BRAULIO QUIROGA
Y
LA ESTACIÓN DE LOS SUEÑOS TRASCENDENTES
Los poemas de
Braulio Quiroga tienen casi siempre el rumor de las olas marinas rozando muchas
veces el punto de sal y la proyección del sol en el paisaje del desierto
piurano, donde suele morir el tiempo hechizado de la experiencia humana y el
“buen vivir” de los hombres sencillos de Sechura.
El poema a su padre
es una búsqueda por explicarse como se mueven los afectos familiares en el
sueño de las cosas, relativas en el
tiempo y en el universo horizontal del trabajador piurano: campesino, o
pescador, artesano o padre de una numerosa familia, tal como se desarrolla la convivencia del patriarcado, y como suele ser la vida familiar de la gente
humilde de Piura. El poeta extraña la imagen del padre (que no se sabe hacia
donde ha ido con el transcurrir del tiempo histórico). Uno sabe que la imagen
paterna familiar permanece perenne en la memoria y en la imaginación del
hombre-infante, aún cuando envejecemos en el duro trajinar del quehacer humano
de los caminos vividos.
La nostalgia estudiantil
universitaria y sanmarquina, es otro tema que aborda desde la descomodidad urbana limeña, que en determinados momentos transita en sus
poemas, va desde ubicar el contexto político de izquierda hasta el detalle de
ganarle a la adversidad del día a día: los dilemas de la convivencia social,
por “asir” las bondades del “burro” (el
ómnibus que llevaba a los universitarios desde el Centro Histórico de Lima, de la
avenida Roosevelt hasta la ciudad
universitaria.
El humor piurano
-constante o en “leid motiv” por
excelencia de todos los escritores piureños-
se desborda y se expresa aquí también como un reclamo alegre, al no
dejar pasar para nada las ocurrencias del transito urbano de la capital en
contraste con el transito rural de la provincia, espontaneidad notoria y
resaltante de nuestros piajenos piuranos transformados en la imaginación del
poeta en móviles urbanos (de juguetes lúdicos)
entre conflictos que desplazan a la masa estudiantil, la puesta en
escena de diversos escenarios que se mueven, o cambian, en la imaginación
resultante del paso de un espacio a otro, entre la tradición y la modernidad; y
creo que la metáfora del equino empleado como bestia de carga funciona
risueñamente como una expresión del poeta de su franca piuranidad como un
regalo de ingenio literario. Teodoro
Garcés Negrón explicaba en su Romancero Piurano que el escudo de la tierra de
Grau y Merino tiene bien ganado tres imágenes que explican semióticamente para
definir en síntesis la idiosincrasia de un pueblo: el algarrobo, el piajeno y
un bandolero.
La tradición
literaria de Braulio Quiroga viene con matices de varios maestros que han
desarrollado la poesía social, de la expresión ferviente de Emilio Saldarriaga,
del lenguaje fabril de Leoncio Bueno y Víctor Mazzi, tiene de ellos la visión
poética-política que pretende comunicarnos siempre un suceso de
disconformidad. Braulio Quiroga tiene la
visión espontanea de una poesía descriptiva que aborda con galanura el drama
social, desde el gesto “sencillo” busca la aparente formalidad de las
paradigmas que traen sus imágenes de
connivencia social y de contemplación individual sobre la vida, para proyectarlas en una
pantalla social que es lo que le interesa subrayar al poeta. Sus imágenes nos devuelven la belleza de las
cosas simples vividas por nuestros paisanos piuranos, donde el poeta agradece
galano y a contratiempo el desborde de su piuranidad. Se complace en
administrar y en convivir su experiencia humana vivida.
El poeta discrepa
por momentos con la “pureza” de la
poesía, por eso le da un contenido “social” explicito, que es de un tono
elegante, no es de ninguna manera áspero, al contrario, tiene una oralidad y un
discurso narrativo-poético a contrapunto. Es una poesía llena de nostalgia, de
firmeza individual y de contenido ético.
Desdice lo grotesco que suele tener la vida en algunos momentos, toma
distancia del contexto político fácil, su fuerza está en la decisión de la
expresión libre de sus convicciones, su belleza: en creer que existe todavía un
futuro mejor para la vida de los hombres.
El panorama
literario que corresponde a Braulio Quiroga se enmarca en el más amplio y
diverso territorio de la piuranidad. Sigue el transe del esplendor de la oralidad
de los tallanes, los vicús, los guayacondos y los guancapampas, y toma
“palabras” del habla popular del pueblo piurano. Su poesía continúa y recoge la integración de
un lenguaje para la enseñanza, y tiene
mensajes de alto tono sonoro para una esperanza de mejores condiciones de niveles de vida.
Al poeta Braulio
Quiroga hay que leerlo y ubicarlo dentro del panorama de la poesía
piurana. La poesía piurana ocupa un
amplio y diverso territorio, aparece en este discreto espacio cultural como un
apéndice de la literatura peruana, cohabita exitosamente con la prosa: la
narrativa y el ensayo. Y se discute aún,
dentro de un escenario de autores dispersos que aparecen en breves y discutibles antologías, a las que
probablemente tienen acceso cualquier despistado lector, algunos ven esta
realidad representativa de su prestigio nacional y regional como algo exótico,
un suceso anecdótico, un episodio folklorizado, que impide todavía ver la
verdadera dimensión real de su importancia.
La poesía piurana
actual es una de las más importantes representaciones poéticas regionales de
nuestro país. No sorprende por eso, este conseguir atraer nuevos lectores,
saber de su tremendo prestigio, de la dimensión inmensa y espontanea de la extensa producción poética de los vates
piuranos. Esta especificidad de su
centro de gravedad que empezó en la modernidad con Carlos Augusto Salaverry, esgrima
de su prestigio literario, es dueña de un conjunto de poetas y escritores que
dominan esta “oralidad” moderna y postmoderna.
En la poética piurana se ha desarrollado una acción didáctica, que tiene
una enorme fuerza literaria que viene desde lo popular y que se manifiesta en
mitos, cuentos, poemas orales, leyendas, tradiciones, chismes, anécdotas,
creencias, cumananas, toda una trasmisión de conocimientos y costumbres que se
han venido realizando en el transcurso del tiempo social originario y en la historia del
desembarcadero piurano.
ARMANDO ARTEAGA