ASQUEROSAMENTE PERDIDO
Por Armando Arteaga
No volveré a beber más en mi vida.
James M. Cain.
EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES
Por una autopista de gran intensidad de tráfico urbano, dos vehículos que iban a excesiva velocidad chocaron violentamente. Eran dos automóviles lujosos que quedaron como un par de acordeones. Sus dueños que manejaban estrepitosamente terminaron a salvo, sanos, sin ningún rasguño que lamentar.
El accidente fue un desastre escandaloso. El automóvil azul lo manejaba un hombre y el automóvil rojo lo manejaba una mujer.
-¡Es un milagro!. ¡Dios existe! –exclamó la mujer, todavía asustada por lo sucedido-. ¡Estamos vivos!.
-¡Es un milagro! –aceptó el agnóstico hombre algo acongojado. ¡Nuestro destino estaba escrito así!.
-Sí, es verdad –dijo la mujer-. Lo que nos queda de vida, a los dos, es hacer el amor como locos, ese es nuestro destino.
Fue entonces que el hombre volvió a la realidad luego del bochorno del accidente. Miró a la mujer que era bellísima e imaginó varias noches con ella haciendo el amor en un fabuloso hotel de 5 estrellas en el Caribe o en una isla solitaria.
La mujer se acercó hacia el lugar donde yacía su automóvil rojo destrozado, y curiosamente en el asiento posterior dormía una botella de Black Bottle Scoth Whisky que permanecía llena e intacta a pesar de la brusquedad de la maniobra ocurrida. La mujer cogió y abrió la botella de whisky, y se la entregó al hombre:
-Bebe, celebraremos este encuentro de nuestro destino: ¡haremos el amor como locos en lo que nos queda del resto de nuestras vidas!.
El hombre entusiasmado bebió un largo trago de la botella de whisky que estaba estupenda. La mujer esperó. Y luego, tomó la botella y la cerró.
-¿Qué? - preguntó el hombre-. ¿No vas a beber por este encuentro de nuestro destino?.
-No -le dijo la mujer-. Yo creo que tú ya has bebido más de la cuenta. Esperaré que venga la policía para que ordene tu “dosaje etílico”.
El hombre entusiasmado bebió un largo trago de la botella de whisky que estaba estupenda. La mujer esperó. Y luego, tomó la botella y la cerró.
-¿Qué? - preguntó el hombre-. ¿No vas a beber por este encuentro de nuestro destino?.
-No -le dijo la mujer-. Yo creo que tú ya has bebido más de la cuenta. Esperaré que venga la policía para que ordene tu “dosaje etílico”.
Del libro: "Cuentos de cortometraje".