FILME DEL 333 /
Armando Arteaga
ASIR (unas tras
otras) esas palabras vagabundas
como buscando putas de la calle
del muro rojo, del
barrio rojo:
aunque el adolecente tierno se levante la solapa
de la canadiense para evitar el frío,
después de resolver mil problemas del Baldor,
e imagine este Filme del 333
con un final feliz “a lo Fellini”: el poema
debe ser pintura blanca arrojada por un pintor abstracto
sobre el muro rojo, con mujeres bellas del Vogue
y viejas chuchumecas, zorras plateadas, sofisticadas literatas
saliendo del cementerio El Ángel
y globos amarillos por el cielo azul, de un final de fiesta
y un paneo perfecto, sobre
el pudor del adolecente
que adolece de punishment
familiar,
nada de salsa de tomate,
visión amena del neo-realismo italiano en Malambo Chico
y algo de sentimiento de culpa en el adolecente
por andar oliendo a rouge
de putas, chicles
y cigarros baratos,
casi persiguiendo el gato negro de la duda:
con una botella de leche Upa al taciturno amanecer
y una mujer de la vida alegre bailando mambo en La Fontana.