julio 31, 2007

EL MUNDO DEL CUENTO BREVE Y BREVÌSIMO/ ANTONIO GONZÀLES MONTES

EL MUNDO DEL CUENTO BREVE Y BREVÍSIMO


(ANTOLOGÍA MÍNIMA: CUENTOS Y COMENTARIOS)




Por Antonio Gonzàles Montes





Hemos tenido oportunidad de leer dos selecciones de cuentos breves y brevísimos. La primera se la debemos a Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares y se llama Cuentos breves y extraordinarios (Antología) . Dicen los antólogos que han “interrogado textos de diversas naciones y de diversas épocas, sin omitir las antiguas y generosas fuentes orientales. La anécdota, la parábola y el relato hallan aquí hospitalidad, a condición de ser breves”. En efecto, esta última es la característica más visible de los textos: su extensión limitada, una o dos páginas y, en muchos casos, media página o un párrafo aun más corto; y sin embargo en todos ellos encontramos lo esencial de lo narrativo que es la historia, tal como lo señala Julio Ramón Ribeyro en su famoso Decálogo del cuento. Veamos, al azar, un relato brevísimo pero extraordinario, tal como lo anuncia el título del libro donde aparece:


“LOS OJOS CULPABLES
Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y se echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió:-Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.Ella respondió:-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía: “La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado”. Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.


AH MED ECH CHIRUANI, H adiquat el Farra
El relato es tan rico en su contenido que el lector podría pasarse horas examinando e interpretando todos y cada uno de los elementos que forman parte de esta pequeña pero magistral historia que impacta por su concisión, su arte narrativo y su profundidad hasta llegar a ser una metáfora de la condición humana, con sus grandezas y miserias. En este relato están los grandes temas de la literatura universal: el amor humano y divino, la belleza femenina, el ser humano como mercancía, el poder del dinero, la muerte, la vigilia y el sueño, la realidad y la fantasía. Pero todos estos temas se ensamblan en la totalidad de la historia, que se desenvuelve a través del tiempo, que es la dimensión en que discurre, de principio a fin, la existencia humana.
El otro libro que nos ha permitido disfrutar de la alta calidad de los relatos breves se lo debemos a la estudiosa italiana Giovanna Minardi y se llama: Breves, brevísimos. Antología de la minificción peruana . Como vemos, los textos que antologa Minardi pertenecen a la literatura peruana y creemos que es la primera obra en que se recogen relatos con esta característica de la concisión. Un prólogo muy sugerente precede a la presentación de los “breves, brevísimos”, como ella los llama. Por su mínima extensión pueden, a veces, confundirse con la poesía o con el simple chiste de carácter oral; aunque el requisito es que conserve su esencia narrativa, es decir, que haya una historia, por pequeña que sea, que recorra, cual columna vertebral, la estructura verbal del respectivo minicuento. Veamos uno de los que nos permite conocer la especialista italiana, muy ligada a literatura peruana:


“CORTÍSIMO SUCESO”- ARMANDO ARTEAGA (Piura, 1952)
Una mujer vestida de negro entra a una farmacia y le exige al farmacéutico:-Por favor, quiero comprar arsénico-El arsénico es tóxico y letal. El farmacéutico quiere saber más cosas antes de proporcionarle la sustancia.-¿Y para qué quiere la señora comprar arsénico?-Para matar a mi marido.-¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo.La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía de su marido abrazado desnudo en una cama con la mujer del farmacéutico.-¡Mil disculpas!-dice el farmacéutico-. Atender por favor a la señora, no sabía que usted tenía receta.


Este relato, como el primero, ofrece una breve historia protagonizada por seres humanos que viven y sufren los avatares de la existencia humana. Por ello, en esta minificción están los temas recurrentes que aparecen, una y otra vez, en toda clase de obras no solo literarias, sino en la propia realidad cotidiana, porque los hombres y mujeres de todas las épocas y de toda condición son iguales en sus amores, en sus odios, en sus traiciones y en sus venganzas. Y también aparece el azar, que ya desde los griegos, hacía que se dieran coincidencias trágicas, como ocurre en esta historia donde se juntan las vidas y las muertes de personajes que sin habérselo propuesto están unidos por los lazos ocultos del destino. Todos los elementos de un relato (narrador, personajes, espacios, sucesos, objetos, palabras, tiempo, sentimientos) concurren en el desarrollo de esta historia que nos permite adivinar cuál será el desenlace. Y hasta se podría decir que este texto es ilustración palmaria de aquella afirmación según la cual “una imagen vale más que mil palabras”. En este caso, el poder de la fotografía mostrada por la mujer engañada al farmacéutico burlado es más contundente que cualquier argumentación verbal. Pero la palabra también es un poder inmenso; sino que lo diga Gabriel García Márquez, que en marzo del 2007 tuvo la capacidad de convocar a miles de sus lectores en las tierras cálidas y mágicas de Cartagena de Indias de Colombia.Con estos dos relatos y con nuestros comentarios queremos iniciar esta sección de nuestra página, dedicada a compartir con nuestros lectores el disfrute pleno y la reflexión profunda que traen consigo los buenos relatos que si son breves, son dos veces buenos.


Texto corolario de Antonio González Montes.

Cuentos breves y extraordinarios (Antología). Edición revisada y aumentada. Buenos Aires, Editorial Losada, 2ª. edición, 1976, 152 pgs.
Breves, brevísimos. Antología de la minificción peruana. Lima, Ediciones el Santo Oficio, 2006, 133 pgs.

julio 09, 2007

MARTÌN ADÀN Y EL DISPARATE PURO/ ARMANDO ARTEAGA

MARTÌN ADÀN EL DISPARATE PURO



Por Armando Arteaga




Martìn Adàn: "La poesìa no dice nada. La poesìa se està callada. Escuchando su propia voz".






Martín Adán no es un poeta al que se le pueda considerar dentro del surrealismo. Martín Adán de surrealista no tenía mucho, pero si tiene una actitud de “sarcasmo” para escandalizar burgueses. Tiene una locura muy especial para decir las cosas en tono de burla, empujándonos a lo sardónico, como en el poema “Pantuflas de visera” de Francis Picabia o como en el poema “La Lujuria” de René Char. Martín Adán al acercarse al “disparate puro” en algunos de sus poemas, se convierte por obra, experiencia y gracia, en un dotado poeta surrealizante.

Martín Adán es uno de nuestros más destacados poetas contemporáneos, por lo tanto su poética está siempre sometida a cualquier análisis literario, así sea este un examen desabrigado: la distinción de las partes de un todo, o un pertinaz asunto de perversidad.

Él es: el “Stephen Dédalus” de la calle Huérfanos de una Lima friolera. En “La Casa de Cartón”, Martín Adán trató de realizar el increíble Retrato de “El Artista Adolescente” ante una sociedad llena de perjuicios sociales. Poeta genial, mantiene un gran nivel sufrido, filosófico, y sugestivo, en toda su obra poética. Por encima de todas las cosas ya repetidas sobre su personalidad literaria, es un excelente y precoz narrador vanguardista en su pudorosa novela corta a lo Proust. A prueba de fuego, “La Casa de Cartón” es una obra literaria brillante, frondosa y barranquina. Es también, un parsimonioso ensayista para exponer sus ideas excelsas en su tesis universitaria “De lo barroco en el Perú”, que es uno de los estudios más excéntricos sobre parte del proceso histórico de nuestra literatura peruana. De Joyce tiene casi todo, la adolescente mirada de un viejo sabio y mañoso que ruboriza a cualquiera, y el talante de un gran escritor.

"La Casa de Cartòn", la novela corta màs vanguardista del Siglo XX.

La fuerza de la poesía de Martín Adán está de manera explicitada en obras cumbres como “La mano desasida” (Canto a Machu Picchu) y “La Piedra Absoluta”. Hablar de la poesía de Martín Adán es levantar polvaredas, incendiar praderas, derrumbar torres altas y obstinadas. Es muy ameno quedarse en cada una de las frases y los versos increíbles que nos convocan con admiración, desparramados en sentencias de un filólogo mundano por todos sus poemas, que lo van mostrando cada vez más sabio y extrovertido, va saliendo del hermetismo inicial, para experimentar con desenfadado entusiasmo: por lo diáfano y lo diamantino de su lenguaje, que es un recurso de amparo, cada vez más sagaz, eurítmico, y humano.

El poema “Gira”, me parece, es el poema más surrealisante de toda su obra poética. Dos aspectos fundamentales lo acercan al surrealismo: el uso del “automatismo” en la escritura (que significa la total espontaneidad de la imaginación), y la subordinación de los mecanismos racionales a toda esta energía del “automatismo” para escribir. El “automatismo” ayuda a construir el humor que le da a la poesía un carácter subversivo, esencial. Y, el uso del “disparate puro”, que interviene construyendo el camino hacia una libertad total, abrumadora, que desliza el poema a una crítica en contra del mundo social sórdido, convencional y petrificado. Martín Adán se acerca mucho al surrealismo de los poetas negros como Artaud y Prévet, que nos ayudan a descubrir todo lo maravilloso que se oculta en la realidad, sublimándola y elevándola, a niveles de gran superioridad como parte del reconocimiento humano para excitar lo misterioso existente en el ser; como en aquel famoso poema de la mejor manufactura surrealista, el “Poeta Negro” de Antonin Artaud:

Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se revuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.

Alguna vez, al referirme a este avieso poema, Luis Hernández me preguntó: ¿Si esto no es poesía, la vida qué cosa es?. Y Francisco Bendezú, compartió conmigo muchas veces el gusto y admiración por este -extraordinario y provocador- poema de Artaud; que por esta vez, nos sirve como referencia para aproximarnos a los conceptos del “humor” surrealista y la visión del “poeta negro”. Fregoteada, usada ya, por los poetas surrealistas desde la irrupción de “La Revolución Surréaliste” como llamó André Bretón a su primera revista (1924-1929), en donde se declaraban los principios sobre el “automatismo” y la definición del “surrealismo”:

“Automatismo psíquico puro, por el cual nos proponemos expresar sea verbalmente, sea por escrito, sea de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento en ausencia de todo control ejercitado por la razón, fuera de toda preocupación estética o moral”.

Poemas como “Esquizofrenia”, “Velocidad”, “Urbanismo”, “Mar y Caracol”, “Romance del verano inculto”, no incluidos orgánicamente en libros *, ejercen una ruptura con los convencionalismos de una época. Y aún, el más increíble de sus poemas: el poema “Aloysius Acker”, simbolista y hechizo, como él mismo lo ha llamado, y que lo ha excluido del conjunto de su poética, me parece por motivos estéticos, por no encajar ya en la “inquietud contemporánea”, ya sin la objetividad “poética” para poder entender los síntomas de la crisis del mundo y “la escena contemporánea” después de la guerra. El poeta Martín Adán no recusa, como también los otros poetas de la “Révolucion Surréaliste”, a ser autocritico de su propio proceso creativo. Pero además, en el poema “El Sol”, Martín Adán nos demuestra la pureza increíble de su poesía, la acción de su razón, una poesía muy humana: llena de amor y de libertad, tal el caso de Paúl Eluard.

"De lo barroco en el Perù", la tesis universitaria de Martìn Adàn.
Mariátegui ha interpretado muy bien este momento de la crisis al preguntarse ¿Existe una inquietud propia de nuestra época? (al estudiar la relación entre “el artista y la época”): “Los artistas y pensadores de esta época rehúsan, -se responde Marátegui-, por orgullo o por temor, ver en su desequilibrio y en su angustia el reflejo de la crisis del capitalismo”. Cuestión para la polémica y asunto complicado, ya lo veremos después. Los sucesos de la debacle del movimiento surrealista son los efectos de esta crisis: el surrealismo fue el movimiento más importante de toda la literatura universal, aunque igual que las otras vanguardias literarias menores también naufragó.

“Gira” es un poema inusual para nuestra poesía surrealista, hay que leerlo con mucha atención e inspiró una “nota de edición” cuando Mariátegui publicó este poema en la revista Amauta, en favor: su famoso “Defensa del disparate puro”. Por esta lógica natural del pensamiento del hombre, sin ningún otro control, salvo en el de la autonomía del lenguaje es que se producen experiencias acertadas, con un gran contenido estético como en este poema “Gira” de Martín Adán, que mostramos para irnos aproximarnos con naturalidad al “disparate puro”:

Gira

a noventa kilómetros por hora
en el espejo de la mañana atrasada
las vaquitas de ojos de viento y el tul morado
de usted señora no me convence los ojos
una chimenea anarquista arenga a los campos campesinos
la humareda prende un lenin bastante sincero
un camino marxista sindica a los chopos
y usted señora con su tul morado condal absurda
los campos abren la boca como una O
el teléfono de una sirena urge al destino
sal vaquitas de ojos de ileana leen el diario de la mañana
y usted señora con su tul morado no sé qué me parece
la estación comisaría va a detener a usted señora
y va a fusilar en usted a la gran duquesa anastasia
y sería una pena que se nos frustrara la gira
ahora que el hotel nos guiña todas sus ventanas
y usted señora con su tul morado sin pasaporte

José Carlos Mariátegui con una actitud muy visionaria ayuda a la explicación acertada de esta nueva estética vanguardista en esta dimensión apologética para la poesía surrealista y del lado de la razón para una “Defensa del disparate puro”, publicado en Amauta N- 13, Lima, en 1928:

“Martín Adán toca en estos versos el disparate puro que es, a nuestro parecer, una de las tres categorías sustantivas de la poesía contemporánea. El disparate puro certifica la defunción del absoluto burgués. Denuncia la quiebra de un espíritu, de una filosofía, más que de una técnica. En una época clásica espíritu y técnica mantienen su equilibrio. En una época revolucionaria, romántica, artistas de estirpe y contextura clásicas como Martín Adán, no aciertan a conservarse dentro de la tradición. Y es que entonces normalmente la tradición no existe sino como un inerte conjunto de módulos secos y muertos. La verdadera tradición está invisible, etéreamente en el trabajo de creación de un orden nuevo. El disparate puro tiene una función revolucionaria porque cierra y extrema un proceso de disolución. No es un orden —ni el nuevo ni el viejo—; pero si es el desorden, proclamado como única posibilidad artística. Y —hecho de gran relieve psicológico— no puede sustraerse a cierto ascendiente de los términos, símbolos y conceptos del orden nuevo. Así Martín Adán, obedeciendo a su sentido racionalista y clásico, traza en el paisaje un camino marxista y decide sindicar a los chopos. Otras comparaciones o analogías no le parecerían ni lógicas, ni eficaces ni modernas. Una tendencia espontánea al orden aparece en medio de una estridente expresión de desorden”.

"La Piedra Absolutra", poesìa y fliosofia de Martìn Adàn.
Pero ya Martín Adán, por su actitud de crítica a las instituciones del establishment, se las traía desde muy joven. No olvidemos que publicó “La Casa de Cartón” a los 20 años, para ser también: un poeta avanzado y de apertura para la experimentación vanguardista con el lenguaje, y de acercamiento para con el “disparate puro”. Recordemos la novedad explicada de esta experimentación, saludada por Carlos Oquendo de Amat en sus “5 Metros de Poemas” que como una hermosa sentencia histórica, vislumbra y anuncia: el porvenir de esta experiencia vanguardista, y de la hazaña que los surrealistas hicieron del uso de esta “automatización” como instrumento creador fundamental para la poesía surrealista. No en vano, Oquendo exclamaba:

“Todos los poetas han salido de la tecla U. de la Underwood”

Los "5 Metros de Poemas" de Oquendo de Amat.

Esa U. de la Underwood” se va volviendo eufónica, y es “urbi. et orbis.” el grito underground de: lo Universal, lo Utópico, y lo Ulterior, en la poesía. Y Martín Adán ratificó esta amplia variedad que el “humor” confiere a su poesía, en sus famosos “poemas underwood”, desplegando esta inmensa y sugerente variedad “Ultra” de este nuevo modo de expresión real y verdadera, que expresa el sugerente mensaje, que nace desde el mundo interior del “ser”, del poeta. Anunciándonos ya el desbordante entusiasmo de estos “poemas underwood”:

Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Pasaban obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera,etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. El no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mí mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiadas grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a donde iría yo?.
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Las yanquis tiene la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Pero está no es la escena final. pero ello es por lo que el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.
La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa...
Un O.V.N.I., un platillo volador, no, un verso de Oquendo de Amat: SE PROHIBE ESTAR TRISTE, en uno de los cerros de la Av. Tupac Amarù, en Comas.

Sin aspavientos, con este discreto acercamiento a la parte “surreal” dentro de la poesía de Martín Adán, he querido colaborar con un grano de arena, no para atizar, sino para recordar que el surrealismo no solo es una estética, sino también es una ideología de ruptura frente a los esquemas sociales, morales, políticos y culturales (tal como sostenía Aldo Pellegrini). Los surrealistas querían que el mundo despertara, el hombre merecía un destino superior, nunca esta “sociedad” mediocre en la que vivimos, que por lo demás, ya andaba medio podrida cuando Martín Adán escribió todo esto.


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*Los poemas no incluidos en libro son:

-“Gira”, publicado en la revista Amauta, N. 13, Año III. Lima, Marzo, 1928. Incluye nota a pie de página “Defensa del disparate puro” de J.C. Mariátegui.

-“Esquizofrenia”, “Velocidad”, “Urbanismo”, publicados en “Itinerario de Primavera”, en la revista Amauta, N- 17. Lima, Septiembre, 1928.

-“Mar y caracol”, publicado en “Panorama de la poesía peruana” de Estuardo Núñez, 1931.

-“Romance del verano inculto”., publicado en la revista Amauta N- 21. Lima, Febrero-Marzo, 1929.

-“Sol”, publicado en la revista Universidad, N- 1. Lima, Setiembre, 1931.

-“Aloysius Acker” (fragmento), publicado en la revista Las Moradas, N- 1. Lima, Mayo, 1947.


(Del libro “La Poesía Surrealista en el Perú”).

















julio 08, 2007

LAS CANCIONES DEL MARGEN/ DIEGO OTERO


Una selección de poetas injustamente olvidados
Las canciones del margenEl poeta Luís La Hoz acaba de publicar Diez aves raras de la poesía peruana, una peculiar selección de escritores de calidad que, por motivos diversos y a veces incomprensibles, pasaron al olvido.
Por Diego Otero
Hace pocos días, apenas una o dos semanas después de publicado el libro, Luís La Hoz recibió una llamada de Walter Curonisy, uno de los poetas antologados. La voz, al otro lado del hilo telefónico, le agradecía la inclusión y le decía que Diez aves raras de la poesía peruana (Fondo Editorial Cultura Peruana, 2007) era "una contra radiografía de la historia de nuestra poesía". Es decir, un espejo invertido: lo que pudo ser; lo que no fue; el costo. La Hoz, que tenía este proyecto en mente -con título y todo- desde hace más de quince años, asegura sin embargo que ninguno de estos poetas es ajeno a nuestra tradición. Todos conservan algún giro, algún clima, algún regusto de eso que está ahí, vibrando como una cuerda invisible, entre las obras de nuestros poetas fundacionales. También asegura que todos son de primer nivel. ¿Qué pasó entonces?, ¿por qué se volvieron invisibles?
Difícil saberlo. Generalmente son varios los factores que separan del canon y del ojo público a ciertos artistas. La Hoz cree que los antologados en este libro poseen un denominador común, un denominador que es también, de algún modo, una virtud: desconfiaron o desconfían de la Institución Literaria. O dicho de otra forma: optaron por vivir fuera de la República del Poder. (De las ceremonias del exitismo, de los pactos silenciosos con un sistema que consideran corrupto o inservible). Existe, sin embargo, otro factor, acaso más mundano, prosaico, aunque indudablemente ligado en uno de sus extremos con el anterior. El miedo o la resistencia frente a la asunción de un profesionalismo. O como lo pone el propio La Hoz: "En algunos casos también es probable que no hayan querido evitar el trabajo que exige la poesía. Evitar el compromiso con la disciplina. Aragón -Oscar Aragón, otro de los poetas antologados-, por ejemplo, prefirió dedicarse a caminar, y a hacer poesía en las conversaciones casuales. Y lo sigue haciendo".
Rutas migratorias

En la calle San Carlos, muy cerca de (donde quedaba entonces) la librería de Juan Mejía Baca, existía una librería de viejo que Luís La Hoz recuerda como maravillosa. Ahí, en el año 71 o 72, se topó "con un libro bellísimo, editado en México en el 52, e ilustrado con viñetas de Leonora Carrington". Se trataba de Los Puentes, el único poemario que publicó Augusto Lunel, un poeta refinado, con una lectura personal, desconcertante, del surrealismo. Y La Hoz fue cayendo en una especie de lenta fascinación ante la obra y la vida de Lunel: un hombre evasivo, con algo de bandolero y algo de dandy. "Lunel desapareció entre las sombras de París. Se especula que está muerto, pero no hay pruebas. También he escuchado que se han encontrado otros conjuntos de poemas suyos, inéditos, pero que no poseen la calidad de Los Puentes". Pocos años después, en una reunión, La Hoz conoció a Guillermo Chirinos Cúneo. Un poeta de mirada perturbadora, violenta, que pasó buena parte de su vida recluido en un sanatorio, y al que su familia le publicó una breve plaquette titulada Idiota del Apocalipsis, en los sesenta. "Cuando leí esos poemas, y los vinculé en silencio con los de Lunel, supe que tenía entre manos la posibilidad de esta antología".
Chirinos Cúneo y Lunel, el aventurero y el recluido. Los dos extremos de una misma historia subterránea. Aunque es muy probable que esos no sean los poetas más interesantes de esta antología. Ahí está, por ejemplo, Pedro Gori. Sus poemas aparentan la consistencia de las canciones simples y seductoras, y se mecen entre la vocación por el juego y la melancolía. Otra cosa: poseen una humildad que es tan lúcida como desarmante. O los poemas de Enriqueta Beleván, que son breves pero contundentes, y que parecen reverberar en el vacío y deslizarse hasta los límites de la página: "Nada ha de protegernos ya. / Sobre la lluvia / el hermoso ignorado canto / del ruiseñor mecánico. / Es el último refugio, / la sombra inmensa de nuestros brazos cerrados". O los poemas de aire medí oriental de Curonisy, profundos pero leves. O el inquietante Yo The Ripper, de Patrick Rosas, que estremece y hechiza a pesar de una cierta previsibilidad rítmica. "Londres. / Negra / como las calles de un sueño / Alquitrán y / carbón / y el cielo del East End / nocturno / y pálidas sombras / y amenazas..."
Hay un evidente espíritu romanticista detrás de un proyecto como Diez aves raras de la poesía peruana. El olvido, el fracaso o la renuncia suelen ser más atractivos (más literarios, aunque parezca paradójico) que cualquier forma de reconocimiento. Más allá de esas u otras consideraciones, sin embargo, queda la certeza de que toda tradición es una playa de arena movediza -algo devora siempre, algo devuelve-, y este libro no hace más que enrostrárnoslo con transparente convicción.

(Publicado en el Suplemento Dominical de El Comercio 07/07/2007).

http://www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-07-07/ImEcDominical0750389.html

POEMAS/ MALCOLM LOWRY

Malcolm Lowry - Poemas
Lowry, en Mexico.
Ciudades de hierro

Pensamientos de hierro navegan al atardecer en barcos de hierro;
Se mueven silenciosos como luces lejanas mientras doce canoas
Se sumergen en su ancla cuando el ferry escupe
Y gira como una esfera, en los remolinos de la marea,
Su kikirikí medio ahogado por pipas cegadas
Y emplumadas de humo. El barco pasa. Los cúters
Se alejan. Huelga de campanas. El ferry eructa
Una última frase blanca; y los labios humanos
Una última negra, cargada con la bienvenida de
La pérdida. Pensamientos dejan la ciudad implacable;
Aunque los propios barcos sean de hierro y no tengan piedad:
Mientras los hombres tienen corazones y costados que sufren y se oxidan.
Pensamientos de hierro zarpan de ciudades de hierro en el polvo,
Aunque suaves como palomas, los pensamientos vuelen de vuelta a casa.







No hay pasado que florece





No cuando se vive aquí.
Estas piedras son tuyas, esos ruidos son tu mente,
Alos rechinantes tranvías y las calles que te unen
Al soñado bar donde se sienta la desesperación,
Son tranvías y calles: la poesía está en otra parte.
Los rótulos de cines y tiendas, una vez dejados atrás
Y añorados, no se vuelven a añorar. Extrañamente crueles
Parecen mojones absolutamente nuevos del aquí y ahora.
Pero desplázate hacia Nueva Zelanda o el Polo,
Y esas piedras florecerán y los ruidos cantarán,.
Y los tranvías arrullarán al niño que duerme
Que nunca descansa, y cuyo barco siempre dará vueltas,
Que nunca podrá volver a casa, pero que, sin embargo, debe traer
De vuelta a Ilion extraños trofeos, ¡y salvajes!

El barco está volviendo a casa





El barco está volviendo a casa ahora.
El patrón intenta leer pero sueña en el hogar.
El viejo paleador duerme, el motor petardea.
Las luces están dispuestas para iluminarnos desde el pasado.
Hasta un próximo futuro tan poco misterioso como este mástil
Con hierro y lo que el hierro ama del reino que llega.
¡Paciente hierro! Pero, más allá del palo mayor, silenciosa
Oscuridad, o el girar de parpadeantes formaciones de estrellas
A la deriva en un blanco océano de dudas.
Quizá este vagabundo ondula hacia el porvenir
Que ensombrece al océano menos que el odio
En las mentes de marino. ¿Esa estrella es amargura
Entre estrellas de amor? ¿Este carguero lleva a la eternidad?
¿Adónde vamos? Vida sálvanos a todos.





(De El Rugido del Mar y la oscuridad)
El consul Lowry.
Oración para borrachos





Dios da bebida a esos borrachos que se despiertan al amanecer
Farfullando sobre las rodillas de Belcebú, totalmente destrozados,
Cuando una vez más espían a través de las ventanas
Acechando, el terrible puente cortado del día.

Abridor de ojos





Cuán semejante a un hombre, es el Hombre, que se levanta tarde
Y contempla los platos sucios de la cena
Y contempla las botellas, vacías también.
Todo ello tragado durante el sordo «¿Cómo estás?» sin fin de la noche anterior
-Aunque un vaso contiene todavía un refresco espantoso-
Cuán semejante al Hombre es este hombre y su destino,
Aún borracho y tropezando entre los árboles amarillentos
Va a desayunar ron picado, sardinas y guisantes.

Sin compañía excepto el miedo





Cómo empezó todo esto y por qué estoy aquí
en esta barra arqueada con la pintura marrón descascarillada,
papegaai, mescal, hennessy, cerveza,
dos viscosas escupideras, sin compañía excepto el miedo:
miedo de la luz, de la primavera, del lamento
de aves y autobuses volando a sitios lejanos,
y de los estudiantes yendo a las carreras,
de chicas brincando con el aire en sus rostros,
pero sin compañía excepto el miedo,
miedo de la fuente volando: y todas las flores
que conocen el sol son mis enemigos,
¿estas, muertas, horas?

Sin tiempo de pararse a pensar






La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece puedes dar un paseo.
Sin tiempo de pararse a pensar,
La única esperanza es el próximo trago.
Inútil titubear en el límite,
Peor que inútil todo este hablar.
La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece, puedes dar un paseo.

Consuelo





No eres el primero que tiene el tembleque,
el vértigo, el horror; que lleva chanclos escarlata,
ni tampoco la puta invencible
perseguida por ojos como redes de pescar. Inclinándose,
duele el rostro de hierro con ojos de ágata, y despierta
el ángel de la guarda, ve el pasado
como un Partenón de posibilidades…
No eres el primero al que se coge en mentira
ni del que se dice que está muriendo.

Sin el dragón nocturno






Ideas de libertad están atadas a la bebida.
Nuestro ideal de vida contiene una taberna
Donde un hombre puede sentarse y hablar o sólo pensar,
Sin ningún miedo al dragón nocturno;
O bien otra taberna donde no aparecen
Letreros de No se Fía ni de No hay crédito
Y, dejando aparte las ilimitadas cervezas,
Nos sentamos tranquilamente borrachos y locos a editar
Panfletos de un país realmente mejor donde un hombre
Puede beber un vino más delicado, ¡Ah!, no destilado
Que intoxica sutilmente sin dolor,
Tejiendo la visión de una taberna inasimilable
Donde siempre podemos beber sin pagar
Con la puerta abierta, y el viento soplando.







Los borrachos










El ruido de la muerte aquí en este bar desolado,
Donde la tranquilidad se sienta encorvada sobre su oración
Y la música sirve de concha al sueño del amante,
Pero cuando ninguna moneda introduce esta dura desesperación
Hasta aquí, el más solitario de los hogares
Y de todos los destinos el más solitario además,
Cuando ninguna música eléctrica rompe el batir
De corazones doblemente rotos pero ahora reunidos
Por el cirujano de paz en la astilla del desastre,
Penetra más profundamente que lo hicieran las trompetas
El movimiento de la mente dentro de ese entramado
Donde el desórdenes son simples como la tumba
Y la araña de la vida se asienta, duerme.





(De Las cantinas)

Nocturno
Este anochecer. Venus canta sola
Y plumas camino del nido tiemblan como seda
Semejantes a la túnica de un fantasma múltiple
Las alas desgarran un cielo como leche.
Gaviotas que muy pronto se volverán piedra
Busco y pierdo más allá del camino
De bosques que yo y mi ignorancia poseemos
Donde juntos paseamos sobre manos y rodillas
Juntos pasamos bajo la palidez
De un hermoso atardecer el más amado
Y sin embargo este atardecer es mi cárcel
Y policías relucen en los árboles.

Felicidad
Montañas azules con nieve y fría agua azul turbulenta,
Un cielo borrascoso lleno de estrellas encendiéndose
Y Venus y la luna gibosa al amanecer,
Gaviotas siguiendo una motora cara al viento,
Árboles con ramas prendidas al aire-
Sentado al sol del mediodía con la furiosa
Sombra humeante de la chimenea de la cabaña-
Águilas que planean viento abajo,
Golondrinas marinas vuelan a golpes de viento,
Una nueva marca de tabaco a las once,
Y mi amor que vuelve en el autobús de las cuatro
-Dios mío, ¿por qué nos has dado todo esto?





(de Venus)

El comediante
Toca el piano con una navaja de afeitar,
el acordeón con un par de tijeras;
un rigodón para todo su público,
¡es el Sweeny Tod de los improvisadores!
Aunque todos los hombres temen a este pariente pobre,
su música sutil produce una extraña sensación;
desafiando cualquier disección,
chisporroteando en ambiguos sonidos
oídos por quienes trataron con cíclopes y brujas,
y murieron en mares perfumados de heridas apestosas...
Bajo la navaja de afeitar, bajo la luz rota
de este mundo sin sentido, caeremos
así acariciados, en la mecedora a esperar;
leyendo locuras; observando el yo; no aceptando nada; aceptándolo todo.

Pensamientos mientras te ahogas
Deja que los demás discutan acerca de mi dolor
enfurecidos como lobos ante un trozo de carne
mi dolor es ahora de dominio público
hace tiempo muerto de hambre come de limosna
muchos de los que se indigestaron de felicidad lo necesitan
la oscuridad del atardecer con una sensación de culpa
como truenos de una tormenta oscureciendo el promontorio
mancillando el recordado doblar de un cabo de la vida
los turistas esperan con fatuas sonrisas de triunfo
con brazos enlutados sobre la costa chismorreando
haber conocido al cadáver por un momento les hace grandes

Poema raro
Conocí a un hombre sin corazón:
Los niños se lo habían arrancado, decían,
Y dado a un lobo hambriento
Que lo cogió y huyó.
Y huyeron los niños, su amo también,
Muy lejos huyó la bestia,
Y tras ella, original persecución,
El hombre sin corazón seguía titubeando.
Conocí a este hombre el otro día
Paseando un orgullo grotesco.
Su corazón restaurado, su semblante alegre,
El dócil lobo a su lado.

Epitafio
Malcolm Lowry
Difunto de Bowery
Su prosa era florida
Y a veces reñía
Vivió, de noche, bebió, de día,
Y murió Tocando el ukelele.





(de El comediante)
Bajo el volcàn, la gran novela.
Rilke y Yeats
Ayudadme a escribir.
Mostradme las puertas
Donde las reglas están,
Y la jaula que
Mi alma mira atentamente,
Donde mi valor
Ruge entre las rejas.

Extraña tipografía
Yo escribí: «en la oscura caverna de nuestro nacimiento».
El impresor puso«taberna», lo que parecía mejor:
Pero en eso reside el motivo de nuestra risa,
Dado que en el página siguiente «muerte» aparece como «suerte».
También puede ser que la palabra de Dios sea «distracción»
Y en nuestra extraña tipografía aparezca «destrucción»,
Lo que es cruel.

Tras la publicación de Bajo el volcán
El éxito es como un terrible desastre
Peor que tu casa ardiendo, los ruidos del derribo
Cuando las vigas caen cada vez más deprisa
Mientras tú sigues allí, testigo desesperado de tu condenación.
La fama como un borracho consume la casa del alma
Revelando que sólo has trabajado para eso-
¡Ah!, si yo no hubiese sufrido su traidor beso
Y hubiese permanecido en la oscuridad para siempre, hundido y fracasado.





(de El idioma del dolor del hombre)





Traducciones A.A.




julio 04, 2007

EL SOL Y EL TRIANGULO DE PASCAL/ ARMANDO ARTEAGA




Imagen: Armand.


EL SOL Y EL TRIANGULO DE PASCAL

Por Armando Arteaga


El sol un día se molestó con los hombres, al fin de cuentas, eran sus hijos, y los consideraba con un afecto muy especial, por el aprecio infinito que le tenía a la tierra, donde había aparecido la hominización de la vida.

Hasta los linderos del sol había llegado la fama de este señor francés llamado Pascal (autor de “Nuevos experimentos referentes al vacío”) que se había atrevido hacerle la más difícil pregunta al sol: ¿Qué es el hombre en el universo si la vida es tan abundante en las inmediaciones siderales?.

Muy bien, para los hombres del siglo XVII, en Europa, donde todavía había cierta oscuridad en el pensamiento de los hombres, ante tal inopia, pues el sol había respondido con un severo eclipse de sol. Anunciando su malhumor por la situación de relajo en la que vivían los hombres de esa época.

Pero hay que recordar. Mucho más antes, verbigracia, en el siglo VI, D.C.. Hubo un solo hombre, no muy recordado ahora, venía del fuego de la piedra, un hombre llamado Manco Cápac, en otro lugar inédito de la tierra llamado Tawantinsuyo, que se atrevió a darle un humano consejo al sol: ¡Si quieres, taita, que los hombres te hagan caso, castígalos con tu mirada!. Por eso los hombres no pueden mirar de frente al sol. Todos se quedarían ciegos si se atreviesen a mirar de frente al sol, y a desobedecer su paternal asistencia en la vida de los hombres.

Pero el sol, es bueno, y ese desafió lo ha dejado al criterio personal de cada uno de nosotros. Escoge. ¿O Ciego?. La oscuridad. ¿O Hijo del sol?. La sabiduría.

Desde Manco Cápac, poeta, los hombres de estos suyos respetan al sol como el único profeta y padre verdadero de estos suyos. La tierra acepta, con mucha natura, esta filosófica determinación.

No se puede mirar de frente al sol. Si quieres tener el privilegio de mirar con placer la esencia de las cosas por esa efervescencia que nos da la luz solar, haz de ser agradecido con el sol.

Pascal, hombre de principios, y agradecido, dejo un escrito donde más o menos decía así, pues ya sabemos que toda traducción es casi siempre una traición: “la razón es árbitro del conocimiento científico de la Naturaleza, pero impotente para comprender al hombre...” El corazón tiene razones que la razón no conoce.


Imagen: Armand.

Del libro: "Los pobres diablos".