LA LITERATURA EN APURIMAC
LA POESÍA TRUNCA DE JAMES OSCCO ANAMARIA*
Por Armando Arteaga
James Oscco Anamaría, poeta joven apurimeño, nacido en las punas frías de la comunidad de Calcauso (Antabamba-Apurímac), recién había empezado a publicar sus primeros libros de poesía y de narrativa: “Wakcha Gaviota” (1996), “Relámpagos de amor” (2000), y “Siempre será águila” (2004). El mismo se definía en “Unas palabras sinceras” de la siguiente manera: “Nací al borde de los ríos que cantan su libertad, confundido con las garzas, los zorzales y las torcazas. Confundido con mi gente que hace parir la tierra, haciendo nacer una nueva vida, desde las entrañas de las pachamamas”.
El poeta James Oscco, su obra poètica era una expectativa dentro del panorama de la nueva poesìa apurimeña
Pocas veces la poesía sencilla y pastoral de los pueblos andinos atrapa en estas palabras de James Oscco Anamaría el tiempo natural de las cosas ejemplares, sin el resquicio de ningún perjuicio, ni de ser acusado de lirismo absurdo. Era un lenguaje directo su poesía, casi oral, para ser escuchado en primera persona. En Calcauso (tierra de herranzas y huayllias): todos los niños “lunarejos” recitan poemas. El mismo Ossco habla de su poesía: “quiero que mi poesía sea dulce como el vuelo de los picaflores, ardiente como el fuego de los valles, moledor como la granizada de los meses de octubre”. Me parece escucharlo conversar, hablaba en directo, alternaba el yo “poético” con el "nosotros" de su comunidad, lo plural se volvía en él un mensaje coloquial: “Amo la literatura, porque me permite decir lo que me da la gana, de esta porquería realidad”.
Varios poetas han enaltecido el majestuoso paisaje serrano de Apurìmac, entre ellos: Alcides Acuña Arias, y tambièn James Oscco dentro de la nueva poesía.
Trágico suceso la muerte del poeta. Ossco fue asesinado hace más o menos un año de la manera más indigna y sangrienta, su caso (aparte de ser una “carpeta” policial y un “suceso” político (por ser un escritor y hombre de ideas de izquierda) en la bucólica ciudad de Abancay, visitada y bañada por las armónicas aguas del Mariño, al que le han cantado también y meritos aparte “El romancero del Mariño” de Alcides Acuña Arias, esa “urbe” de Abancay: muchas veces movida por cierta ebullición social y trastocada por el impacto ambiental y cultural del “boom” minero de Las Bambas (por ser sede política y administrativa de la región Apurímac), amenazada por cierta “conurbación” urbana: con la llegada de nuevos emigrantes. No dejo de pensar, casi perdiendo el hilo de la lógica en “El poeta asesinado”, la ficción supera la realidad. La realidad parece estoica, amarga, igual al mismo nombre de aquel libro vanguardista “Le poete assassine” del poeta francés Guillermo Apollinaire.
Estoica realidad: una paradoja de la vida "Le poete assassine" de Apollinaire, trágico final también para James Oscco.
La carpeta del “caso Ossco” parecen varias páginas extraídas de un “guión” para un filme macabro y terrorífico, muy digno de Román Polanski, o una secuencia más de “Los crímenes de la calle Morgue” de Edgar Allan Poe. Los diarios de la ciudad de Abancay y de Lima, así como el “parte” policial del referido crimen de Oscco han testimoniado el desastroso acontecimiento, que hasta el momento sigue siendo un “misterio” para que se inspire Ágata Christie, o el argumento de un “relato” policial de Artur Conan Doyle o de Jack Ritchie, o de las horripilantes “narraciones” terroríficas de Everil Worrell o de Seabury Quinn. Tanta “imaginación” de los asesinos ha sido para dejarnos “ineptos”. Simplemente, no hay justicia en el Perú, señores. El crimen de Oscco sigue siendo “una ecuación sin incógnita”. La vida en Abancay sigue igual, sin jurisprudencia, y sin encontrarse a los culpables del crimen: los asesinos andan libres, y hasta el momento no se ha hecho justicia a sus deudos y familiares. No viene el caso aquí ocuparnos de la crueldad con la que han actuado los asesinos, todavía en las sombras de la impunidad.
Por lo que se ve en los tres libros de James Oscco, prometía ser uno de los poetas y narradores actuales más representativos de la literatura apurimeña actual. Ya el profesor Federico La Torre Ormachea en la Presentación de “Relámpagos de amor” había dicho de este libro: “es anunciador de nuevos y mejores productos literarios”.
Oscco, era hijo y paisano, de la misma comunidad de Calcauso donde nació Juan de Espinosa Medrano “El Lunarejo”, de quién Luis Loayza ha recordado en “El sol de Lima”: “El Lunarejo predicó y escribió en español y en quechua. Sus traducciones quechuas de Virgilio no han llegado hasta nosotros, pero los textos clásicos al idioma de los indígenas peruanos y, al mismo tiempo, integrar el quechua a la tradición de la cultura occidental”.
Por lo que se ve en los tres libros de James Oscco, prometía ser uno de los poetas y narradores actuales más representativos de la literatura apurimeña actual. Ya el profesor Federico La Torre Ormachea en la Presentación de “Relámpagos de amor” había dicho de este libro: “es anunciador de nuevos y mejores productos literarios”.
Oscco, era hijo y paisano, de la misma comunidad de Calcauso donde nació Juan de Espinosa Medrano “El Lunarejo”, de quién Luis Loayza ha recordado en “El sol de Lima”: “El Lunarejo predicó y escribió en español y en quechua. Sus traducciones quechuas de Virgilio no han llegado hasta nosotros, pero los textos clásicos al idioma de los indígenas peruanos y, al mismo tiempo, integrar el quechua a la tradición de la cultura occidental”.
Wakcha Gaviota, el primer libro de James Oscco.
James Ossco Anamaría no era un continuador de esa “integación del quechua a la tradición de la cultura occidental”, al contrario era un escritor de confrontación con esa cultura occidental, de la que tal vez deploraba. Aunque respetaba, por cierto, a su paisano El Lunarejo”. El modelo confrontacional de su poética y de su narrativa estaba en la perspectiva de la “utopía andina” de Arguedas. Poeta de una visión premonitoria ante su propia muerte, como Melgar (en la queja doliente de sus yaravies), como Vallejo (la existencia como dolor fatal en "Los heraldos negros"), y como Heraud (en el final de su "Arte poética"), se adelantó ante el desdichado suceso de su muerte:
“Mi cuerpo cadáver, quizá sea: para cóndores, para pumas, o quizá para las águilas, es mejor para ellos; pues dentro de ellos viviré cantando harawis tristes y alegres. Entonces mis pachamamas, mis Apus y mi pueblo Lunarejo tendrán consuelo y esperanza”.
Como Melgar, el poeta Ossco Anamaría se consideró “polvo fino y amante”. Como Vallejo: “cargaría mi cadáver a tu cementerio universal”. Y como Heraud, parafrasendo el poema El Río, el poeta Ossco “acepta la posteridad de su destino”:
Yo soy el camino
tronando
truenos
escupiendo
fuegos
abro
rutas
hacia la costa
hacia la selva
Abro
y abro
abriendo.
Relampagos de Amor, su mejor libro de James Oscco.
La poesía de Oscco, como la poesía de otros poetas jóvenes de Apurímac, estaba en transe de ser una excelente poesía. Por lo tanto mereció siempre nuestra atención y nuestro más profundo respeto. Se ha truncado una parte de este proceso de esta nueva poesía apurimeña. Pero no hay crimen perfecto. Tarde o temprano se despejará la incógnita de esta ecuación todavía inconclusa, puesta allí por la insana mano malévola de los halcones reaccionarios y estúpidos que creen que al haber asesinado a un poeta, podrían callar su palabra, y eso jamás sucede cuando un poeta está ligado a una comunidad representativa y popular. La mano bruta del crimen tiene que pagar su deuda con la verdad, que siempre, al final: se abrirán las puertas de la libertad y la pura verdad. Los que lo han asesinado creen que han callado a un poeta, pero un poeta es su obra, sus poemas y sus palabras. Y la palabra de James Ossco era una palabra sincera: Recordadle siempre, quiso con sus palabras purificar el lenguaje de su pueblo, esa fue su tarea esencial, y por ese empeño de autenticidad debemos aceptar el reto de su mensaje.
Uno puede discrepar con Ossco en muchas cosas, pero no se le puede negar su derecho a la “utopía andina”, fuerza cósmica con la que llenaba todo el posible candor de sus poemas, por querer ser siempre la chispa para incendiar la pradera. Y los poetas, también... incendian praderas. Como quería Bretón en Nadja: la belleza será convulsiva, o no será. La vida se reflejaba en un eterno carnaval en su poesía (el “pukllay taki”). Estoy seguro, James, que los que vienen atrás continuaran la tarea de todos los poetas: hablar en directo las cosas de la vida, por el bien de la humanidad: buscar la revolución total del hombre. La fiesta y la vida continúan. Hacer realidad esta utopía soñanda (en poesía) de cambiar las cosas injustas fue todo el empeño de Oscco, y toda esta ilusión estaba referida en sus recientes libros.
Uno puede discrepar con Ossco en muchas cosas, pero no se le puede negar su derecho a la “utopía andina”, fuerza cósmica con la que llenaba todo el posible candor de sus poemas, por querer ser siempre la chispa para incendiar la pradera. Y los poetas, también... incendian praderas. Como quería Bretón en Nadja: la belleza será convulsiva, o no será. La vida se reflejaba en un eterno carnaval en su poesía (el “pukllay taki”). Estoy seguro, James, que los que vienen atrás continuaran la tarea de todos los poetas: hablar en directo las cosas de la vida, por el bien de la humanidad: buscar la revolución total del hombre. La fiesta y la vida continúan. Hacer realidad esta utopía soñanda (en poesía) de cambiar las cosas injustas fue todo el empeño de Oscco, y toda esta ilusión estaba referida en sus recientes libros.
En "Siempre seré águila" James Oscco vislumbro su muerte, destacaba también como narrador.
*TRES POEMAS DE JAMES OSSCO ANAMARÍA
MAESTRO FUEGO
Maestro fuego
eres el rastro luminoso
eres tierno manante cristalino
eres fogata y relámpago andino
eres el susurro telúrico
del volcán Misti.
Maestro fuego,
eres página sagrada y herida
de la historia humana
Eres la pluma resistente
de los combates milenarios
Eres la fuerza atrevida
como la ola de Paracas
como las aguas de Mantaro
gestas y transformas
el amanecer de los humildes
Como las montañas de Apurímac
Gallardo avanzas en tus luchas.
Maestro fuego,
eres el rojizo choclo urubambino
eres la papa harinosa andina
desayuno combatiente de los humildes
Enseñadme el vuelo
de los picaflores y cernícalos
para vencer al gavilán traicionero
Enseñadme la melodía
de la lluvia, de los ríos y de los truenos
para danzar en la última fiesta.
Maestro fuego,
venenosos gases
nos persiguen y persiguen
mojad tu pañuelo de vicuña
con las aguas del Amazonas
para divisar el camino.
Circa, invierno 1997.
GAVIOTITA BLANCA
Gaviotita blanca, blanca gaviotita
por ti anduve por los desiertos de amor
sólo encontré playas despobladas
mares y olas revoltosas de amor.
Gaviotota blanca, blanca gaviotita
Por ti anduve por los bosques de amor
Sólo encontré árboles marchitos
Tallos y hojas moribundas de amor.
Gaviotita blanca, blanca gaviotita
Te busqué por las orillas del río
te busqué en la sombra de la retama
sólo encontré nuestros recuerdos.
Gaviotita blanca, blanca gaviotita
déjame tu sonrisa y tu pluma
para escribir melodías de amor.
Mollebamba, primavera 1998.
RELÁMPAGOS DE AMOR
Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.
Te conocí en setiembre de relámpagos
cuando las nubes florecían primaveras
cuando los manantes cantaban harawis.
Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.
Entre nevados que germinan amores
sembramos sueños de fuego
para que el trigo naciera
como la sonrisa de tus miradas.
Y un día y un día infernal
antes que abrieras tus capullos sonrientes
vinieron tempestades ennegrecidos
e hicieron perder tu dulce vuelo.
Dulce canto de mis días.
Dulce sonrisa de mis noches.
Dicen que te fuiste, allá lejos
lejos de tu mirada cristalina
a cazar la estrella encantada
que se desvaneció en tus luces
una noche revoltosa.
Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.
Regresa pronto, pronto regresa
Madrugada y relámpago de mi amor.
Si esto ocurriera
viento y lluvia de mis amores
¡ayayay! Ternura con ternura
trenzaremos puente de aguacero
entre tu tierra y la mía
cantando y danzando
entre los chuños y los maizales.
Dulce canto de mis días
Dulce sonrisa de mis noches.
Chalhuanca, primavera 1999.