junio 29, 2013

Recordando a don Felipe Buendía / María Luz Crevoisier

Recordando a don Felipe Buendía
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María Luz Crevoisier. Periodista

Nuestras artes. Buendía fue un animador cultural que desapareció hace poco más de una década. Dedicado a múltiples géneros artísticos, dejó tras de sí un legado caracterizado por un profundo amor a la ciudad que lo vio nacer y que le inspiró varias de sus obras.

Lima será siempre el centro de nuestros sueños, de la nostalgia o pesares, pero jamás de nuestra indiferencia. Tiene y tuvo sus detractores, como Concolorcorvo, Ricardo Palma, Sebastián Salazar Bondy, César Moro o el mismo escritor norteamericano Henry Melville, al decir del escritor chalaco Eduardo Arroyo; pero en contrapartida también sus grandes cantores, así como los compositores criollos Chabuca Granda, Alicia Maguiña, Luis Felipe Pinglo o el cronista Alfonso Mejía "El Corregidor", además de otros, entre los que contamos a don Felipe Buendía del Coral (1927-2002).

Buendía nunca quiso exiliarse de esta tres veces coronada villa, pues pese a que la ciudad iba ensanchándose hacia los conos, él, fiel a sí mismo, se quedó viviendo entre Barrios Altos y el Rímac, para perpetuarlos en bellos dibujos, acuarelas y óleos o encantadoras semblanzas como Por la subida de Santa Ana, fechada el 10 de diciembre de 1988 en La Crónica, además de otras en diferentes diarios.

Cariño al terruño

Esta fidelidad lo llevó a tratar de vivir todas las vidas, pues transitó por la poesía, canto, baile, narrativa y pintura –generalmente paisajística–, en los que desplegó quizá su mayor destreza. También incursionó en el teatro y el cine, poniendo la misma pasión en todas estas esferas de la creatividad.

Lima fue el eje central de su existencia viajera, pues se iba y regresaba para dedicarse a estos afanes y a la tertulia o bohemia, como lo testimonian quienes fueron sus compañeros en esas memorables reuniones en algún café de la plaza San Martín. 

A once años de su fallecimiento, sus amigos de entonces hicieron un recuento de su vida y obra en el homenaje y coloquio A mi Lima, que se realizó hace unas semanas en el Museo Metropolitano de Lima y que organizó el municipio limeño.

Sentido homenaje 

Entre estos ponentes estuvieron el periodista Ismael Pinto, quién señaló que pese a que la obra de Buendía es profusa, no está catalogada en ninguna reseña o enciclopedia. En el recuerdo Por su parte, el periodista Manuel Velásquez Rojas hizo una semblanza de Buendía, señalando que como cineasta es el creador de la escuela limeña. El psiconanalista Max Hernández mencionó que su obra teatral Cuando el sol se apaga fue el intento de este autor esencialmente surrealista de teatralizar el trauma de Cajamarca.

El escritor Armando Arteaga, amigo de esas inolvidables tertulias de café que el internet y el celular están dejando de lado, habló de la literatura fantástica de Buendía, que lo acercan a la ciencia ficción, como la que practicaran José Adolph y Clemente Palma. 
Este simpático e informal evento contó con la animación de sus hijos, el también escritor Bruno Buendía Sialer, quien realizó un profuso trabajo de recopilación de  los escritos de su padre,  que serán editados próximamente con el título A mi Lima,  y Carla, quien proporcionó valiosos datos complementarios. 

Adelantó, por ejemplo, que está por reeditarse El baúl y Meredí, texto que mereció el premio de cuento del Ateneo de La Laguna Tenerife (España) y que fuera publicado en 1984.

Obras

l Algunas obras suyas son la novela poema Teología del Sol (París, 1952) y La tragedia de Petrópolis (1941).
También escribió la obra Las nuevas galas del emperador (1960) y el libro Cuentos de laboratorio (1976).


Publicado: 29/06/2013 
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Diario El Peruano