diciembre 22, 2007

LA CASA Y LA HOJARASCA Y OTROS RECUERDOS DE JUAN CARLOS LÀZARO/ ROSINA VALCÀRCEL

LA CASA Y LA HOJARASCA
Y OTROS RECUERDOS
DE JUAN CARLOS LÁZARO











Por ROSINA VALCÁRCEL




Abril me sorprende gratamente con La casa y la hojarasca, (ECO, 2001) de Juan Carlos Lázaro (Lima, 1952) a quien conozco en San Eugenio el año 1970 cuando es alumno de la Gran Unidad Escolar Melitón Carbajal; gana los Juegos Florales, tiene 16 años, una extraña sonrisa bella y un puñado de versos inéditos. Él busca a mi padre, le pide mi dirección y vuela. Toca el timbre, pregunta por mí, con mi traje de gitana y mis cabellos al viento cálida lo recibo, y como muestra de simpatía voy al fondo, busco a mi hijita de 2 años se la presento. La belleza es convulsiva (Breton). Él habla de Kachkanirajmi, me deja sus manuscritos y sale disparado. Se pierde en largas caminatas y extravíos durante tres décadas.Entonces, felizmente, su hermano Luis Alberto (docente universitario) le nutre de libros. Desde los 22 años trabaja en Equis X, La República, Caretas, El Sol, Síntesis y Exportar, y él es reconocido como periodista político. En poesía publica Las Palabras (1977) y en Gris amanece la urbe del hambre (1987). Autodidacta por temperamento y cierta misantropía que cultiva adrede, hace poca vida literaria, aunque aprecia a algunos artistas coetáneos como Armando Arteaga y Nelson Castañeda a quienes conoce en el Palermo, cuando estaban en el afán de lanzar Aloysius Acker, una revista de ruptura en homenaje a Adán; y estima al escritor Paco Tumi, pero vive apartado: --"No tengo nada contra la gente, también la soledad es un gran gozo, si la eliges, es un espacio propio, íntimo, que uno lo toma como un gabinete de experimentación, meditación y creatividad". Escorpiano como Picasso, Ezra Pound y Rodolfo Hinostroza; para él lo que cuenta son los poemas que nos remiten a los autores, entre ellos valora tanto a Adán y Westphalen como a Elliot y Seferis, pues exploran el alma, el subconsciente, territorio rico para el descubrimiento de lo humano. También valora la poesía de Gustavo Valcárcel y Juan Gonzalo Rose. Le gusta el jazz y Rembrandt, Van Gogh, Picasso y Lucien Freud, nieto de Sigmund, pinta grotescas escenas de las vidas privadas: "es el Humareda del primer mundo".La casa..., reúne una labor de más de un decenio, donde cada estancia del libro está referida a diversas experiencias que le suceden, pero que apuntan fundamentalmente a indagar en la intimidad y subjetividad humana, arte de interrogaciones. Supera la dicotomía poesía pura-poesía social al fusionar con fortuna lo cotidiano y lo histórico, lo íntimo y lo colectivo. ("Eso tiene que ver con mi formación política, mi identificación con el trotskismo histórico, aquel que acogía al surrealismo y al sicoanálisis, como aportes revolucionarios, ...estoy inoculado contra el panfleto", declara). Hallamos como constantes, la desubicación, lo absurdo, la incomodidad, la fuga, la huida, la evasión de la cotidianeidad en términos recusatorios.

Juan Carlos emplea una acidez cínica para fustigar al lector. Acaso, por ello Francisco Tumi en agudo prólogo advierte que Juan Carlos Lázaro "tiene las herramientas clásicas de la poesía: buen oído, imágenes reveladoras y, sobre todo, una vieja y entrañable relación con las palabras. Todo ello puesto al servicio de un contundente testimonio personal sobre el exilio interior y el desasimiento individual, tópicos que se ponen de manifiesto desde la primera página del libro. La casa y la hojarasca indaga en el sentido de la existencia y en el sentido de los actos humanos". Qué dicha y qué dolor leer la poesía de Lázaro. La naturaleza le de 100 años de vida, amor y creación. No tardes Juanka, no tardes.


Juan Carlos Làzaro, la casa y la hojarasca.











RV. (Lima, Pando, otoño, 2002, primera versión, inédita, se entrega a sugerencia de Jorge Nájar. a la fecha JCL ha obtenido premios, ha lanzado revistas y otras botellas al mar; a la espera de las gatas de Angora que huyeron una noche limeña hace tres años).