junio 16, 2018

BRAULIO QUIROGA Y LA ESTACION DE LOS SUEÑOS TRASCENDENTES / Armando Arteaga


BRAULIO QUIROGA
Y
LA ESTACIÓN DE LOS SUEÑOS TRASCENDENTES



Los poemas de Braulio Quiroga tienen casi siempre el rumor de las olas marinas rozando muchas veces el punto de sal y la proyección del sol en el paisaje del desierto piurano, donde suele morir el tiempo hechizado de la experiencia humana y el “buen vivir” de los hombres sencillos de Sechura.

El poema a su padre es una búsqueda por explicarse como se mueven los afectos familiares  en  el sueño de las cosas,  relativas en el tiempo y en el universo horizontal del trabajador piurano: campesino, o pescador, artesano o padre de una numerosa familia, tal como se desarrolla  la convivencia del patriarcado,  y como suele ser la vida familiar de la gente humilde de Piura. El poeta extraña la imagen del padre (que no se sabe hacia donde ha ido con el transcurrir del tiempo histórico). Uno sabe que la imagen paterna familiar permanece perenne en la memoria y en la imaginación del hombre-infante, aún cuando envejecemos en el duro trajinar del quehacer humano de los caminos vividos.

La nostalgia estudiantil universitaria y sanmarquina, es otro tema que aborda  desde la descomodidad urbana limeña,  que en determinados momentos transita en sus poemas, va desde ubicar el contexto político de izquierda hasta el detalle de ganarle a la adversidad del día a día: los dilemas de la convivencia social, por “asir”  las bondades del “burro” (el ómnibus que llevaba a los universitarios desde el Centro Histórico de Lima, de la avenida Roosevelt  hasta la ciudad universitaria.  

El humor piurano -constante o  en “leid motiv” por excelencia de todos los escritores piureños-  se desborda y se expresa aquí también como un reclamo alegre, al no dejar pasar para nada las ocurrencias del transito urbano de la capital en contraste con el transito rural de la provincia, espontaneidad notoria y resaltante de nuestros piajenos piuranos transformados en la imaginación del poeta en móviles urbanos (de juguetes lúdicos)  entre conflictos que desplazan a la masa estudiantil, la puesta en escena de diversos escenarios que se mueven, o cambian, en la imaginación resultante del paso de un espacio a otro, entre la tradición y la modernidad; y creo que la metáfora del equino empleado como bestia de carga funciona risueñamente como una expresión del poeta de su franca piuranidad como un regalo de ingenio literario.  Teodoro Garcés Negrón explicaba en su Romancero Piurano que el escudo de la tierra de Grau y Merino tiene bien ganado tres imágenes que explican semióticamente para definir en síntesis la idiosincrasia de un pueblo: el algarrobo, el piajeno y un bandolero.

La tradición literaria de Braulio Quiroga viene con matices de varios maestros que han desarrollado la poesía social, de la expresión ferviente de Emilio Saldarriaga, del lenguaje fabril de Leoncio Bueno y Víctor Mazzi, tiene de ellos la visión poética-política que pretende comunicarnos siempre un suceso de disconformidad.  Braulio Quiroga tiene la visión espontanea de una poesía descriptiva que aborda con galanura el drama social, desde el gesto “sencillo” busca la aparente formalidad de las paradigmas que traen  sus imágenes de connivencia social y de contemplación individual  sobre la vida, para proyectarlas en una pantalla social que es lo que le interesa subrayar al poeta.  Sus imágenes nos devuelven la belleza de las cosas simples vividas por nuestros paisanos piuranos, donde el poeta agradece galano y a contratiempo el desborde de su piuranidad. Se complace en administrar y en convivir su experiencia humana vivida. 

El poeta discrepa por momentos con la “pureza”  de la poesía, por eso le da un contenido “social” explicito, que es de un tono elegante, no es de ninguna manera áspero, al contrario, tiene una oralidad y un discurso narrativo-poético a contrapunto. Es una poesía llena de nostalgia, de firmeza individual y de contenido ético.  Desdice lo grotesco que suele tener la vida en algunos momentos, toma distancia del contexto político fácil, su fuerza está en la decisión de la expresión libre de sus convicciones, su belleza: en creer que existe todavía un futuro mejor para la vida de los hombres. 

El panorama literario que corresponde a Braulio Quiroga se enmarca en el más amplio y diverso territorio de la piuranidad.   Sigue el transe del esplendor de la oralidad de los tallanes, los vicús, los guayacondos y los guancapampas, y toma “palabras” del habla popular del pueblo piurano.  Su poesía continúa y recoge la integración de un lenguaje para la enseñanza,  y tiene mensajes de alto tono sonoro para una esperanza de mejores condiciones de  niveles de vida.

Al poeta Braulio Quiroga hay que leerlo y ubicarlo dentro del panorama de la poesía piurana.  La poesía piurana ocupa un amplio y diverso territorio, aparece en este discreto espacio cultural como un apéndice de la literatura peruana, cohabita exitosamente con la prosa: la narrativa y el ensayo.  Y se discute aún, dentro de un escenario de autores dispersos que aparecen en breves  y discutibles antologías, a las que probablemente tienen acceso cualquier despistado lector, algunos ven esta realidad representativa de su prestigio nacional y regional como algo exótico, un suceso anecdótico, un episodio folklorizado, que impide todavía ver la verdadera dimensión real de su importancia.

La poesía piurana actual es una de las más importantes representaciones poéticas regionales de nuestro país. No sorprende por eso, este conseguir atraer nuevos lectores, saber de su tremendo prestigio, de la dimensión inmensa y espontanea  de la extensa producción poética de los vates piuranos.  Esta especificidad de su centro de gravedad que empezó en la modernidad con Carlos Augusto Salaverry, esgrima de su prestigio literario, es dueña de un conjunto de poetas y escritores que dominan esta “oralidad” moderna y postmoderna.   En la poética piurana se ha desarrollado una acción didáctica, que tiene una enorme fuerza literaria que viene desde lo popular y que se manifiesta en mitos, cuentos, poemas orales, leyendas, tradiciones, chismes, anécdotas, creencias, cumananas, toda una trasmisión de conocimientos y costumbres que se han venido realizando en el transcurso del tiempo social  originario y en la historia del desembarcadero piurano. 

ARMANDO ARTEAGA