Por Armando Arteaga
Un cuento de mini-ficción debería ser tan exacto como una ecuación matemática, mejor, algo más exacto, una formula dramática que comprime una ley física desarrollada de ciertos acontecimientos humanos, un suceso inesperado, o un postulado geométrico bello, o un teorema de la realidad abordada, contar algo interesante siempre –tiene que ser- verosímil.