LAS
LITERATURAS REGIONALES VIVIENTES,
EL CASO DE APURÍMAC
POR
ARMANDO ARTEAGA
Las literaturas
regionales suelen ser casi siempre motivo de grandes polémicas cuando se trata
de definir su carácter “independiente” respecto a los centros imperiales que
mueven la cultura en el planeta, apenas se les acepta como manifestaciones
“marginales”, como “sucesos curiosos” de la periferia cultural mundial.
El etnocentrismo
cultural occidental de las mal llamadas potencias culturales mundiales no permite la visualización de la riqueza de
las múltiples manifestaciones literarias que muchas de estas literaturas
regionales tienen y que contienen excelsas figuras (escritores) llenas de
grandes valores culturales (obras literarias).
Un carácter de excesivo
nacionalismo y de abuso por el prestigio centralista occidental hace el juego de invisibilidad a casi todas
las literaturas regionales de los cinco continentes en que hemos dividió el
mundo geopolíticamente e históricamente hablando.
La literatura peruana
en su conjunto es desde un punto de vista planetario una pequeña literatura
regional, una parte de la literatura latinoamericana, un sub-conjunto de la literatura española, si queremos.
Muchas veces en
conflicto con las otras literaturas sustantivas como la literatura catalana, la
gallega, la vasca, la castellana, solo para citar algunas que sobreviven –al
colonialismo- dentro del territorio complejo español y a sus áreas culturales
de influencia.
Por lo tanto, existimos
como literatura peruana desde el cuestionamiento literario y estético, y la
vigencia de las preguntas difíciles
sobre nuestra existencia literaria en la antesala al modernismo literario, y en
la puerta de ingreso al mundo anglosajón,
ahora.
Un balance y
liquidación de cualquier proceso literario siempre viene a la medida de un
terno nuevo para el lucimiento de una nueva literatura nacional, regional, o
local.
En nuestro caso, José
Carlos Mariátegui (en los “7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”,
el ensayo dedicado al proceso de la literatura), Riva Agüero (en “Carácter
Independiente de la Literatura Peruana”), y Luis Alberto Sánchez (en los cinco tomos de “La
Literatura Peruana”) han sido los pioneros por este debate de la literatura
nacional.
Pero, se ha obviado, en esta manera de estudiar nuestra literatura
peruana, el impulso literario de nuestras regiones.
Pues, somos un país de
múltiples regiones, desde las definiciones de Francisco Pulgar Vidal o de
Emilio Romero, para insertarnos en el proceso cultural económico en esta etapa
de modernidad y post-modernidad, poco ayudan los conceptos geográficos, y menos
los históricos.
El Perú es un país que
anhela la descentralización, que necesita de un proceso de regionalización que
integre sus expectativas culturales.
Allí vive entonces este debate de literaturas regionales.
Tenemos entonces la expectativa
de las lenguas, somos un país donde se habla el castellano, el quechua y el
aimara, y más en la Amazonía (según Peter Landerman los jesuitas
tradujeron fragmentos del canon cristiano a unas 150 lenguas indígenas de la Amazonía peruana),
muchas de estas lenguas aniquiladas ya, en extinción, o sobreviviendo.
Somos un país
multilingüe, se conocen alrededor de 65 lenguas. De las cuales, solo en la
Amazonía Peruana se hablan aproximadamente 43 lenguas, las cuales se agrupan en
17 familias lingüísticas. Por lo tanto allí vive también la
expectativa de las literaturas regionales en este momento actual.
Literatura
regional es un titulo "formalmente" correcto, siempre que el lector no olvide que
no se trata de curiosidades folklóricas o reminiscencias provincianas, sino de
la literatura de un ámbito cultural determinado, de identidad y de sustantiva calidad, que extienda
un espacio cultural superior a las expectativas de las propias regiones, y que asume este concepto formal una dinámica interna propia y de supuesta riqueza, de supérstite, de un vigor, una fuerza, expresión libre de cualquier cultura viviente y
distinta, que supera sus propios limites.
El
caso de la literatura apurimeña despierta el interés por escritores tan distintos
y universales como Juan de Espinosa Medrano El Lunarejo y José María Arguedas,
una literatura regional escrita en castellano y en quechua. Con un inventario
de más de cuatrocientos escritores, entre narradores, ensayistas y poetas.
Todas
las regiones actuales de nuestro país tienen actualmente un parecido perfil
literario que espera le pongamos mayor interés en estudio, en divulgación y
difusión de sus obras literarias.
Para
que una literatura regional exista como tal es necesario estudiar su proceso
histórico, definir su registro curricular de estudios, editar su bibliografía
básica y fundamental, incentivar las lecturas de las obras literarias de sus intelectuales, creadores y
escritores. La literatura regional es un
instrumento estupendo para el desarrollo sostenible de las propias regiones.
Sinopsis
de la conferencia “Las Literaturas Regionales Vivientes: El Caso Apurímac”, en
el “Primer Coloquio de Estudios Literarios: De qué hablamos cuando hablamos de
literatura regional”, organizado por la Universidad Nacional de Trujillo-La
Libertad, Departamento de Lengua y Literatura.
Martes 23 de Octubre del 2012. 6
pm. Campus Universitario.
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