HUMOR E IRONIA
EN LA POESIA
DE
AUGUSTO FEIJÓ SÁNCHEZ
Por Armando Arteaga
Después de la crisis espiritual que produjo en Europa la Primera Guerra Mundial, el vanguardismo aparece como la respuesta más coherente de los artistas y escritores contestatarios, significó el cuestionamiento a las instituciones sociales vigentes, y a la compostura de la vida misma a través del arte y la literatura; así como un cambio o una revolución en las diversas manifestaciones culturales.
En el Perú, el movimiento vanguardista empieza en la década de 1920 a 1930, y hasta nuestros días tiene adeptos y seguidores. El vanguardismo, entre nosotros, expresa la realización de diversas tendencias literarias, donde cada uno tiene sus propias definiciones, expresiones y “manifiestos”.
No extraña por eso, que, Julio Ramón Ribeyro en sus “Dichos de Luder”, pequeñisimas piezas literarias, casi joyas, de gran sabiduría, también, entre otros, un francotirador, enfiló sus dardos para con la vanguardia y los vanguardistas:
“-¿Qué opinas de la vanguardia?- le preguntan a Luder.
-¿La vanguardia?. No tengo nada que ver con el arte de la guerra.”
Con mucha ironía, y sentido del humor, insiste en la crítica a esta actitud de protesta y denuncia social a través de la literatura. Ribeyro es un escéptico, un escritor que detestaba los “manifiestos”, pero mira con mucha inteligencia el posible y el desabrido futuro “iconoclasta” de los vanguardistas:
“-Nada, absolutamente nada compensa el sacrificio de la vida de un adolescente- dice Luder-. Por eso aborrezco a esos profetas endemoniados que conducen a toda una generación de jóvenes al martirio: Para ellos, sólo para ellos, habría que rescatar los castigos crueles que inventaron los antiguos: ahorcarlos con sus propias barbas y entregar sus restos a la voracidad de los cuervos.”
Ironía, en Ribeyro, que Mario Vargas Llosa a destacado en un artículo periodístico de antología: “Un champancito, hermanito”, sobre la intromisión de lo huachafo en nuestra cultura peruana. Allí, Mario Vargas Llosa, expresa, que Ribeyro nunca hizo ninguna concesión a “lo huachafo” en sus cuentos, caso raro, que en el dosel cabalgado de un escritor peruano, esta actitud, lo llevó casi a la “extravagancia”.
Pero, otra “extravagancia” en la literatura peruana y piurana, son los “Versos del P. Lau” de Augusto Feijó Sánchez, raro y temido escritor de la década del 50.
Piura tiene un abundante conglomerado de escritores que en sus obras expresan un compromiso con el humor y la ironía de la vida. Escritores que van de la talla universal e internacional como Luis Felipe Angell “Sofocleto” hasta costumbristas y localistas, nunca indispensables, algunos escritores menores, de poca cuantía, que han desarrollado esta alternativa literaria del humor y la ironía, que pertenecen a este genero abundante y exagerado de la picardía piurana, que los transforma en cuasi “huachafos”.
Estos “costumbristas locales”, no que han “traído de los cabellos” la presencia de lo “huachafo” y/o han exaltado las formas más sutiles y barrocas de la “huachaferia piurana” en nuestra literatura regional, sino que, es algo muy inerte en el ser -tan singular- del hombre piurano, y que merece –tal idiosincrasia- ser tomada en cuenta. Desde aquella famosa aseveración de “lo huachafo”, debida al lingüista y humorista Juan de Arona, quien fue el primero que tipificó este “leid-motiv” en los costumbristas, como un típico fenómeno cultural y una “manera de ser” en la vida nacional, muy impregnada en el alma y en “el laberinto de la soledad” del cholo peruano y piurano, como una “expresión nativa” de nuestra literatura: la choledad, y en sus diversos matices regionales, como también ha sido la influencia y la tendencia del tema del “bandolerismo” en el devenir histórico, y en el otro “dimensionamiento” cultural del costumbrismo: esa “exagerada” manera de ver las cosas con mucho sentimiento de “humor e ironía” en Piura. Los escritores de la “picaresca piurana” nunca han tenido ningún temor en ser entendidos como tales, al contrario, se han multiplicado como moscas y cucarachas en la miel del lenguaje satírico.
La sátira viene desde tiempo atrás, el aire zumbón y socarrón de Palma, y la corrosiva crítica social desde Segura, Pardo, Yerovi, hasta Adán Felipe Mejía “El Corregidor”, tienen un gran sentido del humor ante los vicios y virtudes de la vida nacional , y del “horror al ridículo”. Por eso están, en sus escritos, todo el día, como el piurano Augusto Feijó Sánchez, mirándose en el espejo de lo social, para reírse de lo ridículo que se ve la vida normal de los hombres, la pedantería de los individuos. Ni sencillos, ni grandilocuentes, son inútiles todos los gestos “chaplinescos” de los hombres más destacados y de los individuos de todas las clases: la aspiración por la búsqueda de lo perfecto y la seriedad en esta búsqueda como destino existencial y filosófico del hombre, es siempre igual, hacer el ridículo.
Feijó Sánchez, es un poeta al que por falta de instrumentos para analizar sus “Versos del P. Lau” uno puede dejar de tener en cuenta; por momentos, parece un costumbrista pequeño, pero no. Su obra produce un gran estremecimiento, en el sinsentido y en la sintaxis de las cosas, maneja con mucha maestría el idioma, incorpora nuevos giros del habla popular, y tiene una enorme profundidad filosófica, cierta sabiduría –de moral universal- que poseen los hombres sencillos. Nos mete a todos en la canasta de su desprecio: campesinos, pescadores, vecinos, profesionales, burócratas, políticos, todos están llenos de defectos como tales, mortales e inmorales, nadie se salva del “hazme reír” de su propia visión desde donde es posible entender la propia “ironía” del hombre piurano.
Para muestra, de los que estamos diciendo, nos basta el botón de su “Poema vanguardista” donde se aprecia la más dura crítica a cierto intelectualismo barato que asumen algunos poetas:
Me place en todo lo que escribo
emplear el lenguaje más sencillo.
No me cuadra el modernismo literario,
Más no importa tentar, darme la pista,
-con ayuda de mi viejo diccionario-
de espetarles a mis dóciles lectores
un poema de corte vanguardista:
¡Oh! Ecléctico bípedo sapiente,
en millones de trillones
de milenios,
con Minerva, de auriga, descubriste
al fin... los electrones.
¿Hasta donde se atreve tu jactancia?
Megalómano: ¡detente! Suceda de repente,
Lo mismo que a Luzbel,
Y con toda tu infusa
No llegues ni a la “j”;
Pues Mefisto con tu atómica y tu “H”,
Fulmine ésta mísera Pelota.
¡Oh! Peripatético mamífero pensante;
que con Sócrates abrevas
la cicuta almibarada de la ciencia.
“Solo sé que nada sé” (frase inmortal)
y en verdad, que al final,
¡Nequaquam!
No sabes nada...
Si tampoco, lector, entiendes nada
de éste mi poema vanguardista,
dí: que hay fondo filosófico en lo escrito
que es GENIAL lo de “Cicuta almibarada”,
y veras que los vates de avanzada
te juzgan y te llaman ERUDITO.
La crítica a la postura “vanguardista” es ácida y corroe desde los propios desplantes del “modernismo literario” que Augusto Feijó Sánchez rechazó y detestó. Es curiosa, esta posición, que lo hace como poeta más interesante. Prefiere, el ridículo del “hazme reír”, prefiere ser un “poeta libre”, a ser uno más del “vanguardismo”, y eso lo salva del “parnaso” mediocre de lo nuevo -venido a menos- después de la primera guerra mundial, desde su particular punto de vista.
El libro “Versos del P. Lau” es un cuadrivio: Anécdotas, Chistes, Satíricos, y Fábulas, son los pilares que conforman y soportan la gravedad del peso literario de su edificio pesado. De aparente simplicidad, sigue la senda “a la manera de escribir” de la “época preclásica o heroica” de la literatura griega, los poemas están configurados para ser recitados por aedas. Como en la Iliada y en la Odisea de Homero, el poeta nos revela, a su manera, el recorrido de lugares donde se realizan las acciones de sus poemas o de sus andanzas, con gran unidad armónica, revelándonos a un bardo de mucha fantasía, de gran conocimiento de la idiosincrasia del pueblo piurano y de gran manejo de sus “modismos” hablados.
La sátira es su mejor dardo. Sorprende el empleo de todas las formas comunes de expresión, de estilos, donde suceden las anécdotas y acontecimientos, de toda clase de problemas, desde los más ridículos hasta los más sobresalientes, donde pasa la existencia humana con sus vicios y virtudes, aciertos y desaciertos.
Creo que Augusto Feijó Sánchez se proponen en sus “Versos...” una actitud didáctica, donde se exhiben los grandes valores activos: éticos y morales, y donde se combaten también las flaquezas y vanidades humanas, por eso razón usa el chiste y la fábula.
Como en Hisiodo y Virgilio, el poema, en Feijó Sánchez, siempre tiene que proponer una enseñanza, es el punto de partida para otra visión de la vida. Sus mejores logros están en los epigramas que va sumando (verso a verso) para obtener el poema final e integrador, que casi siempre se traduce en esa inscripción lapidaria, o sepulcral, basada en los “sagrados” principios básicos de una nueva moral universal. Las innumerables fábulas de Feijó Sánchez son “libicas” o africanas, y de origen oriental, cuyos protagonistas son a duras penas “tristes fieras” de la fauna “piurana”; y las “carias”, parábolas de la acción humana y de contenido moral: con final de moraleja. Y, también, hay fábulas “sibaríticas” o “apotegmas”, de refinado gusto y muy severas para los críticos; más cerca de Fedro que de Esopo, usando la contraposición dual y el contraste, la tesis y la antítesis, verbigracia “El burro sabiondo”:
Un colegial descuidado
sus libros dejó en el prado.
Un Burro acertó a pasar
junto a los libros de texto,
y al instante pensó esto:
-¿Para qué tanto estudiar?
Estos cuadernos me trago
y así me convierto en sabio.-
Los papeles masticó,
y ante su gremio admirado,
orgulloso se anunció
cual asno docto, ilustrado.
Los caballos y juramentos,
las lecciones del sabiondo
esperaban muy atentos,
y, de súbito, orondo.
En vez de normal discurso,
Hace la mar de aspavientos.
Y en el crítico momento
Lanza un sófero rebuzno.
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Como el burrito del cuento
conocemos mentecatos
porque prosan adefesios
se suponen literatos.
La sátira es la mejor arma del poeta, busca el castigo moral sobre sus adversarios que son causantes de sus desdichas, contra los que ofenden la patria, llorados en la elegía, surge por eso la sátira. Arquíloco de Paros es el primer poeta satírico griego, el precursor del “yambo”, verso rápido e incisivo, asaz para la burla despiadada, esa es su verdadera tradición literaria. La sátira, a Feijó Sánchez, le ocasionó múltiples problemas para con sus adversarios, pero el poeta -sede de mucha grandeza espiritual- perdona las calumnias y agravios de los otros, su único afán es mejorar la vida, hacerla más bella y feliz.
Hay un poema maravilloso que nos recuerda la vida muelle y alcohólica del poeta piurano Joaquín Ramos Ríos en “ El Pagano” que es de un recurso histórico e histriónico, casi un retablo de “naturaleza muerta” sobre la vida agitada de las familias provincianas, acomodadas y decadentistas, de la relación paternalista entre un padre rentista y comprensivo, y la de un hijo derrochador, gitano y provocador. Una escena muy característica de los años cincuenta, parte de la vida social y literaria de Piura:
Tras muchos años de ausencia
en París, Munich, Berlín
regresó a su querencia
el exótico Joaquín*
Su padre era un señorón,
hombre rico y respetable,
por lo tanto, quiso darle
al hijo una profesión.
Mas Joaquín hizo la cuenta:
¿Por qué estudiar tanto libro
si vivir puedo tranquilo
disfrutando de mi renta?
Mi padre aunque inteligente
tiene otro punto de vista,
y yo pienso diferente
por ser poeta y artista.
-Tú lector ya te imaginas
que lo que Joaquín gastaba
en jaranas y cantinas,
don Enrique lo pagaba.-
Un día el bohemio estaba
hasta el tope de aguardiente,
y el padre que al Club entraba
le sorprendió frente a frente,
Y con paternal acento
reprendióle así al momento:
¿Por qué tomas, hijo, tanto,
y los que es aún peor
el día de Viernes Santo,
día en que murió el Señor?
Sal ya del Centro Piurano,
y en lugar de estar tomando,
debías estar rezando
por ser, como eres, cristiano.
El bohemio sin sentido
de tanto y tanto beber,
a su padre hizo saber:
“Soy pagano, y convencido,
pues he leído a Voltaire”.
Y respondióle el anciano:
“Mañana ¡Válgame Dios!
con las cuentas en la mano
ya verás quien de los dos
resulta ser el Pagano”......
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*Joaquín Ramos Ríos
Pero hay también en “Fábulas” algo más doloroso y bochornoso, y a la vez risueño, que gráfica la relaciones peligrosas entre periodismo y literatura, entre injuria y opinión pública, entre represión y perjuicios sociales, de donde siempre, sale airoso el poeta con aquella fina ironía que lo caracterizó:
EL BAÑO DEL AGUILA*
Una tarde de Marzo, calurosa,
bajó un Aguila altiva, majestuosa.
a bañarse en “El Piura” alegremente
De un árbol de la orilla, la serpiente,
enroscada, con envidia miraba
que el Aguila tranquila se bañaba,
y buscando pretexto que no falta
cuando quiere morder, del árbol salta,
y en tono descortés así le increpa:
“Si no lo sabe usted, pues que lo sepa
que soy madre de tres criaturitas,
de tres pobres, sencillas culebritas,
ofende la moral, le hace daño
que la vean calata así en el baño;
¿por qué osa bañarse así, calata
vil reina de las aves, mentecata?
¿no teme que la mate ave inmortal
si escupo mi veneno que es mortal?”
El Aguila escuchaba fríamente
Mirando con desdén a la serpiente,
Contestóle, después, con ironía,
¡Permíteme serpiente que me ría!
Y te atreves, atroz, ruin animal,
invocar el valor y la moral?
Aléjate de mí, bicho traidor,
no tientes mi paciencia y mi valor.
Y cogiéndola fuerte con el pico,
Le metió un picotón en el hocico.
La serpiente soplaba (cosa rara)
Limpiándose la sangre de la cara,
y se fue maldiciendo de su suerte
y jurando venganza hasta la muerte.
Pasó el tiempo, y artera nuevamente
al Aguila atracó la ruin serpiente;
le preparó, rastrera, una celada,
y la tuvo diez días encerrada.
Pudo ella castigar esa lisura,
pero sólo bajando de su altura;
mas un ave de raza no se ensaña
en estar picoteando una alimaña,
remontándose luego a su peñasco,
pues no quiso vengarse.... le tuvo asco.
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En Piura, en Pekín y en Las Balcanes
entre humanos hay casos similares.
* Transcribimos a continuación la nota publicada en “El Tiempo” de Piura, N- 8723, en Abril 30 de 1939, explicatoria de la Fábula intitulada “El Baño del águila”.
Nuevamente es hoy conducido a Lima, para tal vez afrontar un proceso por el hecho que no debió pasar nunca de un simple incidente casero, nuestro excompañero de redacción de “Bajo el Sol de Piura”, el popular Augusto Feijó, más conocido con el seudónimo de “P.Lau”.
Anoche estuvimos a visitarle en su forzado alojamiento de la calle Lima; (1) y, en verdad no sorprendió encontrarle tan optimista, porque conocemos su inmenso carácter y su espíritu de conformidad frente al destino.- Durante los días que dura su injusta detención, el P. Lau no ha desperdiciado un ápice de su tiempo.- Ha devorado sesudos libros y ha escrito varios poemas, en su estilo jocoso y retozón.- Al azar, tomamos éste que reproducimos a continuación, no sin antes expresarle nuestra profunda simpatía, y decirle que toda la gente sensata y decente de Piura le acompaña en éstos momentos y espera su pronto retorno al terruño.
Gerardo Vargas O.
(Director de “El Tiempo”)
(1) La Comisaria.
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Feijó Sánchez, muestra con su poesía agresiva y ligera, una notable capacidad para obtener de la realidad cualquier tema para su postura poética, llena de ironía, en estos sus “Versos...”, objetos incisivos contra la estupidez humana, pero exaltando con gran sentido crítico siempre los “principios” universales de una nueva moral: nunca hacer el ridículo. Los “Versos del P.Lau” de Feijó, sus poemas, son grandes testimonios de una época (del 30 al 60) donde está siempre presente la parte vulnerable del ser humano. Quedan para nosotros, estos inolvidables poemas que nos han hecho sonreír, de veras. Nos conmueve esa parte invalorable de su poesía donde los demás seres humanos son convertidos en “bestias” amorales, como en aquella isla solitaria donde Circe convierte a los demás seres humanos en “cerdos”, réprobos de esta diosa. La poesía, puede convertir a los seres humanos, -por dicha bondad de su palabra sana, sino estamos a la altura de su verdad significativa-, en horribles alimañas de baja estofa moral, en donde el asco existencial es el remedio, acompañado, por supuesto, de la sonrisa que siempre deslumbra, con su brillo, en la búsqueda de la única verdad: la poesía del hombre puro y limpio de taras sociales: ese ser imperfecto, desdichado, que de solo mirarlo con sus males morales y mortales, nos produce risa.
En “Glosa”, en el pórtico del libro, Francisco Vegas Seminario se refiere con mucha admiración a la vena jocosa de Feijó:
“Como el de Juan del Valle Caviedes, el humorismo del “P.Lau” –Augusto Feijó Sánchez- es de cepa criolla. Pero sus versos no son urticantes como los del poeta de la Ribera: Dejan sólo la leve huella del aletazo.
En sus breves poemas costumbristas, donde evoca escenas de su tierra –Catacaos- se revela un maestro.
Hay sal y emoción en ellos. Sus indios, con su lenguaje plagado de arcaísmos, son de barro humano y palpitan bajo el sol de Piura”.
En “Mi Apreciación”, del dórico sentir en su columna de apertura, Manuel Francisco Madrid expresa su jubilo espontaneo acerca del sencillo y elegante predominio de la destreza del uso del lenguaje de nuestro poeta satírico:
“Augusto Feijó Sánchez, con su libro, confirma su vocación como auténtico poeta festivo. Y tiene a su favor, no sólo la inspiración que campea en todas sus composiciones, sino cierta facilidad para la versificación, las que unidas a un agudo humorismo, hará indudablemente que este libro guste a todos los que tengan la oportunidad de leerlo. No versifica en la forma clasica, pero tampoco comulga con la vanguardista, y prueba de de ello es que en su llamado "Poema Vanguardista”, con espíritu inquieto y retozón, y con fina ironía se ríe de los afiliados a esta escuela. Tiene, pues, una propia versificación, no aprendida con la lectura de los grandes maestros, ni rebuscada en los anaqueles polvorientos de bibliotecas, sino como producto de su vocación. No le gustan las frases rebuscadas ni de postín, y en sus versos son raras las veces que rompe con la rima. Es un poeta humorista. De la escuela del destacado poeta Leonidas Yerovi”.
Feijó Sánchez supo abrir primero el camino del humor y la ironía en la poesía piurana, ese camino que más tarde deslumbró y supo demostrar con mesura e impetuoso mensaje también festivo y universal, Luis Felipe Angel “Sofocleto”, cuyos textos son inubicables en contexto de nuestro panorama literario, en el tiempo y el espacio que les corresponde, como también ha sido difícil hallar el sitio que le corresponde en el proceso de la literatura peruana a Juan del Valle y Caviedes. Poetas, que con sus versos, nos han vuelto por el pedregoso camino del humor y la ironía
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BIBLIOGRAFIA:
-Augusto Feijó Sánchez. “Versos del P. Lau”. Talleres de la Emp. Tip. Salas é Hijos S.A. Lima. 1956.
-Arturo Montoya. “Historia General de la Literatura (Antigua I Moderna)”. Librería Francesa i Casa Editorial E. Rosay. Lima. 1922.
-Julio Ramón Ribeyro. “Dichos de Luder”. Jaime Campodonico Editor. Lima-Perú. 1992.