junio 25, 2011

CUATRO POEMAS DE WESTPHALEN

CELEBRANDO EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE WESTPHALEN

4 Poemas de Emilio Adolfo Westphalen



EL MAR EN LA CIUDAD


¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,

Que rodea los muros y las torres,

Que levanta manos como olas

Para avistar de lejos su presa o su diosa?



¿Es éste el mar que tímida, amorosamente

Se pierde por callejas y plazuchas,

Que invade jardines y lame pies

Y labios de estatuas rotas, caídas?



No se oye otro rumor que el borboteo

Del agua deslizándose por sótanos

Y alcantarillas, llevando levemente

En peso hojas, pétalos, insectos.



¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,

Abandonada aun por gatos y perros,

Acalladas todas sus fuentes,

Mudos los tenues campanarios?



La ronda inagotable prosigue,

El mar enarca el lomo y repite

Su canción, emisario de la vida

Devorando todo lo muerto y putrefacto.



El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,

Recomienza el trabajo viejo:

Limpiar los estragos del mundo,

Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.



UNA REPRESENTACIÓN HERMOSA DEL AMOR...



Una representación hermosa del amor

Debería volver siempre sobre sí misma

Una y otra vez y otra vez

Y así indefinidamente

Deberían repetirse exactamente

Los mismos gestos

Los mismos movimientos

El mismo ruido de besos

Las mismas ondulaciones

De modo que la reproducción cinematográfica

Sumamente acelerada

De todos estos coitos sucesivos

En pequeños rectángulos situados

Encima de las mesas y sobre las paredes

Pudiera servir de instrumento regulador

De la marcha del tiempo

Y ser denominado

Reloj de amor.



NO ES VÁLIDA ESTA SOMBRA...



No es válida esta sombra

despertad pequeños ríos:

cuando yo os llevaba en los brazos

y mirábais con ojos más puros

me he dado contra mi cuerpo

qué dura sombra

mi garra no te alcanza

en esta ausencia quien me ha mordido

llevo un sigl0 bajo la sombra

la noche crece y nadie creía que creciera tanto

nadie oye estos golpes pregunto fuera

tan hondo como la mina tan hondo como mi cuerpo

resuena tan fuerte el silencio

tan tristes estas lágrimas que no han de cruzarse nunca

me levantaba o es que caía más sombra

quien creyera que tanta noche encerraran tus ojos

me ha ahogado esa hondura negrura

recuerdo un hombre que daba sus pasos

miraba y había cosas

pero

cosas o eran cosas o eran

no recuerdo

un hombre miraba

si pudiera partir en dos este sueño

una parte para el dolor

otra para encontrar

aunque fuera una imagen difuminada borrada

de hombre que supiera algo más que dar unos pasos

que mirar algo que se aleja tanto de ser un árbol

como un pensamiento que regresa de ser un pensamiento

se despega una nada tras otra

crece una nada sobre nada

y había ríos que se iban en vueltas y derechas

y había árboles con algo más que ramas y algunas hojas

el sol no hacía en vano su camino

y tantas risas me dijeron que la luz también nace de sonidos

entrechocados

pero como has vomitado ese mundo

y ahora si vas a la deriva o si no derivas

nada alcanzas y una sombra llama a otra

uno masca nada suena .

masca sombra con sombra da golpes

me habré perdido en mi cuerpo

acaso las tinieblas hablan de puntillas

y tú vas en su seno

toda la noche eran unos puntos inmensos

o eran ojos, o eran noches sin estrellas que me subían

apagaban las madrugadas

me deslumbra esta noche

la muerte que mira con los ojos de los vivos

los muertos que hablan con los loros de los vivos

cuidado no despierten no duerman cuidado



POEMA INÚTIL


Empeño manco este esforzarse en juntar palabras

Que no se parecen ni a la cascada ni al remanso,

Que menos transmiten el ajetreo del vivir.

Tal vez consiguen una máscara informe,

Sonriente complacida a todo hálito de dolor,

Inerte al desgarramiento de la pasión.

Con frases en tropel no llegan a simular

Victorias jubilosas de la sangre

O la quietud del agua sobre el suicida.

Nada dicen tampoco de la danza del amor y odio,

Alborotada, aplacada, extinta,

Ni del sueño que se ahoga, arrastrado

Por marejadas de sospecha y olvido.

Qué será el poema sino un espejo de feria,

Un espejismo lunar, una cáscara desmenuzable,

La torre falsa más triste y despreciable.

Se consume en el fuego de su impaciencia

Para dejar vestigios de silencio como única nostalgia,

Y un rubor de inexistente no exento de culpa.

Qué será el poema sino castillo derrumbado antes de erigido,

Inocua obra de escribano o poetastro diligente,

Una sombra que no se atreve a aniquilarse a sí misma.

Si al menos el sol, incorrupto e insaciable,

Pudiera animarlo a la vida,

Como cuando se oculta tras un rostro humano,

Los ojos abiertos y ciegos para siempre.



Emilio Adolfo Westphalen

Poeta y ensayista peruano nacido en Lima en 1911.

Realizó estudios básicos en el Colegio Alemán de Lima y posteriormente ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos donde obtuvo la Licenciatura en 1932.

Es uno de los más importantes poetas surrealistas peruanos. Participó y contribuyó al enriquecimiento de la cultura peruana, dirigiendo las revistas Las Moradas, la Revista Peruana de Cultura y Amaru.

Entre sus libros publicados figuran: «Las ínsulas extrañas» en 1933, «Abolición de la muerte» en 1935, «Arriba bajo el cielo» en 1982, «Amago de poemas de lampo de nada» en 1984, «Ha vuelto la diosa ambarina» en 1988, y «La poesía, los poemas, los poetas» en 1995.

Falleció en el 2001.