SÍNTESIS
DE LA POESÍA HUARACINA ACTUAL
Por
Néstor Espinoza*
Para Marcos Yauri Montero, según reza en
su folleto “Literatura Ancashina, origen, oralidad, historia y regionalidad”,
la poesía huaracina ha sido y es costumbrista y telúrica hasta llegar al pintoresquismo,
porque ha habido y aún hay en ella una aplastante presencia de lo geográfico y
étnico y porque los poetas navegan sólo por la superficie de las cosas y han
sido y aún son observadores desde fuera y no observadores desde dentro de su
realidad; con lo cual la poesía huaracina adolece de un sociologismo mecánico y
de calco, como en los casos de los poetas Agustín Loli, Alejandro Tafur,
Domingo Ángeles; mal superado parcialmente por algunos poemas de Octavio
Hinostroza, de Judith y Lydia Pando. Añade que con el pintoresquismo, que alude
ingenuamente a los elementos autóctonos o a los componentes del paisaje, no
sólo se llenó de hojarasca nuestras letras, sino que se conspiró contra su
evolución. Pero ve la alentadora
aparición de poetas en cuya producción el entorno ancashino está presente no
como calco o reproducción, sino que ha sido transfigurado, metaforizado y
convertido en savia, dando paso a la fantasía. De modo que hay poetas, según
él, unos que calcan su realidad y otros que fantasean sobre ella.
Se percibe claramente en esta
apreciación la voluntad de aislar lo telúrico de la literatura ancashina y
desmerecerlo con una actitud y una visión peninsulares, como en los mejores (o
peores) tiempos de la colonia. Las generaciones viven su lugar y tiempo. Las
obras literarias responden a su ubicación de época y ambiente. Eso debe
explicarse en su contexto social, económico, político, ideológico, y no
reprocharse.
Armando
Arteaga (Blog Terra Ígnea), Amancio Chávez Reyes (lingüista, especialista en el
sistema vocálico del quechua ancashino) y Néstor Espinoza (Poeta y autor del
presente estudio). En Huari, en el XIV Encuentro de Escritores y Poetas
de Ancash "Teófilo Maguiña y Manuel Lora Camones", 26-30 Agosto 2005
Mediante una ponencia, Edgar Norabuena Figueroa anota que la actual poesía huaracina tiene dos tendencias, la de los mayores con ciertas reminiscencias tradicionales y otra de un movimiento de propuesta y ruptura con lo tradicional, a partir de la década del 90 al presente. Habría que esclarecer en qué consiste lo tradicional de la poesía huaracina y cuáles serían los postulados y orientaciones del rupturismo.
En un artículo publicado en la Revista
“Alma Libertana”, Oscar Colchado Lucio hace notar que la tradición poética de
Ancash, en su vertiente andina, muestra pocos cultores en estos tiempos; que el
mejor balance de la poesía en Ancash, hasta la primera mitad del siglo pasado,
Io hace David T. Izaguirre, quien se lamentaba de que unos poetas hayan cantado
al Ande sin sentirlo y otros, al pie mismo de la montaña materna, con los ojos cerrados
al esplendor de su belleza, se han raquitizado en imitaciones de poesías de
invernadero llegadas de allende los mares, teniendo para echar raíces de eternidad en el fértil suelo nativo.
Pero Izaguirre, advierte Oscar Colchado, al postular la recreación poemática de
la montaña de adentro hacia afuera, omitió decir, que esa poesía cordillerana
debió nutrirse de la lírica quechua tradicional, evitando caer en el exotismo
de la vanguardia indigenista que cantó al Ande bajo el modelo importado de los futuristas
y ultraístas de occidente. Agrega, Oscar Colchado, que entre los poetas que
aproximaron su estro a la poesía oral, Celso V. Torres y Octavio Hinostroza
Figueroa (caracino y huaracino respectivamente) fue el segundo quien logró
penetrar en el espíritu del hombre de las cordilleras. Y concluye señalando que
en la segunda mitad del Siglo XX, luego del aporte del Grupo Piedra y Nieve, a
partir de los 70, la poesía nativista queda silenciada por una poesía de
protesta social. Y, en la década del 80, vuelve a cobrar vigor con nuevos
poetas, entre ellos, Macedonio Villafán y Juan Malqui.
Armando Arteaga (poeta y escritor
piurano) tiene en su página Web un extenso trabajo sobre la poesía ancashina
del Siglo XX, poesía en la que está inmersa naturalmente la poesía huaracina.
Resulta el suyo un buen balance, para la escasez de estudios de esta índole en
nuestro medio.
Entre los postulados que usa Arteaga
para el análisis aunque panorámico de la poesía ancashina están, que, ante los
cambios ideológicos de los últimos tiempos, sobre todo en literatura, hay que
tener una mirada diligente, objetiva y dialéctica para el juicio literario; que
apueste contra los agoreros que predicen congojas del moribundo acerca del
“pintoresquismo”, del “paisajismo” y el “folklorismo”, que parecían ocupar el
espacio cultural de esta poesía y que amenazaba desengarzar esta “poiesis” de
la vida misma y su contexto social; que Ancash tiene una literatura oral en
quechua que se va disturbando (sic), lo que debe tenerse en cuenta, para tomar
una posición de rescate de la misma. Y, luego de un largo inventario de autores
y obras, termina señalando a siete autores como la esperanza para la forja de
una nueva poesía en Ancash, la que superando el provincianismo, debe ser el
desafío contra el centralismo limeño.
A todas estas
apreciaciones precedentes, que son breves, porque no son estudios exhaustivos
de la poesía ancashina o huaracina,
pero interesantes y acaso las únicas a falta de otras, nosotros queremos
también acompañar un punto de vista, más que nada con el afán de ubicar y
orientar nuestra labor poética personal.
Armando Arteaga, la esposa del poeta Román Obregón Figueroa, Román Obregón Figueroa, y el maestro Manuel Velásquez Rojas. En Huari, en el XIV Encuentro de Escritores y Poetas
de Ancash "Teófilo Maguiña y Manuel Lora Camones", 26-30 Agosto 2005
Hoy es una
verdad irrefutable y desempolvada del desván de la historia
literaria oficial, que en el Perú no existe una sola literatura, sino que
existen varias literaturas, entre ellas la literatura andina y la criolla, que
mantienen una situación conflictiva,
debido a la discriminación de ésta a la otra, lo que debe superarse para el
desarrollo de una literatura nacional peruana, con la convergencia de las demás
literaturas.
La literatura
andina, de una milenaria raigambre prehispánica, literatura de
resistencia durante 400 años y aun hoy desmerecida en plena República por
quienes se declaran usuarios de la literatura occidental y se consideran los
únicos representantes de una supuesta literatura peruana, se viene abriendo
paso de una manera más creciente y vigorosa, como le corresponde y con un
futuro incontenible y promisor. Literatura andina, considerada una literatura
regional por el centralismo limeño, cuando en verdad es ella la literatura
nacional originaria.
La poesía
huaracina tiene que ubicarse y apreciarse en este paisaje literario. No puede
ser de otro modo. Porque Huaraz, geográfica y culturalmente, sigue siendo una
ciudad andina. El sismo del 70 no ha significado la desaparición de nuestra
cultura andina. Allí están nuestros carnavales, nuestras costumbres, nuestras
comidas, nuestro folklore, nuestra habla andina, el quechua. Allí está nuestro
huayno que no se ha extinguido con la presencia del rock, la cumbia, la salsa,
el reggae y reggaetón después del sismo. Una cultura no desaparece con un
terremoto o una guerra o una conquista, pasa por un tiempo muy prolongado de
desarrollo, decadencia e extinción. Pueden estar dándose sí fenómenos de
alienación y deserción al interior del mundo andino. Si en
verdad, con el
sismo, entre los andinos urbanos unos murieron y otros se fueron, hoy la ciudad
ha sido tomada, en parte, por
los pobladores de las periferias campesinas. Hoy por hoy,
nuestra población escolar en Huaraz es de extracción campesina en gran
proporción.
De manera que,
cuando se habla de una nueva poesía de ruptura con
la tradición en Huaraz, después del sismo, esto merece ser esclarecido
debidamente, como hemos planteado más arriba. Y se presenta un reto, ante el
cual cada quien tendrá que ubicarse: Estar (como andinos) con la literatura
andina y su poesía o con la occidental y cosmopolita discriminatoria de la
andina. La literatura andina tiene su propio desarrollo al margen de las
escuelas y casilleros clasificatorios de
la literatura europea, taxonomía que a nosotros los andinos no nos sirven de
nada.
De otro lado, al
hablar de la poesía huaracina no podemos circunscribirnos
sólo al casco urbano, porque la provincia de Huaraz tiene también una dimensión
rural. Ni podemos quedarnos sólo en la poesía escrita castellana, ya que
tenemos una rica y considerable poesía oral quechua presente en los huaynos.
Felizmente, en
AEPA fundacional, con Román Obregón, Abdón Dextre, Juan Malqui, Oscar Colchado,
Víctor Ortíz Dextre, en términos de calidad y selectividad, la poesía andina
está presente y bien servida. Sus cultores no han tomado la de Villadiego,
deslumbrados por lo europeo.
Finalmente,
formulamos algunas preguntas para su posterior reflexión:
¿Acaso no comemos de las manos del Huaraz campesino y lo podemos ignorar
literaria y poéticamente? ¿Es la realidad andina una realidad muerta o
inexistente para las nuevas generaciones? ¿Las nuevas generaciones huaracinas
se quedarán ajenas a la asunción de su cultura y literatura andinas
desmerecidas desde la invasión española hasta nuestros días? ¿Dejar de lado o
sustraerse de la realidad andina a dónde va a conducir a las nuevas
generaciones huaracinas, cuando en otros lugares la posmodernidad acentúa los
localismos y regionalismos, como contraparte de la globalización?.
Armando Arteaga, el poeta Abdón Dextre,y el maestro Manuel Velásquez Rojas. En Huari, en el XIV Encuentro de Escritores y Poetas de Ancash "Teófilo Maguiña y Manuel Lora Camones", 26-30 Agosto 2005
*Publicado en la
revista “Alma Libertana”.