Cuento breve
Vi pasar una caravana de camellos por la puerta de mi tienda de campaña en el desierto, mientras pesaba 100 gramos de oro y los vendí a un viejo camarada, avaro califa de otro condado. En el desierto nadie está seguro de lo que compra y de lo que vende. No eran 100 gramos de oro, sino los gramos de oro míos que tenia, más la mitad de los míos, más un gramo de oro del viejo camarada, avaro califa, ya les dije, dan cien. Entonces me pregunto: ¿cuántos gramos de oro míos le vendí a este otro (viejo avaro) califa que nunca pasará: tales camellos que vi, por el ojo de una aguja. ¿Cuántos gramos de oro me robó el viejo avaro, y cuantos le vendí?: 33, 66, 99. No lo sé. Tenía 33 el viejo avaro, 66 gramos de oro los míos, y ahora tengo 67. No le vendí nada, ni el viejo me compró nada, creo. O el camello pasó por el ojo de la aguja.
Del libro: Los pobres diablos.