LA PLEBEYA ACADEMIA DE LA LENGUA
(¡MEDELLÍN VALE UNA MISA!)*
Por Armando Arteaga
El pueblo, el vulgo, es el único creador que va revitalizando el nuevo contenido del lenguaje de cualquier región o país. El pueblo, la gente de la calle, habla siempre: cualquier disparate, inventa siempre: cualquier deslinde. Se comunican entre ellos de manera oral, en lengua propia, llaman a las cosas por sus respectivos nombres.
Los escritores recogen estas palabras, las enriquecen, las presentan en sendas composiciones literarias y las elevan a categorías de “obras clásicas”. Se van, inmaculadas, estas “obras” literarias para las vitrinas brillantes, para la exhibición como diamantes, o para los museos inmisericordes: de las lenguas vivas, o para el olvido: de las lenguas muertas.
Los Reyes de España, Don Juan Carlos I de Borbón y Doña Sofía de Grecia, encabezaron la mesa de honor en la clausura del Congreso de las Academias, donde aprobó la nueva Gramática. ¡La ortografìa esuna mandarina, ya lo dijo Cortazar!.(¡MEDELLÍN VALE UNA MISA!)*
Por Armando Arteaga
El pueblo, el vulgo, es el único creador que va revitalizando el nuevo contenido del lenguaje de cualquier región o país. El pueblo, la gente de la calle, habla siempre: cualquier disparate, inventa siempre: cualquier deslinde. Se comunican entre ellos de manera oral, en lengua propia, llaman a las cosas por sus respectivos nombres.
Los escritores recogen estas palabras, las enriquecen, las presentan en sendas composiciones literarias y las elevan a categorías de “obras clásicas”. Se van, inmaculadas, estas “obras” literarias para las vitrinas brillantes, para la exhibición como diamantes, o para los museos inmisericordes: de las lenguas vivas, o para el olvido: de las lenguas muertas.
Qué... ¿La ortografía es una mandarina?. Bien, por Cortazar. Qué...¿El poeta escribe lo que le da la gana?. Bien, por García Márquez. Qué ¿El quechua no sirve para nada?. Bien, por Martha Hildebrant: esa señora amnésica y decrepita que se duerme en las sesiones publicas del parlamento peruano. El castellano para los de Castilla, decía Begoña, mi amiga catalana de aquel verano tarragones de los 70’s. Uno hace lo que quiere con el lenguaje, miente o busca la mentira de tus verdades.
Pero lo que importa..., es la literatura, esa palabra que cada día se parece más al panteón de los próceres: un catalogo de ataúdes donde todos los escritores aparecen muertos o callados (¡la sociedad de los poetas muertos!) en sendos manuales, o en exclusivos diccionarios: tan especiales que se han vuelto ilegibles.
Y ahora mismo, es mejor hablar de una literatura regional. Somos regiones de muchas cosas: de vastos continentes, de exigentes contenidos, de varías patrias perdidas. Basta de soñar con idioteces. ¿Pregúntenle a un rumano, o a un afgano, o a un ayacuchano qué lengua habla o escribe?. ¿Pregúntele a un muchacho de Bosnia y a un muchacho Sarajevo del mismo barrio bombardeado, qué lengua habla o piensa? ¿Cómo se come esta lengua, cruda o frita?. Etcétera.
Los poetas han ayudado mucho a la libertad del lenguaje y al estado vital de la poesía. Gitano o paria. Algunos como Eminescu, en rumano: en lo popular y en lo folk, casi lo han inventado todo. Aunque creo que puedo estar exagerando. Pero, todos los poetas exageran. Exageraron: Darío, Lugones, Chocano, Martínez Lujan (a quién casi nadie ha leído). Los poetas, siempre dicen cosas que al común de las gentes no le creen, sueñan casi siempre o están locos, dice el vulgo, cuando no entienden algo. Ya lo dijo Cortazar: llamamos locura a lo que no entendemos. A todos nos consta: como han devaluado la palabra: los políticos, los académicos, los representantes de la ONU y los ministros de reyes y de algún Dios Fingido, andan por las patas de los caballos: todos igual o peor que el mejor cantante de rock morfinómano, o que un jugador de fútbol (sin meter goles), o que un boxeador que le arrancó la oreja a su rival de un mordisco, o una modelo anoréxica que muere de hambre por el mundo hambriento del morbo, o cualquier asunto de baja estofa que inunda las noticias de los diarios que han prostituido la palabra y la vida. A mí, me consta, cada escritor voceado como genio, y el ciudadano no es más que un pobre tipo sentado en un w.c. listo para vender su próximo libro con calata en la carátula.
Pero lo que importa..., es la literatura, esa palabra que cada día se parece más al panteón de los próceres: un catalogo de ataúdes donde todos los escritores aparecen muertos o callados (¡la sociedad de los poetas muertos!) en sendos manuales, o en exclusivos diccionarios: tan especiales que se han vuelto ilegibles.
Y ahora mismo, es mejor hablar de una literatura regional. Somos regiones de muchas cosas: de vastos continentes, de exigentes contenidos, de varías patrias perdidas. Basta de soñar con idioteces. ¿Pregúntenle a un rumano, o a un afgano, o a un ayacuchano qué lengua habla o escribe?. ¿Pregúntele a un muchacho de Bosnia y a un muchacho Sarajevo del mismo barrio bombardeado, qué lengua habla o piensa? ¿Cómo se come esta lengua, cruda o frita?. Etcétera.
Los poetas han ayudado mucho a la libertad del lenguaje y al estado vital de la poesía. Gitano o paria. Algunos como Eminescu, en rumano: en lo popular y en lo folk, casi lo han inventado todo. Aunque creo que puedo estar exagerando. Pero, todos los poetas exageran. Exageraron: Darío, Lugones, Chocano, Martínez Lujan (a quién casi nadie ha leído). Los poetas, siempre dicen cosas que al común de las gentes no le creen, sueñan casi siempre o están locos, dice el vulgo, cuando no entienden algo. Ya lo dijo Cortazar: llamamos locura a lo que no entendemos. A todos nos consta: como han devaluado la palabra: los políticos, los académicos, los representantes de la ONU y los ministros de reyes y de algún Dios Fingido, andan por las patas de los caballos: todos igual o peor que el mejor cantante de rock morfinómano, o que un jugador de fútbol (sin meter goles), o que un boxeador que le arrancó la oreja a su rival de un mordisco, o una modelo anoréxica que muere de hambre por el mundo hambriento del morbo, o cualquier asunto de baja estofa que inunda las noticias de los diarios que han prostituido la palabra y la vida. A mí, me consta, cada escritor voceado como genio, y el ciudadano no es más que un pobre tipo sentado en un w.c. listo para vender su próximo libro con calata en la carátula.
García Márquez, quien recibió un homenaje durante la instalación del IV Congreso Internacional de la Lengua Española por sus 80 años de vida, 40 de la publicación de su obra cumbre "Cien Años de Soledad" y 25 de haber ganado el Nobel de Literatura, dijo que existen en el mundo millones de personas esperando textos en español. ¿Y de las lenguas nativas, ni michi: cortesano o neo-colonial?.
Volviendo a la literatura. Las “obras literarias” se vuelven académicas y clásicas, cuando se empiezan a leer en clase. El “texto literario” se vuelve un disiderátum.
Pero, ¿Qué clase de libros se leen en clase?. Depende. De los profesores, en primer lugar, y de los alumnos, después, si los aplauden o los detestan como bodrios, o asuntos obligados. Yo casi nunca les hice caso a mis profesores, que los tuve muy buenos, por suerte. Aprendí a leer en la soledad, por puro interés científico, o por puro placer, o porque era un joven que tenía propinas (¡hijo de papá!, al fin de cuentas) para comprar y leer libros, y siempre a mi cuenta vieja en vez de un sándwich o una camisa de moda. Y me olvidaba, que para todo esto se necesita salud. ¡Salud!, del cuerpo y de la mente. Nada de paraísos artificiales. Es así que va naciendo una literatura local o regional, y que luego se hace nacional. Con escritores, y ojo-pare-cruce-tren: con lectores. ¿Todo esto es lengua o es idioma?.
Cuando llega ese momento, mi querido lector. Después de varias antologías paradigmáticas: locales, regionales y nacionales, en rojo i negro, se llaman a los más vanidosos y tontos, y se les entrega el titulo de académicos y sabios. Y se forma para prestigio de un régimen o país: La Real Academia Española, o cualquier cosa que se le parezca, que en nuestro caso es el de “Lengua Peruana”, por la que se hace muy poco para entender los sabores y colores de esta singular manera de hablar: patata, puchu, puchukaqlla, lengua, dice, caraju, y el “popol vuh": es verdura entonces...., que para esa especialidad de preparado gastronómico, mejor llamen a Adán Felipe Mejía “El Corregidor”, que él si que era un especialista en lengua: De vulgari eloquio.
*A propósito del IV Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en Medellín, 26 de Marzo del 2007-
Pero, ¿Qué clase de libros se leen en clase?. Depende. De los profesores, en primer lugar, y de los alumnos, después, si los aplauden o los detestan como bodrios, o asuntos obligados. Yo casi nunca les hice caso a mis profesores, que los tuve muy buenos, por suerte. Aprendí a leer en la soledad, por puro interés científico, o por puro placer, o porque era un joven que tenía propinas (¡hijo de papá!, al fin de cuentas) para comprar y leer libros, y siempre a mi cuenta vieja en vez de un sándwich o una camisa de moda. Y me olvidaba, que para todo esto se necesita salud. ¡Salud!, del cuerpo y de la mente. Nada de paraísos artificiales. Es así que va naciendo una literatura local o regional, y que luego se hace nacional. Con escritores, y ojo-pare-cruce-tren: con lectores. ¿Todo esto es lengua o es idioma?.
Cuando llega ese momento, mi querido lector. Después de varias antologías paradigmáticas: locales, regionales y nacionales, en rojo i negro, se llaman a los más vanidosos y tontos, y se les entrega el titulo de académicos y sabios. Y se forma para prestigio de un régimen o país: La Real Academia Española, o cualquier cosa que se le parezca, que en nuestro caso es el de “Lengua Peruana”, por la que se hace muy poco para entender los sabores y colores de esta singular manera de hablar: patata, puchu, puchukaqlla, lengua, dice, caraju, y el “popol vuh": es verdura entonces...., que para esa especialidad de preparado gastronómico, mejor llamen a Adán Felipe Mejía “El Corregidor”, que él si que era un especialista en lengua: De vulgari eloquio.
*A propósito del IV Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en Medellín, 26 de Marzo del 2007-