrapueblo ha sido asumido a cabalidad. Este año ha asistido al nacimiento de varias pequeñas revistas, algunas se quedaron en el número único y muchas, juntando esfuerzos e intermitentes soles, se aprestan a dar el segundo paso. Viento del pueblo, vehículo de expresión del Círculo artístico literario Lu Sin, revista de poesía popular en la que, a la creación, se añade el rescate del legado tradicional. Arcilla, publicación del Taller de Arte y Literatura 19 de julio, que, como la anterior, se imprimió en mimeógrafo; responde a una caracterización de la literatura como reflejo de la lucha de clases, sin que ello conduzca necesariamente al naturalismo, ya que accede a la construcción de "un arte que defiende y lucha por la causa de los explotados".Contraviento, testimonio de literatura, tiene como directores a Carlos Orihuela, Gerardo Garciarosales, Andrés Mendizábal; revista de gran formato (medio nacional), recoge textos en los que prima un mesurado tono intimista; publica cuento y poesía. Sic, revista de creación y procreación, a cargo de Julio Heredia, Patricia Alba, Oscar Malca y José Mazzotti, apareció el mes de junio; de calidad uniforme, prima en ella una delicada y desenvuelta ironía, un precoz desencanto que no priva de algunos logros remarcables. De Junco y Capulí nace imbuida del deseo de conocer e interpretar la realidad, añade nuevos nombres al panorama de la esperanza actual; es dirigida por Sandro Chiri y Ana Mercedes Chong.En Lima, también, han aparecido Síntesis, revista de difusión cultural, director: Miguel Angel Huamán; Alfarero, Plaqueta de Poesía, editada por Diómedes Morales Salazar que ha llegado al segundo número; Poeblo, revista de poesía, su director, José Contreras; Penélope, revista de poesía y otras variaciones, responsables Armando Arteaga y Max Castillo; La Gota; y Creación, dirigida por Fernando Sánchez Olivencia. Tenemos noticias de la existencia de algunas revistas de Trujillo: Piedra Nueva, Laureal Poético, Colibrí, La palabra marginada, La achupalla incendiaria, La pluma en el espejo; de Guadalupe: Runakay; de Chiclayo. Canto General, ADEL; de Chimbote: Alborada; de Cajamarca: Raíz Cúbica, Altura; de Huánuco: Punto aparte, Insurgencia; de Jauja. Voz REunida.Fuga Hecho el balance, notamos la predominancia cuasi hegemónico de las revistas de poesía. También notamos la falencia en materia de publicaciones periódicas de relato. Desde el cese de Narración y Cuadernos Semestrales de Cuento, no han surgido revistas que propendan al desarrollo y difusión de las modalidades narrativas. Mayor orfandad padece el teatro. Salvo las publicaciones del Teatro Universitario de San Marcos y los esporádicos Cuadernos de Teatro, no existe acogida editorial para este género. Obviamente, las condiciones materiales no son propicias para la continuidad de publicaciones como las que comentamos, pero su presencia es cada vez más urgente en la instauración del debate y esclarecimiento de la función que compete a la literatura comprometida con la causa del pueblo. Suele decirse que una larga vida no es buena para la salud de una revista. No sabemos hasta qué punto puede ser cierta la aserción. Quizá quienes afirman esto piensan en la piedra del célebre ejemplo heideggeriano, empecinada en su quietud. Es bueno ver evolucionar las ideas en el interior de una revista, observar la maduración de tendencias, la superación de las limitaciones, así como es también saludable asistir a sus retrocesos y claudicaciones, pues el ejemplo enseña. Y más si las publicaciones periódicas están ligadas a proyectos culturales totalizantes, lo cual posibilita guiar nuestra percepción acerca de la pugna de tendencias en la discusión y ejercicio de las funciones de la literatura. Vaya, pues, desde estas páginas nuestra palabra de estímulo y de aliento a quienes enfrentan las circunstancias actuales, grabando en sus acciones el sello indeleble del anticonformismo, de la lucha tenaz por instaurar la luz en esta comarca de rayos intermitentes.
Lima, diciembre de 1979.
Tomado de: Vidal, Luis Fernando. “En torno a las revistas literarias (1975-1979)”. En: Lluvia. Año II. No. 5. Lima, diciembre de 1979; p. 47-58.
Imagen: Revista Auki, N- 5, editada en setiembre 1980.
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