POEMAS DE WILLY GÓMEZ MIGLIARO
El poeta Willy Gómez Migliaro visita Terra Ígnea,
una de las nuevas voces de la poesìa peruana actual
NUMEROSA FÁBRICA DEL RESTO
[1]
diáspora,
campo de flores
del que produce en los caminos la muerte
de extrañas construcciones
porque
en ninguna parte fue necesario hablar
para conocer la palabra antes de empezar a morir
sino que
te llevaban al placer de los zafiros
te llevaban a construir la mente
te llevaban allí adentro a leer el libro ante el baile
y baile
sobre todo de la culpa
de haber empujado el cuerpo
y dejado a veces
sin tiempo el tuyo
sin palabra
solo en el jardín
cuando huyen las mariposas
y de noche
el murciélago del destino
y la huella infalible
en la ciudad
como para no perdonarse
es cierto
si nada se ha perdido
y el cuerpo del invierno sin origen
tuvo lenguaje
y no supimos cuándo vino de dónde vino
si era el cuerpo
en realidad
del lenguaje
o la corola roja de la flor
o el esqueleto de un país
más bien
creo
mira
lo que amamos
al principio
[2]
el árbol referido al crecimiento y al canto de la ceniza del país,
tiene suelo
sin nombre todavía
tierra desmedida,
como de su fruto y huyo de su cárcel desnuda
el árbol de la sombra y el cántaro de un país adentro
como muerte en dulce sueño
y nadie despierta
nadie dice dónde están
nos queda una rosa herida muy fácil de tocar
piel
piel de primavera atroz
con un montón de palabras arribo a su descomposición
abundancia
terreno de la abundancia
y aliento nocturno cuando hablamos
con ellos
en el silencioso funeral de nadie
dios de la forma,
el deseo
y la muerte
el amor es su construcción
legítima
En: Nada como los campos
LA NIEBLA INMORTAL
MANCHA
Un trabajo en la materia tiene su buen dios
y ayer vimos que el equipo amarillo ganó la punta con una historia dispersa.
La música acababa en la naturaleza de la forma.
La materia era un trono de destinos
y nadie sino yo comenzaba esto:
la ofensa de la noche
para seguir un programa de escritura difícil.
Porque para un modelo de papel
el mensaje del mundo se pasea en poemas
que son su propia cosa.
Además fue divertido ver parado a los hombres del espectáculo
en su propia inundación
y con señales acústicas tal proyección
moría en el arte verbal.
Esos hombres descorrían su manantial
-lo supe después por la única carta de Marga desde el Cuzco-
solos, con sus palabras de restaurantes oscuros
a través de la ciudad húmeda. El aire era repulsivo,
y un olor a célula fue mi aflicción y una tumba marcada con tiza azul,
fue mi punto concéntrico.
La palabra, ahora sé, revela demonios
y los nombres de su sexo
cuando son profundamente amarillos los tigres de la imaginación
que bañan mi cuerpo;
y son profundamente celestiales los trabajos del buen dios
perfeccionando la materia y
revelando el lenguaje desaparecido.
En donde nada hay
el dictado empieza.
FÁBRICA
Son flores estas criaturas abismadas?
Mira no más dónde empecé,
de dónde saqué tanta fuerza para cantar como un buen dios
de inundación
en inundación.
Un holocausto más y la vida acaba. La vida no acaba en un poema,
pero si esa máquina filosofa estúpidamente, habrá
liberación de fantasmas
tendidos sobre la pista para dejarse atropellar.
Y eso sería arte viejo.
El que se desplaza lejos de su campo, flota
en sus cosechas porque no tiene ganado.
Son pájaros oscuros en las manos,
humeantes por un pretendido vuelo de fuego.
No purifico la palabra ni el nacimiento de la
materia después del juego iniciado cuando un equipo toma la punta.
No purifico tampoco al dios de esta historia.
Estas palabras fijadas tienen su negocio
en la producción
del jardín y del poema
como una matanza pública.
HUASCARÁN
En un poema de mil novecientos noventa y nueve yo resolví esta muerte:
Todo estaba en la cima cuando un delgado río
bañó las piedras recostadas cerca del cielo.
Qué negocio puede ser esto, dije,
si el sol es un pedazo de cuerpo y religión.
Inventar ángeles no acababa con el amor.
El oráculo de la tierra era un resentimiento orpheíco
y mi papel no tenía luz en vida
haciendo frente a la destrucción.
Cantaba a la cosa que se definía fija en su punto
y en un pedazo de papel
allá abajo cuando todo sigue sucediendo.
Inventar ángeles no acababa con la muerte,
el papel era otro, un juicio inmerecido
en otro desierto.
Llamé luz todo lo que abrazó la madre de los sepulcros,
los muros,
los jardines,
la ruina crecida
escrita siempre afuera
de sensación
en sensación y haciendo números.
Inventar ruinas es un sometimiento.
En: Nada como los campos
REINOS CONTINUOS
(fragmentos)
La batalla del Perú
Anima el clima de la cordillera de los andes
porque no es tan fácil destruir la iglesia de piedra del siglo XIX
ni revertir los verdes valles que vienen en bellas palabras
de blanca re-velación y peregrinación
cuando Lima se aísla
y los extranjeros aman las viejas casonas húmedas
para cantar silencios cerca del mar
y cosan sus pulmones en una aspiración de flores silvestres
y se entreguen como santos criollos que buscaron
la oscuridad del antiguo Perú.
Anima la conflagración del desierto de la ciudad
para mil quinientas familias desnutridas y venidas del Centro del país
con algunas esfinges de yeso y flores de plástico
y velas rojas que traen debajo de sus cuerpos
para el canto de la sobreabundancia de la fe
en una irracionalidad de íntima evolución peruana
cuando en los cementerios el júbilo de la tierra
sea un movimiento más de palabras
y enloquecidos, todos
cuelguen el filo del cielo azul sin luz y espacio.
Anima la re-construcción o el alma que es el fuego del cuerpo
para los que permanecen de pie y golpean esta roca viviente
inamovible en las largas calles de Cajamarca
después de la misa cuando la sentencia se haga a la verdad
y llueva y un torrente de ángeles se arrastre
para purificar sus pecados y de nuevo sean los miembros,
la sociedad secreta, la historia del Perú
limpios junto al jardín de dios
donde el arroyo de agua cristalina
sea el país o la forma de las religiones
a este lado del campo de los geranios
también.
Paraíso invisible
Si llegaras para la mutante
desde la salida del poema, todo júbilo
estaría en su canto interconectado y a-cósmico
con su natural belleza
y sin barro de palabra.
Si cantaras para el músico
haría difícil su convivencia
en este espacio con olas gigantes
borrándolo todo
y habría mayor expectativa de vivir
entre las cadenas deformes del silencio de la ciudad.
Si hallaras la voz del fardo que nos sobrevive
no habría tanto muerto en este cielo deshecho del Perú
que empuja su palabra vertical
y deja miedo y desierto
o bella siembra.
En: Nada como los campos
[1]
diáspora,
campo de flores
del que produce en los caminos la muerte
de extrañas construcciones
porque
en ninguna parte fue necesario hablar
para conocer la palabra antes de empezar a morir
sino que
te llevaban al placer de los zafiros
te llevaban a construir la mente
te llevaban allí adentro a leer el libro ante el baile
y baile
sobre todo de la culpa
de haber empujado el cuerpo
y dejado a veces
sin tiempo el tuyo
sin palabra
solo en el jardín
cuando huyen las mariposas
y de noche
el murciélago del destino
y la huella infalible
en la ciudad
como para no perdonarse
es cierto
si nada se ha perdido
y el cuerpo del invierno sin origen
tuvo lenguaje
y no supimos cuándo vino de dónde vino
si era el cuerpo
en realidad
del lenguaje
o la corola roja de la flor
o el esqueleto de un país
más bien
creo
mira
lo que amamos
al principio
[2]
el árbol referido al crecimiento y al canto de la ceniza del país,
tiene suelo
sin nombre todavía
tierra desmedida,
como de su fruto y huyo de su cárcel desnuda
el árbol de la sombra y el cántaro de un país adentro
como muerte en dulce sueño
y nadie despierta
nadie dice dónde están
nos queda una rosa herida muy fácil de tocar
piel
piel de primavera atroz
con un montón de palabras arribo a su descomposición
abundancia
terreno de la abundancia
y aliento nocturno cuando hablamos
con ellos
en el silencioso funeral de nadie
dios de la forma,
el deseo
y la muerte
el amor es su construcción
legítima
En: Nada como los campos
LA NIEBLA INMORTAL
MANCHA
Un trabajo en la materia tiene su buen dios
y ayer vimos que el equipo amarillo ganó la punta con una historia dispersa.
La música acababa en la naturaleza de la forma.
La materia era un trono de destinos
y nadie sino yo comenzaba esto:
la ofensa de la noche
para seguir un programa de escritura difícil.
Porque para un modelo de papel
el mensaje del mundo se pasea en poemas
que son su propia cosa.
Además fue divertido ver parado a los hombres del espectáculo
en su propia inundación
y con señales acústicas tal proyección
moría en el arte verbal.
Esos hombres descorrían su manantial
-lo supe después por la única carta de Marga desde el Cuzco-
solos, con sus palabras de restaurantes oscuros
a través de la ciudad húmeda. El aire era repulsivo,
y un olor a célula fue mi aflicción y una tumba marcada con tiza azul,
fue mi punto concéntrico.
La palabra, ahora sé, revela demonios
y los nombres de su sexo
cuando son profundamente amarillos los tigres de la imaginación
que bañan mi cuerpo;
y son profundamente celestiales los trabajos del buen dios
perfeccionando la materia y
revelando el lenguaje desaparecido.
En donde nada hay
el dictado empieza.
FÁBRICA
Son flores estas criaturas abismadas?
Mira no más dónde empecé,
de dónde saqué tanta fuerza para cantar como un buen dios
de inundación
en inundación.
Un holocausto más y la vida acaba. La vida no acaba en un poema,
pero si esa máquina filosofa estúpidamente, habrá
liberación de fantasmas
tendidos sobre la pista para dejarse atropellar.
Y eso sería arte viejo.
El que se desplaza lejos de su campo, flota
en sus cosechas porque no tiene ganado.
Son pájaros oscuros en las manos,
humeantes por un pretendido vuelo de fuego.
No purifico la palabra ni el nacimiento de la
materia después del juego iniciado cuando un equipo toma la punta.
No purifico tampoco al dios de esta historia.
Estas palabras fijadas tienen su negocio
en la producción
del jardín y del poema
como una matanza pública.
HUASCARÁN
En un poema de mil novecientos noventa y nueve yo resolví esta muerte:
Todo estaba en la cima cuando un delgado río
bañó las piedras recostadas cerca del cielo.
Qué negocio puede ser esto, dije,
si el sol es un pedazo de cuerpo y religión.
Inventar ángeles no acababa con el amor.
El oráculo de la tierra era un resentimiento orpheíco
y mi papel no tenía luz en vida
haciendo frente a la destrucción.
Cantaba a la cosa que se definía fija en su punto
y en un pedazo de papel
allá abajo cuando todo sigue sucediendo.
Inventar ángeles no acababa con la muerte,
el papel era otro, un juicio inmerecido
en otro desierto.
Llamé luz todo lo que abrazó la madre de los sepulcros,
los muros,
los jardines,
la ruina crecida
escrita siempre afuera
de sensación
en sensación y haciendo números.
Inventar ruinas es un sometimiento.
En: Nada como los campos
REINOS CONTINUOS
(fragmentos)
La batalla del Perú
Anima el clima de la cordillera de los andes
porque no es tan fácil destruir la iglesia de piedra del siglo XIX
ni revertir los verdes valles que vienen en bellas palabras
de blanca re-velación y peregrinación
cuando Lima se aísla
y los extranjeros aman las viejas casonas húmedas
para cantar silencios cerca del mar
y cosan sus pulmones en una aspiración de flores silvestres
y se entreguen como santos criollos que buscaron
la oscuridad del antiguo Perú.
Anima la conflagración del desierto de la ciudad
para mil quinientas familias desnutridas y venidas del Centro del país
con algunas esfinges de yeso y flores de plástico
y velas rojas que traen debajo de sus cuerpos
para el canto de la sobreabundancia de la fe
en una irracionalidad de íntima evolución peruana
cuando en los cementerios el júbilo de la tierra
sea un movimiento más de palabras
y enloquecidos, todos
cuelguen el filo del cielo azul sin luz y espacio.
Anima la re-construcción o el alma que es el fuego del cuerpo
para los que permanecen de pie y golpean esta roca viviente
inamovible en las largas calles de Cajamarca
después de la misa cuando la sentencia se haga a la verdad
y llueva y un torrente de ángeles se arrastre
para purificar sus pecados y de nuevo sean los miembros,
la sociedad secreta, la historia del Perú
limpios junto al jardín de dios
donde el arroyo de agua cristalina
sea el país o la forma de las religiones
a este lado del campo de los geranios
también.
Paraíso invisible
Si llegaras para la mutante
desde la salida del poema, todo júbilo
estaría en su canto interconectado y a-cósmico
con su natural belleza
y sin barro de palabra.
Si cantaras para el músico
haría difícil su convivencia
en este espacio con olas gigantes
borrándolo todo
y habría mayor expectativa de vivir
entre las cadenas deformes del silencio de la ciudad.
Si hallaras la voz del fardo que nos sobrevive
no habría tanto muerto en este cielo deshecho del Perú
que empuja su palabra vertical
y deja miedo y desierto
o bella siembra.
En: Nada como los campos
WILLY GÓMEZ MIGLIARO
(Lima-Perú, 1968). Poeta y profesor de literatura. Ha dirigido las revistas de poesía POLVO ENAMORADO (1990-1992) y TOCAPUS (1993-1996). Así mismo ha publicado los libros de poesía ETÉREA, NADA COMO LOS CAMPOS y LA BREVE ETERNIDAD DE RAYMUNDO NÓVAK, todos bajo el sello Hipocampo Editores.
Sus poemas han aparecido en diferentes antologías como LA LETRA EN QUE NACIÓ LA PENA, muestra de poesía peruana 1970 – 2004, cuya selección estuvo a cargo de Maurizio Medo y Raúl Zurita (Santo Oficio editores 2004), POESÍA VIVA DEL PERÚ, Selección de Dante Medina, Edic. Universidad de Guadalajara, 2004. CAUDAL DE PIEDRA, veinte poetas peruanos, elaborada por Julio Trujillo (Fondo Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2005).