octubre 04, 2011

HA MUERTO RICARDO QUESADA / Por Juan Carlos Lázaro



Ricardo Quesada como ponente en la II Feria del Libro en Xauxa. Abril 2010.


 HA MUERTE  RICARDO QUESADA
 Por Juan Carlos Lázaro

Ha muerto Ricardo Quesada. Increíble. La muerte siempre es increíble cuando se trata de los seres más queridos. Nos negamos a aceptarlo, pero sucede. Lo vi por última vez en la Feria del Libro de Huancayo, a fines de julio de este año. Encuentro sorpresivo y muy grato. Me sorprendió más cuando me dijo que estaba viviendo en Jauja, que le gustaba mucho ese retiro pueblerino, casi campestre. Pero también advertí que lo rodeaba un hálito de inmensa tristeza y soledad. En sus ojos no brillaba esa sonrisa jugetona y pícara de siempre. Algo pasaba pero, por discresión, no quise escarbar. Serán los años, pensé, los años que hacen que los de entonces ya no seamos los mismos. Juntos acompañamos a Eloy Jáuregui en la presentación de su libro sobre la salsa, acto que nos divirtió mucho y espantó las penas por algunos instantes. Quedamos en encontrarnos al día siguiente para tomar un café, en la misma feria, pero tal cosa no ocurrió. De regreso a Lima siempre me pregunté qué hacía Ricardo en Jauja, ese pueblo tan hermoso y apartado, rodeado de cerros pelados y de silencios sepulcrales, de artesanos dedicados a la platería y de campanarios vetustos y mudos. Qué haría ahí alguien tan citadino como él, rockero insaciable, paseante de avenidas de luces de neón, discreto concurrente de los bares de Quilca. Creo que estuve entre los primeros que le dimos la bienvenida al círculo subterráneo de los poetas de Lima entre fines de los 70 y comienzos de los 80. Fue en el Wony. Entonces Ricardo era empleado de Centromin Perú, empresa estatal que tenía un club en la calle Belén, justo frente al Wony donde una noche de sábado lo encontré exultante, hablando de Martín Adán. Ricardo era un personaje que despertaba simpatía desde el primer encuentro. Y así, desde el primer momento, forjamos una gran amistad. Su renuencia a reunir sus poemas en un libro le dio un perfil propio. Era una actitud ética a la cual siempre fue fiel, a diferencia de otros "poetas marginales" (entre comillas) que no hacen sino buscar la consagración sujetándose a todas las exigencias del sistema que dicen cuestionar. En nuestros últimos y ocasionales encuentros en Lima los silencios entre ambos eran más prolongados, pero las muestras de aprecio y respeto mutuos eran más explícitas. Ahora el amigo ha partido y su recuerdo ensombrece nuestras almas.


En Xauxa: Marx Espinoza, Ricardo Quesada,Gerardo García Rosales , Armando Arteaga, y Javier Garvich.