LA REALIDAD PÒETICA DEL JUEGO/
ARMANDO ARTEAGA
Una sala, algo oscuro, en donde estoy sentado
Solo, mirando la calle a través de la ventana
El 69 fue un año de rupturas esenciales
Hice la mochila y me largue de la casa
Me fui a mirar el mundo: Y, aquí estoy
Nuevamente mirando la calle a través de la ventana
Aunque es otra la sensación del tiempo perdido
El otoño del 69 fui abrazado por una muchacha flaca
Me daba vergüenza y no sè què sus huesos popotitos
Tirados a la fosa común de una cama sucia
Un cuarto prestado, un sillón destartalado
Me acuerdo. El 69, buena pose, al ritmo de nuestros cuerpos
Para empezar aprender el amor, dando vueltas
En la cama, en la arena, en la parte de atrás
del taxi, cruzando el túnel de la herradura
buscando la felicidad nunca encontrada.
Las cosas se invirtieron en el espejo de tantas dudas
o, en deudas con el amor. El 96, estábamos de cabeza:
Ella leyendo a Winnicott. Y, yo
entre la realidad y el juego
El 69 me hice poeta para toda la vida.
Solo, mirando la calle a través de la ventana
El 69 fue un año de rupturas esenciales
Hice la mochila y me largue de la casa
Me fui a mirar el mundo: Y, aquí estoy
Nuevamente mirando la calle a través de la ventana
Aunque es otra la sensación del tiempo perdido
El otoño del 69 fui abrazado por una muchacha flaca
Me daba vergüenza y no sè què sus huesos popotitos
Tirados a la fosa común de una cama sucia
Un cuarto prestado, un sillón destartalado
Me acuerdo. El 69, buena pose, al ritmo de nuestros cuerpos
Para empezar aprender el amor, dando vueltas
En la cama, en la arena, en la parte de atrás
del taxi, cruzando el túnel de la herradura
buscando la felicidad nunca encontrada.
Las cosas se invirtieron en el espejo de tantas dudas
o, en deudas con el amor. El 96, estábamos de cabeza:
Ella leyendo a Winnicott. Y, yo
entre la realidad y el juego
El 69 me hice poeta para toda la vida.