CELEBRANDO EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE WESTPHALEN
4 Poemas de Emilio Adolfo Westphalen
EL MAR EN LA CIUDAD
¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,
Que rodea los muros y las torres,
Que levanta manos como olas
Para avistar de lejos su presa o su diosa?
¿Es éste el mar que tímida, amorosamente
Se pierde por callejas y plazuchas,
Que invade jardines y lame pies
Y labios de estatuas rotas, caídas?
No se oye otro rumor que el borboteo
Del agua deslizándose por sótanos
Y alcantarillas, llevando levemente
En peso hojas, pétalos, insectos.
¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,
Abandonada aun por gatos y perros,
Acalladas todas sus fuentes,
Mudos los tenues campanarios?
La ronda inagotable prosigue,
El mar enarca el lomo y repite
Su canción, emisario de la vida
Devorando todo lo muerto y putrefacto.
El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,
Recomienza el trabajo viejo:
Limpiar los estragos del mundo,
Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.
UNA REPRESENTACIÓN HERMOSA DEL AMOR...
Una representación hermosa del amor
Debería volver siempre sobre sí misma
Una y otra vez y otra vez
Y así indefinidamente
Deberían repetirse exactamente
Los mismos gestos
Los mismos movimientos
El mismo ruido de besos
Las mismas ondulaciones
De modo que la reproducción cinematográfica
Sumamente acelerada
De todos estos coitos sucesivos
En pequeños rectángulos situados
Encima de las mesas y sobre las paredes
Pudiera servir de instrumento regulador
De la marcha del tiempo
Y ser denominado
Reloj de amor.
NO ES VÁLIDA ESTA SOMBRA...
No es válida esta sombra
despertad pequeños ríos:
cuando yo os llevaba en los brazos
y mirábais con ojos más puros
me he dado contra mi cuerpo
qué dura sombra
mi garra no te alcanza
en esta ausencia quien me ha mordido
llevo un sigl0 bajo la sombra
la noche crece y nadie creía que creciera tanto
nadie oye estos golpes pregunto fuera
tan hondo como la mina tan hondo como mi cuerpo
resuena tan fuerte el silencio
tan tristes estas lágrimas que no han de cruzarse nunca
me levantaba o es que caía más sombra
quien creyera que tanta noche encerraran tus ojos
me ha ahogado esa hondura negrura
recuerdo un hombre que daba sus pasos
miraba y había cosas
pero
cosas o eran cosas o eran
no recuerdo
un hombre miraba
si pudiera partir en dos este sueño
una parte para el dolor
otra para encontrar
aunque fuera una imagen difuminada borrada
de hombre que supiera algo más que dar unos pasos
que mirar algo que se aleja tanto de ser un árbol
como un pensamiento que regresa de ser un pensamiento
se despega una nada tras otra
crece una nada sobre nada
y había ríos que se iban en vueltas y derechas
y había árboles con algo más que ramas y algunas hojas
el sol no hacía en vano su camino
y tantas risas me dijeron que la luz también nace de sonidos
entrechocados
pero como has vomitado ese mundo
y ahora si vas a la deriva o si no derivas
nada alcanzas y una sombra llama a otra
uno masca nada suena .
masca sombra con sombra da golpes
me habré perdido en mi cuerpo
acaso las tinieblas hablan de puntillas
y tú vas en su seno
toda la noche eran unos puntos inmensos
o eran ojos, o eran noches sin estrellas que me subían
apagaban las madrugadas
me deslumbra esta noche
la muerte que mira con los ojos de los vivos
los muertos que hablan con los loros de los vivos
cuidado no despierten no duerman cuidado
POEMA INÚTIL
Empeño manco este esforzarse en juntar palabras
Que no se parecen ni a la cascada ni al remanso,
Que menos transmiten el ajetreo del vivir.
Tal vez consiguen una máscara informe,
Sonriente complacida a todo hálito de dolor,
Inerte al desgarramiento de la pasión.
Con frases en tropel no llegan a simular
Victorias jubilosas de la sangre
O la quietud del agua sobre el suicida.
Nada dicen tampoco de la danza del amor y odio,
Alborotada, aplacada, extinta,
Ni del sueño que se ahoga, arrastrado
Por marejadas de sospecha y olvido.
Qué será el poema sino un espejo de feria,
Un espejismo lunar, una cáscara desmenuzable,
La torre falsa más triste y despreciable.
Se consume en el fuego de su impaciencia
Para dejar vestigios de silencio como única nostalgia,
Y un rubor de inexistente no exento de culpa.
Qué será el poema sino castillo derrumbado antes de erigido,
Inocua obra de escribano o poetastro diligente,
Una sombra que no se atreve a aniquilarse a sí misma.
Si al menos el sol, incorrupto e insaciable,
Pudiera animarlo a la vida,
Como cuando se oculta tras un rostro humano,
Los ojos abiertos y ciegos para siempre.
Emilio Adolfo Westphalen
Poeta y ensayista peruano nacido en Lima en 1911.
Realizó estudios básicos en el Colegio Alemán de Lima y posteriormente ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos donde obtuvo la Licenciatura en 1932.
Es uno de los más importantes poetas surrealistas peruanos. Participó y contribuyó al enriquecimiento de la cultura peruana, dirigiendo las revistas Las Moradas, la Revista Peruana de Cultura y Amaru.
Entre sus libros publicados figuran: «Las ínsulas extrañas» en 1933, «Abolición de la muerte» en 1935, «Arriba bajo el cielo» en 1982, «Amago de poemas de lampo de nada» en 1984, «Ha vuelto la diosa ambarina» en 1988, y «La poesía, los poemas, los poetas» en 1995.
Falleció en el 2001.