Recordando a don Felipe Buendía
María Luz Crevoisier. Periodista
Nuestras artes. Buendía fue un animador cultural que desapareció hace poco más de una década. Dedicado a múltiples géneros artísticos, dejó tras de sí un legado caracterizado por un profundo amor a la ciudad que lo vio nacer y que le inspiró varias de sus obras.
Lima
será siempre el centro de nuestros sueños, de la nostalgia o pesares,
pero jamás de nuestra indiferencia. Tiene y tuvo sus detractores, como
Concolorcorvo, Ricardo Palma, Sebastián Salazar Bondy, César Moro o el
mismo escritor norteamericano Henry Melville, al decir del escritor
chalaco Eduardo Arroyo; pero en contrapartida también sus grandes
cantores, así como los compositores criollos Chabuca Granda, Alicia
Maguiña, Luis Felipe Pinglo o el cronista Alfonso Mejía "El Corregidor",
además de otros, entre los que contamos a don Felipe Buendía del Coral
(1927-2002).
Buendía nunca quiso exiliarse de
esta tres veces coronada villa, pues pese a que la ciudad iba
ensanchándose hacia los conos, él, fiel a sí mismo, se quedó viviendo
entre Barrios Altos y el Rímac, para perpetuarlos en bellos dibujos,
acuarelas y óleos o encantadoras semblanzas como Por la subida de Santa
Ana, fechada el 10 de diciembre de 1988 en La Crónica, además de otras
en diferentes diarios.
Cariño al terruño
Esta
fidelidad lo llevó a tratar de vivir todas las vidas, pues transitó por
la poesía, canto, baile, narrativa y pintura –generalmente
paisajística–, en los que desplegó quizá su mayor destreza. También
incursionó en el teatro y el cine, poniendo la misma pasión en todas
estas esferas de la creatividad.
Lima fue el
eje central de su existencia viajera, pues se iba y regresaba para
dedicarse a estos afanes y a la tertulia o bohemia, como lo testimonian
quienes fueron sus compañeros en esas memorables reuniones en algún café
de la plaza San Martín.
A once años de su
fallecimiento, sus amigos de entonces hicieron un recuento de su vida y
obra en el homenaje y coloquio A mi Lima, que se realizó hace unas
semanas en el Museo Metropolitano de Lima y que organizó el municipio
limeño.
Sentido homenaje
Entre
estos ponentes estuvieron el periodista Ismael Pinto, quién señaló que
pese a que la obra de Buendía es profusa, no está catalogada en ninguna
reseña o enciclopedia. En el recuerdo Por su parte, el periodista Manuel
Velásquez Rojas hizo una semblanza de Buendía, señalando que como
cineasta es el creador de la escuela limeña. El psiconanalista Max
Hernández mencionó que su obra teatral Cuando el sol se apaga fue el
intento de este autor esencialmente surrealista de teatralizar el trauma
de Cajamarca.
El escritor Armando Arteaga,
amigo de esas inolvidables tertulias de café que el internet y el
celular están dejando de lado, habló de la literatura fantástica de
Buendía, que lo acercan a la ciencia ficción, como la que practicaran
José Adolph y Clemente Palma.
Este simpático e informal
evento contó con la animación de sus hijos, el también escritor Bruno
Buendía Sialer, quien realizó un profuso trabajo de recopilación de los
escritos de su padre, que serán editados próximamente con el título A
mi Lima, y Carla, quien proporcionó valiosos datos complementarios.
Adelantó,
por ejemplo, que está por reeditarse El baúl y Meredí, texto que
mereció el premio de cuento del Ateneo de La Laguna Tenerife (España) y
que fuera publicado en 1984.
Obras
l Algunas obras suyas son la novela poema Teología del Sol (París, 1952) y La tragedia de Petrópolis (1941).
También escribió la obra Las nuevas galas del emperador (1960) y el libro Cuentos de laboratorio (1976).
Publicado: 29/06/2013
Ver:
Diario El Peruano