febrero 15, 2011

AQUEL EPISODIO DEVASTADOR / ARMANDO ARTEAGA



AQUEL EPISODIO DEVASTADOR

Por Armando Arteaga



Este es el viejo Café Miami

Donde solía tomar jugos de papaya.

Aquí hablé contigo de muchas cosas

olvidadas.

Recuerdo exactamente el seguimiento

de una temporada

acabada, diluida, clausurada, me disculpas.

No sirvo para guardar secretos.

De frente, queda Quilca, el camino real

de los yungas al piti-piti,

o la escritura underground

de nuevos inquilinos, achorados, pankekes

escritores nuevos, libreros de viejo

rockeros y lokeros, pegados al asfalto,

a la marimba musical de los graffitis anarkos

a la caña cajamarquina o abancayina dulce,

y al pan con plátano de una frutera verde

invasora con megáfono en mano:

¡a sol la palta¡.

Quilca, o la escritura natural de la calle.

Hacia la izquierda:

El parque, las palomas, las muchachas

y mil moscas azules sobre la basura, pero

¿qué es la basura?:

botellas de plástico, latas de cerveza

y conservas de atunes, sucios periódicos

y cajas de maderas oxapampinas para frutas

comidas o podridas.

Aquí un hambriento ha llorado su desgracia.

Ya sin estomago ha regresado el hambriento

en casaca de cuero negro, mismo Kilowat

para ver la representación

teatral del Tío Vania de Chéjov.

El hambriento es un excombatiente del tedio

Y una pequeña nausea dispara por la ventana

conejos de anisados

y recibe tenues rayos solares.

Son apenas las 4 y 10 de la tarde, y el sol

No muere todavía. Disimula tu alegría, aquella

pequeña dicha de abril tornado es pasajera.

Todo está en ruinas.

Tú eres un navegante más en este mar

de incertidumbres. Tú eres un vagabundo más

en esta ciudad. No olvides eso.

Vives apenas este dulce episodio de observar

la tarde. Todo esto es efímero. Estas lúcido

porque eres joven y tienes el oficio permanente

para la observación.

No eres nada en esta esquina del Miami.

Mira por la ventana:

el tiempo, las moscas, el perro cojo de la historia.

Mira la tarde:

Observa el pequeño detalle tembloroso de aquellas

manos lavando la ropa sucia en el patio

del callejón de Palomeque.

Callejón de un solo caño, tome una pasteurina.

Mira ropa tendida en el cordel de patio, una aspirina.

Y una mujer negra canta:

Ay amor si supieras que te extraño... Mira el patio,

la nostalgia en su ultimo round,

casi en la lona, mira lorna:

cómo se desmorona la calle,

la vieja casona republicana.

Ya no hay más ciudades eternas.

Solo hay ciudades que mueren.

Un oscuro designio las perturba.