LA LITERATURA FANTASTICA DE FELIPE BUENDÍA
ARMANDO ARTEAGA
Abriendo cualquier escenario natural donde
está inmerso el hombre y su cultura, el
efecto fantástico aparece de la duda que
surge para una explicación de lo natural y para una explicación de lo sobrenatural,
de la magia y el mito de los acontecimientos narrados.
El hombre, desde siempre, es un narrador
empedernido, pues, su destino ha sido
siempre habitar el espectro de lo natural, e ir hacia lo imaginario. Pero, he de referirme, esta vez, que el viaje
es por los caminos de la literatura fantástica, y en especial hurgaré a través
de la obra narrativa del escritor limeño Felipe Buendía.
Felipe Buendía
Uno no puede dejar de pensar en aquella frase
entrecortada de Jorge Luis Borges que define la propia naturaleza del “factor”
fantástico que vamos a enfrentar –siempre- ante cualquier relato extraído de la
realidad, y que brota de la sabiduría borgeana de su “Libro de arena”: “No puede ser, pero es”. Y es que Borges, por admiración, y por su gran conocimiento en el tratado de lo
fantástico, es el recurrente autor al que
todos buscamos cuando se trata de abordar el tema de lo fantástico en la literatura.
No, por algo, se recurre siempre, para citar fervores y ocurrencias impávidas de
otros escritores consagrados a la certera “Antología de la literatura
fantástica” (Buenos Aires, 1940) de
Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y
Silvina Ocampo): “Viejas como el miedo,
las ficciones fantásticas son anteriores a las letras”.
“Antología de la literatura
fantástica” (Buenos Aires, 1940) de
Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y
Silvina Ocampo)
Borges nos ha llevado de la mano por este
interés inmerso en lo fantástico de nuestra literatura en ya más de 60 años, que
no existe de veras critico interesado en la “ficción pura” que no se atreva a saltar la valla imaginaria
y borgiana, mejor si se ayuda de la caña para el salto en garrocha de instrumentos como: el
estructuralismo, el psicoanálisis, la sociología urbana, la estética de la
recepción, y lo deconstructivo. Delicias
para iniciados y profanos, en este tema de
lo fantástico que abrieron el debate, y
pasaron como cometas por la modernidad, lo mismo que para góticos y postmodernos.
Mucho se ha escrito, y se sigue reflexionando acerca de “la amenaza de lo fantástico” en esta “realidad cotidiana” cada vez más
cercana de la “ficción increíble”. Para empezar, en estos tiempos postmodernos,
nuestra realidad se está volviendo cada vez en algo de inmenso rigor fantástico
(más de lo que suponemos).
Cuando Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares
y Silvina Ocampo hicieron la “Antología de la Literatura Fantástica” (1940)
quedaron en el antecedente histórico de ser los pioneros, los primeros en
reunir a escritores tan diversos tales
como Ryunosuke Agutagawa, Lewis Caroll, Jean Cocteau, Julio Cortázar, G. K. Chesterton, James
Joyce, Rudyard Kipling, Eugene O´Neill, Saki, H. G. Wells, entre otros, donde
nos hablaron que “las ficciones
fantásticas son anteriores a las letras”.
El asunto de los “sobrenatural” poblaban ya
las páginas en el Zendavesta, en la Biblia, en Homero, y en Las Mil y una
Noches. Nos remontaron a los chinos y a
la oralidad de los pueblos más antiguos.
He allí el punto de apoyo donde se impulsa la fuerza antropológica que
abraca el interés ahora tan moderno por este tema de “lo fantástico”. Antes que
el miedo que suscintan estas narraciones fantásticas, interesa el misterio que
surge de sus hechizos y sucesos.
“Literatura
Fantastica” de Buendía
El efecto fantástico…, según Tzvetan Todorov,
en su “Introduction à la littérature fantastique” (Seuil, París, 1970), obra
fundacional para abordar el género de ficción,…”se impone de la vacilación de la duda entre una explicación natural y
una explicación sobrenatural de los hechos narrados”.
Cuando aparece el fenómeno de lo
sobrenatural, el tríptico es: narrador, personajes, y lector implícito, elementos
que resultan incapaces de discernir la representación de la ruptura de las
leyes del mundo objetivo, o si el suceso fantástico no puede explicarse por la
razón solamente, por la pura razón kantiana.
Otro acusador del “factor fantástico” es
Roger Caillois, en su “Au coeur du fantastique” (Gallimard,
Paris, 1960), advierte que “Todo lo
fantástico supone una ruptura del orden conocido, una irrupción de lo
inadmisible en el seno de la inalterable legalidad cotidiana”.
En resumen, para sintetizar, esta breve aproximación hacia una descripción
de lo fantástico, es como el “producto” de una retórica específica, el arte del bien
decir y con elegancia: un asunto de lo indecible, a opinión de Roger Bozzetto
en su ensayo “¿Un discours du fantastique?” (1990, l´Université de Provencé): “el texto fantástico sería el lugar donde lo
imposible de decir tomaría forma”.
“Antología de la literatura
fantástica” (Biblioteca del Estudiante Peruano, Ediciones del Ministerio de
Educación Publica. Volumen X; Lima, 1958) y otras antologías...
Muchos son los “convencidos” que lo
fantástico en la literatura peruana empieza con la “modernidad truculenta” en
la narrativa de Clemente Palma y con el “suspense andino” de Enrique López Albújar, pero yo creo que lo
fantástico viene desde la oralidad
nativa incaica de mitos y leyendas, y
pasa por algunos paginas antropocéntricas de cronistas renacentistas y
medievales “del dolce stil nuovo”, que a mi entender ya contaban “mentiras” que
se han ido convirtiendo en “verdades”.
Dos antecedentes se dan como hitos
benevolentes de aproximaciones al tema de la literatura fantástica en nuestra
literatura. En primer lugar, la publicación de “Antología de la literatura
fantástica” (Biblioteca del Estudiante Peruano, Ediciones del Ministerio de
Educación Publica. Volumen X; Lima, 1958), que no tiene autor de selección y de
notas; se presume que el tema de lo fantástico era parte del dominio publico
literario limeño, en paralelo con la movida literaria surrealista de ese
momento.
Esta “Antología de la literatura fantástica”
(Lima, 1958) me parece muy buena, el anónimo posible recopilador es alguien que
dominaba el tema, aunque con ciertas suspicacias, muy cerca de su afición por autores
extranjeros como Wu Chéng-En, Ah´Med El Qalyubi, G.K. Chesterton, Edgard Allan
Poe, Franz Kafka, Marcel Schowob, Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges y Julio
Cortázar.
"Cuentos de Laboratorio", segunda edición
Lo importante de esta “Antología de la
Literatura Fantástica” (Lima, 1958), tan fantástica: sin autor
determinado (aunque Ismael Pinto ha corroborado a Luis Jaime
Cisneros como el responsable editor de
esa colección), es que entre los autores
peruanos incluye “Levitación” de los
“Cuentos pretéritos” de Manuel Beingolea (1875-1953), “La aventura del hombre
que no nació” de Clemente Palma (1872-1946), “El alfiler” de Ventura García
Calderón (1887-1942), “Los ojos de Judas” y “El hipocampo de oro” de Abraham
Valdelomar (1888-1919), “Mas allá de la vida y la muerte” de César Vallejo
(1892-1938).
En segundo lugar, la publicación de “Cuentos” (Ediciones Peruanas Simiente, Lima, 1960), Selección de Ricardo Martínez Green, posiblemente un seudónimo, donde lo fantástico asoma risueñamente con Antón Chejov, Graham Greene, Juan José Arreola, Jules Supervielle, y entre los peruanos: José Durand y Eleodoro Vargas Vicuña, donde lo fantástico aparece y desparece tangencialmente.
En segundo lugar, la publicación de “Cuentos” (Ediciones Peruanas Simiente, Lima, 1960), Selección de Ricardo Martínez Green, posiblemente un seudónimo, donde lo fantástico asoma risueñamente con Antón Chejov, Graham Greene, Juan José Arreola, Jules Supervielle, y entre los peruanos: José Durand y Eleodoro Vargas Vicuña, donde lo fantástico aparece y desparece tangencialmente.
Creo que uno de los pioneros del Siglo XX al
habernos introducido –orgánicamente- en
el tema de la literatura fantástica es Felipe Buendía, son testimonios de esta
hazaña: entronizada y vanguardista de la expresión de lo fantástico, los tres pequeños tomos de su “Literatura Fantástica”
(Primer Festival de Literatura Fantástica, Ediciones “Tierra Nueva”, Tomo I, II, III; Selección y
Notas de Felipe Buendía; 1959).
Lo fundamental de esta “Literatura
Fantastica” de Buendía es que aborda el tema de la teoría de lo fantástico: “Un cuento es “fantástico”, cuando el autor,
(ni el editor ni el publico ni la crítica) y sólo el autor cree, (y únicamente
en el momento de la creación esta creencia es perfecta) que es cierto el hecho
sobrenatural que afirma”.
En el Tomo I, de “Literatura Fantástica”, Buendía aborda los
cuentos de autores peruanos: “El Príncipe Alacrán” de Clemente Palma, “Las
campanas” de Alberto Wagner de Reyna, “Señoras y señoritas” de Gustavo Pineda
Martínez, “La ley del zapatero” y “Los funerales del aviador de juguete” de
Luis León Herrera, “El baúl” de Felipe Buendía, “La insignia” de Julio Ramón
Ribeyro y un conjunto de relatos de mini ficción del propio Buendía.
En el Tomo II y III, Buendía
universaliza lo fantástico, aborda y selecciona
los siguientes textos: “El diablillo de la botella” de Robert Louis Stevenson,
“El buque fantasma” de Guillermo Hauff, “El hombre que perdió su sombra” de A.
Von Chamisso, “El paraguas” de Charles Dickens, “Rip Van Winkle” de Washington
Irving, y “La nariz” de Nicolás Gogol.
Felipe
Buendía fue uno de los escritores más representativos de la Generación del 50,
y conocido como escritor de literatura fantástica, cuando volvió de Europa
publicó “Teología del sol” (Paris, 1952), novela-poema de Felipe Buendía, que
es una especie de “Nadja” de André Bretón. En esta propuesta literaria se
nota el mejor momento de la escritura surrealista de Buendía.
“Teología del sol” fue escrita en Paris
Originalmente “Teología del sol” fue escrita en Paris
y dedicada a Carlos Rodríguez Saavedra: llevaba otro titulo y quizá otro
asunto, luego fue rehecha en Lima a base de la misma sintaxis y guardando su
calidad primigenia posiblemente distinta pero fiel. Carátula de Bracamente.
Una rareza literaria, publicada en mimeo, en esta novela-poema “La teología del
sol” se ve su verdadero talante literario, haciendo una estupenda escritura
automática, tal como quería Bretón y los surrealistas.
Es obvio, para los que conocen la narrativa
de Buendía, saben de su itinerario por el surrealismo, y que, también
hizo narrativa en este estilo y contexto. Aquí observamos los mejor de la prosa-poética de
Buendía (el agitador literario de “La conspiración del silencio”, esa columna
periodística leída por mí desde mis tiempos de colegio):
“Aguas de
otra manera traslúcidas y penetrantes
como el acero,
aguas Bahamas
aguas bermudas
bahías abiertas a la pasión
americana, el músculo negro que busca monedas en las fauces de los tiburones,
la garganta que modula el ritmo de palmera, la piel, la futa, el estertor, la
secreta oración de las colinas, y finalmente la boca que expele esa cadencia de
caderas, el oído de nácar, secretamente dicho, la pupila”.
Tuve la suerte de compartir muchas conversaciones de
café con él, y ambos alternábamos y escribíamos nuestras opiniones
periodísticas durante muchos años en el diario Expreso. Buendía ha sido además
un escritor muy prolifero, escribió teatro, hizo cine y artes visuales:
pintura.
Para abordar
con mayor certeza lo propiamente fantástico en la narrativa de Felipe Buendía, haré
referencia a dos artículos periodísticos de Buendia publicados en el diario
Expreso, lamentable los archivé sin fecha, pero estoy seguro son
publicados entre 1968-1970: “El retrato
de una dama” (La novela perfecta) acerca
de Henry James, donde podemos encontrar la pasión literaria de Buendia por el
autor de “Otra vuelta de tuerca”; y
“Bartebly, el cuento perfecto” acerca de Hermann Melville, donde Buendía
confirma su predicción por los “Cuentos del mirador” y por el celebérrimo “Moby
Dick”, su afición desbordante por el “Ulyses” de Joyce y su afición por el
jubileo joyceano en Dublinenses, por la narrativa de Conrad, Stevenson y London, por las ambientaciones de Hemingway,
su furor por Hawthorne y Twain; lo mismo que su afinidad borgiana de cierto gusto por la
literatura inglesa y norteamericana, a pesar de ser desde sus inicios un gran lector y conocedor de la
literatura francesa.
Buendía y
otros escritores, narradores fantásticos de su tiempo
Para
comprender mejor el contexto de la narrativa fantástica de Buendía se puede
abordar también la “Antología del cuento fantástico peruano” (Lima, UNMSM; 1977) de Harry Belevan, que es estrictamente uno de los mejores
trabajos que abordan la “tradición fantástica peruana”, lo mejor de la expresión
fantástica nacional, donde por supuesto destaca “El baúl” de Felipe Buendía. De lejos es el más destacado trabajo de
recopilación de la narrativa fantástica peruana, hay que destacar también que Harry Belevan es un experto
conocedor del tema, anteriormente había publicado su “Teoría de lo fantástico”
(Barcelona, Anagrama, 1976), libro en donde Belevan profesa la esencia
formativa, simbólica y reveladora de lo fantástico, argumentando por la “insólita
ambigüedad” que se esconde en la
realidad misma.
Para abordar
la narrativa fantástica de Buendía hay que aproximarse a su obra fundamental en
narrativa: “Cuentos de laboratorio” (Lima, 1976) y una segunda edición (Lima,
1987), narraciones donde “la naturalidad y el barroquismo se entrelazan
desprendiéndose de una especie de suero fantástico que no puede ser
contabilizado”, explica su editor.
Dedicatoria de "Cuentos de Laboratorio"
No solo “El
baúl” y “La espera” son piezas maestras de la narrativa fantástica de Buendía;
“El lavador de cadáveres” me parece una ficción estupenda donde el tratamiento
de la inocencia jamesiana deslumbra a través de la expresión emotiva del
narrador; a través de retazos de frecuencias, y de olvidos a manera de
racontos, e intuitivas descripciones de la propia realidad mezclada con la
irrealidad de las cosas, y una gran descripción de los personajes, donde
aparecen entre otros personajes de ficción: amigos de carne y hueso, Guillermo
Mercado y José “Zambo” Tang. En “Los
ropavejeros” relata la increíble miseria humana, el destino de la voraz
ambición personal, el lucro y la fatalidad terrestre.
Por último, ibídem, frente a la historia y al iceberg de la memoria: diré, que, la narrativa fantástica de Felipe Buendía, así como toda la obra en general de este destacado escritor peruano de enorme investidura literaria, merece una mayor atención: a su mirada artística y literaria, de parte nuestra. La arcadia limeña de su tiempo condenó a la invisibilidad a Buendía (nuestro artista y escritor contestatario), porque fue un militante de “la conspiración del silencio”. No sigamos esa ruta conformista del infame tiempo (de los felices que todo lo olvidan). Felipe Buendía, es una de los más grandes escritores de la generación del 50, que militó en el surrealismo, y que ha otorgado un irrebatible prestigio a la literatura fantástica peruana.
Buendía, 1976, INC.; presentación del libro "Cuentos de Laboratorio"